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II Festival de Cine INSTAR: “Por la salud del cine cubano”
Por EDGAR ARIEL – 07 agosto, 2021
RIALTA
El Instituto de Artivismo Hannah Arendt, en colaboración con el colectivo Cine Cubano en Cuarentena (CCC), organiza la segunda edición de su festival cinematográfico, a desarrollarse en La Habana del 1 al 7 de noviembre de 2021. Abierta a obras realizadas desde 2019 en adelante, la convocatoria del evento permanecerá vigente hasta el 30 de septiembre próximo.
El II Festival de Cine INSTAR aspira a reunir materiales audiovisuales de cualquier nacionalidad, extensión, género y formato, “más allá de las clasificaciones y las divisiones taxonómicas”, según advierte la nota divulgada en redes sociales.
Abocados a una experiencia transgenérica, los organizadores establecerán una sección competitiva única que agrupará largos, medios y cortometrajes. De igual manera, tendrán cabida nuevas estéticas audiovisuales relacionadas con el cine expandido, experimental y otras más apegadas a las artes visuales.
Cada autor puede presentar cuantos filmes estime pertinentes, los cuales serán valorados por un jurado internacional que concederá un premio a la mejor obra en competencia y, asimismo, reconocerá las categorías de dirección, guion, fotografía, montaje, banda sonora y actuación. Adicionalmente, las películas cubanas en concurso podrán ser consideradas para el premio de distribución del Fondo PM que otorga INSTAR.
A fin de obtener el formulario de inscripción, los interesados pueden comunicarse a través del siguiente correo electrónico: festivalcine@instar.org. La selección oficial se dará a conocer el 30 de octubre en el sitio web del instituto.
Con la intención de apoyar el audiovisual cubano independiente, la primera edición de este festival de cine alternativo organizado por INSTAR tuvo lugar del 6 al 8 de diciembre de 2019, gracias al impulso de la actriz Lynn Cruz.
En aquella ocasión, la también realizadora cubana declaró a Rialta Noticias: “Esta propuesta parte de mi propio inconformismo. Las experiencias que tuve como actriz dentro de los espacios oficiales me hicieron desear un sitio donde se prioricen a los cineastas y a los actores de nuestro país, por el bien de nuestro propio cine”.
INSTAR –con sede en la calle Tejadillo #214, entre Aguacate y Compostela, La Habana Vieja– se fundó el 20 de mayo de 2015. Desde entonces se ha desarrollado, bajo la dirección de la artista Tania Bruguera, como un “centro de educación cívica” y un espacio “democrático y horizontal” que promueve el artivismo a favor de la memoria histórica del arte y la sociedad civil en su conjunto.
Para conocer cómo se han configurado las líneas curatoriales del II Festival de Cine INSTAR, el cineasta José Luis Aparicio y la poeta Katherine Bisquet, coordinadores de CCC, tuvieron a bien responder un breve cuestionario.
El pasado 1 de julio fue lanzada la convocatoria al II Festival de Cine INSTAR. Hoy, a más de un mes de su publicación, quisiéramos saber cómo se ha desarrollado la recepción de las obras. En este sentido, ¿cómo prefiguran la programación del festival?
La primera edición del Festival de Cine INSTAR tuvo un modelo completamente distinto al de esta edición. Esta vez el festival sacó una convocatoria pública para recibir obras que no se limitan al cine cubano. Nos interesa no sólo el cine cubano hecho en Cuba o por autores cubanos en la diáspora, sino de todas partes del mundo.
Hemos recibido proyectos de España y Colombia. Hemos recibido proyectos de cubanos que residen y crean en Cuba y de cubanos que residen y crean en el extranjero.
La curaduría de este festival consistirá básicamente en una sección competitiva donde se premiará la mejor película, más allá de las distinciones genéricas tradicionales. Predominará una visión del audiovisual sin taxonomías, abierta, plural. Queremos que ese sea el espíritu del II Festival de Cine INSTAR.
En esto incide el hecho de que INSTAR es un espacio más vinculado al mundo de las artes visuales, donde ya estas fronteras genéricas se han borrado de muchas maneras. Por eso queremos asumir obras de artistas que se salgan, incluso, de los esquemas más asentados, como el videoarte, la videoinstalación y la videocreación. Estamos abiertos a experiencias sui géneris.
Nos interesa incluir, además, un grupo de obras que se están generando, con mucha fuerza, en Cuba y fuera. Nos referimos a obras de realidad virtual, de realidad aumentada, de experimentación con estos límites de la creación audiovisual.
Estamos pidiendo películas que se hayan estrenado en una fecha posterior a 2019. Esto lo hacemos con el objetivo de recibir la producción más reciente, mediada por la pandemia. ¿Cómo se han traducido en la creación audiovisual los límites extremos de la actual crisis sanitaria? Es una pregunta que nos hacemos como colectivo curatorial.
El Festival de Cine INSTAR no tiene requerimientos de estreno. Pueden presentarse películas que se hayan proyectado tanto en Cuba como en cualquier festival del mundo, aunque también es este un festival que podría estrenar películas.
Lo que queremos que prime en la curaduría es la calidad artística de las obras. Nuestro interés es que sean obras arriesgadas, que exploren la idea de lo insólito, de lo experimental: los límites en la creación cinematográfica. Queremos películas que susciten experiencias conmovedoras y que no dejen a los espectadores indiferentes. Teniendo en cuenta los mismos preceptos de INSTAR como institución, nos interesa un tipo de creación que cuestione y problematice su realidad, la sociedad en que se inserta. Obras que incidan en el espacio cívico.
Como programadores estamos dispuestos a sorprendernos con lo que aparezca y a presentar el programa más variado, inclusivo y arriesgado posible.
¿Qué otras actividades tienen previstas además del visionado de los filmes?
Aparte de la programación competitiva habrá otras secciones de presentación de obras fuera de competencia. Queremos hacer retrospectivas relacionadas con la historia del cine cubano desde un punto de vista alternativo. Es de nuestro interés romper la visión canónica sobre el cine cubano: esa recurrencia de autores, obras, visiones e ideas de cómo entender el cine nacional.
Este trabajo lo comenzamos desde antes, con CCC, a fin de ensanchar la idea del cine cubano, bastante limitada debido a la hegemonía del ICAIC [Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos], como entidad de la cultura oficial, desde hace más de sesenta años.
Podrán verse retrospectivas que resaltarán obras y autores que han quedado al margen de esas narrativas oficiales desde las décadas de los cincuenta y sesenta hasta el día de hoy. Podrán entrar incluso piezas que no pertenezcan a cineastas, entendidos de una manera convencional: artistas visuales, por ejemplo, y en general creadores autodidactas que han logrado una obra audiovisual digna de ser mostrada y discutida.
También habrá presentaciones especiales de películas. Algunos autores serán invitados a dar clases magistrales, talleres y conferencias sobre temas muy variados. Tampoco faltarán momentos de intercambio entre el público y los cineastas. Igualmente, queremos realizar una exposición de artes visuales que establezca un diálogo con el mundo del audiovisual.
Por supuesto, todo ello está sujeto a las circunstancias de la actual pandemia de COVID-19.
¿Cómo CCC se insertó en la programación y acompañamiento del II Festival de Cine INSTAR?
CCC ha sido invitado por el equipo de INSTAR a ocuparse de la curaduría de este segundo festival. Como mismo Lynn Cruz se encargó de la curaduría del primero, nosotros nos encargamos de la curaduría del segundo. Quizá sea una práctica que INSTAR implemente en el futuro, ya veremos. Cada festival podría estar curado por una sensibilidad, perspectiva y visión diferente.
Creemos que es una idea muy interesante porque rompería lo que ocurre en muchos festivales del mundo: al tener un mismo director artístico y equipo curatorial durante muchos años se genera una identidad que a la larga es una camisa de fuerza, limita las posibilidades de crecimiento, la sorpresa y las búsquedas alternativas que deben incluir los festivales de cine. La idea es no petrificarse con una idea determinada, disecada, acerca de lo que es el cine o el audiovisual contemporáneo, y estar en constante transformación. Si INSTAR se propone seguir con estas curadurías múltiples, escaparía a ese esquema tradicional, bastante anquilosado, de los festivales de cine.
En este caso CCC, en colaboración muy estrecha con el equipo de INSTAR, se encarga de la programación y la curaduría del evento, así como del diseño de las demás actividades, más allá de las proyecciones.
Desde CCC lo vemos como una extensión del trabajo que venimos realizando hace ya más de un año. Creemos que el próximo paso evolutivo de todo este conocimiento, todo este saber, todo este trabajo de mapeo, es verterlo en eventos cinematográficos y curadurías para exposiciones, bienales y todo tipo de actividades donde se pueda socializar, no sólo desde el espacio virtual, para seguir ensanchando y complejizando las visiones sobre el cine cubano.
¿Qué importancia tiene la presencia de un festival como el de INSTAR en el paisaje de la cinematografía cubana?
No queremos exagerar al decir esto, pero es necesario, fundamental, que existan festivales como el de INSTAR para el crecimiento del cine y el audiovisual cubanos. Estamos hablando de un panorama bastante deprimido, no sólo por las condiciones extremas y limitantes que ha impuesto la pandemia en el mundo entero.
Por ejemplo, desde antes de la pandemia ya un evento fundamental como la Muestra Joven ICAIC se había postergado indefinidamente; cayó en una especie de limbo. Su equipo gestor ha dejado de trabajar prácticamente dentro del ICAIC. Es un evento cuyo futuro es bastante incierto.
El hecho de que exista el oasis de INSTAR, no sólo respecto al cine, sino en relación con toda la cultura cubana alternativa, es una suerte y dice mucho del trabajo incansable que hacen Tania Bruguera y su equipo.
El Festival de Cine INSTAR brinda un espacio al cine cubano; un cine que ha quedado un poco huérfano en los últimos años, que ha sido bastante maltratado por las instituciones oficiales, con importantes sucesos de censura y marginación. En tanto cineastas no nos sentimos protegidos ni respaldados por los funcionarios culturales de las instituciones que deberían responder a nuestras inquietudes.
Además, es importante no sólo que exista el espacio, sino que tenga esa filosofía tan abierta y democrática, con tanta libertad para pensar el concepto general. Es una gran oportunidad para CCC, y para seguir trabajando por la salud del cine cubano.
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Artista Tania Bruguera protagonizará conversatorio en Festival alternativo INSTAR, en el mes de diciembre en La Habana
Por MANU – 01 diciembre, 2021
CUBALLAMA
Del 4 al 11 de diciembre se realizará la segunda edición del Festival de Cine INSTAR, organizado por el Instituto Internacional de Artivismo “Hannah Arendt” en alianza con el proyecto Cine Cubano en Cuarentena (CCC), que exhibirá de manera online 41 películas cubanas y latinoamericanas entre las que se encuentran Corazón Azul de Miguel Coyula, Quiero hacer una película de Yimit Ramírez y Sueños al pairo de Fernando Fragela y José Luis Aparicio, censuradas por las instituciones culturales cubanas debido a sus temáticas y posturas respecto a la política oficial cubana.
Este evento se convierte así en una plataforma alternativa para promover voces fílmicas nacionales mantenidas al margen de los circuitos de exhibición, distribución y promoción del Instituto cubano del Arte e Industria Cinematográficos y el Ministerio de Cultura, como la extinta Muestra Joven, el Festival Internacional de Cine de Gibara, el Almacén de la Imagen y el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Precisamente, el Festival INSTAR se realizará paralelo a este último, que inaugurará la segunda parte de su edición 42 el próximo 3 de diciembre hasta el día 12.
La nota oficial del evento ofrece a los interesados las coordenadas para “asistir” virtualmente a las proyecciones, apuntando que “si usted es mayor de edad y vive en Cuba y le interesa sumarse a la experiencia online, le pedimos se ponga en contacto con los organizadores mediante la siguiente dirección electrónica festivaldecine@instar.org. En el asunto escriba “Quiero asistir” y en el cuerpo de correo indique su nombre completo, su provincia y municipio de residencia, y un número de celular cubano, para poder orientarlo. Si usted reside fuera de Cuba en breve le daremos las indicaciones para participar del evento”.
El Festival INSTAR contará con dos conversatorios especiales, protagonizado uno por el artista suizo Milo Rau, y la creadora y activista cubana Tania Bruguera, fundadora del Festival de Cine y directora de INSTAR, quienes desarrollarán el tema “El rastro del documento”; y el otro será con el cineasta mexicano Alonso Ruizpalacios (Güeros, Museo), recientemente premiado en el 71º Festival de Berlín con el Oso de Plata a la Contribución artística sobresaliente por su documental Una película de policías (2021).
Entre las 33 películas de directores cubanos que contempla esta edición se exhibirán dos obras de corto metraje que contaron con el apoyo del Fondo PM para audiovisuales de Cuba, también organizado por INSTAR hace tres años para fomentar la creación fílmica cubana: Hora azul (Zoe García, 2020) premiada en 2018, y New Eva (Natalí Cardet, 2020) premiada en 2019.
Cinco mesas online discutirán los temas Cine cubano y migración, Distribución en el cine cubano, Cine de género en América Latina y el Caribe, y Queereme mucho. Audiovisual cubano sobre género e identidades divergentes. Este último complementará y se conectará con la sección temática Derivas Queer del Festival, que acoge películas como Pandēmos y Sexilio, de corto y largo metraje respectivamente, ambas del joven realizador cubano residente en Estados unidos Lázaro González, el largometraje Vulgarmente Clásica X de Nonardo Perea y la serie web Cuba también es queer de Nelson Julio Mairata. Todas de 2021.
Derivas queer es uno de los ocho ciclos temáticos programados por el Festival INSTAR, que incluyen La isla en peso, Mal de archivo, Derivas Queer, La otra Cuba, Cine-performance, Márgenes, Así de simple y Foco–Latinoamérica, donde se proyectarán seis películas de directores de México, República Dominicana, Colombia y España.
El programa incluye además dos talleres que expanden el alcance de las imágenes filmadas más allá de los campos comunes del Séptimo Arte: uno sobre videomapping para la experimentación con la imagen audiovisual y “Deconstruyendo el archivo visual de una comunidad”, este en alianza con la organización alemana HKW y su Escuela del Nuevo Alfabeto #ContruyendoComunidad.
La primera edición del Festival de Cine tuvo lugar en el mes de diciembre de 2019, y su curaduría corrió a cargo de la actriz cubana Lynn Cruz, como conclusión de la Muestra Cine Independiente-Cine Pendiente, desarrollada en INSTAR por ella durante un año.
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A las puertas del II Festival de Cine INSTAR
Por RIALTA STAFF – 02 diciembre, 2021
RIALTA
El II Festival de Cine INSTAR tendrá lugar, casi en su totalidad de manera telemática, del 4 al 11 de diciembre. Durante una semana, el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR) y el colectivo Cine Cubano en Cuarentena (CCC) proponen una cita inclusiva donde en buena medida se difuminarán las fronteras genéricas.
Según los organizadores, el encuentro se dividirá en varias secciones: “Mal de archivo”, “Derivas Queer”, “La isla en peso”, “La otra Cuba”, “Cine-performance”, “Márgenes”, “Así de simple”, y “Foco-Latinoamérica”. La programación comprende once ciclos temáticos, una retrospectiva dedicada a Manuel Marzel, realizador cubano radicado en España, y algunas presentaciones especiales. Entre estas últimas se anuncian las cintas A media voz, de Patricia Pérez y Heidi Hassan, así como Quiero hacer una película, de Yimit Ramírez, y Corazón azul, de Miguel Coyula, ambas censuradas en Cuba.
Serán exhibidos en total 41 filmes: 33 cubanos, y el resto de cineastas de México, República Dominicana, Colombia y España. También serán 33 las películas consideradas estrenos en la isla.
Asimismo, están previstas cinco charlas sobre cine cubano y migración, distribución en el cine cubano, cine de género en América Latina y el Caribe, el audiovisual cubano sobre género e identidades divergentes, entre otros tópicos.
Uno de los momentos que genera mayores expectativas es la conversación fijada para el sábado 4 a las 10:00 a.m. (hora de Cuba) entre la fundadora de este festival y directora de INSTAR, la artivista Tania Bruguera, y el creador suizo Milo Rau. Por su parte, el mexicano Alonso Ruizpalacios hablará, en fecha aún por definir, sobre su recorrido como cineasta.
Igualmente se anuncia un taller sobre videomapping y, en alianza con la organización alemana HKW y su Escuela del Alfabeto, el taller “Deconstructing a Community’s Visual Archive”.
La convocatoria del II Festival de Cine INSTAR fue lanzada para largos, medios y cortometrajes realizados a partir de 2019, “más allá de las clasificaciones y las divisiones taxonómicas”. El espacio se abrió también a nuevas estéticas audiovisuales relacionadas con el cine expandido, experimental y otras más apegadas a las artes visuales.
A fin de obtener mayor información, y con el interés de sumarse a la experiencia en línea, los interesados pueden comunicarse a través del siguiente correo electrónico: festivaldecine@instar.org.
Con el objetivo de apoyar el audiovisual cubano independiente, la primera edición de este festival de cine alternativo organizado por INSTAR tuvo lugar del 6 al 8 de diciembre de 2019, gracias al impulso de la actriz y realizadora Lynn Cruz.
En una reciente entrevista para Rialta Noticias, el cineasta José Luis Aparicio y la poeta Katherine Bisquet, coordinadores de CCC, destacaron que la curaduría de este festival estaba interesada en “que sean obras arriesgadas, que exploren la idea de lo insólito, de lo experimental: los límites de la creación cinematográfica”.
“Queremos películas que susciten experiencias conmovedoras y que no dejen a los espectadores indiferentes”, agregaron. “Teniendo en cuenta los mismos preceptos de INSTAR como institución, nos interesa un tipo de creación que cuestione y problematice su realidad, la sociedad en que se inserta. Obras que incidan en el espacio cívico”.
INSTAR –con sede en la calle Tejadillo #214, entre Aguacate y Compostela, La Habana Vieja– se fundó el 20 de mayo de 2015. Desde entonces se ha desarrollado, bajo la dirección de Tania Bruguera, como un “centro de educación cívica” y un espacio “democrático y horizontal” que promueve el artivismo a favor de la memoria histórica del arte y la sociedad civil en su conjunto.
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Comienza ya la segunda edición del Festival de Cine INSTAR
Por YANIA SUÁREZ – 03 diciembre, 2021
DIARIO DE CUBA
Auspiciado por el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR) y el proyecto independiente “Cine cubano en cuarentena”, se anuncia del 4 al 11 de diciembre la segunda edición del Festival de Cine INSTAR. En paralelo al Festival Internacional de Cine de la Habana, que organizan las autoridades del ICAIC, este evento alternativo tendrá lugar este año de manera casi completamente online y propone un programa que comprende 11 ciclos temáticos, una retrospectiva dedicada a Manuel Marzel y tres presentaciones especiales.
Dividido en siete secciones, el Festival de Cine INSTAR acogerá 41 películas de las cuales 33 serán cubanas, dos de ellas películas censuradas dentro de la Isla: Quiero hacer una película, de Yimit Ramirez, y Blue Heart de Miguel Coyula —que concurrirán como “presentación especial”, así como la multipremiada A media voz (Heidi Hassan y Patricia Pérez)—. Las películas foráneas que se exhibirán corresponden a México, República Dominicana, Colombia y España. Las secciones en las que se dividirá el Festival se han llamado “La isla en peso”, “Mal de archivo”, “Derivas Queer”, “La otra Cuba”, “Cine-performance”, “Márgenes”, “Así de simple” y “Foco-Latinoamérica”. Y 33 filmes serán presentados por primera vez en la Isla.
“Dos de las películas exhibidas en esta edición —agrega la nota publicada en la página de Facebook de INSTAR— han contado con el apoyo del Fondo PM para audiovisuales de Cuba, en la categoría de cortos de ficción: Hora azul (Zoe García, Premio PM 2018) y New Eva (Natalí Cardet, Premio PM 2019)”.
El Festival contará, además, con una parte teórica donde tendrán lugar cinco charlas que versarán sobre cine cubano y migración, distribución del cine cubano, cine de género en América Latina y el Caribe, y “Queereme mucho” (audiovisual cubano sobre género e identidades divergentes). Habrá un conversatorio entre el artista suizo Milo Rau y la artista cubana Tania Bruguera titulado “El rastro del documento” y otro con el cineasta mexicano Alonso Ruizpalacio que versará sobre su obra.
Dos talleres completan la lista de actividades del Festival de Cine INSTAR: uno sobre el video-mapping y otro llamado “Deconstruyendo el archivo visual de una comunidad”, que será en alianza con la organización alemana HKW y su Escuela del Nuevo Alfabeto #ContruyendoComunidad.
Los organizadores del Festival invitan al público de dentro de la Isla a sumarse a la experiencia online enviando una nota al correo festivalinstar@gmail.com que incluya en el cuerpo de correo su nombre completo, su provincia y municipio de residencia, y un número de celular cubano, para poder orientarlo. En el asunto deberán escribir “Quiero asistir”. Para más información, puede visitar la página de Facebook de INSTAR.
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II Festival de Cine Instar
Por 14yMedio – 06 diciembre, 2021
14YMEDIO
Fecha de inicio: 2021-12-04 03:00 am
Fecha de fin: 2021-12-11 17:59 pm
Ciudad: La Habana
Dirección: ‘Online’
Contacto: festivalinstar@gmail.com
Programado casi en su totalidad en formato ‘online’, el II Festival de Cine Instar, organizado por el Instituto de Artivismo Hannah Arendt de la artista Tania Bruguera, se celebrará del 4 al 11 de diciembre con un programa que se compone de 11 ciclos temáticos, una retrospectiva dedicada a Manuel Marzel y tres presentaciones especiales.
En la muestra serán exhibidos 41 filmes, 33 de ellos realizados durante 2019 por directores cubanos y otros 6 de México, República Dominicana, Colombia y España. Las instrucciones para participar y el costo de cada pase, se encuentra en esta página.
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‘El matadero’, documental del realizador cubano Fernando Fraguela, se estrena en el Festival de Cine INSTAR
Por ANGEL PÉREZ – 06 diciembre, 2021
RIALTA
El matadero (2021), la más reciente película de Fernando Fraguela Fosado, se estrena por estos días en el Festival de Cine INSTAR. Organizado por el Instituto de Artivismo Hannah Arendt y el proyecto Cine Cubano en Cuarentena (CCC), este evento dio inicio a su 2da edición el 4 de diciembre y se extenderá hasta el día 11, con una variada programación que incluye el estreno en Cuba de treinta tres filmes.
El documental de Fraguela Fosado hace parte de la sección titulada “La isla en peso” –en franco homenaje a Virgilio Piñera–, donde se agrupan algunos “alegatos fímicos sobre la Cuba contemporánea”, en los que se perciben “violencia política, precariedad material, frustración y desidia” como síntomas de un cuerpo social enfermo.
Ciertamente El matadero es un documento político. Pero su condición política está anudada al vigor de su concepción estética. Sus resortes expresivos, el repertorio lingüístico del audiovisual con que opera el realizador, persiguen una reconfiguración de los discursos y tramas simbólicas con que se presenta la imagen de la Revolución. Ese es un gesto creativo que moviliza a más de un director en la Cuba contemporánea, al punto de devenir un rasgo de dominancia cultural que explica muchas de las “formas” audiovisuales del paisaje cinematográfico cubano.
El matadero presenta el fracaso del programa revolucionario, la demagogia de su discurso triunfalista, la precariedad a que está sometida la cotidianidad del individuo como resultado de los condicionamientos económicos de un proyecto de sociedad en absoluta decadencia. Pero su mirada se enfoca –y es ahí donde cobra potencia el gesto político– en los reductos de la subjetividad; se inclina a contemplar la huella que el fracaso ha dejado en la familia, en el mundo de los afectos individuales, en el espacio de los deseos y las expectativas de futuro.
En materia de realización, Fraguela Fosado recurre a una solución narrativa que también se ha vuelto característica del documental contemporáneo cubano: el subrayado del yo como sujeto de la enunciación. Todo cuanto vemos en pantalla –la realidad y el mundo de los otros– está condicionado por las percepciones de una voice over que expone sus contrariedades personales, su mundo interior, sus crisis de identidad… Y es que poco interesan los perfiles disímiles desde los que se puede interpretar o leer la realidad y las circunstancias existenciales atendidas en la película; cuanto verdaderamente importa es el punto de vista, la mirada, el pensamiento que ese yo tiende sobre el mundo. El afuera (las imágenes documentadas, las fotografías y videos de archivos, los discursos de Fidel Castro) son motivos, objetos, residuos que explican el modelado de la identidad de un ser, el estado de un imaginario.
La película registra la dinámica de un barrio de Pinar del Río, y se detiene especialmente en Dusniel Pereda Pérez, amigo de la infancia de Fraguela Fosado. El paso constante de planos generales de la comunidad –donde se observan los bloques de edificios que metaforizan ya la petrificación del proyecto de “hombre nuevo”– a primeros planos y planos detalles de los individuos, del entorno y, sobre todo, de la porqueriza donde Dusniel ve pasar sus días, con la esperanza de escapar de la isla, explican la voluntad alegórica del director. El micromundo del barrio –con sus movimientos cotidianos incluidos, que, aunque brevemente, son bien retratados por el realizador–, y el destino particular de Dusniel, devienen una metáfora del país todo.
Dusniel tiene un acentuado alcance genérico; más que su individualidad, al filme le interesa su condición social, su posición en el comportamiento histórico de Cuba… Él es un símbolo resonante de las disyuntivas que en la actualidad marcan las vivencias de muchos jóvenes, y de los no tan jóvenes. Dusniel puede ser cualquier cubano inmerso en una insondable crisis de futuro, convencido de que no existe otra posibilidad de vida que escapar de la isla.
A propósito de la perspicacia con que Fraguela Fosado argumenta la descomposición de un país y sus individuos, habría que destacar también la fotografía que llama la atención allí donde consigue arrancar del espacio un habitus, de la descripción física del entorno una explicación del estado de vida de la gente. Escasamente vemos rostros en la película; cuando aparecen, se ven a distancia o a contraluz. Bastan sus cuerpos, cuerpos genéricos de un país.
Es interesante la superposición de texturas y registros audiovisuales que trenza el director. Al comentar los intentos de Dusniel de escapar del país en lancha, utiliza un grupo de imágenes tomadas de un videojuego; estas decisiones –los irónicos segmentos de animados sobre la voz de Fidel– caracterizan emotivamente la anécdota referida y reportan riqueza expresiva al documental, sobre todo dada la organicidad con que el montaje las integra. Al ser el documental, en puridad, una confesión íntima, las imágenes resultan corolario de la palabra, de la voz en sordina del realizador que contrasta con los estentóreos discursos de Fidel.
Fraguela Fosado mira el barrio, mira a Dusniel, para intentar comprenderse a sí mismo –el servicio militar, las actividades escolares, la avidez por emigrar, la escasez material, son facetas que han modelado su conciencia–. El matadero pone a circular así, nuevamente, la desvalorización del individuo y la crisis existencial de la juventud, problemáticas determinantes para la Cuba actual.
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Festival de Cine INSTAR: Augurios y presentes del audiovisual cubano
Por ANTONIO ENRIQUE GONZÁLEZ ROJAS – 07 diciembre, 2021
HYPERMEDIA MAGAZINE
Del Festival…
Que la segunda edición del Festival de Cine INSTAR exhiba filmes como Quiero hacer una película (Yimit Ramírez, 2020), Sueños al pairo (Fernando Fraguela y José Luis Aparicio, 2020), Corazón azul (Miguel Coyula, 2021), Vulgarmente clásica X (Nonardo Perea, 2021) y Now! (Eliécer Jiménez, 2016), evidencia la utilidad de una plataforma de visibilización y cartografía de las imágenes en movimiento concebidas por realizadores nacionales, que se piensa y sucede paralela a los espacios institucionales cubanos. Algo bien sabido, pero que nadie se había decidido a emprender antes; quizás, muchos aún aferrados desde un romanticismo a la pátina utópica de la Muestra Joven. Otros, sencillamente por falta de recursos o hasta miedo.
La obediencia última a una agenda política excluyente —más allá de las flexibilizaciones dialógicas y las blanduras tolerantes que se aplican convenientemente para sosegar tensiones excesivas— hace que entidades como el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y el ex-Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) —hoy rebautizado con un título incómodo y nada pegajoso— nieguen sus salas, pantallas y presupuestos a tales discursos que interpelan y discuten directamente la superestructura de valores, sacralidades, mitos y tabúes en que el poder cubano se asienta como sobre columnas de turbio aire.
Películas como las mencionadas someten a revisiones, cuestionamientos e impugnaciones las mismas esencias de su pantagruélico capital simbólico. Indagan desnudeces, revelan erosiones. No tienen cabida en un modelo del mundo que desconoce, silencia, anula y condena todo lo que objete directamente “con nombre y apellidos” su panteón y sus tablas de la ley. Por eso no serán incluidas en ninguna muestra, festival o programación cinematográfica monopolizadas por las instituciones e ignorados, por tanto, en todas las cartografías que se hagan de la cinematografía cubana desde esta posición. Quedan fuera del cine cubano canónico, exiliadas, como tantas otras filmografías que les precedieron, las de Jiménez Leal, Ichazo, Canel, Villaverde, Almendros et al.
La extinta Muestra Joven ICAIC —no creo que sea ya de otra manera, y no creo que deba resucitársele— fue la alternativa y gesto dialógico más efímero que longevo, de un poder hegemónico por naturaleza y principio, que buscó flexibilizar su campo de acción, mantener a sus enemigos potenciales más cerca que a los propios amigos, tener a buen recaudo a los cuervos de afilados picos y listos para punzar ojos. Nunca pasó de un espacio limitado, una zona de tolerancia, un gueto, un premio de consolación por el veto de la exhibición masiva que el ICAIC impuso a casi todas las obras contempladas en sus programas. Hasta que los muros no pudieron mantenerse invisibles por más tiempo y se revelaron paulatinamente, con los affaires de Revolution (Mayckell Pedrero, 2010), Despertar (Ricardo Figueredo, 2011), de la propia Quiero hacer…, y Sueños al pairo. Para mencionar los casos más escandalosos.
El Festival de Cine de La Habana, primero que todo, no es un certamen de la fílmica cubana, aunque en su redil encuentren ideal oportunidad de estreno nacional numerosas películas —la mayoría de las no producidas directamente por el ICAIC casi siempre logran sus premieres mundiales en eventos fuera del país—, y oportunidades de visibilización entre los públicos cubanos, potenciales distribuidores y críticos que las fijen en panoramas analíticos e históricos. Pero igual no escapa a las influencias institucionales, que lo obliga a retirar películas como Santa y Andrés (Carlos Lechuga, 2016), luego de ser previamente escogidas, o incluye de repente, como sucedió con la selección oficial de su edición 42, filmes como El Mayor (Rigoberto López, 2020), sin explicar siquiera por qué no apareció en las listas originales, publicadas hace más de un año.
La necesidad de muestras, festivales, circuitos de exhibición y distribución cubanas, en Cuba, no regidas por las instituciones oficiales, es un alarido de auxilio del audiovisual nacional, so pena de permanecer desconocido, inexistente, para la mayoría de los públicos. Estas iniciativas, como la organizada por el Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt, tienen otras agendas, sin dudas. Tienen otras prioridades, concepciones, pero nunca será posible un espacio único de inclusión absoluta y utópica. Por eso esta se logra permitiendo y fomentando muchos espacios, cuyas respectivas exclusiones e inclusiones se complementen.
El Festival de Cine de INSTAR tiene que existir y provocar el surgimiento de otro más y otro y otro, de veinte muestras regidas por diferentes perspectivas, proyectos, conceptos de las calidades, lenguajes y posturas del cine. Y así el espacio de inclusión se va ensanchando y acercándose a la utopía de todos y para el bien de todos. Aunque todos, a su vez, busquen competir por legitimar sus propios “bienes”.
Incluso, el hecho de que varias películas sean seleccionadas por diferentes y divergentes plataformas de este tipo, sería un síntoma “utópico” de convivencia y aceptación entre eventos que no tienen por qué ser antagónicos. Hay y debe haber lugar para todos. La hegemonía nunca es la solución. Así, el Festival de La Habana y el de INSTAR coinciden en dos cortometrajes cubanos (sucedió parecido en 2019): Hora azul (Zoe Miranda, 2020) y Hapi Berdey Yusimi In Yur Dey(Ana Alpízar, 2020). Ambos se exhiben por partida doble como parte de las respectivas programaciones. No dejo de asumir con optimismo esta situación, pues el espacio de INSTAR se aleja del llano objetivo de “ir a la contraria”, de “yo acepto lo que rechazas y rechazo lo que tú aceptas”, que pudiera achacársele para disminuirlo. No quiero ni hablar de los pagos del enemigo, los golpes blandos y toda esa lata oxidada.
Si el ICAIC y el Festival desaparecen en algún momento tras el eventual cambio de régimen en Cuba, no debe ser por venganza de los desfavorecidos y los resentidos por la discriminación de que fueron objetos por la institución. Que sigan existiendo, a la par de numerosos otras entidades y plataformas no gubernamentales, será el signo más nítido de que el futuro puede ir más o menos bien. ¿Por qué no aspirar al paradigma martiano en estas horas oscuras en que todos piden las cabezas de todos —muchos con razones, otros con sinrazones?
Por otro lado, que la segunda edición del Festival de Cine INSTAR, concebida íntegramente online, exhiba películas como el ensayo audiovisual colectivo multinacional y multicultural Dancing in the Street. 11 grados de separación(2020), Amnesia colonial (avenencia) (Claudia Claremi, 2020) y A media voz (Heidi Hassan y Patricia Pérez, 2019) —también exhibida y premiada por el Festival de La Habana en previas ediciones—, indica que es un evento en vías de maduración y consolidación de una visión, de una identidad y de un riesgo artístico que trasciende el primer y significativo —histórico, en verdad— gesto de proponerse como una alternativa a las nociones institucionales del cine.
Igual que su primera edición de 2019, el evento transcurre a la par del Festival de La Habana —en este casi de “medio” Festival, por tratarse de la continuación de la edición 42º de 2020—, algo que, más allá de su indiscutible derecho a programarse en la fecha que más le venga en gana, no deja de caracterizarlo como una suerte de contrafestival, de desafío antagónico que a primera vista solo valga algo por este carácter contestatario y renegado; y no por valores autónomos curatoriales y conceptuales que al primer barrido analítico saltan a la vista. Incluso, si se hubiera programado esa primera edición en abril de 2019, paralela a la última Muestra Joven, el claro gesto antiinstitucional hubiera sido un poco más orgánico, pues se convertía en antípodas del certamen más importante del cine cubano fomentado y condicionado desde la institución.
De las películas… (tres recomendaciones)
Dancing in the Street. 11 grados de separación, que forma parte de las presentaciones especiales del Festival, es una película proteica, transmutatoria, que discursa colectivamente acerca de la apropiación como acto creativo auténtico, gesto deconstructivo y estrategia discursiva. Discute con el mero concepto de lo original en el arte, en tanto esta asume casi siempre formas, cosas y fenómenos preestablecidos —incluso la zona abstracta—, previos a la creatura en sí que los recombinará en nuevos significados. Por lo que todo el arte termina siendo eminentemente apropiativo y referencial. Su autenticidad reside entonces en la resignificación que hace de estos elementos en el acto de alquimia semiótica que sería cada obra.
Y una vez que las propias creaciones artísticas pasan a formar parte del universo a disposición de otros nuevos artistas, pues resultan susceptibles de ser resignificadas infinitamente cada vez que alguien vea en estas un potencial recurso expresivo para su tesis.
El cineasta estadounidense James Benning (13 Lakes, Twenty Cigarrettes), gurú unívoco del cine estructuralista, propone cinco planos en su consabido estilo contemplativo, filmados en Cuba, a donde el autor viene con frecuencia. Son cuatro espacios (un reloj, una calle, un edificio lleno de ventanas, un plano interior de una ventana lluviosa) y un rostro. Son cinco vías de acceso, de tránsito, de paso.
El reloj, gran cronómetro del viaje hacia el futuro al que se arriba minuto a minuto, en cámara lenta, la tortuga constante e inquebrantable, sin Aquiles ni liebre. El rostro, en este caso del propio Benning, es la vía hacia las infinitudes de la mente, del alma, el raciocinio y el sueño, de la lógica y la poesía. Es una carta de navegación única del pensamiento de cada ser humano único, un paisaje en el que adivinar maravillas, una oportunidad de leer el pasado y los miedos por venir, mediante la aplicación de la fisiognomía, la morfopsicología y otras magias.
Las ventanas son alegorías de la posibilidad, del distanciamiento, de la invitación a trascender espacios hacia nuevas dimensiones, o bien el miedo consciente y cauteloso a afrontar estos riesgos. La carretera, que viene y va hacia destinos inescrutables, posibles e imposibles, es cardinal metáfora del movimiento ineluctable, fatal, inclemente, llena de adioses y bienvenidas efímeras.
En el prólogo de la cinta Benning es definido como el grado 0, axis mundi a partir del cual otros once cineastas asumen sus pautas visuales y discursivas, y las transforman a sus imágenes y semejanzas. Filman en Cuba (Fabiana Salgado), Italia (Alessandro Focareta y Francesca Svampa), Colombia (Germán Ayala), Chile (Andrea Novoa), Brasil (Letícia Simões y Yuji Kodato), Argentina (Melisa Liebenthal), México (Gabriela Domínguez Ruvalcaba) y Estados Unidos (Yamel Thompson). Refieren, difieren, citan, se apropian, deforman, invierten, son consecuentes con el movimiento, con las variaciones dialécticas que propone el maestro estadounidense desde sus planos “estáticos”, cuyo dinamismo es de una vertiginosa delicadeza. Emergen nuevos conceptos, nuevas confesiones, reflexiones y narrativas. Nuevos conflictos. Nuevas tragedias y comedias.
En esta misma noción de lo apropiativo como base de toda creación cultural y artística humana se engarza Amnesia colonial (avenencia), y otras películas gestadas a partir de la reformulación de imágenes de archivo, también sobre el espíritu del ready made de Duchamp, como Causa No.1, 1989. Nosotros los acusados aquí… (Hamlet Lavastida, 2019) y 35 permutaciones en tres actos y un epílogo (Josué García y Marcos A. Yglesias, 2020). Confluyen las tres obras en la sección “Mal de archivo” del Festival de INSTAR.
Amnesia… y 35 permutaciones… van, respectivamente, sobre la representación y la autorrepresentación de Cuba, del cubano, de los cubanos. La primera película parte de las visiones “domésticas” registradas por numerosas cámaras de turistas y la segunda se basa en grabaciones de VHS que los nacionales emigrados vieron como vía de comunicación más expedita y entrañable con sus familiares en la Isla, durante los años 90 e inicios de 2000.
Claremi opta por una puesta en escena de pantallas múltiples, al estilo de Timecode (Mike Figgis, 2000) u Open Windows(Nacho Bigalondo, 2014), que ponen en crisis las convencionales nociones de montaje, apelando a búsquedas más comunes en las zonas de la videoinstalación, o retrocediendo hasta las magnificentes proyecciones simultáneas en varias pantallas propuestas por Abel Gance a inicios del siglo XX.
La simultaneidad de relatos que despliega Claremi sobre la pantalla invita a un ejercicio de montaje por elección, en parte guiado por la preeminencia de las pistas de sonido (al estilo de Figgis); o bien provoca una más pesimista perspectiva de multitud, de turba indiscernible, tautológica. Se reiteran hasta el infinito las perspectivas pintoresquistas, exóticas y muchas veces miserabilistas de innumerables turistas que entre 2012 y 2020 arribaron a las playas y pueblos cubanos, y filmaron a los isleños con la clásica curiosidad de los exploradores de la selva.
Los turistas observan cómo los cubanos pueden hablar, hacer algunos trucos sencillos, hasta usan ropas y caminan erguidos, y se exhiben en el mercado de las carnes lúbricas listas para consumir, para todos los gustos y apetitos erógenos. Coleccionan estereotipos, clichés. Confirman triunfalmente sus ideas coloniales sobre los cubanos de sonrisas enquistadas, sol, playa, maracas, sensualidad desbordada y chucherías. Juegan un poco con ellos, logran que se desvistan, que luzcan sus físicos tostados y atléticos. Se extrañan cuando confunden con otra turista a una cubana muy blanca, o descubren un pelirrojo que parece escandinavo. Suman estos episodios al repertorio de curiosidades que se llevan en sus equipos, y quizás no vean nunca más.
Los turistas también graban las lógicas representacionales que siguen los cubanos ante sus lentes, sus plegamientos genuflexos a los caprichos de estos seres que reconocen superiores por el simple hecho de provenir de naciones allende los mares con sus armaduras, mosquetes que escupen fuego y cajas mágicas que atrapan imágenes y quizás roban el alma de quienes filman. La mente colonial colisiona con la mente subdesarrollada en estos videos reunidos por Claudia Claremi en la verdadera sinfonía de colonialismos que es Amnesia colonial (avenencia), trágica y urobórica, viciada y patética.
El Now! de Eliécer Almeida —aunque se ubica en la sección La isla en peso— se vale igualmente de las imágenes de archivo para estructurar su consciente manifiesto agitprop, que interpela, complementa y responde con su mirada endógena hacia las violencias policiales cubanas de la contemporaneidad nacional, a la mirada exógena e igualmente virulenta que tiene —no sin justicia y vastas razones— el prísitino Now! de Santiago Álvarez (1965) sobre las represiones de las fuerzas estadounidenses a los movimientos raciales reivindicatorios de esas épocas.
Como Dancing…, Almeida se sitúa también en un referente preexistente para desmenuzarlo, a la vez homenajearlo, reconocerlo con violencia, respetarlo agresivamente. Delatarlo como uno de las más geniales y contundentes miradas a la paja en el ojo ajeno que ha hecho la propaganda oficial cubana, mientras las vigas de las censura a PM (Sabá Cabrera Infante y Orlando Jiménez Leal, 1961), de los campos de trabajo forzado de la UMAP y de la homofobia institucional hendían con fuerza los globos oculares de la nación.
Este Now! que exhibe el Festival de INSTAR también termina comulgando con la vehemencia de la mirada antimperialista de Álvarez y llama a aplicarla con el misma furor a las réplicas de estas estrategias violentas que se aprecian en las fuerzas policiales cubanas contra los que disienten. Aprueba su postura contra el poder hegemónico, hipócrita, que antes recibiera a Martin Luther King y ahora recibió a Barack Obama, otro líder negro estadounidense; mientras en ambas naciones se reprimían y se reprimen a mujeres negras, luchadoras por derechos y libertades civiles. Las semejanzas casi miméticas entre varias de las imágenes empleadas por Álvarez y Almeida llegan a dar un pavor que elimina de plano todas las distancias temporales, epocales, espaciales.
Ambos audiovisuales, musicalizados por la Hava Nagila judaica en voz de Lena Horne, terminan conciliándose, uniéndose en un dueto que trasciende ideologías para enfilar sus agudezas audiovisuales hacia el poder abusivo y ambidextro que reencarna una y otra vez en gobernantes tanto diestros como pretendidamente siniestros. Las ideologías son pretextos y velos kitsch que se echan sobre las naturalezas rapaces e intolerantes de los autoritarismos. Los filosos gorjeos de la Horne los rasga y expone.
Resulta saludable y plausible asumir ambos Now! como un díptico, una confluencia, un diálogo entre dos cubanos, entre dos cineastas que merecen ocupar por derecho propio un lugar en el panorama fílmico nacional. Uno no tiene por qué negar, solapar o exterminar al otro, justo por la plasticidad que demuestra tener el clásico de 1965 y su innegable influencia en el de 2016. Almeida es indiscutible epígono de lo mejor y más trascendente de la película de Santiago Álvarez, que seguirá siendo valiosa cuando de la Revolución que defendió rabiosamente no queden ni menudos pedazos. Y esta es la prueba que debe pasar Almeida, pervivir más allá de su justa militancia agitadora, de los motivos de su ira.
De los exilios y las fugas…
Sobre la autorrepresentación en su arista íntima, emocional, fraternal, va la multipremiada A media voz, que se presenta de manera especial en el Festival, solo para públicos cubanos, según condicionó su distribuidor Habanero Films (igual sucede con Corazón azul). Esta película se articula a modo de diálogo entre dos amigas-hermanas cubanas que emigraron de Cuba en plena y lozana eclosión de sus potenciales como realizadoras. Es básicamente un acto de redescubrimiento, sanación y confesión. Van en pos de saldar la deuda eterna que el que se fue guarda consigo mismo, y con el Yo que en una realidad alternativa se quedó.
A la vez, A media voz resulta una crónica de la reubicación y de la reconstrucción personal que demanda este proceso drástico, esta remoción de paradigmas y perspectivas asentadas en el espacio geocultural donde se nació y se creció. Es una recapitulación de consecuencias y posibilidades, articulada desde el cine ensayo, terreno de licitud creativa donde confluyen todos los recursos expresivos posibles del audiovisual, de lo visual, de lo sonoro, de lo dramático.
Heidi Hassan y Patricia Pérez establecen una suerte de epistolario de imágenes y palabras que entreteje grabaciones de archivo, fotos instantáneas y artísticas, recreaciones ficcionales (con actores incluidos), monólogos previamente guionizados ante el lente. La infertilidad que atormenta los cuarenta años de las dos protagonistas —dudas por un lado, intentos insistentes e infructuosos por el otro— es la metáfora más cabal y precisa de lo estéril que puede llegar a ser el proceso de reacomodamiento, de injerto sociocultural en un contexto ajeno.
La supervivencia es quizás la noción y la experiencia que más se modifica en estos procesos, a los cuales atinadamente Hassan y Pérez sustraen cualquier precisión cronológica —apenas se advierte el año 1988 en unas grabaciones que registran su niñez—. Así como dejan claro muchas veces que el entendimiento pleno de todo el abanico de conflictualidades sucede solo entre ellas. Para el espectador queda la cartografía de sensaciones y emociones derivadas de acontecimientos muchas veces sugeridos, enunciados, insinuados.
Es definitivamente una historia de supervivencia y hasta de resistencia, mas nunca de arrepentimiento y fracaso. Estas heroínas han hecho y hacen sus caminos por un jardín mundial de senderos que se bifurcan hacia posibilidades nulas o posibles. Se llaman a susurros desde sus respectivos caminos. Hacen balance. Se fortalecen mutuamente al habitar de nuevo una patria íntima que han cultivado desde la infancia. Una patria portátil, cómoda, bien a la medida de sí mismas. Un terreno feraz donde todas las semillas germinan. Proyectan sus respectivas nostalgias sobre sí mismas.
Precisamente el exilio es uno de los ejes alrededor de los que se estructuran narrativas, ideas y alegorías en el Festival, rebasando la sección específica que parece habérsele destinado dentro del Festival, intitulada “La otra Cuba”, como sucede con la propia A media voz, rizomatizando así toda la muestra en su calidad de valor y fatalidad nacional, reflejo condicionado y alternativa extrema, castigo y flagelación, maldición y alivio.
Un fantasma recorre el mundo. El fantasma de Cuba. Los cubanos fundan colonias íntimas en cada país que emigran. Son zonas de resistencia y nostalgia, refugios con aires de orfelinatos donde la inasible noción de cubanidad o cubanía se refuerza, se hace casi palpable más allá de los afeites costumbristas del ron, el tabaco y la rumba. La cubanidad de los exiliados se torna una abstracción coherente, una sensación inclasificable pero a la vez concreta, una fuerza en pugna y conciliación consigo misma, un paradigma ciego, una soledad multitudinaria, una agonía triunfal, un triunfo áspero.
Los documentales Sueños al pairo y El gran impaciente (Carlos Arenal, 2020), y el cortometraje de ficción Alberto (Raúl Prado, 2019) integran un involuntario tríptico de migraciones y exilios de artistas e intelectuales cubanos. Dos músicos que se expresan a través de la guitarra (Alberto y Mike Porcel) y un intelectual devoto del cine (Germán Puig). Tres de los muchos cubanos que expanden la Isla a lo largo del planeta.
Vulgarmente clásica X y Sexilio (Lázaro González, 2021) se ubican en la sección “Derivas Queer”, delatando al exilio como un conflicto comúnmente aparejado a los avatares de la comunidad LGTBIQ+ en la Cuba pos-1959, donde las ingles de varón apuntalaron una Revolución de los heterosexuales y para los heterosexuales. Incluso los placeres lúbricos fueron relegados a la esquina de las decadencias burguesas a erradicar en la nueva Revolución frígida, de machos bien cis pero asexuados. Una Revolución donde Fidel Castro, su líder y epítome, ocultaba sus relaciones con mujeres, a sus esposas, casado como estaba principalmente con su ego y con la proyección de este que era el proceso revolucionario. Fidel confesó durante el juicio de Marcos Rodríguez que se había hecho una revolución más grande que “nosotros mismos”. Más bien su ego fue el que resultó más grande que sí mismo, y aún lo sobrevive.
En la revolución de eunucos viriles no tenía cabida los gays, lesbianas, travestis, transexuales, más allá incluso de su preferencia sexual, sino por resultar lo sexual rasgo definitorio de sus identidades, de sus actitudes frente a la vida y principios existenciales. Un revolucionario no podía ser definido por el deseo, sino que debe dedicar todas estas energías a la construcción del futuro, como los sacerdotes y monjas católicas deben reprimir sus carnes para reforzar su dedicación a Dios y a Cristo.
Por eso, los homosexuales bien fuera de Cuba, ya que no pudieron ser reeducados en los campos de concentración de las UMAP en los 60. Que 1980 fuera un año de purgas y purificaciones de los cuerpos de la nación. Que el Mariel fuera el ano por el que el país evacuara definitivamente de sus entrañas los cuerpos raros, innecesarios, el detritus subhumano, los gusanos parasitarios, los que no tienen genes revolucionarios —esa raza superior y exclusiva de übermensch tropicales a la que el país y el mundo pertenece por derecho.
Sexilio entrevista a dos de estos cubanos expulsados del país por sus preferencias sexuales, las cuales vetaban este derecho a ser revolucionarios, como explica uno de ellos. No se podía apoyar al proceso y gustar del sexo semejante. Por eso lo preciso del término que titula la película. Ambos abandonaron Cuba por el Mariel en 1980, el éxodo planificado del cual aún no se habla lo suficiente. Su sino trágico los acompañó hasta Estados Unidos, donde el Sida diezmó los números de sus amistades y amantes, a pesar de que otra vida les fue posible.
Michel, quien firma su película Vulgarmente… con el heterónimo de Nonardo Perea, era miembro del Movimiento San Isidro (MSI). Sufrió el acoso de la seguridad del Estado cubana por sus proyecciones políticas y creativas, hasta que la evasión del país fue la única solución para respirar. Ahora vive en España, acosado por la soledad. Con esta como inspiración y fuerza, compone un ensayo confesional hiperbólico, autorreferencial, abigarrado, bizarro, gozoso, trágico hasta las lágrimas, satírico, libelista por momentos, queer todo el tiempo. La obra afilada y las posturas radicales de creadores como Kenneth Anger, Bruce LaBruce, Pedro Lemebel y hasta Barbara Hammer, pendulan como espíritus tutelares, aunque el autor-protagonista mencione a Pedro Almodóvar.
Vulgarmente… es a la vez autoparodia, manifiesto de autorreafirmación y testimonio de vida, represión y fuga de un ser que se revela atormentado y alegre, débil y poderoso, optimista y deprimido. En la película exorciza su pasado inmediato de “entrevistas” de los agentes gubernamentales e intentos de reclutamiento para espiar al MSI. Parece ponerse en paz con este pasado incinerándolo, y sobre sus cenizas reconstruir su existencia, reunir y fundir los pedazos en nuevo molde. La nostalgia y la soledad pueden, en efecto, ser grandes aliadas, debilidades poderosas.
35 permutaciones en tres actos y un epílogo, ubicada en “Mal de archivo”, va, como ya se dijo, de la construcción de la autorrepresentación del emigrado cubano, de la imagen que quiere ofrecer a sus familiares en Cuba, de cómo los quiere hacer partícipes de esta a través de crónicas audiovisuales domésticas, de cómo busca mostrarles el otro mundo posible allende el archipiélago de los sacrificios, con alimentos en abundancia y nieve.
Estas grabaciones analógicas ajadas que reúnen Josué García y Marcos A. Yglesias en su documental son sobre todo testimonios de la búsqueda empecinada de la felicidad, de sistemas de valores sociales y familiares donde la emigración corona muchas veces las jerarquías. También son crónicas sutiles de la recuperación y la sanación de las heridas que Cuba les provocó, de la herida no cicatrizada que es Cuba —o cuando menos una cicatriz dolorosa pero de la que no hay (no puede haber) arrepentimiento.
Hapi Berdey Yusimi in Yur Dey, catalogada en el apartado “Así de simple” —concebido como vitrina para el cine cubano hecho por mujeres, con enfoque de género— es también una búsqueda quebrantada de la felicidad en tiempos de exilio. Es una fábula sobre los inxilios personales, sobre las violencias de género que no se solventan solo con el escape de los contextos, en tanto estas operan sin reparar en fronteras, nacionalidades, proyectos de vida o prosperidades. Yusimí (Yusilei Alfaro) huye de un mundo cubano donde ha padecido abusos, indiferencias familiares al respecto, se ha visto forzada a prostituirse. La emigración parece la clave de todo, y es clave para algunas cosas, pero otras vienen con la mujer para Estados Unidos y otras la esperan.
Yusimí escapa de Cuba, pero no de sus subordinaciones patriarcales, las replica en Miami con un rostro más amable, una vida carnavalizada, inundada en lentejuelas, uñas artificiales y oro. Pero su relación con los hombres continúa siendo de sumisión y dependencia, ahora en un retablo rocambolesco. Proviene de una familia que siempre, como método de supervivencia a través de las generaciones, han apartado la vista de todo lo que quiebre la violenta y consensuada “estabilidad”. Como el pueblo hembra violado por el gobierno macho. Como el pueblo mujer sometido al gobierno hombre, que le da magro sustento y lo moldea con el hambre y los golpes.
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El futuro del cine cubano
Por ORLANDO ROJAS – 10 diciembre, 2021
RIALTA
Ayer vi una película que me tuvo la noche en vela. Se trata del film Quiero hacer una película, realizada por Yimit Ramírez y un equipo de intrépidos cineastas cubanos.
No estoy en condiciones ahora mismo de escribir una crítica de la película. Sobre todo porque es tan compleja, inteligente y original que para hacerlo necesitaría una segunda visión. Ello, sin embargo, no me impide pensar que mi futuro como cineasta, y el de tantos otros que como yo se han lanzado o han sido lanzados al vacío en el momento en que estaban alcanzando su definición mejor, depende de la suerte que corra este excepcional debut de Ramírez.
Quiero hacer una película es una obra fundamentalmente transgresora y, como tal, un ejercicio de libertad y coraje extremos. No hace falta vivir en Cuba ni conocer personalmente a Yimit (como es mi caso), para comprender que su film es el manifiesto de su honestidad como artista y, de paso, el manifiesto de toda una generación de cubanos. No quiero ser hiperbólico, pero no hallo otra obra en la filmografía nacional —institucional e/o independiente— que en ese sentido la iguale.
Yimit nos ha regalado, sin aspavientos ni falsas poetizaciones, un film que es émulo del Sin aliento de Jean Luc Godard, uno de los puntos de arranque de la Nueva Ola Francesa. Jugando con los dos términos más usados por el poder cultural y la crítica posrevolucionarios, siempre apurados en precisar un «deber ser» para el cine nacional, este film es responsablemente irresponsable.
Ramírez relata en su primer largometraje una emocionante historia de amor. Los que no lo comprendan así y prefieran clasificarlo como un film políticamente inconveniente o una película porno, tienen en la rutina múltiples razones para hacerlo. No hay tampoco en el cine nacional una historia de amor (o de amistad) que no haya necesitado de coartadas ideológicas, moralistas o aleccionadoras, para justificar su esencia romántica.
Con menos de lo logrado por Ramírez en QHUP, ha llegado el franco-argentino Gaspar Noé más de una vez al «olimpo» de Cannes, y con ello ha logrado espacios universales para un cine más innovador y arriesgado, tanto desde el punto de vista conceptual como formal.
Pero sucede que el contexto en que tiene lugar el film es la Cuba de hoy, repleta de problemas, contradicciones, polarizaciones; una realidad que se antoja a muchos como laberinto sin salida. Ocurre además que uno de los personajes de la historia, el coprotagónico antihéroe, tiene criterios negativos acerca del «apóstol de la patria». Y acontece, por último, que el antihéroe, en su pasión por filmar lo que pasa a su alrededor, sorprende a cubanos exteriorizando opiniones controversiales durante acontecimientos reales, como la visita de Obama, el concierto de los Rolling Stones, o el anuncio de la muerte de Fidel Castro en un acto público.
Todos esos elementos han sido suficientes para condenar el filme al ostracismo y, lo más probable, para convertir a Yimit en un apestado. Al parecer, nuestros promotores culturales ignoran una máxima elemental: una obra no se «clasifica» por los «bocadillos» que diga un personaje. Parecen olvidar también que un Balzac monárquico fue considerado por Marx como el más perfecto de los historiadores. Así, en lugar de celebrar su nacimiento, las instituciones oficiales cubanas han decidido condenar la obra fílmica más importante de la reciente producción nacional a la muerte.
En la otra orilla, en la segunda ciudad más poblada de cubanos, la cinta hasta ahora está sufriendo el mismo castigo. En tiempos en que yo era el director artístico del Teatro Tower, de Miami, el film y sus autores hubieran gozado de una premier por todo lo alto y una amplia exhibición comercial. Así se hizo con otra obra notable, Santa y Andrés, de Carlos Lechuga.
Tal vez las causas del silencio miamense sean la pandemia de Covid-19, o el recrudecimiento de la sanciones contra la población cubana, que pica y se extiende. Ojalá no sea que el Festival de Cine y el Teatro Tower, ambos bajo las alas del Miami Dade College, prefieran ahora promover panfletos políticos sin mérito artístico para satisfacer los gustos y sensibilidades de la parte del exilio cubano que aún maneja el timón ideológico de la ciudad.
¿Qué diría Martí si se enterara que por preservar su honra se está impidiendo al público cubano disfrutar la mejor actuación femenina que el cine nacional ha dado en toda su historia? ¿Qué diría si supiera que una decisión por parte de enajenados promotores le está cegando el camino al más original de los cineastas del momento?
El pistoletazo de la censura no solo atraviesa la obra censurada, traspasa de lado a lado el alma de su creador. Lo digo por experiencia. Es una herida que rara vez sana.
Ayer, cuando estaba a media película, sentí miedo. Miedo al vacío en que pueden terminar nuestras vidas. Y detuve la película. Me levanté y fui a tomar un poco de agua. Estaba sin aliento, como en el título de Godard. Y sentí envidia, una envidia desgarradora. Yimit, en noventa minutos cargados de sugerencias sutiles, sabiduría dramatúrgica, acuciosa dirección de actores y desbordado coraje, sin pretenderlo, me había enseñado lo que debía haber sabido desde siempre: que jugándose el todo por el todo es como único se conquista ese misterio que se llama arte.
Como el resentimiento, la envidia es un sentimiento inevitable. Pero ninguna envidia es sana. Por tanto, lo único que nos queda por hacer, a mí y a todos los que se han sentido sacudidos por el film de Ramírez, es ponernos los electrodos y darnos un electroshock; digo, si aún estamos a tiempo.
A veces por las tardes, cuando escribo el guión que supuestamente me llevará de regreso al cine de ficción, tengo la sensación de que, más que un acto de creación, es una sesión de terapia. Después de ver Quiero hacer una película, no puedo sin embargo conceder un segundo más a ese pesimismo. Si necesito verdaderamente volver a filmar, lo tengo que hacer aunque deba esconderme como Tony, el personaje del film, debajo de una cama.
Parafraseo de nuevo (y pido perdón si parece una lección): una república no se funda como un campamento, una república no crece pidiéndole a sus artistas que usen uniformes, una república perece si se oscurecen las pantallas del arte.
Gracias, Yimit Ramírez. Gracias Neisy Alpízar. Gracias, Tony Alonso. Por robarme el corazón.
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Proyectan películas censuradas en Cuba durante segundo Festival de Cine INSTAR
Por LÁZARO JAVIER CHIRINO – 08 diciembre, 2021
CIBERCUBA
El Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR) realiza hasta el próximo sábado su segundo festival de cine, con obras audiovisuales independientes censuradas por el oficialismo cubano.
La muestra incluye títulos y autores como Quiero hacer una película (Yimit Ramírez, 2020), Sueños al pairo (Fernando Fraguela y José Luis Aparicio, 2020), Corazón azul (Miguel Coyula, 2021), Vulgarmente clásica X (Nonardo Perea, 2021) y Now! (Eliécer Jiménez, 2016).
Las presentaciones, totalmente online, comenzaron el 4 de diciembre último a través de una plataforma digital, en la que podrán inscribirse los interesados en disfrutar de un compendio creativo novedoso y transgresor.
Los cubanos que viven en la isla podrán disfrutar de las películas totalmente gratis, siempre y cuando realicen una serie de pasos previos y obtengan el código promocional que les da acceso a todo el contenido, tal y como se explica en la página de Facebook de INSTAR.
El crítico de cine Antonio Enrique González Rojas describió el Festival de Cine de INSTAR como una plataforma de visibilización y cartografía de las imágenes en movimiento concebidas por realizadores nacionales, que se piensa y sucede paralela a los espacios institucionales cubanos.
“La necesidad de muestras, festivales, circuitos de exhibición y distribución cubanas, en Cuba, no regidas por las instituciones oficiales, es un alarido de auxilio del audiovisual nacional, so pena de permanecer desconocido, inexistente, para la mayoría de los públicos”, escribió González Roja en Hipermedia Magazine.
En la muestra de cine también estarán presentes realizadores de otros países como México, República Dominicana, Colombia y España.
El Instituto de Artivisto Hannah Arendt fue creado en La habana por la artista y activista Tania Bruguera, y tiene como uno de sus objetivos trabajar con la gente que se encargará día a día de la construcción de la democracia en Cuba, demandando sus derechos y luchando por la justicia social en sus escuelas y trabajos; transformando a los espectadores en ciudadanos activos.
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El fondo PM de INSTAR para el cine independiente premia por tercera vez películas “incómodas” para el Estado Cubano
Por MANU – 14 diciembre, 2021
CUBALLAMA
La tercera edición del Fondo PM del Instituto Internacional de Artivismo “Hannah Arendt” (INSTAR) premió con apoyos económicos a cinco proyectos de películas de realizadores cubanos en las categorías de Documental, Ficción, Nuevos Medios, Distribución convocada por primera vez para obras ya terminadas, y el Premio Nicolás Guillén Landrián para obras con “temáticas tabúes”.
Quiero hacer una película, de Yimit Ramírez, obtuvo el fondo de Distribución concedido en esta primera ocasión por el jurado que integraron Ricardo Acosta, Yaima Pardo La Red y el Emmanuel Martín.
La cinta formó parte de la recientemente celebrada segunda edición del Festival de Cine INSTAR, realizado de manera online del 4 al 11 de diciembre.
Caguayrán es el título del documental premiado en esta categoría genérica. Parece sangre fue la ficción galardonada y Apuntes para una película del destierro obtuvo el fondo PM en el apartado de Nuevos Medios. La película Omara recibió el premio Nicolás Guillén Landrián.
Los nombres de los autores y productores de estas obras no se han divulgado pues según declaró en exclusiva para Cuballama Noticias la coordinadora del Fondo, la artista Camila Lobón, INSTAR tiene “una política de confidencialidad, hasta ver el caso de cada contrato con cada director, cómo prefieren manejar el asunto. Sobre todo para los que están trabajando en Cuba y filmando en Cuba. Muchos prefieren mantener la confidencialidad de la naturaleza de los fondos hasta terminar el material porque, bueno, sabemos que pueden molestarlos, que la Seguridad del Estado puede meterse con ellos. Y para un poco protegerlos no damos los nombres específicos de los realizadores hasta no ver con cada uno, en cada caso, cómo quieren manejar el otorgamiento del fondo”.
Según reza el acta de los premios, publicada en las redes sociales de INSTAR, el jurado tomó en cuenta para premiar la “calidad conceptual de los materiales seleccionados”, así como la “factibilidad de llevar a feliz término lo que se proponía en los disímiles dossier que concursaban” y la “profesionalidad con que se crearon y diseñaron los dossier ganadores”.
El jurado propuso a los organizadores y coordinadores que para próximas ediciones se realicen talleres (workshop) previos a la aplicación definitiva, donde se otorguen las correctas herramientas a los noveles realizadores en aras de crear mejores dossiers”.
A su vez se reconoció la “inmensa importancia a que exista y persista dicho fondo y su hermano de causa, el Festival de Cine INSTAR; para el cine cubano independiente, y toda la diáspora que también lo conforma”.
En la actualidad, el panorama del cine cubano independiente se ha vuelto menos agresivo y estéril para las producciones de este cariz ante el fondo de fomento rectorado por los oficiales ICAIC y ex ICRT, pero el apoyo que brindan INSTAR y otras tantas entidades autónomas como las embajadas de Noruega y Holanda sigue siendo muy importante.
Camila Lobón comentó a Cuballama Noticias en este sentido que el “Instituto, en sentido general, desde su misión y desde sus bases, no se ha pensado como competencia de ninguna institución cubana, porque además es un proyecto pequeño sin fines de lucro. Pero sí ha intentado de alguna manera solventar y respaldar esas propuestas, esas producciones, y no solo en materia de cine, lo hacemos desde nuestros programas de residencias, desde los otros premios que tenemos. Esa producción y esa creación, que a nivel de contenido, por supuesto, no es asimilable por la institución cubana, no es respaldada, más bien marginada por las políticas culturales del país”, apuntó.
“En ese espíritu obviamente, lo que más respaldamos y apoyamos es la producción independiente, la producción que a nivel político es incómoda para el sistema”, explicó la artista y activista.
“Eso no es en ningún caso establecer una confrontación hacia la institución. Tampoco podemos ser competencia en lo económico, obviamente por los presupuestos que son aprobados a escala nacional para este fondo, por ejemplo del (ex) ICRT, pero en el caso del premio PM sí ha funcionado porque está enfocado precisamente en apoyar las producciones noveles, las producciones que además, desde el punto de vista presupuestario, como son independientes, son más experimentales y están dialogando directamente con contenidos a nivel político y social que no encontrarían otro respaldo por otras vías.”
“Entonces, ese es nuestro fondo, que fue inaugurado en 2018”, añadió. “No lo vemos como un adversario, ni como competencia de la institución. Simplemente hemos intentado desde el inicio, desde la fundación del Instituto, dar voz, respaldo el apoyo que podamos el punto de vista económico, conceptual, de trabajo, asesoría, a los proyectos que aplican. De hecho una de las características del premio PM es intentar hacer un trabajo para las aplicaciones. O sea, un trabajo de asesoría y ayuda para el desarrollo de la presentación de los proyectos, porque en muchos casos son realizadores independientes, o que están comenzando, o son proyectos que por sus características no entran dentro de los cánones de la industria”.
El estatal “Decreto-Ley no. 373: Del creador audiovisual y cinematográfico independiente”, que entró en vigor el 27 de agosto de 2019, no contempla la distribución y la exhibición de las películas producidas con los fondos estatales destinados a estas. Por lo que el premio PM de INSTAR destinado específicamente a la distribución de cine cubre unas necesidades imperiosas.
Según Lobón, el fondo INSTAR “funciona de una forma bastante abierta y se va adaptando todo el tiempo a las necesidades de los proyectos que respalda, así que ha intentado hasta la fecha dar también seguimiento a los proyectos premiados y apoyarlos en todo lo que sea posible en materia de promoción, desde las plataformas del propio instituto hasta las redes de trabajo, de conexiones y de visibilidad que sea capaz de generar para mover estos proyectos”, explicó a Cuballama Noticias.
“En el caso específico de la distribución, abrimos desde esta última edición un fondo para distribución porque es una de las mayores necesidades que tienen los proyectos en Cuba. Es un trabajo que no solo está enmarcado en las bases del premio PM, sino que también ha ido realizando el instituto siempre que se ha acercado algún productor, algún cineasta, o algún realizador o creador con necesidades buscando el apoyo de INSTAR”, subrayó.
Lobon añadió que “el Instituto ha tenido siempre muy claro que su prioridad es poder acompañar y apoyar los proyectos en cada una de las disciplinas en las que ha abierto residencias, becas, fondos y premios. Lo que hemos priorizado es que siempre se puedan realizar las cosas a toda costa y en función de eso adaptar nuestras políticas de trabajo a las necesidades del contexto cubano, que obviamente son muy complejas y no se rigen por las normas en que se mueve una sociedad normal”.
En las dos ediciones anteriores de 2018 y 2019, el fondo PM acogió una treintena de proyectos, de los cuales este año se presentaron dos cortometrajes en el Festival de Cine INSTAR: Hora azul (Zoe García, 2020) premiada en 2018, y New Eva (Natalí Cardet, 2020). La primera se proyectó simultáneamente, como parte de la selección oficial del 42º Festival de Cine de La Habana.
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Homenaje al realizador cubano Manuel Marzel en el Festival de Cine INSTAR
Por ÁNGEL PÉREZ – 15 diciembre, 2023
RIALTA
La segunda edición del Festival de cine INSTAR acabó hace apenas tres días y, una vez más, el evento independiente contribuyó a visibilizar la pluralidad de voces presentes en la trama artística cubana, pese a que enfrenta un poder político hegemónico empeñado en regular la vida cultural del país. Entre el programa del Festival se destacó especialmente una retrospectiva del cineasta Manuel Marzel, integrada por versiones remasterizadas de tres de sus relevantes obras: A Norman McLaren (1990), Evidentemente comieron chocolate suizo (último rollo) (1991) y La ballena es buena (1991); merecido homenaje que coloca frente al lente de la crítica, nuevamente, a una de las voces más auténticas y audaces de nuestro cine.
Marzel es otro nombre en la nutrida lista de artistas cubanos malditos. Condenado a vivir en el exilio por una política que castiga el pensamiento diferente, este realizador ha fraguado una obra de inapreciable valor para el arte insular, que ha permanecido ya por demasiado tiempo en las periferias de la Historia de la cinematografía nacional. Su aventura estética –ciertamente dadaísta, como la ha calificado la crítica– desentonó demasiado con la cosmética favorecida por el poder, e inevitablemente pagó un precio bastante alto.
Este creador se jacta en la turbulencia de la experimentación. En el momento de su aparición, las películas que realizó fueron la apoteosis de la diferencia en el centro de un cuerpo cinematográfico demasiado estandarizado. Él era, entonces, uno de los signos de ruptura –quizás el más radical– que en ese instante avizoraba el advenimiento de lo nuevo.
Entrados los años noventa, A Norman McLaren, Evidentemente comieron chocolate suizo y La ballena es buena revisaban la tradición del cine experimental desde una genuina emancipación autoral. Frente a esas obras se revela un pensamiento fílmico auténtico, impactado por el mejor legado vanguardista. Al volver sobre ellas, el Festival ha querido posicionar a su autor en el justo lugar que le corresponde en el devenir del cine cubano; un gesto imprescindible en el proceso de reescritura que experimenta su Historia hace varios años.
Durante demasiadas décadas, la narrativa histórica del cine nacional se ha visto regida, primero, por los imperativos políticos del discurso “revolucionario”, y, segundo, por la autoridad de las narrativas y las estéticas privilegiadas por el mainstream cinematográfico –que reprime tanto la libertad misma del cine–. El rescate y la visibilización del trabajo audiovisual de Marzel es la demostración de que el cine cubano no ha sido monocorde jamás, y demanda ya un nuevo ajuste de su memoria y concepción.
Realizadas en el ICAIC, en la EICTV o al margen de cualquier institución, estas películas entroncan con una tradición del cine cubano todavía por contar con el debido rigor. Su concepción estética, en principio, desconoce el sociologismo que ha constituido la medida de la cinematografía insular. Marzel –junto a unos pocos que lo acompañaron en su época– tuvo la grande osadía de replantear las reglas del juego: no ya la manera en que se concebía/manejaba el lenguaje audiovisual, sobre todo los términos de la relación de ese lenguaje con lo real, con el curso de los acontecimientos históricos y la política.
En Cuba, el tipo de relación creativa que este realizador mantiene en sus películas con la imagen en movimiento –la burla del referente a favor de una autonomía de las formas y la catarsis continua del lenguaje–, se ha visto siempre subordinada frente a la necesidad de describir el mundo, el afuera. (Incluso la crítica se ha empeñado demasiado en leer los filmes desde un ángulo que prioriza sus vínculos con el contexto.) Al negarse de la manera más rotunda a participar de ese panorama, Marzel estaba potenciando la inventiva y la osadía artística. En sus filmes es posible advertir una audacia que redimía al cine cubano de un cerco programático que había condenado la rebeldía artística de que gozó en los años sesenta. La potente singularidad de este creador prometía hacer prodigiosa también la década del noventa.
A Norman McLaren, el primero de los extraordinarios cortometrajes de Marzel, deja ver un artista absolutamente resuelto. Es difícil encontrar una obra inicial que presuma, no ya del brío experimental y la irreverencia, fruto quizás de la juventud, sino de la aguda visión fílmica, la originalidad en el manejo de las formas, la organicidad y la riqueza imaginativa de esta película. Algunas técnicas de animación, descartes de películas y una precisa banda sonora, fueron suficiente para construir un ensayo audiovisual que ponía de cabeza todo lo que se estaba haciendo en el momento. El frenesí visual de A Norman McLaren es un derroche de sensibilidad heterodoxa que arremete contra todo molde y metodología. Lamentablemente se frustró ese camino que estaba ensanchando la mirada de nuestro cine en aquella época –incluso otros creadores que compartían el ánimo de Marzel no han vuelto a mostrar la virulencia que en ese instante dinamitaba todos los enclaustramientos–. Visto con el privilegio del tiempo, este cortometraje fue un explosivo en el centro mismo de la crisis de lenguaje vivida entonces por el cine cubano.
Luego, las ambiciones creativas latentes en Evidentemente comieron chocolate suizo, todos los recursos dispuestos para crear ese mundo caótico plagado de absurdo e ironía, evidencian una pródiga madurez creativa. En la naturaleza de la puesta en escena –marcadamente teatral–, en la dinámica de las acciones de los personajes, en el diálogo entre la imagen y la música (Amaury Pérez conduce con dos de sus canciones todo el metraje) hay una percepción muy esencial de aquello que pudiéramos llamar la cubanidad que al excesivo realismo de nuestro cine se le ha escapado.
Además, sin necesidad de apuntarlo en su argumento, este filme, como también La ballena es buena, fue capaz de aprehender la sensibilidad de una época cuyo modelo de sociedad se encontraba en plena decadencia, estremecido por contundentes acontecimientos históricos. En ambas obras, habría que advertir, todavía, para comprender su verdadera relevancia, la belleza y la expresividad de la fotografía; la elaboración tan precisa de los planos, tanto en su composición externa como interna. Ciertamente, la dinámica entre la acción de los personajes y el dueto fotografía/montaje resulta de una intrepidez extraordinaria en cada uno de los filmes.
A fin de cuentas, toda la filmografía de Marzel está atravesada por un ánimo de trasgresión que desconcierta al espectador incluso en la actualidad. La pasión de este director por las imágenes en movimiento injertaba en Cuba un replanteamiento del cine mismo. No se supo comprender…
A Norman McLaren, Evidentemente comieron chocolate suizo y La ballena es buena, y el resto de los filmes de Marzel, en su momento, fueron un grito de libertad creativa. Pero esa libertad no residía sólo en el carácter irreverente con que se instrumentaba el repertorio expresivo, ni en el principio lúdico que soporta la estructura del relato. Esa libertad se encontraba allí donde la poética forjada por el realizador resultaba impenetrable para el poder político; las imágenes de la obra de Marzel no podía ser capitalizadas por el atrincheramiento ideológico de ninguna época.
Al rescatar la obra de Marzel, el Festival de cine INSTAR deja una lección: mientras se privilegie los paradigmas tecnológicos, industriales, políticos, productivos o nacionalistas dictados por la norma para escribir la Historia, no se advertirá jamás con certeza la potencia estética de este creador, la puerta que su obra abrió para que el cine cubano se expandiera más allá de sí mismo, ni la complejidad real que ese mismo cine ha experimentado en el suceder del tiempo.
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Festival de Cine INSTAR, otra grieta en el muro de la censura en Cuba
Por DEAN LUIS REYES – 20 diciembre, 2021
DIARIO DE CUBA
El Segundo Festival de Cine del Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), celebrado entre el 4 y el 11 de diciembre pasados desde Cuba, en simultáneo con la edición 43 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, demostró que un gran evento oficial puede coexistir con otro que se mantenga a buen recaudo de la censura que rige en la Isla.
Celebrar un encuentro virtual, que dejaba de lado la presentación en vivo de las películas y el intercambio con sus realizadores en la sede de la institución que dirige la artista Tania Bruguera, fue la primera decisión de los organizadores que puso en duda el éxito de la convocatoria. Pero, al cabo, terminó convirtiéndose en una de las claves de su acogida.
Asimismo, el Festival de Cine INSTAR puso en evidencia hasta qué punto lo más inquietante del audiovisual cubano independiente no pasa ya por el mayor festival de cine que se hace en Cuba. Y no lo hace por razones extra artísticas; en especial, el estigma que pesa sobre artistas y obras concretas de las que los funcionarios del Ministerio de Cultura cubano no quieren oír ni hablar.
De ahí que lo más visto del Festival INSTAR haya sido precisamente dos de los largometrajes de ficción cubanos recientes anatematizados por las autoridades: Quiero hacer una película (Yimit Ramírez, 2020) y Corazón azul (Miguel Coyula, 2021). El primero, centro de una agria discusión durante la Muestra Joven ICAIC de 2018; el segundo, la obra más reciente de un artista condenado a “muerte civil” en la Isla por oponerse a hacer concesiones.
A ambos títulos, exhibidos en presentaciones especiales durante los días del encuentro, le siguieron en preferencia de los espectadores A media voz (Heidi Hassan y Patricia Pérez, 2019), Premio Coral al Mejor Documental del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de ese mismo año, aunque sin estreno en la Isla.
Pero, ¿cómo se ideó e hizo posible el Festival de Cine INSTAR? La periodista y activista Marta María Ramírez y el realizador José Luis Aparicio accedieron a revelarlo a DIARIO DE CUBA.
Ramírez, productora del festival, advierte que la idea de hacerlo presencial estuvo presente siempre, pero las limitaciones de movilidad a causa de la pandemia del Covid-19, así como la situación de hostigamiento de la sede de INSTAR en La Habana Vieja a manos de la Seguridad del Estado llevó a optar por una edición online.
“Descubrí Festhome, plataforma para festivales online, y aunque se revisaron varias similares, al final nos decantamos por esa”, cuenta.
Pero una vez decidido esto, quedaba el reto de cómo hacer que la gente en Cuba viera cine online, teniendo en cuenta la limitada conectividad y que Festhome exige al espectador un pago por el acceso al contenido.
“Se me ocurrió retomar la viejísima idea de los cineclubes para que pudieran verse las películas apoyando a una persona por casa, por punto de conexión. Y también financiar las invitaciones virtuales para que pudieran acceder desde Cuba sin tener que pagar. Igualmente se les brindó acceso a personas que sufren la privación de libertad dentro de sus casas y a cineastas y gente del medio”, explica.
“El propósito no era solo burlar la censura de contenidos, sino resolver cómo reunir más espectadores en un lugar seguro, cuidando las disposiciones sanitarias del país. Porque todas esas medidas se levantaron después que convocamos el festival online”, apunta.
Como resultado del experimento, en los cineclubes creados para exhibir los títulos del festival, así como en otros ya existentes que se sumaron, las películas fueron vistas y además debatidas.
“Eso termina recompensando, porque si no llegamos a la cantidad de gente posible solo el hecho de que esa idea haya prendido y replicado es un mérito del festival”, dice Marta María.
Reinventar un festival
Al cineasta José Luis Aparicio y la poeta Katherine Bisquet tocó retomar la idea del Primer Festival de Cine INSTAR, organizado por la actriz Lynn Cruz en 2019, y que en 2020 fuera suspendido debido a la crisis sanitaria global.
Aparicio participó en esa ocasión con su corto El secadero, y para 2020 había avanzado con Bisquet en la iniciativa Cine Cubano en Cuarentena, el mayor repositorio online de cine cubano hoy existente.
“Debido al hostigamiento contra Bisquet por la Seguridad del Estado, ella no pudo asumir la responsabilidad, así que me tocó terminar asumiendo la curaduría”, cuenta.
“Desde el inicio nos propusimos hacer un festival sin las divisiones taxonómicas tradicionales de los festivales de cine, entre documental y ficción, cine clásico y nuevas formas, etcétera. Tratamos de que las películas se vieran como lo que son, un poco bajo el concepto deleuziano de la imagen-tiempo. Por eso incluimos películas más próximas a las artes visuales, el performance, la videodocumentación, a experimentos entre el cine y el teatro. Invité a varios realizadores cercanos con obras realizadas de 2019 hasta hoy, años marcados por grandes eventos de censura, por la ausencia de la Muestra Joven ya durante dos años, la pandemia, más una crisis migratoria que ha acabado con los realizadores yéndose del país”.
Según el cineasta, el objetivo central fue enfrentar uno de los más graves problemas de la producción audiovisual cubana: su casi nula distribución y exhibición. “No hay espacios, cada vez hay menos para este tipo de película”, asegura.
El Festival acabó programando 42 películas, de ellas 33 estrenos para Cuba, y un puñado de secciones que cubrieron, según Aparicio, “asuntos sociales; la revisión crítica de la historia de Cuba; el cine queer en la Isla; la experimentación con los archivos; el cine hecho por mujeres con temática femenina; el audiovisual realizado en los márgenes sobre sujetos en los márgenes…”
Aparte de ello, dirigió el foco sobre el cine de Latinoamérica, presentando películas de los países más cercanos; una retrospectiva del realizador cubano Manuel Marzel; varias charlas; y un programa teórico con invitados internacionales como el realizador mexicano Alonso Ruizpalacios, Jorge Molina, Alejandro Fadel y Adrián García Bogliano, entre otros. Y además un taller de videomapping y otro sobre la deconstrucción del archivo visual de una comunidad para romper las narrativas tradicionales de países totalitarios.
Milos Rau, artista suizo Premio Nacional de Teatro en Austria, además de cineasta y periodista, fue asimismo entrevistado por Tania Bruguera durante otro de los espacios virtuales del encuentro.
El Festival de Cine INSTAR concluyó con la entrega de los premios para el fomento de la producción independiente, otra de las iniciativas de la institución para viabilizar la finalización y distribución de las películas que se producen fuera de los circuitos establecidos y/o que asumen enfoques estilísticos no convencionales.
“Hay que pasar a un plano donde los eventos alternativos no se definan por oposición a los oficiales, donde no haya como esta especie de pulsión de sustituir un evento con una hegemonía por otro, sino de oxigenar el panorama de exhibición dentro y fuera de Cuba”, concluye Aparicio.
“La idea es que este festival tenga sus propios propósitos, objetivos, líneas curatoriales, estrategias, y que no se sienta como una especie de prótesis. Es hora de crear una verdadera cultura alternativa fuerte, válida y legítima en sus propios derechos y aspiraciones. Hay que seguir generando espacios alternativos, no solamente en el cine, sino en todas las artes”, pide.
Según los organizadores, durante los días del festival la mayor parte de los espectadores estaban en Estados Unidos, Cuba, Reino Unido, Japón, España, Canadá, Italia, Suecia, México, Irlanda, Perú, Alemania, Argentina, Brasil, Puerto Rico, Austria, Países Bajos, Guadalupe, Colombia, Francia y Rusia. Todos reunidos para ver cine cubano.
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INSTAR lleva a Documenta 15 una Cuba donde el arte es una herramienta de cambio
Por JOSÉ LUIS REYES – 21 junio, 2022
DIARIO DE CUBA
Exhibición de obras, conferencias, un festival de cine, presentaciones de libros, entre otras actividades, lleva el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), que dirige la cubana Tania Bruguera, a la edición 15 de Documenta, la exposición de arte internacional que se celebra cada cinco años en Kassel, Alemania.
El 18 de junio Bruguera, Ernesto Oroza y la crítico cubana Clara Astiasarán presentaron la Factografía Operativa, que los artistas proponen como un método de registro de las actividades de una comunidad; el 19 el periodista José Raúl Gallego presentó el proyecto de periodismo de datos Inventario; y el lunes la curadora Taiyana Pimentel presentó la conferencia “La transgresión de la institución como parte del pensamiento artístico desde los años 70”.
Los eventos podrán ser vistos en el perfil de YouTube de INSTAR y el programa está disponible en su sitio oficial.
“Queremos dejarle claro al mundo que el buen clima no equivale a un buen Gobierno”, dijo Tania Bruguera a Deutsche Welle en referencia a la situación de Cuba que INSTAR hace visible.
Comisariada por el colectivo de artistas indonesios Ruangrupa, este pidió a los proyectos invitados que abordaran temas como los derechos de los refugiados, la participación colaborativa y el poder de las comunidades que trabajan juntas.
Su principio rector se llama “Lumbung”, que se basa en un concepto indonesio de un granero de arroz donde el excedente de la cosecha se almacena y distribuye de forma comunitaria para el beneficio de todos.
Inspirándose en ese concepto, el colectivo de arte de Berlín ZK/U (Zentrum für Kunst und Urbanistik, o Centro de Arte y Urbanística) construyó un barco con un viejo techo de madera a dos aguas que pertenecía al grupo de artistas, arquitectos y curadores homónimo.
El barco, que fue bautizado como “Ciudadanía”, navega de Berlín a Kassel a lo largo de las vías fluviales de Alemania en un viaje que durará 60 días. Es uno de los muchos proyectos únicos asociados con el festival de este año.
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‘Tierra sin imágenes’. El cine cubano de lo ausente
Por JOSE LUIS APARICIO – 12 Julio, 2022
RIALTA
Lo propio del archivo es su laguna, su naturaleza horadada
Georges Didi-Huberman, Arde la imagen
Si juntásemos cada parte perdida,
haríamos el inventario de la ausencia del hombre.
Juan Carlos Flores, “La excavadora en la mina”
En el principio era el verbo. El verbo censurar. Y su razón, una película.
Que es lo mismo que decir: una piel delgada, diminuta.
Una membrana de luces y sombras.
La historia de la censura en la Cuba revolucionaria (el acto de retorcer y vulnerar una epidermis) se inicia con PM (1961), de Orlando Jiménez Leal y Sabá Cabrera Infante, un poema visual sobre el fin de la noche: ese trance que, en La Habana de ahora y la de entonces, antecede a la tiniebla más diurna y absoluta.
Orlando y Sabá fueron en busca del reverso, el envés de la isla luminosa y militante. Se adentraron en lo oscuro del pasado meridiano, y encontraron, entre la luz escasa y sucia de los bares del puerto, la Cuba febril de la música y el baile.
Un país decadente, pero más real que el de la propaganda.
La nación sudorosa de los pobres.
Que es lo mismo que decir: de los espectros.
Ante el horror matinal de una plaza vigilada se alzaba, como sueño húmedo, la noche de PM Fue regresar a los versos de José Martí (no a los versos del héroe nacional sino a los del poeta):
“Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche. ¿O son una las dos?”
Esta visión de la noche insular como la patria se terminó discutiendo en una asamblea.
“Dentro de la revolución todo, contra la revolución nada. […] Ningún derecho”, fueron las “palabras a los intelectuales”.
Fidel Castro declaraba la noche habanera contrarrevolucionaria.
P.M., nuestra primera película prohibida, era también nuestra primera película independiente. La primera que discutía a la Revolución su monopolio absoluto sobre la patria. Sobre sus formas posibles, sus transfiguraciones.
La nueva Cuba y su cine oficial se habían diseñado como un presidio concéntrico. El cine independiente cometió el pecado original: cruzó la franja que hacía discontinua la eficacia del panóptico.
En 1961 era la franja de la noche.
“El Máximo Líder anunció que una invasión de Estados Unidos estaba a la vuelta de la esquina. Cuba entró en un estado de guerra permanente. Todas las estaciones de radio y televisión se pusieron en cadena (a la que curiosamente se llamó la cadena de la libertad) para transmitir programas patrióticos y noticieros heroicos”, nos cuenta Orlando Jiménez Leal en El caso PM: cine, poder y censura.
“Enseguida hice un reportaje de cuatro minutos donde establecía un paralelo entre los milicianos que instalaban cañones en el Malecón y ametralladoras antiaéreas en los edificios públicos, y la gente que bailaba y se divertía en los bares”, agrega.
El pueblo de PM intentaba reconciliar “su responsabilidad histórica con la rumba”.
“En respuesta a la consigna oficial de Castro de Patria o Muerte, le oí una noche decir a una mulata en un bar mientras se contoneaba: Chico, ¿y por qué no Patria o Lesiones Leves?”, continúa Leal.
En el cine de un país donde todo se ve, la ceguera es siempre voluntaria, conveniente.
Como en aquel relato de Julio Cortázar donde lo real se hacía indistinguible de la ilusión novelesca, nuestro cine ensayó una temprana continuidad de los parques, arrimando un epicentro de La Habana intramuros a los más tranquilos prados del destierro.
Sin estar conscientes de su comunión, Orlando Jiménez Leal y Fernando Villaverde filmaron, con apenas un año de diferencia, el primer y el segundo rollo de una misma película.
In the Park (1962, dir. Orlando Jiménez Leal) y El parque (1963, dir. Fernando Villaverde) son las caras A y B de una ciudad bifurcada por los fantasmas de la ruina y el exilio. Al cabo el mismo fantasma, pues ¿qué es el exilio sino ruina desplazada, dividida?
Orlando captó a los emigrados en el Bayfront Park de Miami. Fernando registró a los habituales del Parque Central habanero. En ambos filmes se retrata la decadencia: el mito de la grandeza de un país venida a menos.
“A través de unas imágenes que parecen distantes, de la soledad de los viejos, y a pesar de la belleza del paisaje y de la alegría de los niños que juegan, se percibe la tristeza del destierro”, dice Orlando de su primera película en los Estados Unidos, donde había naufragado tras la censura de PM
En las imágenes se respira una atmósfera terminal, palpita la República: ceremoniales vacíos de un país que se intenta recobrar en el sopor y el cabeceo de un domingo de exilio. Orlando, tal vez sin saberlo, inauguraba un subgénero.
In the Park es quizás la primera gran película de la diáspora cubana.
El exilio, según Ricardo Piglia, “es la utopía. No hay tal lugar”.
La primera gran película sobre un lugar que no existe.
Tan ilusorio y a la vez tan doloroso, tan real, como la patria.
Este parque simbólico no guarda otra cosa que imposibilidad y tristeza. Acoge al que no pertenece, al que no le vale más que un único sitio para ser feliz y parte, pero ese sitio solo habita en su mente.
Es por eso que una escena común se torna apocalíptica: pasa un avión y los rostros se congelan en el gesto de mirarlo. Se escucha el avión, pero la cámara no sube: prefiere concentrarse en los tics de este teatro del exilio. En la añoranza como acto reflejo.
Seis décadas después, In the Park jamás se ha proyectado en Cuba.
En El parque no solo la mirada acaricia, también lo hacen las palabras. Su narración morosa, escrita por la cineasta Miñuca Naredo, compañera y colaboradora de Fernando Villaverde, es una suerte de correlato poético a las imágenes del Parque Central, ese que tiene la estatua de José Martí en el centro, aunque la cámara nunca sube a buscarla.
Le interesan más a Fernando las estatuas de las ninfas que escuchan.
Y los seres que semejan estatuas vivientes.
En medio del fervor revolucionario, El parque ansía fluir en otro tiempo, capturar una cadencia que se borra. Se detiene en aquellos que nada construyen, que no podrían integrarse a la sociedad nueva. Aquellos que más bien son vestigio o remanente.
Desplaza la mirada a los ancianos, a su limbo imperturbable.
Se sienta junto a ellos en la sombra.
Descifrar los ojos de estos seres vencidos podría ser una maniobra para quedar fuera del tiempo. Quedar fuera del tiempo, a ratos, es deseable en una época tan consumida por la Historia. Es fácil voltear la cabeza y mirar donde las cosas suceden. Es fácil desdeñar lo intrascendente.
Podría un país entero embriagarse de efervescencia.
No madurar: de la ingenuidad pasar al ocaso y a la muerte.
El parque apenas se salvó de la censura, pues en Cuba, según Fernando, se exhibe lo menos posible, como documental acompañante de las películas de los países comunistas que vacían los cines.
Fue seleccionado en el Festival de Leipzig de 1963, junto a otros documentales cubanos producidos por el instituto oficial de cine. Después de su proyección, el cineasta soviético Roman Karmen pidió a los organizadores que lo retiraran del festival por “pesimista”, entre otros pecados.
Con El parque también se iniciaba una especie de subgénero.
El del cine que mira al país colocándose afuera, aunque nazca bien adentro.
Un cine extrañado, que toma distancia, quizás desde una suerte de insilio.
Fernando Villaverde y su esposa Miñuca, un par de años y censuras más tarde, se unirían a Orlando en el destierro. Sus obras tempranas divisaron los gérmenes del fracaso, la duda y el desasosiego. Eran también premoniciones del país futuro.
Esta Cuba de hoy, avejentada e inmóvil, donde los jóvenes cineastas han comenzado a filmar a los viejos para dar fe del destartalo de un sueño. De la vivisección pasamos a la autopsia. De atestiguar la “utopía” a desarmarla.
No es país para jóvenes, cuando antes parecía no ser país para viejos.
En su ensayo Arde la imagen, Georges Didi-Huberman escribe: “No es posible seguir hablando de imágenes sin hablar de cenizas”.
A modo de paráfrasis pudiéramos decir: No es posible hablar de cine cubano sin hablar de sus películas negadas o perdidas.
“Si, por ejemplo, deseáramos escribir la historia del retrato en el Renacimiento”, aclara Didi-Huberman, “no sería posible comprender nada de este arte mayor si no se toma en cuenta la nada dejada por la destrucción en masa, en la época de la Contrarreforma, de la totalidad de la producción florentina de las efigies votivas de cera, incendiada en el claustro de la Santissima Annunziata”.
El archivo cinematográfico cubano, regido de manera hegemónica por las instituciones oficiales desde 1959, es un compendio de censuras y omisiones. El resultado de inacabables purgas y persistentes hogueras. Si deseáramos escribir su historia, no sería posible comprender nada sin tomar en cuenta sus ausencias.
Sin mencionar filmes como El parque, In the Park o PM.
Apenas tres ejemplos.
Tres esquirlas punzantes de una imagen rota.
Según el creador y teórico cubano Julio García Espinosa: “un país sin imagen es un país que no existe”. Una lectura paranoica de sus palabras sostendría el intento de anular ciertas ideas o versiones de nación mediante el control y secuestro de una porción significativa de su imaginario.
País que no filmo es un país que no existe.
No por gusto García Espinosa, cineasta a la vez que funcionario, fue responsable de algunos de los más traumáticos casos de censura en la historia del cine cubano. Irónicamente, su doble papel de artista y censor no lo mantuvo a salvo de prohibiciones ni de ser removido de su cargo como presidente del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) tras defender una película maldita.
(Los intelectuales cubanos, según el Che Guevara en El socialismo y el hombre en Cuba, cometieron el pecado original: por no haber participado en la lucha “no son auténticamente revolucionarios”. Esta culpa es arrastrada por algunos artistas: los aboca a la contradicción y al ridículo).
El ICAIC fue la primera institución cultural fundada por la Revolución, apenas a unos meses del triunfo. Fidel Castro, igual que Lenin y Hitler, consideraba al cine como la más importante de las artes; al arte como la más eficiente propaganda.
Alfredo Guevara, dandy jacobino, ofició como su Goebbels tropical.
Este zar del cine azucarero, neorrealista trasnochado, impulsó un modelo cinematográfico con una fuerte orientación hacia el realismo socialista: tendencia que devino, rápidamente, en molde rígido, esquemático, como la política cultural a la que representaba. La exigencia discursiva se transformó en hegemonía estética. Cualquier diferencia era razón inmediata para censura y marginación.
El perfecto cine revolucionario es pura fórmula, programática.
Todo aquello que no resulte complaciente queda fuera de su campo visual.
Tanto los géneros fílmicos como el cine de aliento onírico y existencialista de las vanguardias europeas, se consideraban influencias nocivas para los nuevos cineastas, pues procedían de una concepción burguesa o capitalista de la cultura. Incluso estilos que trabajaban directamente con la realidad, como el cinema verité y el free cinema, se condenaron por ofrecer una visión espontánea, es decir, no controlada de lo real.
El cine oficial cubano fluctúa entre la comedia costumbrista, el melodrama social y el panfleto histórico-didáctico. Todo intento de búsqueda o experimentación debe ser consignado dentro de los límites de un discurso popular y naturalista, de fácil acceso a un espectador adoctrinado. El cine oficial “incómodo” negocia con el poder: rehúye la esencia, la causa real de los conflictos.
Lo “incómodo” en él es apariencia.
Un gesto verdaderamente crítico debe ser neutralizado.
Durante largas décadas, el monopolio casi absoluto sobre los medios de producción y la asfixia sucesiva del disenso permitieron al ICAIC producir una imagen falseada de la isla. Toda visión divergente o anómala fue depurada. Cada herejía encontró su castigo. En un proceso de autofagia que ya resulta cíclico, los cineastas que no se ajustan a la norma son condenados a la cárcel, al ostracismo o al exilio.
Sus películas, aquellas que sobreviven, se vuelven pasto de la desidia y el olvido.
La brecha, si bien proscrita y precaria, está en el cine independiente.
Un movimiento que intentan quebrar de manera sistemática, pero siempre encuentra formas de subsistir y reorganizarse. Que opera muchas veces al margen de la ley, bajo acoso, en la intemperie absoluta. Su consolidación a partir de los noventa del siglo pasado y, sobre todo, en la década del 2000, es uno de los actos de resistencia más notables en la cultura cubana contemporánea.
“El archivo”, para volver a Didi-Huberman, “es casi siempre grisáceo no solo por el tiempo transcurrido, sino por las cenizas de todo aquello que lo rodeaba y ardió en llamas. Cuando descubrimos la memoria del fuego en cada hoja que no ardió logramos revivir la experiencia de una barbarie documentada en cada documento de la cultura”.
Tierra sin imágenes explora “la memoria del fuego”.
A la manera de Michel Foucault, propone una suerte de arqueología.
Quiere mirar a las zonas ocultas del audiovisual cubano en los últimos sesenta años: lo que podríamos definir como su inconsciente reprimido, sus catacumbas. No solamente esos filmes incómodos que a duras penas se salvaron de la inquisición totalitaria, sino también los vestigios de aquellas obras abortadas, forzosamente perdidas.
Obras como El mar (1965), de Fernando y Miñuca Villaverde, arrancada a sus autores en el proceso de edición, mutilada y desaparecida. Un filme melancólico sobre dos jóvenes enamorados que discuten su futuro (irse o quedarse) mientras recorren la playa de un poblado en ruinas.
Como Buena gente, aquel guion de Nicolás Guillén Landrián, sobre un hombre cuyo único defecto era el deseo de matar a un dirigente político. A Nicolasito, quien ya había sufrido electroshocks e internamientos, le sacaron ese proyecto en un juicio. Cualquier guion en Cuba, antes que cine, podría convertirse en una prueba incriminatoria.
Como Un día cualquiera (1991), la pieza performática de Marco Antonio Abad y el grupo Ar-De, que sirvió para que un fiscal les pidiera una condena de quince años por sus “calificativos injuriosos y ofensivos sobre el presidente Fidel Castro”. Una película incautada, quizás inconclusa, que permanece inaccesible en los archivos de la Seguridad del Estado.
(En Cuba, la Contrainteligencia archiva mejor que la Cinemateca.)
¿Qué hubiera sido del cine cubano de haber logrado parir estas películas?
¿Si la censura no hubiera intervenido para frustrar, tergiversar tantas otras?
¿Qué hubiera sido de nuestro imaginario de haber contado con el cine del exilio?
¿Si en nuestros cines hubieran coexistido Fresa y Chocolate (1993, dir. Tomás Gutiérrez Alea & Juan Carlos Tabío) y Conducta impropia (1984, dir. Orlando Jiménez Leal & Néstor Almendros)?
Tierra sin imágenes intenta responder estas preguntas, pero no desde el lamento o la especulación, sino desde la praxis de una experiencia restitutiva.
No es una queja por lo que no se hizo o lo que falta por hacer.
Es el acto de hacerlo.
De reunir en un mismo espacio todas estas películas.
De ponerlas a dialogar, a mirarse, como en un juego de espejos.
De pensar también en sus lagunas, en los espacios vacíos.
Si pensáramos en el rostro de la isla, en una suerte de aleph, de visión total o definitiva, habría que incluir estas imágenes veladas, estos íconos mutilados o perdidos.
Los invitamos a una séance de cinéma.
Al cine como sesión de espiritismo.
Remontar el país desde su ausencia, su dimensión fantasmal, su negativo.
* Estas palabras son la introducción a la muestra Land Without Images: The Absent in Cuban Cinema, retrospectiva de cine cubano alternativo / independiente, curada por José Luis Aparicio como parte de la presencia del Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR) en la documenta quince, uno de los eventos de arte contemporáneo más significativos del orbe, celebrado cada cinco años en la ciudad alemana de Kassel.
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Más de cien horas de cine cubano en documenta fifteen son "una visión alternativa sobre la realidad cubana"
Por MARTÍ NOTICIAS – 20 july, 2022
MARTÍ NOTICIAS
El ciclo de cine alternativo cubano que se exhibe en la feria internacional de arte Documenta Fifteen, en la ciudad alemana de Kassel, es “un maratón de filmes de todo tipo que tiene la intención de crear una suerte de contra-canon, de visión alternativa sobre la realidad cubana”, declaró a Radio Martí el cineasta José Luis Aparicio.
“Es como el reverso del cine oficial cubano y creo que es necesario para ampliar, complejizar y profundizar el imaginario sobre la isla y lo que puede ser entendido como cine cubano”, explicó el director de Tundra y Sueños al pairo.
Organizado por la artista cubana Tania Bruguera, directora de INSTAR, este ciclo incluye unas 150 a 170 películas, aproximadamente 100 horas de cine cubano alternativo.
Aparicio usa la palabra “alternativo” y no independiente “porque no siempre se trata de producción independiente…digo alternativo porque también hay una producción anterior, que a veces no se calificaba de esa forma, y surgía en la periferia de las instituciones, en cine-clubes, realizada por personas que trabajaban en el ICAIC o el ICRT, y que lograban producir películas con una mirada diferente”.
“También me refiero a películas producidas dentro de la institución, pero que fueron censuradas, renegadas y quedaron huérfanas, vetadas durante años, a veces sin ninguna forma de exhibición, y que en los últimos años han podido ser rescatadas. Entonces me interesa la noción de cine alternativo a la visión oficial, la visión hegemónica, canónica del cine cubano”, dijo.
Gracias a todos,montaje, cineastas y conferencistas que en eventos teóricos defendieron el #NuevoCineIndependienteCubano y mostraron imágenes diversas a las q por más de 60 años nos ha proyectado la propaganda oficial.Gracias al público que descubrió otra Cuba #CubaEsUnaDictadura pic.twitter.com/FyM0J4k2Fk
— Tania Bruguera (@BrugueraEstudio) July 18, 2022
Bruguera abordó esos mismos temas este martes en un mensaje divulgado en Twitter. “Gracias a todos, montadores, cineastas y conferencistas que en eventos teóricos defendieron el Nuevo Cine Independiente Cubano y mostraron imágenes diversas a las que por más de 60 años nos ha proyectado la propaganda oficial”.
“Gracias al público que descubrió otra Cuba”, afirmó Bruguera en su mensaje, acompañado por la etiqueta #CubaEsUnaDictadura.
𝗣𝗲𝗻̃𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗝𝘂́𝗰𝗮𝗿𝗼 𝗠𝗮𝗿𝘁𝗶𝗮𝗻𝗼 at @documenta__
— Tania Bruguera (@BrugueraEstudio) July 18, 2022
Our public program of the week is HERE!
We will be in INSTAR Square, in Documenta Halle. All events will be broadcasted life via @instar_cuba channels.#CubaEsUnaDictadura #El11JSigueVivo #SOSCuba #Cuba #PatriaYVida pic.twitter.com/nbrTYiFVNW
Acerca de los contenidos y estilos de estos filmes, Aparicio dijo que “hay de todo”:
“Hay largometrajes, cortometrajes, mediometrajes, desde películas producidas en los años 60 hasta los filmes más recientes de la cinematografía cubana alternativa. Sobre todo, películas de las últimas dos décadas, en las que ha tenido lugar la consolidación del movimiento independiente. Hay documentales, películas de ficción, cine experimental, video arte, cine de animación, películas que están en los bordes entre diferentes formatos y géneros, que son híbridas, realizadas por cineastas de procedencias sociales, raciales, y proyecciones genéricas muy diversas”.
“Es decir”, resume Aparicio, “es una muestra que pretende ser muy inclusiva…que no tiene la idea de sustituir al cine del ICAIC o reemplazarlo, sino de sumarle títulos, de complejizar esa idea que se tiene de Cuba a partir del cine…es sumar y no restar”.
Además de cine, Bruguera ha aprovechado esta prestigiosa feria internacional de arte para mostrar otras obras cubanas, las cuales reflejan la realidad cubana.
En el recinto oficial de INSTAR en Documenta Fifteen, hay una imagen del artista y prisionero de conciencia Luis Manuel Otero Alcántara y una muy grande, en blanco y negro, del rapero y prisionero de conciencia Maykel Castillo “El Osorbo”. Es esa imagen icónica de él con el puño al aire, esposado, resistiendo un arresto en el barrio de San Isidro.
“Es muy impactante, muy emotivo y muy urgente ver estas imágenes… me parece hermosísimo que la imagen de Maykel esté ahí. Es una imagen de rebeldía, de herejía, de libertad, contra todos los gestos de represión, censura y negación de los derechos humanos fundamentales”, dijo Aparicio.
Al concluir la entrevista, este cineasta destacó que la variedad de obras cubanas en Documenta Fifteen “es inspiradora y otra manera de que las personas se acerquen a los problemas de Cuba, entiendan la situación del país y se puedan solidarizar y concientizar sobre el drama y los horrores que se viven en la Cuba contemporánea, en la Cuba de los últimos años”.
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Una muestra de cine cubano en Alemania
Por DEAN LUIS REYES – 25 julio, 2022
RIALTA
Entre las realidades más inexplicables de la pasada década en Cuba está la inexistencia de espacios donde ver cine cubano. Desde inicios del siglo XXI, casi en todas las polémicas intelectuales en la Isla el poco o nulo interés de los medios de comunicación y las instituciones del Estado por promover el audiovisual cubano, ya fuere reportando sus producciones, presencia en festivales y premios, así como la mínima presencia de los filmes producidos en la Isla en la televisión y los cines, se convirtió en una queja recurrente.
Mientras las salas de proyección se iban extinguiendo en las ciudades cubanas, también lo hacía la exhibición de películas locales. Fuera de los estrenos de títulos recientes, con días contados en contados cines, la circulación pública de filmes nacionales fue quedando restringida sobre todo a los breves días del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana y la Muestra Joven ICAIC. Tras la extinción de esta última, menos que eso, exceptuando el Festival de Cine INSTAR, con apenas dos ediciones.
Hoy, cuando mis estudiantes extranjeros me preguntan dónde ver las películas sobre las que escribo o les muestro en clase, apenas queda sugerirles que se arrimen a la cancha de tenis de la Embajada de Noruega en La Habana, donde cada mes se celebra el espacio Cine bajo las estrellas, o a la sede del conjunto teatral El Ciervo Encantado, que también programa títulos. Esos vienen siendo en la capital los espacios que existen, mientras que en algunas pocas provincias pasa algo similar.
El mejor calificativo para semejante panorama es crimen. Un crimen que se comete no contra la industria (nunca la hubo) o los artistas (que en general saben salir adelante), sino contra la gente. La venerable cultura del cine en Cuba se va extinguiendo. Pocos cubanos conocen el nombre de los cineastas locales en activo. Fuera de Fernando Pérez, cuya trayectoria y presencia pública es notable, el cine en Cuba como fenómeno de masas es ya algo del pasado.
Ello sucede, paradójicamente, en un momento inédito para esa cultura: casi medio centenar de realizadores cubanos debutaron en el largometraje en los pasados 20 años, apartándose en general de la “autoría ICAIC” e impulsando un cine que quiere dar menos cuenta de la obsesión de una élite intelectual por ofrecer una idea de nación, y en cambio dedicados a producir poéticas personales, películas pequeñas, pero de intensa vocación de autoexpresión y deseo de experimentar con el lenguaje. Numerosos textos académicos, libros y cursos sobre cine cubano se imparten en universidades de todo el mundo, mientras crece el interés en los festivales internacionales por lo que algunos califican como Nuevo Cine Cubano.
Si tal entidad existiera en realidad, su circunstancia sería del todo inédita. Porque estamos hablando de un cine transnacional, deslocalizado y diverso, sin prescripciones estilísticas o editorialismos de oficina como las del viejo ICAIC. Los cineastas cubanos del presente, que trabajan con las mismas dificultades de la mayoría de los creadores independientes del mundo, son en realidad una especie del todo nueva porque no están formateados desde el deber ser que imperó hasta hace unos años. El proyecto de un cine nacional se reformula con ellos en la dirección de una condición trashumante desde el punto de vista referencial y, valga decirlo, también ideológico. Estamos a más de dos décadas del conflicto familiar y reclamo por una patria común que relata Video de familia (Humberto Padrón, 2000), con los hijos de aquella comunidad envejeciendo en una diáspora que produce su propio imaginario a través de los deseos y recuerdos, las imágenes y los sonidos de una Cuba posible, como en A media voz (Heidi Hassan, Patricia Pérez Fernández, 2019).
Tales pretensiones quedan resumidas en las 175 piezas de Land Without Images (Tierra sin imágenes), la muestra curada por el cineasta y crítico cubano José Luis Aparicio para Documenta 15, y que durante julio fueron exhibidas en una sala improvisada del museo documenta-Halle, de Kassel, Alemania, en programas diarios de más de diez horas de duración. Ello, gracias a la invitación del Instituto de Artivismo Hannah Arendt, dirigido por Tania Bruguera, uno de los proyectos invitados a la feria de arte.
El curador tiene apenas 28 años y ello no es un dato menor. Cuando la última generación de cineastas cubanos que reclamó su adopción por el ICAIC hacía a fines de la década de 1980 las Muestras de Cine Joven de la AHS, en su sección Ojo: pinta curaban de idéntica manera sus referentes, pero aquellos eran muy distintos.
Aparicio inicia su particular catálogo del cine cubano presentado en Kassel con PM (Orlando Jiménez Leal & Sabá Cabrera Infante, 1961), el pecado original de la censura cinematográfica en Cuba bajo el embrujo de Fidel Castro. Y lo cierra con una elegía para los vicios desatados del cine extremo que tienen su cima en la obra de Jorge Molina, pero incluye un repertorio cada vez mayor de adherentes, que en Land Without Images encarnan Miguel Coyula, Juan de los muertos, Terence Piard, el Magdiel Aspillaga de El regreso de la mujer de Onán (2006), Marcos Díaz y el propio curador de la muestra, que se inscribe en esa corriente con El secadero (2019) y Tundra (2021).
Entremedias, la selección reúne desde piezas seminales de cineastas como Néstor Almendros, Fausto Canel, Fernando Villaverde y Miñuca Villaverde, algunas de ellas producidas dentro del ICAIC de inicios de los sesenta, aquel de dogmas menos estrechos y donde todavía era tolerado Nicolás Guillén Landrián –esto, antes de que todos fueran guardados en un discreto baúl–, hasta una muy ajustada selección de creadores que en las décadas de 1980 y 1990 experimentaron fuera de los marcos estrechos del cine institucional: Tomás Piard, Manuel Marzel, Ricardo Vega, Marco Antonio Abad, Manuel Rodríguez, Juan Carlos Cremata, más un fragmento del cine del exilio: desde Néstor Díaz de Villegas y Jiménez Leal hasta Orlando Rojas y el Landrián de Inside Downtown (con José Eguzquiza, 2001), pasando por una pieza imprescindible como es El Súper (Orlando Jiménez Leal & León Ichaso, 1978), hasta llegar a la obra de Eliécer Jiménez Almeida.
No puedo resistirme a la interrogante irónica: ¿qué hubiera pensado Alfredo Guevara de esta colección de cine “desviado”, a menudo sin ambición iluminista ni ansia teleológica, muy a menudo seducido por el género cinematográfico, y abiertamente antitotalitario? ¿Qué habría dicho de la “repudiable” devolución al centro de Land Without Images de todas las disidencias que él y otros tantos quisieron extirpar del cine hecho en Cuba? Precisamente la tierra sin imágenes que esta muestra invoca es una zona extraña para aquella idea “virtuosa” que, a golpe de imposiciones y decretos para administrar la libertad, nos quisieron imponer como único territorio posible para existir. En todo caso, ¿qué queda de ella hoy? Además de un ICAIC que no puede reinventarse y se debate entre la presión del aparato censor y las demandas de los creadores, ¿qué queda del cine cubano hoy?
Land Without Images sugiere que la idea del cine nacional tendrá que ser por fuerza divergente de la oficial, sin hegemonías impuestas a golpe de retórica con apenas asiento en la práctica del día a día. Y pone en evidencia que el nacionalismo chovinista que invocó la Patria creyendo que solo en ella era legítima la Nación fue el rasgo más malsano del cine institucional. Porque convirtió el arte resultante en un derivado de prácticas normativas ajenas al vuelo libre de la imaginación.
Para que sea coherente esa idea, para que la historiografía, la crítica y los antologadores por venir puedan trazar un trayecto que obligue a reescribir los syllabus de los docentes enfermos de izquierdismo de la academia estadounidense y europea que enseñan cine cubano, esta muestra dedica su mayor énfasis a relatar cómo las disidencias de antaño tienen suelo firme en las prácticas del cine cubano actual, que se bate en igualdad de condiciones con las producciones más arriesgadas del presente y gana premios en Locarno, el Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam (IDFA) o Rotterdam.
Aparicio ha producido ya un cuerpo referencial que da cuenta de ese estallido formidable en Cine Cubano en Cuarentena (CCC), el mayor repositorio de audiovisual de la Isla de todas las épocas disponible en la web, nacido después que el ICAIC firmara el acta de defunción de la Muestra Joven en 2020. Concebido como necesidad y bajo el siniestro designio de la pandemia del Covid-19, lo que empezó como una suerte de vademécum personal acabó convertido en una, dos, tres, mil muestras, que estallaron con toda naturalidad los límites de aquellas otras selecciones administradas desde arriba, donde oscuros funcionarios revisan desde lo que dice un personaje sobre José Martí hasta la trayectoria política del cineasta inscrito.
Desde mi perspectiva, ese vademécum es en sí mismo una declaración de principios. Allí no hay mucho más criterio de selección que la disponibilidad de las obras en la web o la disposición de los creadores a mostrarlas. Y cabe desde la “autoría ICAIC”, tan bien definida por Michael Chanan, hasta el cine posnacional. Es ejemplar ese criterio selectivo para los cubanos, entrenados como estamos para decantar, depurar, dividir en bandos. En cambio, la impureza mayúscula que gobierna en CCC antepone la noción de fragmento a la de unidad.
Imaginar la Nación supone por ello que en Land Without Images estén, aparte de lo dicho arriba, las creaciones fronterizas, la videocreación, en piezas ejemplares de los últimos 20 años, como Bojeo (Celia y Yunior, 2006), Reconstruyendo al héroe (Javier Castro, 2007), Habana Solo (Juan Carlos Alom, 2000), Sucedió en La Habana (Henry Eric Hernández, 2001) y Sucedió en La Habana II (Henry Eric Hernández & Dull Janiell, 2003), Causa No.1, 1989. Nosotros los acusados aquí… (Hamlet Lavastida, 2019), o un cine a medio camino entre varias tradiciones, pero que en mi opinión representa de maravillas el audiovisual amateur cubano no metropolitano, como resulta En el iglú (Emmanuel Martín & Léster Romero, 2008).
Muestra disidente del presente que se respete debe acoger la zona de pesadilla del modelo institucional del cine cubano, que responde a la práctica totalitaria de negar la palabra al que exige el escrutinio del poder establecido y su hegemonía. Y ello sirve para títulos como 8-A (Orlando Jiménez, 1993), La imagen rota (Sergio Giral, 1995), El informe (Ricardo Vega, 1990), Veritas (Eliecer Jiménez Almeida, 2022), Nadie (Miguel Coyula, 2017), Entropía (Eliecer Jiménez Almeida, 2013), e incluso La reina de los jueves (Orlando Rojas, 2016).
No puedo evitar mencionar que Land Without Images tiene como subtítulo “The Absent in Cuban Cinema”. Ahora vemos que eso “ausente” es enorme. E incluye a los cineastas de hoy, sin apenas vínculos temáticos o estilísticos entre sí, que dibujan el paisaje más rico que haya visto el cine cubano en su historia. ¿Qué tienen en común Rafael Ramírez, Heidi Hassan, Alejandro Alonso, Fernando Fraguela, Katherine T. Gavilán, Lisandra López Fabé, Miguel Coyula, Carlos Melián, Marcelo Martín, Fabián Suárez, Damián Saiz, Carla Valdés, Eliécer Jiménez Almeida, Ricardo Figueredo, Raydel Araoz, Carlos Lechuga, Carlos Quintela, Marcel Beltrán, Ana Alpízar, Marta María Borrás, Daniel Santoyo, Susana Barriga, Alán González, Yimit Ramírez, Daniela Muñoz…? Solo me atrevo a aventurar un rasgo: que no son funcionarios del Estado ni hablan en nombre suyo como miembros de una institución.
Y un detalle final: muchos de estos cineastas desmenuzan su praxis en ejercicios de didáctica pedagógica. Por ello, como parte de la muestra, Alonso y Ramírez impartieron talleres desde Documenta 15 que explican sus métodos de trabajo. En calidad de sujetos intelectuales, varios de los creadores del cine cubano actual son por elección productores de modelos teóricos y hermeneutas de su propio mecanismo de representación. Léase en ello otro grado de libertad, semejante a la que ejerce una muestra que pone juntas las imágenes necesarias para una tierra que ha perdido las suyas.
De todas maneras, no estamos descubriendo algo nuevo, pues seguimos condenados a reinventar la narrativa de estos días turbios. Cuando lo que está por suceder ocurra, necesitaremos volver a sentarnos a mirar, a meditar. Y descubriremos que el panorama antedicho era estrecho, insuficiente. Entonces volveremos a imaginar cuál es nuestra procedencia. Y los curadores del mañana harán su propio tejido. Ojalá que la muestra audiovisual del futuro sea en La Habana. Y que nadie tenga que darle el visto bueno a obras y creadores. Ojalá.
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Obras del cubano Ricardo Figueredo son exhibidas en la muestra de Cine Independiente
Por ASERE NOTICIAS – 01 octubre, 2019
ASERE NOTICIAS
El Instituto de Artivismo Hannah Arendt presentó una muestra del trabajo del cineasta cubano Ricardo Figueredo, en el ciclo de INSTAR del 27 al 29 de septiembre en su sede de la calle Tejadillo, en La Habana Vieja, la cual tuvo mucho éxito.
Ricardo Figueredo es uno de los muchos cineastas cubanos cuyo trabajo ha sido censurado, sin embargo, no se desalienta y asegura que continuará mostrando las vivencias y carencias del cubano común.
Por tal motivo, el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR) lo seleccionó para la cuarta entrega de su Ciclo de Directores, como parte de la muestra de Cine Independiente-Cine Pendiente.
Las obras de Figueredo exhibidas son aquellas que los festivales cubanos de cine y las salas de proyección estatales han declinado exhibir: Despertar y Operación Alfa (2011), La singular historia de Juan sin nada (2016) y La teoría cubana de la sociedad perfecta (2018), este último exhibido en el recién concluido Festival de Cine por los Derechos Humanos de Bogotá.
Figueredo en sus documentales expone problemas que vive el cubano común, las cuales presenta en base a testimonios y entrevistas tal como los problemas que genera la doble moneda, el emergente sector privado y sus dificultades para desarrollarse, la prostitución, el consumo de drogas y la represión hacia homosexuales y artistas críticos y entre otros.
El cineasta ha participado en un total de 56 obras, entre las que destacan la serie de Nicanor O’Donell, de Eduardo del Llano, y el documental 50 sueños (2004), del realizador Miguel Fernández.
La actriz y escritora Lynn Cruz, quien dirige el ciclo, afirma que la obra de Figueredo se halla en el no lugar de la distopía tropical que constituye el fin del sueño paradisíaco comunista, “sus películas son post. (…) Uno se percata de que muchos de los cubanos elegidos para los filmes de Figueredo no sabrían vivir en un nuevo orden y eso es lo trágico. Manifiestan incluso su propio temor al cambio».
Durante la presentación de La teoría cubana de la sociedad perfecta, el pasado domingo, dio a conocer que se encuentra trabajando en un nuevo documental sobre la emigración cubana en sus múltiples variantes y cómo ha marcado el devenir nacional en las últimas décadas.
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Un festival alternativo al Festival de Cine Latinoamericano
Por YOLANDA HUERGA – 10 diciembre, 2019
MARTÍ NOTICIAS
Tras la exhibición de 22 películas de ocho países, cerró sus puertas el domingo el Primer Festival de Cine INSTAR, auspiciado por el Instituto Internacional de Artivismo “Hannah Arendt”, en su sede de La Habana Vieja.
“Nosotros hicimos todo esto en esta fecha por un problema de protección, de que estuviéramos en un momento en que hubiera mucha prensa extranjera en Cuba para que también nos permitieran existir,” explicó la actriz Lynn Cruz, una de las organizadoras del evento, en referencia a que, paralelamente, se está desarrollando en Cuba, el Festival de Cine Latinoamericano de La Habana en su 41 edición.
“Estamos de acuerdo con que exista el Festival de Cine de La Habana, que tiene ya una tradición y es reconocido a nivel internacional, es decir, nosotros somos una alternativa para las películas que por determinadas circunstancias políticas han sido condenadas al olvido”, puntualizó Cruz.
“Tuvimos películas variadas con temáticas más políticas otras más existenciales o sea hubo gran diversidad”, agregó.
La actriz indicó que exhibieron durante el festival el filme “Desarraigo” realizado en 1965 por Fausto Canel “porque la idea es poner películas que en su momento no tuvieron un impacto porque la circunstancia política no se lo permitió, entonces también tenemos un espacio para eso”. En su último día el Festival INSTAR mostró las obras ya terminadas de los beneficiados a inicios de este año con el Premio de Cine PM, dirigido a realizadores noveles, en las categorías de Ficción, Documental y Nuevos Medios, y dio a conocer a los premiados en su segunda convocatoria, que sumó esta vez el Premio Especial “Nicolás Guillén Landrián” dotado con 5 mil dólares. El galardón en la categoría Ficción lo ganó el proyecto New Eva, de Nathaly Cardet y Yanisleysi Vázquez y en la categoría Documental, Riomar, de Lester Lejardi y Camila Carballo. En Animación el premio se lo llevó el proyecto Pirita, de Carlos M. Paifer y Adriana García Pérez y Eliécer Jiménez se llevó el premio en la categoría Transmedia por su proyecto 59 Cuban-Docs.
Las obras laureadas con el Premio Especial “Nicolás Guillen Landrián”, fueron ¿Cómo educar a un niño?, de Gretel Marín y Maria Elisa Pérez, y el proyecto documental Persona con Persona, de Karel Ducasse, Raúl Escobar y Yanet de Paz. El festival de INSTAR transcurrió del 6 al 8 de diciembre sin mucho acoso de la Seguridad del Estado, pero tuvo algunos contratiempos lamentó Lynn Cruz.
“Una cineasta extranjera se vio forzada por presiones de funcionarios a retirar su película” dijo Cruz sin ofrecer detalles y “nosotros tuvimos que retirar una película en el último momento porque no teníamos los derechos, fue una película de la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños”.
“Llamaron de la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, que si no la retirábamos nos demandaban”. Esto sucedió por un error de nosotros porque es verdad que la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños funciona en Cuba como una casa productora, es decir ellos financian las obras, por tanto, éstas les pertenecen”, dijo Cruz.
La artista Tania Bruguera, directora del Instituto Internacional de Artivismo “Hannah Arendt”, INSTAR, señaló en una entrevista con DIARIO DE CUBA que este Festival “es una consecuencia natural del ciclo sobre los cineastas independientes” que vienen efectuando “desde mediados de este año y donde el objetivo fundamental es mostrar aquellas películas que no se exhibirán en el Festival Internacional de Cine Latinoamericano de la Habana”.
Los auspiciadores del Festival de Cine INSTAR planean que tenga una frecuencia anual en La Habana.
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Cine Cubano sin Fronteras
Por LÁZARO GONZÁLEZ – 07 agosto 2024
SCREEN SLATE
A medida que Cuba experimenta una ola histórica de emigración, su cine transnacional e independiente ha ganado reconocimiento mundial a pesar de la falta de apoyo institucional. Muchos cineastas contemporáneos están enfrentando el mismo destino que el pionero Nicolás Guillén Landrián (1938–2003), cuya marginación y exilio reflejan la censura estatal continua de las voces disidentes.
En medio del fracaso de las utopías, esta nueva ola de creadores desafía el totalitarismo, las omisiones en los archivos y la falta de redes de exhibición dentro de la isla al construir comunidades en otros lugares. La creación del Festival de Cine INSTAR en 2019 por la reconocida artista Tania Bruguera fue un momento crucial, proporcionando una plataforma esencial dedicada a apoyar la producción cinematográfica independiente, particularmente en países donde la libertad de expresión está amenazada.
Esta serie celebra la invaluable práctica curatorial de INSTAR al incluir muchos títulos proyectados en el festival, y también honra el legado de Landrián con estrenos en la Costa Oeste de sus documentales recientemente restaurados. Estas películas ofrecen un vistazo a lo que la académica Ana López describió a principios de la década de 1990 como el cine de la “Gran Cuba”, un cuerpo de trabajo entrelazado con los esfuerzos por reconstruir la historia y la identidad nacional dentro y fuera del exilio. Junto al tema recurrente del exilio, la maternidad aparece con frecuencia en muchas de estas películas. La figura materna simboliza la nación y el potencial de creación de un mundo en un contexto en el que las convulsiones políticas y sociales alteran la vida cotidiana.
Cine Cubano sin Fronteras reflexiona sobre las vidas e imaginarios cubanos dentro y fuera de los límites insulares del país, presentando una diversa gama de películas de ficción, documentales y experimentales. Estas piezas, cargadas de un artivismo innegable, expanden los horizontes del corpus cinematográfico de la Gran Cuba.
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Preparan ambiciosa muestra de cine cubano en California
Por EXILDA ARJONA PALMER – 09 Agosto 2024
MARTÍ NOTICIAS
“Cine Cubano sin Fronteras” contempla la proyección de alrededor de 25 películas cubanas. El organizador dice que es la primera vez que se celebra un evento de cine cubano tan grande en California.
El Berkeley Art Museum and Pacific Film Archive (BAMPFA) acogerá el evento “Cine Cubano sin Fronteras” desde el 23 de octubre hasta el 16 de noviembre de este año.
“Es una muestra muy importante para visibilizar el cine cubano, abrir puertas ampliando las voces de la cinematografía cubana que está cada vez más alejada de la industria y que burla la censura de muchas formas”, dijo el realizador cubano Lázaro J. González a Martí Noticias.
“Además es una oportunidad para repensar el estado del cine cubano desde perspectivas muy diversas donde una inmensa mayoría de los cineastas viven en el exilio, representando a la isla no solo desde su interior sino desde otros espacios”, enfatizó el también curador de la muestra.
“El ciclo rinde homenaje al cine de (Nicolás Guillén) Landrián y al cine del exilio, pero es también una mirada a lo que se está realizando en términos cinematográficos dentro y fuera de Cuba”, dijo.
El evento incluye la proyección del filme Landrián del realizador Ernesto Daranas, una restauración de la obra del primer cineasta negro de Cuba y las oscuras verdades que rodean la censura de su obra por parte de las autoridades culturales del régimen.
González dijo que en la muestra se proyectarán alrededor de 25 películas cubanas y que es la primera vez que se celebra un ciclo de cine cubano tan grande en California, “un lugar que está más alejado de la perspectiva de lo que sucede en la isla, donde el régimen le da la espalda a cualquier atisbo de creación independiente”.
La muestra incluye además La mujer salvaje, del realizador Alán González; Llamadas desde Moscú, dirigida por Luis Alejandro Yero; Mafifa de Daniela Múñoz Barroso, entre otros cortometrajes.
“En la cita se unen el debate y la proyección de cortos fílmicos donde se explora en primera persona la alteridad cultural y la desterritorialización, rindiendo además homenaje a las muestras realizadas por el Festival de Cine INSTAR”, concluyó González.
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Serie de cine cubano llega a la costa oeste de Estados Unidos
Por Cubanet – 9 agosto 2024
CUBANET
El Berkeley Art Museum and Pacific Film Archive (BAMPFA), de California, Estados Unidos, acogerá el evento “Cine cubano sin fronteras” desde el 23 de octubre hasta el 16 de noviembre de este año, según informa la propia página web de la institución.
De acuerdo con la nota de presentación de la muestra, escrita por el periodista y realizador cubano Lázaro González, la serie no solo honra a los cineastas contemporáneos, sino que también rinde homenaje al pionero del cine cubano Nicolás Guillén Landrián (1938-2003). González subrayó que Landrián, quien sufrió la marginación y el exilio debido a la censura estatal, sigue siendo una figura emblemática para los cineastas cubanos que enfrentan desafíos similares hoy en día.
Asimismo, aseguró que la serie celebra “la invaluable práctica curatorial de INSTAR [Instituto Internacional de Artivismo ‘Hannah Arendt’] al incluir muchos títulos proyectados en el festival, y también rinde homenaje al legado de Landrián con estrenos en la costa oeste de sus documentales recientemente restaurados”.
La creación del Festival de Cine de INSTAR en el año 2019 por la artista Tania Bruguera fue un momento crucial para el cine independiente cubano. Este festival, dedicado a apoyar la producción cinematográfica independiente, especialmente en países donde la libertad de expresión está amenazada, ha proporcionado una plataforma esencial para los cineastas cubanos.
La serie también reflexiona sobre lo que la académica Ana López describió en los años 90 como el cine de la “Gran Cuba”, un corpus cinematográfico que busca reconstruir la historia e identidad nacional tanto dentro como fuera del exilio, escribió González.
Las películas que serán presentadas ―entre las que se incluyen el documental Landrián, de Ernesto Daranas, y la cinta de ficción La mujer salvaje, de Alán González― no solo abordan la temática del exilio, sino que también exploran el simbolismo de la maternidad y el contexto de agitación política y social en Cuba.
“La serie es un testimonio del poder del cine independiente para desafiar y redefinir la narrativa nacional”, afirmó González.
Este evento es patrocinado por el Festival de Cine de INSTAR en colaboración con el Departamento de Cine y Medios de la Universidad de California, Berkeley. La serie también cuenta con la participación de destacados profesionales del cine cubano, como José Luis Aparicio Ferrera, Tania Bruguera, Luis Tejera de Altahabana Films, y Alfredo Calvino de Habanero Film Sales, entre otros.
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Tres mujeres que sueñan y hacen un país. Una conversación con el director de cine cubano Fernando Fraguela
Por ANTONIO ENRIQUE EDGAR ARIEL – 15 diciembre, 2023
RIALTA
Fernando Fraguela deja en claro algo: Mujeres que sueñan un país (2022) es una película que se hace para el presente, sí, pero sobre todo para el futuro. Mujeres que sueñan un país, con testimonios de la activista Daniela Rojo, la poeta Katherine Bisquet y de la profesora e historiadora de arte Anamely Ramos es una tentativa –tentativa por así decirlo– de llegar a algún lado. Pero ese otro lado es un sueño. Es el sueño de un país.
El documental quiere ser un negatoscopio que permite examinar la radiografía de tres mujeres que, en ese proceso de ensoñación, perviven dentro de la violencia de un sistema. Soñar es hacer. Soñar es, también, saber que el cuerpo no distingue entre una amenaza real y una imaginaria. Tres mujeres que viven bajo amenaza. Pero tres mujeres que saben, como dice Roberto Saviano en Los valientes están solos, que “la amenaza solo existe mientras gravita”.
Fernando, ¿en qué condiciones rodaste Mujeres que sueñan un país?
Mujeres que sueñan un país se rodó mientras yo estaba viviendo ya en España. Fue un equipo muy pequeño, tanto en La Habana como en Madrid y Miami, las tres ciudades donde se filmaron a Daniela Rojo, Katherine Bisquet y Anamely Ramos, respectivamente. La película contaba con un presupuesto muy pequeño y además estaba supeditada sobre todo a las complicadas agendas de Anamely y Katherine, que se encontraban en la vorágine de la emigración. En ese momento Anamely intentaba regresar a Cuba y comenzaba su campaña “Derecho a regresar”. En el caso de Daniela lo hicimos con el riesgo que supone tener un equipo de filmación en la casa de una opositora que ya había tenido vigilancia de la Seguridad del Estado en varios momentos.
En una ocasión dijiste que esta es una película “que se supedita a la premura con que fue hecha”. ¿Qué quieres decir con esto?
Debido al tema que trata y al interés mutuo tanto de Rialta en la producción como mío en la dirección intentamos que el estreno fuera lo antes posible. Esta premura estoy seguro que influye en algunas cuestiones de la factura final de la obra, pero también siento que la película está muy conectada con el espíritu de San Isidro, el 27N, e incluso las manifestaciones populares que se vivieron en ese verano [de 2021] a raíz de los cortes de electricidad en toda Cuba, que aún cargábamos los que participamos en ella. Creo que ese espíritu permea la película otorgándole una vibra, una carga determinada que hoy ya no existe. Me refiero a que muchos hemos perdido un poco las esperanzas de una caída inminente de la dictadura, en comparación con la letanía y la desidia que hoy se respira en varios sectores de la oposición y por desgracia en Cuba también.
Ha dicho Dean Luis Reyes que Mujeres que sueñan un país “condensa un tiempo que aún queremos comprender”. ¿Ese tiempo cómo lo vislumbras?
Sí, siento lo mismo que dice Dean Luis, tanto en el momento de realización de la película como en su posterior recepción. Sin embargo, el mismo ejercicio de hacerla forma parte de ese intento de comprensión. Creo que la obra en si funciona tanto como documento de consulta para el futuro, como de entendimiento de ese proceso que se vivió en Cuba para los no residentes en la isla, y, en otro nivel, como materia prima a la hora de realizar un análisis en profundidad de lo que constituyeron esos procesos y a dónde nos han traído.
Por su parte, Daniela Rojo confesó en una transmisión en directo que aceptó ser una de las protagonistas de la película porque es necesario decir “la verdad y llevarla a todos los rincones del mundo en el formato que sea, y decir lo que está pasando en Cuba, cómo la dictadura está oprimiendo a la gente, la represión, y todo lo que está pasando con los presos [políticos], yo pienso que es un deber de cada cubano que conserva la libertad”. ¿Cómo relacionas lo que dice ella con el cine cubano de hoy?
Relacionando mi respuesta anterior: estábamos viviendo un momento en que necesitábamos “hacer por Cuba”. En mi caso, soy realizador, no activista, y desde 2018 más o menos parte de mi obra ha estado en función de esa necesidad de contar Cuba en aras de lograr su libertad. Sin embargo, el cine cubano por mucho tiempo ha ocupado el lugar de una prensa independiente inexistente o altamente reprimida y controlada. Desde hace unos años ya los cubanos tienen en sus manos la posibilidad de ver toda la represión, la violencia y los crímenes que comete la dictadura a diario. El cine cubano independiente y los cineastas no necesitamos cargar con esa responsabilidad y podemos abordar Cuba desde otro lugar, más ahora que la mayoría vivimos procesos de migración. En mi caso, me interesa mucho más abordar la idea del futuro de Cuba, una vez caída la dictadura.
Siento que el documental, más que realizado desde una perspectiva femenina, tiene un carácter feminista. ¿Pudieras aclarar esta distinción?
No creo que la película tenga una perspectiva femenina. Casualmente, el equipo de realización fuimos todos hombres, cosa inusual en mi obra. Sí tiene ese carácter feminista; de hecho, de ahí partió la obra. La dictadura cubana es extremadamente machista, y ver a tantas mujeres siendo protagonistas en esta lucha causó una gran impresión en mí; además de que no creo en las sociedades patriarcales y aspiro a una sociedad inclusiva para el futuro de mi país. Incluso, deseo un gobierno con una perspectiva femenina.
Mujeres que sueñan un país se acaba de presentar en el Festival de Cine INSTAR. ¿Qué importancia le otorgas a este festival?
El Festival de Cine INSTAR me encanta; desde su primera entrega conecté con lo que estaban haciendo. De hecho, yo tenía el sueño de realizar un festival independiente en Cuba, sobre todo con la disolución de la siempre imperfecta Muestra Joven. Es una contradicción intentar crear un espacio de libertad bajo los presupuestos y espacios propios de la dictadura. Si bien el Festival puede mejorar en muchos aspectos –incluso creo que deberían hacerse más eventos como este dentro de Cuba–, la edición de este año ha sido excelente y la posibilidad de ver este tipo de cine en tantas ciudades, en diferentes continentes, y frente a un público tan variado, es un privilegio sin igual tanto para los realizadores como para el público que logre asistir.
Daniela Rojo, Katherine Bisquet y Anamely Ramos sueñan un país. Soñar es también una manera de hacer. Ellas sueñan y hacen un país. ¿Compartes esta idea conmigo?
Sí, por supuesto. Son protagonistas de la película no solo por el hecho de soñar ese país libre al que la mayoría aspiramos, sino por todo lo que hicieron y hacen en la construcción de ese sueño. Daniela lo resume de una manera que para mí es muy clara y reveladora. Nadie va a liberar a Cuba por y para nosotros, y el día de mañana nuestros descendientes van a ser tan víctimas como hemos sido. Yo quisiera que las futuras generaciones no se vean privadas de su país como lo estamos siendo nosotros hoy. Pero tampoco quiero que sean adoctrinadas en una escuela o violadxs en las escuelas en el campo, o torturados en el Servicio Militar, ni sufran tantos otros crímenes que por desgracia la sociedad cubana ha normalizado en el intento de sobrevivir.
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Sinopsis
Una inmigrante cubana lucha por abrirse camino en la ciudad de Nueva York.
Programación
2 de noviembre
Berkeley/ Berkeley Art Museum and Pacific Film Archive (BAMPFA) / 2155 Center St, Berkeley, CA 94720, Estados Unidos
19:00 (GMT-7)
Sobre el filme
Producción:
Juan Pablo Daranas Molina
Género:
Ficción
Idiomas:
Inglés, Español
Compañias productoras:
FILA20
Fotografía:
Juan Pablo Daranas Molina
Guión:
Juan Pablo Daranas Molina e Idalmis García
Edición:
Juan Pablo Daranas Molina
Diseño de Banda Sonora:
Juan Pablo Daranas Molina
Música:
Sean A. O’Fearna
Elenco:
Idalmis García, Sergio Pedroso, Bárbaro “Bobby” Blanco, Arístides Falcón-Paradí, Eddy Manuel Martínez
Recorrido:
Glasgow Short Film Festival; New Orleans Film Festival; HBO New York Latino Film Festival; Third Horizon Film Festival; The TIDE Film Festival; Caribbean Film Series at BAM; Trinidad & Tobago Film Festival; Oaxaca Film Festival; San Francisco Latino Film Festival; Seattle Latino Film Festival; Roma Independent Film Festival; Latino and Iberian Film Festival at Yale; Bushwick Film Festival; Key West Film Festival.
Sobre el Director
Juan Pablo Daranas Molina
Juan Pablo Daranas Molina es un cineasta cubano radicado en Nueva York. Obtuvo su máster en Dirección Cinematográfica en la NYU Tisch School of the Arts y ha sido seleccionado por el Spike Lee Fund, la NYU Purple List, los HEAR US Awards, el NYU Production Lab Development Studio, la Berlinale Talents Guadalajara y los Sony Future Filmmaker Awards. Actualmente está en fase de postproducción con su primer largometraje, Domestic Animals. Su segundo largometraje, como guionista y productor, acaba de terminar su rodaje en Italia.
IV Festival de Cine INSTAR premia los documentales "Mafifa" y "La opción cero"
El Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR) denunció en un comunicado el descrédito a que estuvo sujeta esta edición del Festival.
Redacción de CiberCuba – 12/12/2023 – 6:06pm (GMT-5)
CIBERCUBA
El documental independiente Mafifa (2021), de Daniela Muñoz Barroso, fue premiado junto a La opción cero (2020), de Marcel Beltrán, en la IV edición del Festival de Cine INSTAR que transcurrió la pasada semana en siete ciudades de dos continentes, y en Cuba de manera virtual.
Mafifa, que realiza un sorprendente e interesante viaje a Santiago de Cuba a través de su cultura más autóctona y popular, fue galardonada con el premio Nicolás Guillén Landrián, correspondiente a 3,000 dólares. Mientras que el documental La opción cero, que narra el paso de un grupo de migrantes cubanos por la selva del Darién, se llevó una mención especial, consistente en 1,500 dólares.
Los integrantes del jurado, conformado por Paulo Antonio Paranaguá, crítico e historiador brasileño y una de las autoridades sobre cine latinoamericano; Dunja Fehimović, académica especializada en cine del Caribe y profesora universitaria en Reino Unido, y el guionista cubano Alejandro Hernández, ganador del Premio Goya en 2013, reconocieron a ambos largometrajes por reflejar un tema tabú en una concepción donde sobresale “la calidad conceptual y artística de las obras en relación a sus propuestas temáticas”.
La ceremonia de premiación y clausura celebrada de manera online elogió “la calidad y diversidad de las películas seleccionadas”, en un espacio que abre “la oportunidad de acercarse a distintas cinematografías del sur global, que no siempre cuentan con la presencia que merecen en los circuitos tradicionales de exhibición y distribución audiovisual”.
Asimismo, tuvieron palabras de celebración para los realizadores que logran “sobreponerse a sus adversas circunstancias de producción y entregar filmes que cuestionan de manera profunda sus respectivos contextos sociopolíticos”.
En esta edición del Festival, se buscaba explorar “el carácter transnacional del cine independiente cubano, así como su diálogo creciente con otras cinematografías, sobre todo con las de aquellas zonas también regidas por gobiernos dictatoriales o autoritarios”, señaló el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), fundado y dirigido por la artista plástica y activista Tania Bruguera.
NUESTROS PREMIADOS en el IV Festival de Cine INSTAR 2023
🏆PROYECTO GANADOR
“Mafifa”
Dir: Daniela Muñoz Barroso
Documental/ 77’/ 2021/ Cuba
MUCHAS FELICIDADES a los realizadores y a todos quienes participaron en la creación y difusión de estos filmes.@estudiost.habana… pic.twitter.com/hRkCvhkLVU— Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR) (@instar_cuba) December 10, 2023
La convocatoria causó incomodidad en las esferas estatales de la cultura cubana. La Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) lo calificó en un pronunciamiento como “un nuevo ataque a la cultura cubana”. Para el ente oficialista, los participantes pretendían “reescribir la historia y falsear las realidades de la nación”.
También la “no primera dama” de Cuba, Lis Cuesta, dijo desde la red social X que “la Patria es la Cultura de su Pueblo, entonces, es muy predecible que los enemigos la ataquen, más de lo mismo, son tan pocos creativos los muy infelices. La Cultura revolucionaria la vamos a defender como nuestra independencia”, en clara referencia al Festival.
La Patria es la Cultura de su Pueblo, entonces, es muy predecible que los enemigos la ataquen, más de lo mismo, son tan pocos creativos los muy infelices. La Cultura revolucionaria la vamos a defender como nuestra independencia. #CubaEsCultura https://t.co/K23RbJ7lWc
— Lis Cuesta (@liscuestacuba) November 30, 2023
Por su parte, un comunicado de Bruguera, publicado en el perfil de Facebook de INSTAR denunció las maniobras del régimen para hacer infructuoso este evento.
“Los intentos de descrédito, el acoso y la persecución hacia nuestro festival, los artistas y los colaboradores que participaron en él, por parte de funcionarios públicos cubanos, así como de entidades influenciadas por el Estado-partido cubano, demuestran una vez más la naturaleza totalitaria del régimen que impera en la Isla”, expresó en el texto.
A la vez que criticaba “el uso público del término terrorismo cultural por funcionarios del Estado no es casual, es parte de un golpe coordinado que creen definitivo sobre los artistas que se cuestionan su realidad. Calculan mal los burócratas”.
En una edición que vinculó el apoyo y solidaridad de Artists at Risk Connection (ARC), PEN International y 29 organizaciones de la sociedad civil y centros PEN, que “nos recuerdan que no estamos solos en esta lucha por la libertad de pensamiento y la expresión artística en Cuba”.
“Juntos, siempre podemos resistir la censura y crear un espacio para que florezca el arte y la libertad de pensamiento”, concluyó.
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Mafifa
Por Pablo Gamba – diciembre 12, 2023
LOS EXPERIMENTOS – BLOG DE CINE
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'Mafifa' y 'La opción cero', galardonadas en el IV Festival de Cine INSTAR
Las dos películas independientes cubanas obtienen premios por reflejar un tema tabú de su sociedad, según palabras del jurado.
Madrid
ddc
El filme independiente cubano Mafifa (2021), de Daniela Muñoz Barroso, recibió el premio Nicolás Guillén Landrián que otorgó el jurado del IV Festival de Cine INSTAR, mientras que La opción cero (2020), de Marcel Beltrán, mereció una mención especial.
Ambos largometrajes fueron reconocidos por reflejar un tema tabú, entre los 15 audiovisuales de creadores de la Isla presentados durante la pasada semana en siete importantes ciudades de dos continentes, y en Cuba de manera virtual. El galardón principal está dotado con 3.000 dólares y la mención con 1.500.
De acuerdo con los integrantes del jurado, integrado por Paulo Antonio Paranaguá, crítico e historiador brasileño y una de las autoridades sobre cine latinoamericano; Dunja Fehimović, académica especializada en cine del Caribe y profesora universitaria en Reino Unido, y el guionista cubano Alejandro Hernández, ganador del Premio Goya en 2013; para acordar su veredicto atendieron a “la calidad conceptual y artística de las obras en relación a sus propuestas temáticas”.
En un encuentro online, los jurados celebraron el festival por “la calidad y diversidad de las películas seleccionadas”, aparte de ofrecer “la oportunidad de acercarse a distintas cinematografías del sur global, que no siempre cuentan con la presencia que merecen en los circuitos tradicionales de exhibición y distribución audiovisual”.
También reconocieron “la resiliencia, valentía e inventiva de los realizadores para lograr sobreponerse a sus adversas circunstancias de producción y entregar filmes que cuestionan de manera profunda sus respectivos contextos sociopolíticos”.
“Me parece de suma importancia la labor del Festival INSTAR en difundir y promover el cine de jóvenes creadores cubanos, sobre todo a la luz de la desaparición de la Muestra Joven, que fue durante muchos años un espacio crítico fundamental para tantos, incluidos varios de los cineastas cuyas obras han concursado para este premio”, enfatizó Fehimović.
La profesora señaló que el evento refleja “la evolución, o el estado actual del cine cubano, o de sus practicantes más jóvenes. Me refiero al enfoque trasnacional de la programación y de las proyecciones, lo que resalta una visión del cine cubano expansiva, conectada al resto del mundo y a dinámicas sociopolíticas y corrientes creativas internacionales”.
La artivista cubana Tania Bruguera, directora del Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), adelantó que el Festival ha recibido propuestas de otras tres ciudades del mundo para organizar sus exhibiciones en 2024, cuando se debe celebrar su quinta edición.
“Queremos que sea una fiesta y un lugar de encuentro y de discusiones serias e importantes para los cineastas”, subrayó.
El Festival, con curaduría del cineasta cubano José Luis Aparicio, y que tuvo como eje presentar la obra de realizadores exiliados, sesionó en salas de cine y centros culturales de Barcelona, París, Miami, Nueva York, Ciudad de México, Buenos Aires y São Paulo. También pudo ser visto desde Cuba de forma online a través de la plataforma Festhome.
El concepto que guio la edición fue el carácter transnacional del nuevo cine cubano, así como su diálogo creciente con diversas cinematografías, sobre todo las de aquellos países regidos por gobiernos dictatoriales o autoritarios.
Además de cortometrajes y largometrajes de realizadores cubanos, esta edición contó con obras de cineastas de Haití, Irán, Nicaragua y Venezuela. Sus directores viven exiliados debido a la situación represiva que padecen sus países de origen.
El régimen cubano lanzó una campaña de desprestigio contra la muestra a través de los medios oficiales y las redes sociales de funcionarios del Ministerio de Cultura y el aparato ideológico, mientras que el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana excluyó de su programa a última hora a Llamadas desde Moscú, de Luis Alejandro Yero, exhibida en el Festival de Cine INSTAR.
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‘Hojas de K’, una película urgente. Entrevista con la cineasta nicaragüense Gloria Carrión
Por ANTONIO ENRIQUE GONZÁLEZ ROJAS – 11 diciembre, 2023
RIALTA
Hojas de K. (2022), de la nicaragüense Gloria Carrión, trenza en una sola voz los testimonios de varias mujeres nicaragüenses reprimidas por el régimen de Daniel Ortega durante las protestas masivas de abril de 2018. En los primeros días de este diciembre, la realizadora centroamericana sumó esa verdad múltiple a los gritos de libertad creativa reunidos en la selección oficial del IV Festival de Cine INSTAR –que culminó la víspera con la premiación del documental Mafifa (2021), de la cubana Daniela Muñoz Barroso.
El silencio absoluto en que los estados totalitarios sueñan sumergir las posturas y representaciones divergentes de su monocorde versión de la realidad será siempre desafiado –y, a la larga, derrotado– por esos discursos que escapan en el viento, como hojas ligeras.
A través de Messenger y WhatsApp llegaron las respuestas de Gloria Carrión a mis interrogantes sobre los procesos, motivos y consecuencias de las páginas clandestinas que escribe la protagonista plural de Hojas de K. Esas que han logrado escurrirse entre las muradas represoras para revelar otras versiones de la realidad: los rostros subyacentes tras la sonrisa congelada que presenta el régimen al mundo.
K. es un cuerpo colectivo representado como una joven estudiante. ¿Todos los testimonios compilados son entonces de adolescentes y jóvenes? ¿O también contaste con los de otras generaciones?
La mayor parte de los testimonios fueron brindados por mujeres jóvenes. Entre adolescentes y jóvenes de un máximo de 22 o 23 años. Entrevisté a un total de diez. Solo dos eran mayores. Una tenía como 40 años y la otra tenía 30. Todas participaron, en distintas zonas del país, en las protestas cívicas de abril de 2018.
Me encontré con cada una de ellas, ya sea de manera presencial o virtual. Estábamos en el mismo país, pero algunas residían en otras zonas. Otras no podían salir de sus casas porque estaban bajo asedio policial. Las encontré a través de organizaciones feministas de base, y también de derechos humanos, con las que yo estaba cooperando. Y fue a través de ellas que hice los contactos.
La verdad es que residía en Nicaragua en ese momento; todas estábamos residiendo en Nicaragua. Y me comuniqué con todas. Sin embargo, cuando terminé la última entrevista, me di cuenta de que mi centro de pensamiento, donde trabajaba, estaba siendo perseguido. Ya no pude continuar realizando entrevistas.
De hecho, iba a filmar una serie documental sobre el levantamiento cívico de abril antes de irme de Nicaragua: ya no pude hacer eso. Y me llevé los testimonios conmigo, en mi maleta. Tuve tres días para salir del país, por la represión, y cuando salí, y logré desempacar la maleta, pues recordé que tenía estos audios. Y la animación se convirtió en la única manera posible que encontré para contar esta historia.
La mayoría del equipo creativo de Hojas de K. emplea seudónimos. ¿Cuáles son los peligros a los que se arriesgan de revelar sus nombres?
La mayoría del equipo creativo usa seudónimos, y el peligro a que se arriesgan es ser ellos mismos víctimas de la persecución estatal, [y también] riesgos para sus familias, hasta el exilio forzado. En Nicaragua la situación es tan terrible, por la represión, por la violencia estatal, que haber participado en un corto como este pues puede tener consecuencias muy grandes, incluso la cárcel. Porque ahora ya nadie está exento de terminar en prisión por decir o hacer cosas que contradigan la versión del gobierno sobre lo que sucedió en 2018.
Si alguno de los miembros del equipo reside aún en Nicaragua, ¿puede decirse que la Hojas de K. es una “coproducción” entre la Nicaragua física y la Nicaragua diaspórica?
Puede decirse definitivamente que Hojas de K. es una coproducción entre la Nicaragua física y la Nicaragua diaspórica, sin duda alguna. De hecho, la empecé a concebir, y la terminé, estando ya en el exilio, colaborando con personas que estaban dentro del país. Se puede afirmar eso definitivamente, y creo que también es un testimonio sobre la resiliencia de los cineastas nicaragüenses, quienes, al igual que las y los creadores cubanos, tratamos de hacer cine y contar nuestras historias a pesar de las adversidades y la persecución la política.
¿Reconoces alguna influencia creativa fílmica o de otras artes en Hojas de K.?
Pues definitivamente la literatura tiene una influencia enorme en mi trabajo. Amo la poesía, me encanta; pero también la narrativa. Leo mucho; de hecho, entré al cine a través de la literatura y creo que nunca la he la he dejado atrás. Siempre ha sido como un terreno de mucha inspiración, un mundo creativo personal; forma parte de mi constelación creativa, de mi universo creativo.
El título y la estructura visual que tiene el corto justamente se asemejan a los de un diario. Son como hojas que son escritas a escondidas, pasadas, intercambiadas a través de las rejas de las celdas. La idea era dar esta sensación de diario personal, de diario de la memoria personal. Sin dudas encuentro en la literatura mucha inspiración. También en la pintura. Toda la escuela impresionista me gusta mucho, y hay algo de esto también en la forma en que las manchas, los colores, invaden la pantalla. Dialogo mucho con la pintura. Mis trabajos tienen como un elemento plástico, me parece, que siempre me gusta explorar. Me encanta ahondar en estas fronteras entre las artes, y un poco ser desobediente. Nunca muy purista en nada.
Hojas de K. es una película de animación; entonces, ¿qué ventajas y/u obstáculos has tenido para participar en festivales, para distribuirla?
Creo que por el hecho de que Hojas de K. sea una animación documental ya a veces cuesta presentarla, sobre todo, a festivales o espacios más tradicionales para exhibir cine documental, donde se considera lo documental como algo aún muy de estructura lineal o tradicional. Entonces, en esos espacios ha sido complejo poderla mover.
Me han cuestionado el hecho de considerarla un documental, y creo que tiene mucho que ver con una conversación que se está dando cada vez más; pero definitivamente vale la pena continuar: todos los géneros se están contaminando.
Porque la verdad es que todo es una puesta en escena. No creo mucho (desconfío mucho) en la representación documental como una imagen que puede revelar la verdad. Para mí no existe la verdad como una cuestión completamente monolítica. Me parece que es más complejo eso, y también creo que esta contaminación, por así decirle, entre los géneros, y entre las distintas formas de contar una historia, pues se asemeja mucho a la vida y se parece mucho a algo que fluye, está vivo, y no tiene una sola forma de contarse. Creo que tiene mucho que ver con esto que te decía de la desobediencia de la forma que me atrae tanto. Y sobre todo porque me parece que en sí mismo tiene la semilla de la libertad.
Busco mucho eso: poder escribir, contar, narrar en libertad, desde la libertad y para la libertad. Y más en un contexto de persecución y adversidad política. Me parece que es muy importante, o al menos a mí me da mucha fuerza y ganas de seguir contando cosas, resistir a través de las historias, a través del cine y del arte. Me parece fundamental para seguir viva.
¿Hojas de K. ha sido visionada en Nicaragua, ha sido distribuida de alguna forma en tu país?
No ha sido visionada en Nicaragua. No ha habido ninguna forma de distribuirla por el control férreo que hay, pero también porque, hasta cierto punto, me siento responsable del equipo que trabajó conmigo. Y la verdad es que no quiero exponerlos a ninguna repercusión ni nada de esto. Entonces aún no hemos dado el paso para distribuirla en Nicaragua.
Pero espero que en algún momento sí logremos hacerlo, porque me encantaría que esta película se viera en Nicaragua. Es una película fundamental para el país, y también para la región, sobre todo en el marco del auge de los gobiernos autoritarios y dictatoriales que tristemente van ganando espacio. Me parece que es una película muy urgente.
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Cuatro directores hablan sobre el IV Festival de Cine INSTAR
Por EDGAR ARIEL – 10 diciembre, 2023
RIALTA
Termina este domingo la cuarta edición del Festival de Cine INSTAR. Su vigorizada presencia –en esta ocasión como concurso– confirma la necesidad de una reflexión sostenida en torno a la producción, distribución y configuración del cine que se realiza en zonas periféricas, a menudo con agendas reivindicativas, y a través de mecanismos disidentes. Al respecto, hemos encuestado desde Rialta Noticas a varios de los participantes en esta cita cinematográfica. Ellos son el realizador, guionista y periodista cubano Carlos Melián, la realizadora nicaragüense Gloria Carrión, el también cineasta cubano Ricardo Figueredo y su colega venezolano Jhon Ciavaldini.
Lo hacemos a partir de los siguientes presupuestos e interrogantes… El IV Festival de Cine INSTAR se ha desarrollado por estos días con una perspectiva transnacional. Sus organizadores insisten en comprometerse con aquellas cinematografías “arriesgadas” y que “exploren los límites de lo insólito, de lo experimental: los límites de la creación”. Entonces, ¿cómo valoras la emergencia de este festival y su apoyo a cineastas independientes en entornos subalternos?; en tanto observador y/o parte del fenómeno, ¿cómo valoras los caminos actuales del cine cubano y su carácter diaspórico?
Carlos Melián
Me gustaría que el festival creciera, que fuera un punto de encuentro y debate de la diáspora cubana. Pero también siento que eso puede ser muy aburrido. La diáspora debería salirse de sí misma, de sus viajes en círculo, quizá a través de la idea de exilio.
Por ejemplo, en esta muestra vi un filme haitiano que me hizo caer en la cuenta de que no siempre podemos ver filmes de Haití. En ese sentido fue mucho más importante INSTAR para ponerme en contacto con Haití. Haití se parece mucho a Santiago de Cuba. A Cuba. Estaban hablando de nosotros ahí. Nos une la ruina. Así que se me desmoronó la idea de que un festival para la diáspora cubana podría ser divertido o útil.
Quizá sea bueno enmarcarlo en un festival para el Caribe. Lo que quiero decir es que el cine cubano como diáspora, como exilio, no me interesa. Es frustrante que solo pudiéramos aspirar a que se nos enmarque como diáspora. Deberíamos salir corriendo y huir de esa etiqueta que solo lleva a los cines a gente anticapitalista y simpatizante de Cuba. Ese público de nicho no me interesa, me entristece. Hay que quemar todo eso.
Los caminos actuales del cine cubano en la diáspora o el exilio me parecen tristes. Si antes viviendo en Cuba llegábamos a los mercados de coproducción sin amparo financiero de nuestros institutos de cine, ahora en la diáspora estamos condenados a hacer películas muy precarias. No veo porvenir, la verdad. O quizá sí; quizá el porvenir será hacer pelis que satisfagan nuestras pulsiones creativas, pelis minúsculas, pelis que de alguna manera repliquen el empuje de la industria cubana: inexistente. Pelis que se filman en un patio, en una casa, alrededor de una mesa. Cosas así, amordazadas en la pobreza.
Si en cambio pensamos el cine fuera de la categoría de diáspora, sin los jalones que esto supone, es menos complicado concebir que alguno de nosotros logre hacer pelis importantes. O sea, la visión de diáspora, politizada, es la que empobrece la imaginación. Es como colectivizar el cine cubano de la diáspora. O como otorgarle una condición dialéctica, que camina hacia el porvenir con un destino inmanente. Debemos enfocarnos en gestionar ayudas económicas a la producción, desarrollo, pero no del cine cubano, sino del cine y ya. En fin, un lío.
Gloria Carrión
Tuve el honor de ser jurado de los Premios PM 2023 de este año y pude, a través de esta experiencia, darme cuenta de la vitalidad que tiene en este momento el cine cubano independiente. Quedé muy impresionada con la diversidad, la fuerza y la valentía de los cineastas cubanos.
Me parece que la adversidad y los desafíos que le propone a estos artistas el exilio es una suerte de motor creativo. Algo que me ha dejado muy impresionada es la llama que está encendida en cada uno de estos cineastas esparcidos por el mundo. A pesar de todas las dificultades, a pesar de toda la persecución y de la censura, sacan recursos y construyen sus propias formas de narrar lo vivido, la realidad de Cuba, tanto desde la isla como desde el exilio. Me parece que esa potencia es una forma de resistir, de continuar narrando a pesar de la adversidad. Eso es absolutamente loable y necesario.
Creo, además, que los retos que están viviendo los artistas cubanos en el exilio tienen mucho en común con lo que estamos viviendo los cineastas nicaragüenses o venezolanos en el exilio. Ahí hay un potencial narrativo muy potente y la posibilidad de dialogar entre nosotros y poder encontrar nuevos esquemas de producción, nuevas maneras de contar, nuevos riesgos a tomar.
Siempre quiero dejar en claro que para mí el exilio no es solo una limitante; también es la posibilidad de replantear los límites del lenguaje cinematográfico, y es una oportunidad para seguir contado.
El Festival INSTAR juega un rol primordial en la promoción del cine de la subalternidad. Creo que espacios como INSTAR son muy pocos, y que la tengan tan clara de promover este tipo de cine hecho en la adversidad, bajo persecución, bajo censura y en contextos tremendamente difíciles. Eso en el mundo globalizado, y tan enfocado en la rentabilidad, me parece que es loable y urgente.
Este tipo de cine que no es realizado en medio de comodidades, es urgente, necesario, y tiene que ser visto, apoyado, distribuido. INSTAR logra esta misión con creces. Admiro y aplaudo el trabajo de curaduría, promoción, y el sentido de misión para/con los cineastas subalternos.
Ricardo Figueredo
El Festival de Cine INSTAR es una especie de oasis para los cineastas cubanos que estamos en la diáspora y para muchos otros cineastas que no encuentran el espacio idóneo, indicado y natural para promover sus obras. Me parece una brillante idea y un acto de fe y de voluntad de Tania [Bruguera] hacia sus colegas cineastas. Es algo que siempre le agradeceré.
El festival me parece, ante todo, un acto de valentía. Lo valoro y considero mucho. Ojalá que todos los países que tengan problemas con su cinematografía tengan una persona como Tania con esta impronta de hacer un festival con películas que nadie quiere poner.
El cine cubano no está en sus mejores momentos. Está en un momento oscuro, como mismo está todo el país. Toda Cuba está bajo la censura y la represión hacia los artistas. Es muy lamentable lo que está pasando en este entorno. Pienso que INSTAR es una especie de lumbrera que le da luz a todo esto. Demuestra que no es imposible hacer un festival donde se puedan poner las obras de los cineastas prohibidos, marginados… Es también una manera de darle un golpe a los gobiernos dictatoriales. Ojalá dure muchos años este festival.
Jhon Ciavaldini
El festival exuda una necesidad de existir ante el aumento de la diáspora cubana –el éxodo de intelectuales y de una generación de grandes cineastas que han ganado reconocimiento a nivel mundial–, de la censura, y la falta de espacios dentro del país; más aún con el cierre de la Muestra Joven ICAIC.
Creo que los organizadores han logrado ver que estas necesidades y problemas existen en otros países con regímenes autoritarios; muchos incluso son aliados del Estado cubano. Esto nos permite estar navegando las mismas aguas, tener puntos en común, y por ende se hace más necesario el diálogo entre nuestros países. Una manera de hacerlo es a través de nuestro cine, luchando contra la propaganda y la censura. El hecho de que mi película, llena de imágenes de represión del Estado venezolano, esté disponible en Cuba, y que alguien pueda verla y contrarrestar la imagen que dan los medios oficiales de un régimen aliado, es algo que me llena de una gran exaltación.
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Miguel Coyula y Rafael Ramírez: los multiversos de dos auteurs cubanos
Por MAYTÉ MADRUGA – 09 diciembre, 2023
RIALTA
En su ensayo De la política de los autores, el crítico francés André Bazin decía: “La política de los autores consiste, en resumen, en elegir la perspectiva personal en la creación artística como un estándar de referencia y asumir que esta progresará de una cinta a otra. Se reconoce que existen ciertas películas de gran calidad que escapan a esta teoría, pero estas serán consideradas sistemáticamente inferiores a aquellas que posean una estampa personal del autor, a pesar de lo mundano que pueda ser el escenario donde transcurre”.
Definir un auteur sigue siendo un ejercicio complejo y cada vez más remoto en este siglo XXI. En Cuba, el concepto devino paradigma definitivo y aspiración a ultranza; por muchos años, algunos renegaron de toda forma diferente de asumir y consumir el cine.
No obstante, las ideas de Bazin funcionan como brújula para el análisis de dos realizadores cubanos: Miguel Coyula y Rafael Ramírez. Ambos creadores, con una obra cinematográfica validada tanto por academias como en certámenes cinematográficos, poseen varios puntos en común, más allá de “elegir la perspectiva personal en la creación artística”, que denotan la producción de una poética cinematográfica constante e inspiradora para sus congéneres.
En la IV edición del Festival de Cine INSTAR, los directores fueron incluidos en las presentaciones especiales con los largometrajes Corazón azul (Miguel Coyula; 2021) y Las campañas de invierno (Rafael Ramírez; 2019). La película de Coyula se proyectó este viernes 8 de diciembre en la Maison de l’Amérique Latine, en París, y el filme de Ramírez se exhibe este sábado en e-flux Screening Room, en Brooklyn, Nueva York, y está disponible hasta mañana para las audiencias de Cuba en la plataforma online Festhome.
En Las campañas…, el western predomina como género: dibuja el ambiente, los sentimientos, la presencia extrañada y a la vez consecuente del ser humano en medio de la naturaleza, en contraposición con la ciencia ficción distópica y el fin del mundo elucubrado en Corazón azul. En estos escenarios ficcionales, los personajes de Ramírez tienen la certeza de la búsqueda; los de Coyula, el convencimiento del desamparo. Así aparecen ante cámara, los unos con rostros difuminados, los otros con la molestia y el desasosiego muy nítidos. Cada ser en Las campañas… parece irrumpir en el plano; cada “engendro” de Corazón azul quiere huir de este.
Ambos realizadores tienen una extrema facilidad de reimaginar escenarios. Ramírez, con una fotografía extrañada y una corrección de colores superlativa, en que el gris simboliza el invierno, lo mustio. Coyula, con la intensidad lúdica que ofrece el espectro de efectos visuales, todos susceptibles de ser recortados para que el director/montador/supervisor de VFX los reconfigure y recontextualice.
Ambos hablan de este mundo. Ambos lo habitan. Pero han decidido crear otros universos en su interior. Ramírez y Coyula buscan narrativas cinematográficas que trasciendan lo pactado, lo realista. Es en el terreno de la imaginación donde encuentran su lenguaje autoral. Un simple río es el río hacia el infierno; un edificio es la antena que sintoniza el apocalipsis.
En las religiones y filosofías hinduistas, el alma es el primer cuerpo, guía y representación del corazón. En ese sentido, la película de Ramírez puede definirse como un camino que busca los diferentes estados del alma. Esas mismas nociones también le prestan mucha atención a la mente, a la que suelen identificar con el ego, que siempre aboga por una individualidad aparentemente separada de lo divino.
Pudieran identificarse en Corazón azul los caminos del ego. Pero en el rastreo es bueno apartarse de los juicios negativos y preconcebidos. El ego es una alarma, una advertencia para que todos seamos conscientes de nuestro origen, de nuestra raíz, la cual la buscan incesantemente los personajes en el filme de Coyula.
Desde esos lugares, ambos directores no ven en la cámara un dispositivo calcador de realidades, sino un tercer ojo que percibe estados alterados, esencias intuitivas, las cuales pueden estar ya en la composición audiovisual o pueden insertarse luego en la isla de edición. En cualquiera de los casos, el pretexto es la realidad primigenia; el objetivo: la construcción de sentidos enfocados en lo sensorial, que indagan en la relación semióticamente arbitraria de las cosas.
Si algo distingue a estos dos autores es que todo puede ser resignificado mediante el acto (o gesto) de filmar. La cámara es una nave con destino al multiverso; el plano es solo un portal, un cuadrado dentro del cual las diferentes dimensiones se desarrollan.
Cada cosmos creado por ellos da la sensación de partir de contextos cerrados en apariencia. Pero se van ampliando con cada visionaje de los espectadores. En última instancia, tanto los personajes de Corazón azul como de Las campañas de invierno pueden considerarse experimentos de realidades paralelas. La diferencia entre ambos es que los del primer filme no están satisfechos con tal experimentación, mientras que los del segundo deambulan por los espacios, convencidos de su necesidad. Hay una disposición en los caracteres de Las campañas… a aceptar un destino pactado, simulado, como en un videojuego. En los de Corazón azulpredomina la resistencia ante lo inamovible, ante destino dibujado por otros.
Ambos autores encuentran en el cine de género el recurso ideal para el desmontaje de todas las formas del poder: la historia como relato centralizador en Las campañas…; el poder político e ideológico del gobierno cubano en Corazón azul.
La tradicional asociación de la ciencia ficción y el western con el entretenimiento es utilizada por estos cinestas para, desde lo lúdico, desmembrar lo reconocido como autoritario.
El idioma, la palabra como dispositivo transnacional, es otro elemento distintivo en Rafael Ramírez y Miguel Coyula. Cada lengua, compuesta por sonidos característicos, posee ritmos y cadencias diversas que enriquecen las narrativas de sus películas. Y los sitúan en el vasto panorama cinematográfico internacional, a la vez que constituyen devoluciones intelectuales de las influencias y formaciones respectivas.
Para estos autores el cine es un territorio sin delimitaciones rígidas, incluso cuando sus filmes entran en una clasificación “genérica”. El cine como lenguaje es para Coyula y Ramírez un repositorio de sus creatividades, de sus formas de aprehender el mundo. Sus cosmogonías beben de la literatura que crean, del anime y de los videojuegos que consumen, de disímiles saberes que trasmutan en narrativas fílmicas.
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Cortos experimentales de Fernando y Miñuca Villaverde
Por Pablo Gamba – diciembre 10, 2023
LOS EXPERIMENTOS – BLOG DE CINE
El gobierno de la isla calificó a estos emigrantes de “lumpen”, de “escoria social”. La realizadora va más allá de desmentir esto con su mirada y los testimonios grabados para hacerse cómplice de varios de estos inmigrantes en la libre expresión de la disidencia de sus cuerpos del sistema socialista de Cuba por lo que respecta a su homosexualidad y travestismo. Tent City es por esto no solo una película urgente sino también característicamente underground, marcada por una sensibilidad avanzada para su época en el contexto latinoamericano. Además de precederlo, se distingue en esto de la paradójica representación convencional de otro clásico del cine del exilio cubano: Conducta impropia (1984), de Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal.
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‘Mafifa’, de la cubana Daniela Muñoz Barroso: Premio Nicolás Guillén Landrián del IV Festival de Cine INSTAR
Por RIALTA STAFF – 10 diciembre, 2023
RIALTA
El largometraje documental Mafifa (2021), de la realizadora cubana Daniela Muñoz Barroso, es la película ganadora, por unanimidad, del Premio Nicolás Guillén Landrián del IV Festival de Cine INSTAR. Igualmente, fue reconocida con una mención especial La opción cero (2020), del también cubano Marcel Beltrán.
Tal como lo define en el fallo del galardón, Mafifa –cuyo estreno fue en el Festival Internacional de Documentales de Ámsterdam (IDFA)– sería entonces la obra que mejor refleja y explora, entre las 15 concursantes, “una temática tabú de su sociedad correspondiente”. En la decisión se tuvo en cuenta, sobre todo, “la calidad conceptual y artística de las obras en relación a sus propuestas temáticas”, subraya el breve texto dado a conocer en la tarde de este domingo.
Integrado por Dunja Fehimović (Bosnia y Herzegovina), profesora de Estudios Hispánicos en la Universidad de Newcastle; el crítico e historiador de cine Paulo A. Paranagua (Brasil), y el guionista y escritor Alejandro Hernández (Cuba), el jurado de esta edición destacó “la calidad y diversidad de las películas seleccionadas, así como la oportunidad de acercarse a distintas cinematografías del sur global, que no siempre cuentan con la presencia que merecen en los circuitos tradicionales de exhibición y distribución audiovisual”.
Asimismo, según se lee en el acta, “reconoció la resiliencia, valentía e inventiva de los realizadores para lograr sobreponerse a sus adversas circunstancias de producción y entregar filmes que cuestionan de manera profunda sus respectivos contextos sociopolíticos”.
Los cineastas distinguidos recibirán tres mil (Muñoz Barroso) y mil 500 dólares (Beltrán), respectivamente, lo que corresponde a la dotación del lauro auspiciado por el Instituto Internacional de Artivismo “Hannah Arendt”.
Durante la transmisión en vivo del premio, el brasileño Paranagua resaltó la potencia fílmica de Mafifa, que consideró “una auténtica revelación”. Se mostró impresionado tanto por la búsqueda, entre las brumas de la memoria popular, del personaje de Mafifa, una legendaria campanera de la conga en Santiago de Cuba, como por la búsqueda íntima que emprende, a su vez, la propia Daniela Muñoz Barroso.
“Es una película que me parece muy intensa, muy fuerte, muy emotiva, y a la vez muy lúcida. Es una película que me ha tocado mucho”, confesó, notablemente emocionado, el prestigioso experto cinematográfico.
“No puedo ocultar cómo toca mi corazón y cómo, al mismo tiempo, estoy admirado de ver la inteligencia de la realizadora y de su equipo”, agregó. “Agradezco mucho la ocasión de haberla visto y espero que ustedes también, muchos, puedan verla pronto”.
Acerca de La opción cero de Beltrán (Premio del Jurado en MiradasDoc 2022), Fehimović afirmó que “ejemplifica la evolución del documental con las nuevas tecnologías, y el valor testimonial y artístico que [estas] brindan, en manos de un director reflexivo y creativo”.
Por otra parte, la académica asentada en Inglaterra puso de relieve que “al insistir en reconocer obras que tratan temas tabúes, el festival recuerda que el cine es condicionado y responde a contextos muy específicos y puntuales. Las obras en competencia, todas de una calidad muy alta, demuestran y escenifican esa dinámica”.
“Me parece de suma importancia la labor del festival INSTAR en difundir y promover el cine de jóvenes creadores cubanos, sobre todo, a la luz de la desaparición de la Muestra Joven, que fue durante muchos años un espacio crítico fundamental para tantos, incluidos varios de los cineastas cuyas obras han concursado para este premio”, reflexionó Fehimović. “Sin embargo, esta edición del festival propone algo que refleja tal vez, incluso mejor, la evolución, o el estado actual del cine cubano, o de sus practicantes más jóvenes [:] me refiero al enfoque trasnacional de la programación y de las proyecciones, lo que resalta una visión del cine cubano expansiva, conectada al resto del mundo y a dinámicas sociopolíticas y corrientes creativas internacionales”.
Luego, la artivista cubana Tania Bruguera –directora de INSTAR e impulsora principal de este festival– agradeció tanto a los cineastas que cedieron sus obras como a las audiencias que acudieron a salas en ciudades como Barcelona, Buenos Aires, Ciudad de México, São Paulo, París, Nueva York o Miami.
También a quienes se conectaron desde Cuba (más de cien visualizaciones) para ver las películas programadas a través de la plataforma online Festhome.
“Sabemos lo difícil de acceder a Internet, y lo costoso”, dijo la artista. “Este festival se creó para la audiencia cubana, y siempre vamos a tener eso como uno de nuestros puntos principales de trabajo”.
Por último, Bruguera anunció que INSTAR ha recibido propuestas de otras tres ciudades del mundo para organizar exhibiciones de este evento el año próximo. El propósito, apuntó, es continuar creciendo y, asimismo, atraer a más realizadores extranjeros.
“Queremos que sea una fiesta y un lugar de encuentro y de discusiones serias e importantes para los cineastas”, dijo.
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La sagrada familia. Linajes y legados en el IV Festival de Cine INSTAR
Por ANTONIO ENRIQUE GONZÁLEZ ROJAS – 09 diciembre, 2023
RIALTA
Los autores de un significativo número de películas que integraron la selección oficial del IV Festival de Cine INSTAR asumen la familia cual gran dispositivo para entenderse a sí mismos como sujetos culturales, históricos, emocionales, políticos, sociales. Son hijos de los sueños que soñaron otros, en medio de ruinas circulares.
La familia resulta entonces un surrealista espejo de Magritte en que contemplan sus espaldas, escudriñan pasados, encuentran preguntas antiguas para articular las dudas del presente. Como si se tratara de una gran esfinge que no deja de retarlos con numerosos y simultáneos enigmas.
Autorretratos de grupo
Lo documentales To My Father (Miñuca Villaverde, 1973), La música de las esferas (Marcel Beltrán, 2018), El hijo del sueño (Alejandro Alonso, 2016), Los puros (Carla Valdés León, 2021) y la ficción haitiana Agwe (Samuel Suffren, 2022) resultan verdaderos autorretratos de grupo, cartografías de la pre-existencia, profecías del pasado, diarios del autodescubrimiento de una identidad múltiple.
Incluido en el festival, y en este análisis, en tanto antecedente fundamental, la cinta de Villaverde –uno de los primeros abordajes al cine de archivo familiar que hiciera una cineasta cubana– repasa las últimas imágenes del padre recién fallecido. A la par, parece registrar la desesperación íntima con que se corre a fijar los recuerdos del ser cardinal que acaba de desaparecer; el miedo a que la existencia del fallecido se diluya en el inmisericorde anonimato que ha devorado a miles de millones de vidas, y con ello todas las connotaciones, los simbolos de un tiempo que persistía en su carne. Es el azoro ante la irremisible toma de conciencia de la transmutación del presente en pasado.
Con la desaparición del padre se desvanece el posible último anclaje afectivo a la Cuba que Miñuca Villaverde dejara atrás, años antes, junto a su esposo Fernando. Así que también se apresura a fijar la memoria de Cuba en su película. En el exilio, el padre se expandió en nación. El cariño que ella le profesa se ha desdoblado en un patriotismo no asumido como la devoción suicida de la propaganda y la épica, sino como la suave seguridad que inspira la sola mención del nombre nacional, lo confortable del grupo en que se habla el mismo idioma, o la idea coherente que tenemos de nosotros mismos cuando nos autodefinimos como cubanos.
En Los puros, legataria estética de To My Father, Carla Valdés León despliega un ejercicio evocativo y una disección generacional a través del registro cinematográfico de una experiencia eminentemente familiar, convirtiéndonos en espectadores privilegiados de la construcción de la memoria. La realizadora hereda los recuerdos de sus padres, los asimila, los convierte en fundamentos de sus propias reminiscencias, y construye su percepción.
A lo largo de la película, Carla Valdés León contrasta las imágenes de la juventud de sus padres, y de ella misma cuando niña, conservadas en viejas diapositivas y cintas de video. Su mirada adulta ejerce un inevitable, aunque cariñoso enjuiciamiento. Es un gesto necesario para entender la influencia del pasado familiar sobre su presente personal, para discernir el rol de su estirpe en la contemporaneidad que comparten.
Carla, sus padres Yohanka y Félix, profesores de filosofía, han presenciado derrumbes de utopías y paradigmas sociopolíticos, experimentado el colapso de ilusiones y alucinaciones colectivas, vivido la consecuente crisis de valores. Mientras los filma junto a varios antiguos condiscípulos, todos rememorando las experiencias y sorpresas de cuando estudiaban en la Unión Soviética de la perestroika, Valdés León se planta frente al espejo de Magritte. Testimonia en silencio, fuera de campo, su relación con el presente de Cuba, heredera forzosa y tozuda del legado soviético.
El hijo del sueño y Agwe, por otra parte, se lanzan a interrogar fantasmas migrantes, seres que abandonaron sus tierras natales, y sus propios cuerpos, antes del tiempo que les fue otorgado a Alejandro Alonso y Samuel Suffren, pero que continúan siendo presencias ineludibles. Han condicionado las historias familiares, definen los respectivos presentes.
Alonso y sus padres sueñan despiertos con su tío Julio Alonso quien, como Miñuca Villaverde y su padre –como el propio realizador, décadas después–, se alejó de Cuba. Ya entonces, el régimen decretaba la inmediata condición espectral de los “traidores” que abandonaron el paraíso. La isla era la única realidad admitida oficialmente. Fuera de sus costas aguardaba el olvido, la anulación de la identidad y hasta de la propia condición humana.
Con El hijo…, Alonso intenta reconstruir a su tío como certeza, otorgar a su recuerdo la materialidad del celuloide con que filma la película: le permite encarnar en algo concreto, palpable como las postales y cartas que mandaba a su familia –pruebas de la posibilidad de vida más allá de Cuba. Termina recuperando una parte inconsistente de su pasado, consigue revelar en lo posible una de las aristas imprecisas, nebulosas, de su linaje, que dificultan su autopercepción.
La voz enmudecida del tío debe recuperar el timbre, las palabras, para que el entramado ancestral de la identidad esté completo. Su tío tiene que desaparecer como tormento y resurgir como sosiego.
Suffren dedica la película a su padre, quien partió de Haití décadas atrás y nunca regresó. El mar le vedó la posibilidad de alcanzar las tierras prósperas que una vez se prometió conquistar. La pérdida del cineasta es compartida por muchos haitianos, por muchos otros ciudadanos del resto del mundo que han visto mutiladas sus familias por el éxodo.
La falta de registros o testimonios sobre la travesía, el posible naufragio, la suerte definitiva de su padre, lo obliga a recrear una de tantas posibilidades. Suffren opta por la ficción y otorga a su historia una dimensión alegórica.
El niño Agwe deviene personaje colectivo, totalidad huérfana, añoranza global. Todos esos hijos de la ausencia –herederos de los desesperadas impulsos migratorios que rigieron las vidas de sus ascendientes– son los finales tiernos y tristes de innumerables historias de amor truncas. Su linaje es el de la fuga; su futuro es una duda esparcida en las aguas del mundo.
Familia, racialidad, racismo
La música de las esferas transita por senderos cercanos a la película se Suffren, en tanto aborda los fatalismos de la racialidad en el Caribe, que sellan las suertes de millones, víctimas de la persistencia del colonialismo, sus modos, jerarquías y fundamentos racistas.
El largometraje de Marcel Beltrán resulta una suerte de viaje a la semilla, una exploración de las rutas que recorrieron sus padres desde el seno de sus familias, sus juventudes, decisiones y amores, hasta los nacimientos del cineasta y su hermano Darío. Como Agwe, el filme es también una historia de amor, pero aborda este sentimiento como sublimación de la consecuencia personal de los personajes. La venida al mundo del realizador acusa un gesto emancipador.
Cuba es un país racista; no ha dejado de serlo. Pocas generaciones nos separan de siglos de esclavitud. También es, cada vez más, un país clasista.
La vida de Marcel ha pasado por el desafío directo a tales presupuestos, es resultado de la ruptura con la discriminación heredada como acto reflejo. Su madre, blanca y descendiente de una familia de clase media acomodada, se enamoró de su padre, negro y de familia humilde. Es una situación tan elemental como esencial para decodificar las lógicas raciales y racistas de la nación.
En el documental Camino de lava (Gretel Marín, 2023), la mínima familia que integran Afibola Sifunola y su pequeño hijo Olorun Sile recorren en sentido inverso el mismo camino que propone La música… Registra momentos del proceso de conformación de la identidad del niño protagonista, instruido por su madre, primera y definitoria maestra.
Afibola busca concientizarlo tempranamente sobre su lugar en la historia, como heredero de un linaje colectivo, de una cultura segregada por la supervivencia de los cánones coloniales racistas; pero a la vez persigue dotar a Olorun de un poderoso albedrío que solo se alcanza mediante una comprensión nítida del pasado.
El futuro del niño es impredecible, pero su autorreconocimiento como sujeto sociocultural y político lo ayudará a construirse un proyecto de destino, un ideal de vida más cercano a la plenitud. Afibola resume en sí una fuerza ancestral, que apoya pero no adoctrina, aunque su discurso raye todo el tiempo en la militancia. El pasado de Olorun ha sobrevivido gracias a su resiliencia, y la batalla eterna por la prevalencia y la dignidad deja hondas, numerosas cicatrices.
Familias y abismos
Las ficciones Corazón azul (Miguel Coyula, 2021) y El rodeo (Carlos Melián, 2021) invitan (tientan) a transitar por el lado oscuro de la familia, asumida respectivamente como aberración biologicista y linaje cancelado.
El largometraje de Coyula propone una distopía de corte biopunk, existencial y sardónica a la vez, en que un desesperado Fidel Castro decide crear una raza de hombres y mujeres “nuevos”, de “súper revolucionarios”, mediante la manipulación de su propio ADN. Un grupo de mujeres son fecundadas in vitro sin su consentimiento, y la represión de la voluntad –no solo el sueño de la razón– solo puede producir monstruos.
Los mutantes terroristas que remueven los cimientos de una Cuba futura, aún controlada por el régimen castrista, son resultado de la instrumentación de la familia, del parentesco utilitario fomentado sin reparar en los nexos afectivos que terminan definiendo con mayor contundencia lo familiar como una red sentimental consensuada, equilibrada.
El Castro de la película asume el linaje como método de perpetuación ad infinitum, la casta como extensión obediente de sus propios sentidos y extremidades. Persigue la inmortalidad y la ubicuidad a través de la replicación genética, de la clonación de su voluntad. Desprecia la singularidad de cada individuo. Niega la tendencia –marcusiana– de la progenie a desafiar a los progenitores, a exigirles que entreguen (usurparles) su reinado temporal sobre el mundo.
El modelo de familia de Corazón azul es el más retrógrado, enfermo, trágico, pero bastante común a lo largo de la historia humana. Gestar implica responsabilidades infinitas para los padres y ninguna obligación para los hijos. Fabricar descendientes para garantizar estatus y poder solo puede desembocar en una variante biológica de la esclavitud.
El rodeo, por su parte, es el abismo que observa a quien lo mira durante demasiado tiempo. En su centro tenebroso anida una familia que ve mutilado su futuro tras la muerte del primogénito. Los ancianos Niña y José han vivido una existencia sitiada por la imposibilidad, por la frustración, que simboliza el islote donde residen. Antaño era el punto más alto de un pueblo que se ahogó en una presa artificial. Ahora es una madriguera de náufragos.
El deceso del hijo cercena su última posibilidad de legar algo al mundo. José intentó construir un rodeo en el pueblo, según se explica a lo largo del relato fílmico, pero el fracaso selló su proyecto. El descendiente no pudo expandir sus esperanzas, tener alguna alegría, realizarse donde sus padres fallaron. La familia es también un viaje en el tiempo de una posibilidad colectiva, revitalizada en cada generación. La interrupción de este periplo anula para muchos el sentido de la existencia.
Niña y José están tan desesperados como el Fidel Castro que imagina Coyula. La vida se ha encargado de esterilizarlos y aislarlos. Todos los caminos están cortados. Su pasado yace bajo las aguas, su futuro bajo tierra. Son seres marginados en una esquina del tiempo; solo les queda decidir el momento y la manera de morir. Son también víctimas de la estrecha concepción de la familia como consanguinidad directa, pues a su alrededor pulula el cariño de otros parientes y amistades que acompañan su partida, que los recordarán.
Epílogo
La familia es un fantasma que sobrevuela el cine cubano. Atormenta y redime. Aterra y apacigua. Alerta y tranquiliza. Es principio y final. Camino múltiple. Obsesión y sosiego. Vida y muerte. Sonido y furia…
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El retrato de Mafifa. Conversación con la cineasta Daniela Muñoz Barroso
Por MAYTÉ MADRUGA – 08 diciembre, 2023
RIALTA
Mafifa y Daniela tienen en común la memoria. La primera aún corre el riesgo de no formar parte del relato histórico; la segunda utiliza la memoria para entender/se el mundo. Este es uno de los hilos de Ariadna que las une y que les permitió encontrarse en ese laberinto que fue el rodaje, la construcción de la película documental Mafifa.
La obra audiovisual es parte de la competencia del IV Festival de Cine INSTAR y se podrá ver este viernes 8 de diciembre en Zumzeig Cinecooperativa de Barcelona, España; el sábado 9, en el Centro Cultural General San Martín, en Buenos Aires, y el domingo 10 de diciembre volverá a estar disponible –tras la sesión del martes pasado– en la plataforma online Festhome.
Sobre cómo se entrecruzan los caminos de esas dos mujeres, la realizadora cubana Daniela Muñoz Barroso conversó con Rialta Noticias.
¿Si tuvieras que hablar de tu rol en Mafifa, hablarías de sinceridad o exposición? ¿Por qué?
Creo que mi rol en la película fue una especie de puente natural para conectar con el personaje de Mafifa, o la idea de quién pudo haber sido esta mujer. Al inicio, como siempre, no sabíamos qué película iba a surgir; solo sabía que me interesaba muchísimo construir un retrato de esta mujer, y por ahí comencé la investigación, las preguntas de persona en persona intentando encontrar alguien que la hubiera conocido… Esa investigación me puso a viajar, y en el viaje encontraba una ciudad desconocida para mí, que me cautivaba principalmente por sus sonidos, sus ruidos, su fuerza. Y a medida que preguntaba sobre Mafifa, la mujer, como que la pregunta rebotaba de diferentes formas hacia mí y hacia las otras mujeres que encontraba en ese viaje. Eran preguntas que generaban y enlazaban puntos en común entre todas estas personas, pero sobre todo entre las mujeres –y no solo quienes encontraba en el camino, también en quienes me acompañaban en ese momento, Leila [Montero], Glenda [Martínez Cabrera], una parte de Carlos [Melián] y, luego en el montaje, Joanna [Montero]. Entonces, además de sinceridad o exposición, hablaría de impulsos, de energías. Creo que participar/aparecer en la película fue una forma de responder yo también a esas preguntas y acompañarnos entre todas en ese viaje.
No sé si me explico, a veces me pongo abstracta… Hubo un hecho definitivo para aparecer en la película: la idea de que no podía escuchar la campana de Mafifa. Partiendo de este punto, el viaje comenzó a tomar otras formas por todo lo que esto podía significar. La ausencia de… la huella de… la búsqueda de…
El Occidente cubano, lugar donde naciste, y el Oriente, lugar que visitas, son parte de una misma nación, pero tienen diferencias de vida, de cultura. ¿Fue este un cuestionamiento a tener en cuenta durante la filmación y posterior montaje de la película?
Son partes de una misma nación, pero muy distantes entre sí. En los viajes al Santiago en carnavales, o a la Villa Clara en parrandas, yo encontraba siempre algo muy real, un rostro de una isla que entra en trance en estas fiestas y se muestra tal cual. Yo tenía una sensación de que en esos momentos yo podía acceder a una parte de la historia, o del pasado. En el acto de recrear la tradición, conectaba con una Cuba que fue y de la cual queda poco. Durante estas fiestas populares entran en un contacto muy directo la Cuba presente y la que podía haber sido. Vuelvo a las abstracciones. Como que yo siento que hay un subconsciente colectivo que entra en trance y se libera de todos sus dolores a través del baile, el alcohol, la religión y la música, y que tal vez por eso ese trance tiene movimiento y es tan intenso, porque hay una especie de búsqueda, también de soltar algo. Para mí eso es la conga o es el fuego de una parranda. Y el sonido es un factor fundamental aquí, porque describe ese trance, lo acompaña e, incluso, a veces lo protagoniza.
En La Habana yo podría encontrar también algo de realidad y verdad, por supuesto, pero no es la que me interesa retratar; tal vez porque ya mucha gente lo ha hecho. Entonces siempre prefiero ir a los márgenes, escuchar las historias de personas que son diferentes a mí y que tienen mucho que aportarme como ser humano, como documentalista y también como cubana. Luego viene encontrar cómo entrelazar todo eso y transmitirle esa emoción tan abstracta a la gente… Yo siempre siento que en Mafifa quedaron muchas cosas por decir, quedaron ideas sembradas que asoman su cabecita en la tierra y hay quienes las ven y hay quiénes no. Yo siempre pensé en ir a Santiago y seguir filmando; incluso después de un mes de filmación me fui a los pueblos costeros, pueblos que muchos están amenazados con las inundaciones del mar… Y allí por ejemplo encontré una mujer hermosa que vive en un pueblito que se llama Mar Verde, donde los huracanes han destruido todo, y las personas que quedan allí es porque no se quieren ir, pero saben el riesgo que representa. Pero yo había decidido en ese momento continuar el viaje completamente sola, y no filmar, solo escuchar…
Luego viré a la Habana con la idea de revisar todo el material, trabajar en un guion y volver a Santiago, pero llegó el COVID-19… y bueno… lo demás es sabido.
Suele verse como “algo” normal que lxs realizadorxs asuman la producción de campo, sobre todo de películas que pueden inscribirse como documental. ¿Para ti que también tienes una vasta experiencia en este rubro, se “confunden” la productora y la realizadora?
Siempre se me confunden; por eso siempre trato de que Leila me acompañe, jajaja. La Daniela productora produce para otros proyectos, pero muy poco o muy mal para sí misma. Yo siento que no le doy a veces a mis proyectos los tiempos que necesitan. Pero, bueno, por suerte Estudio ST no soy yo sola. Somos un grupo creativo donde a la hora de la verdad contamos los unos con los otros.
Durante la filmación siempre trato de estar acompañada por una persona más, un equipo muy íntimo, y a veces incluso estoy sola. Pero otras veces siento que lo ideal sería estar con tres personas: un sonidista, una productora/asistente de dirección y yo haciendo dirección y foto. Todos participamos del viaje y de dirigir el rumbo que toma el camino.
Antes y después del rodaje es mucho más fácil para mí producir, pensar una estrategia financiera, un calendario, un equipo de trabajo, etc.
La reconstrucción de personajes femeninos en el cine es un camino entre el descubrimiento y la reivindicación, ¿cuál es el primero para ti en Mafifa?
¡El encuentro! O sea, supongo que sería el descubrimiento, pero no me gusta decir “descubrir” porque todas estas mujeres ya estaban ahí con su vida y sus historias maravillosas. Para mí es fascinante ese momento de encontrar a la otra persona y conocernos. Luego viene esa necesidad de capturar su huella en esa cápsula del tiempo que es el cine.
Lo considerado “tradición” o “tradicional” es un aspecto que te llama la atención como realizadora, ¿lo pondrías siempre desde la mirada del cuestionamiento o desde la reconstrucción de una memoria histórica?
Creo que sin querer respondí un poco a esta pregunta con la otra. Es una mezcla de ambas cosas. Yo creo que tiene que ver con entender un poco de dónde venimos. Qué guardan esas tradiciones de lo que fuimos antes y de lo que somos ahora, y por qué. Trato de entender la historia como un ser que habita el presente y con el cual choco y converso. También como una forma de estar yo aquí y ahora.
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‘Home’ y ‘El hijo del sueño’, de Alejandro Alonso: la tierra que pisa nuestro cine
Por MAYTÉ MADRUGA – 07 diciembre, 2023
RIALTA
“Aprendemos a vernos a través de la fotografía”; es una de las frases más conocidas del ensayo Sobre la fotografía de Susan Sontag. Sin embargo, en la obra del realizador cubano Alejandro Alonso tal pareciera que existe una voluntad expresa de desaprender a reconocernos a través de la fotografía, de las imágenes en movimiento. Ahí encontramos marcas, manchas, oscuridades que provienen acaso del mundo onírico.
También algunas películas de Alonso pudieran relacionarse con la frase que inicia el ensayo Nuestra Américade José Martí: “cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea”. El diálogo entre las palabras de Martí y las imágenes de Home (2019) y El hijo del sueño (2016) construiría otros mundos posibles, identidades mixturadas, formas indefinidas de lo consciente.
Ambos filmes integran el programa de presentaciones especiales del IV Festival de Cine INSTAR. Están disponibles hasta el 10 de diciembre en la plataforma online Festhome, y se proyectarán en la sala e-fluxScreening Room en Brooklyn, Nueva York, este sábado 9 de diciembre.
Al director cubano siempre le ha interesado la intervención sobre la imagen, en movimiento o fija, que abra portales a un entendimiento más sensitivo, menos lineal, más deconstructivamente circular. Conceptos y nociones profundamente ensayados, como la nación, la identidad o la madre, encuentran en estas dos películas un contrapunteo incisivo.
Madre y patria no solo son palabras. ¿O sí? El hijo del sueño se fue a un país con numerosas poblaciones nombradas Cuba, pero allí no ha encontrado su nacionalidad. El sonido, y por consiguiente la palabra, le da forma al mundo. Las palabras ilustran los sentimientos, y las imágenes –seleccionadas por el realizador– son la mente que divaga, que no es capaz de distinguir claramente.
La memoria es algo imprescindible para narrar los sueños, para crear la nación. La patria suele a veces ser tan desprendida con sus hijos como una madre; por eso es importante que esas postales no sean regaladas, que no corran el riesgo de caer en otras manos, en otra historia… Las postales son el vínculo matérico entre madre e hijo. Entre un ciudadano y su nación de origen.
Dice la filosofía yóguica que todos tenemos un número determinado de respiraciones. En El hijo…, esas inhalaciones son un mecanismo de cuerda, con un ritmo propio y una cantidad limitada de giros.
Hay varias formas de orientarse en este mundo. La memoria puede ser una, pero esta memoria a menudo se mezcla con precisiones fútiles, fechas, coordenadas. Son estas, en última instancia, pequeñas guías para algo impermanente, adornos de una imagen difusa que busca apelar al sentimiento, a la reconstrucción de un sentido otro, de una patria otra.
¿Qué es una idea? En el plano sutil, la idea es pensamiento puro. De forma prematura, una idea se convierte en un prejuicio. En tiempos demorados, la idea se convierte en algo sobreanalizado, que no se materializa. El cine como dispositivo hacedor de ideas es otra de las formas que definen estas dos obras de Alonso.
En Home la idea de nacionalidad se deconstruye a partir de la interrogación a los supuestos originales o auténticos que permitirían al individuo autodefinirse. Alonso pone esa noción en crisis. Pues es solo así que pueden surgir nuevas formas de mirarse, de percibirse. Cuando tu nombre no es único, cuando las ideas se repiten, cuando las historias que nos definen son hasta cierto punto similares, cada construcción identitaria es un plano cerrado, una imagen deteriorada, un fragmento de algo más grande que se escapa, se confunde, queda velado como una foto sobreexpuesta.
“Home”, para los hispanohablantes, es “casa”. Asimismo, la palabra “homeland” se traduce al español como “patria”: en ese camino simbólico se pierden elementos físicos como la tierra, y también la alusión directa al hogar. Según la versión en línea del diccionario británico Collins, la palabra “homeland” es utilizada para designar el país en que uno nace, o el que haces tu hogar. Para sumergirse en las películas de Alonso, es importante resaltar esta segunda acepción: convertirlo en hogar.
Tanto en Home como en El hijo…, el metraje induce a tomar acción, a creer y reconfigurar lo que cada individuo debe llamar “casa”, y cuán pertinente es o no sustituir la sensación de lo doméstico, del calor del hogar, por la inmensidad abstracta que plantea la palabra “patria”. El tío del realizador, Julio César, decidió que su hogar último sea su familia, su madre. Entonces, su sobrino Alejandro reconstruye ese puente y, luego, se pregunta en Home si fue necesario destruirlo en algún momento, o si aún permanece.
Solo mediante la intervención de las imágenes puede el director acercarse a estas preguntas, soñar con conocerse a sí mismo: proponer que nuestra esencia sea imaginada más allá de un simple acto nominal o un arbitrario límite físico, geográfico.
Según Sontag, “las fotografías transcritas en una película dejan de ser objetos coleccionables, como lo son aun cuando se presentan en libros”.[i]
Tal vez no sean en sí mismas coleccionables, pero los relatos que crean, las historias que iluminan, sí lo son. Se transmutan en retazos de sueños materializados, aunque en este siglo XXI tengamos la impresión de que se convertirán en polvo en el viento con solo un delete. Y, de una u otra forma, quedan en un lugar de la memoria. Al menos así pasa con estas películas de Alejandro Alonso. Cada desasosiego que produce una imagen distorsionada, cada recogimiento de un plano, queda ahí… mezclándose en el inconsciente cual energía kundalini que despertará desde la raíz hasta el alma.
[i] Sontag Susan. Sobre la fotografía. Epub libre. Edición digital: Titivillus. 2016, pág. 9.
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FILMES DEL FESTIVAL INSTAR DISPONIBLES PARA VER GRATIS DESDE CUBA
Por Yadiris Luis Fuentes – 06 diciembre, 2023
adn CUBA
Las películas exhibidas en el IV Festival de Cine Instar podrán verse desde Cuba de manera gratuita a través de la aplicación de FesthomeTV
Las películas exhibidas en el IV Festival de Cine organizado por el Instituto Internacional de Artivismo “Hannah Arendt” (Instar) podrán verse desde Cuba de manera gratuita a través de la aplicación de FesthomeTV, un servicio de envío de cortos y largometrajes a través de Internet.
Los interesados podrán bajar la app desde Google Play y disfrutar de unas 24 películas sin la censura del régimen cubano.
El propio servicio comunicó a través de su perfil de Instagram que el visionado de los filmes sería gratis para quienes vivan en la isla, los interesados también pueden encontrar las películas a través del enlace: https://tv.festhome.com/festivaltv/instar-film-festival.
FesthomeTV, como indica su sitio web, “es servicio de envío de cortometrajes y largometrajes a través de Internet” y “sustituye al ya obsoleto sistema de envío por correo, adaptándose a las nuevas tecnologías de Internet y ofreciendo al mismo tiempo la más alta calidad de selección de todas las plataformas de envío en línea”.
El IV Festival de Cine Instar que culmina el próximo 10 de diciembre ha sido atacado por los medios de propaganda del régimen cubano y algunos funcionarios culturales.
Un texto publicado en La Jiribilla difama el evento y al cineasta Eliecer Jiménez Almeida.
Se define, además, el festival como un “proyecto subversivo que pretende pasar como privativo de luchadores cubanos contra el totalitarismo, y que, en realidad, es financiado por las agencias de inteligencia de Estados Unidos y ha sido organizado por Tania Bruguera”.
También Bruguera y Jiménez Almeida fueron difamados por el ministro de Cultura, Alpidio Alonso, en su perfil de X.
“¿En nombre de qué libertad, a no ser la de destruir la Revolución, puede pedirse que nos entendamos con quienes hacen parte de esta nueva operación pagada por la CIA contra el proyecto colectivo del pueblo cubano? ¿Qué patriota podría llamar nuestro al cine contrarrevolucionario?”, escribió Alonso.
Otros históricos censores y funcionarios del régimen como Abel Prieto y Rogelio Polanco atacaron, igualmente, al festival de Instar.
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TODA LA LUZ QUE HAGA FALTA. IV FESTIVAL DE CINE INSTAR
Por Boris Heredia Abrahantes – 06 diciembre, 2023
el TOQUE
La cuarta edición del Festival de Cine Instar arrancó el lunes 4 de diciembre de 2023 en diversas sedes a lo largo del mundo y se desarrollará de forma híbrida hasta el 10 del mes en curso.
Más allá de lo complicada que suele ser la recepción de las producciones independientes al habitar en una zona de distribución casi residual, las películas de Instar padecen una presión extra debido al contenido explícito del mensaje que difunden. Presión que se explica, como viene sucediendo en los últimos años, a través de la censura, esa herramienta bochornosa tan afín a los Gobiernos totalitarios.
La torpe habilidad del Gobierno cubano, del Ministerio de Cultura (Mincult), de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) para atacar la producción independiente que se sale de los llamados parámetros revolucionarios logra aislar a los realizadores a tal punto que termina excluyéndolos e, incluso, sacándolos del país. Lo anterior, unido al fenómeno migratorio que sufre la sociedad cubana en la actualidad, ha afectado de manera notable la presencia de varios de los realizadores jóvenes en la isla. El Festival de Cine Instar ha logrado que la zona de exclusión se convierta en una oportunidad para que los proyectos no solo puedan reforzarse en el exilio, sino que expandan su mensaje desde el exterior.
Una de las particularidades de esta edición del festival tiene que ver precisamente con la extensión de las sedes y la participación de realizadores de países que también sufren bajo la sombra del totalitarismo de las dictaduras o de los Gobiernos autoritarios. Cortometrajes de Venezuela, Nicaragua, Irán y Haití compiten junto a producciones cubanas coproducidas en algunos casos en Estados Unidos, Italia, España, Canadá, Brasil y Argentina.
Las presentaciones de las películas y las actividades colaterales de Instar dispondrán de espacios físicos en varias ciudades en seis países. Barcelona, París, Nueva York, Miami, Ciudad de México, Buenos Aires y San Pablo albergarán la muestra. En Cuba, la experiencia del asedio gubernamental en la sede del Instituto de Artivismo «Hannah Arendt» (Instar) en La Habana durante la primera edición del festival en 2019, unido al funcionamiento del evento durante la pandemia de manera remota a través de Internet, ha convencido a los organizadores de la utilización de la plataforma Festhome para visionar la programación online de las películas, tanto de la muestra especial como de las obras que aparecen en concurso.
El cineasta José Luis Aparicio, que repite curaduría del festival en 2023, defiende la expansión del evento a partir de la expansión de una diáspora de realizadores que crece sin parar como consecuencia del accidente en que se ha convertido la vida de los cubanos: «¿No es acaso la nación una entidad más compleja que aquella que desmarcan los límites geográficos, los extremos políticos? ¿De qué manera repensar la estructura del festival para que refleje, e incluso potencie, la actual circunstancia de la gran mayoría de los cineastas que acompaña?».
Más allá de la lista de obras en concurso —que se analizan en este texto con más detenimiento—, no se debe perder la oportunidad de disfrutar de las presentaciones especiales del festival. La selección incluye películas de cineastas jóvenes como Miguel Coyula, Ricardo Figueredo, Rafael Ramírez, Alejandro Alonso y Marcel Beltrán ―estos dos últimos también con películas en concurso― junto a realizadores consagrados como Fernando y Miñuca Villaverde.
EN EL PRINCIPIO FUE LA CENSURA
Para comprender de una manera coherente los orígenes del festival habría que remontarse a 2018. En ese año, la feliz coincidencia de la muestra A Cuban Cinema Under Censureship —curada por el crítico Dean Luis Reyes— y la performance de la artista Tania Bruguera —Sin título (La Habana 2000)— en el MoMa de Nueva York terminó generando una serie de ideas que desembocarían en la aparición de la sección de cine dentro del Instituto de Artivismo «Hannah Arendt».
El objetivo de la sección era reubicar y dar visibilidad a cierto tipo de cineastas y películas que en Cuba no tenían opciones más allá de la producción independiente. Sin embargo, el proyecto de un festival de cine no se concretaría hasta un año después. Le precedería la creación del premio PM —un fondo de ayuda para óperas primas— y el premio Nicolás Guillén Landrián para obras en cualquier estado de producción. Después llegaría la Muestra de Cine Independiente-Pendiente, con curaduría de la escritora y actriz Lynn Cruz, antesala de lo que sería el Festival de Cine Instar en 2019.
La edición siguiente, curada por el cineasta José Luis Aparicio —que en lo adelante se encargaría de organizar el festival—, va a cubrir 2020 y 2021. El evento, con una cobertura virtual debido a las restricciones de la pandemia de la COVID-19, estaría marcado por la desaparición en Cuba de la Muestra Joven, consecuencia del recrudecimiento de la censura y la represión del régimen contra cualquier tipo de manifestación artística considerada contestataria.
En 2022, la muestra Land Without Images formó parte de Documenta 15 en Kassel, Alemania; un archivo que logró reunir más de 150 películas en un esfuerzo sin precedentes por recuperar parte de la historia audiovisual cubana, ocultada y secuestrada por la visión oficialista de la Revolución.
UNA LISTA OFICIAL CONTRA EL OFICIALISMO
Con el festival, Tania Bruguera y el resto de los organizadores persiguen extender la compleja y singular pauta fundacional del Instituto de Artivismo «Hannah Arendt» a la hora de aglutinar obras que se desarrollen en esa zona intermedia que existe entre la creación artística y el activismo. La fortaleza del tratamiento de la realidad podría explicar la preponderancia de los documentales sobre las obras de ficción en la lista oficial del evento.
Hay luego otro tipo de división que responde al diálogo que se establece con el espectador. No puede, o al menos no debe, enfrentarse asumiendo iguales variables de análisis ante películas como La opción cero de Marcel Beltrán (construida a partir de videos tomados con la cámara de varios móviles, en la que se sublima el rigor de la crudeza de una realidad que no quiere ser creativa, no quiere ambages, no los necesita), con películas como Mafifa de Daniela Muñoz (que, a pesar de estar filmada con un estilo aparentemente descuidado, el espectador termina por aceptar la narrativa de proximidad como un discurso que no está exento de belleza).
En La opción cero, Marcel logra transmitir el desasosiego de sus personajes porque de alguna forma todos sentimos que podríamos reproducir cada uno de sus estados de ánimo. Sabemos cómo de posible llega a ser la desesperación por dejar atrás el legado de las doctrinas, la falta de libertad, la impotencia, el hambre, el rencor, el cansancio y la tristeza vital que nos inoculó el dogma corrupto e insensible que significa la Revolución.
La travesía de La opción cero es el impulso último de un tipo de cubano que no pudo resolver de una manera más fácil el modo de largarse. Un tipo de cubano que quizá se sorprenda a sí mismo por su fortaleza y por su capacidad para mantenerse unido en los momentos más difíciles. Móvil en mano, grabando y haciendo directas en las redes sociales como única arma para seguir adelante.
El filme de Marcel es de las películas en las que, si hay alguna duda respecto a cómo concibe el cine su director, lo más aconsejable es revisar su filmografía. La opción cero no es un documental para hablar estrictamente de cine.
Sin abandonar el tema de la visión del inmigrante, nos encontramos con Un homme sous son influence. Se trata de un emigrante que está en otra condición, ha llegado, sufre por otras cosas. En la ficción de Enmanuel Martín hay una latencia tragicómica que es muy cómica. Por momentos quisieras ser un magnate y hacerle un mecenazgo para que produzca la película con más calma. No sé si para quitar los jump cuts que a lo mejor no son jump cuts o porque notas que el talento se disipa exclusivamente por un tema de velocidad en el rodaje.
El chucho que impone el punto de vista del director sobre el negacionismo, los gurús financieros, las estructuras piramidales, el trumpismo o el activismo desbordado de sus novias Nicole —que a pesar de su energía militante no tienen ni idea de lo qué pasa en Cuba—. A él le gustaría que para ellas Cuba fuera importante y le duele que no sea así. Sin embargo, cuando tiene que defenderse de su falta de compromiso se justifica argumentando que en Cuba había política a todas horas y en todas partes y por esa razón él no quiere saber nada de política.
Esta indolencia con la política te hace pensar que la pequeña patria de Enmanuel se parece a la de su amigo Carlos Melián cuando estaban en Santiago de Cuba. Preocupados por un cine menos social, con una proyección estética cuyas fuentes no tienen nada que ver con Cuba, más allá de la recuperación de Santiago como expresión de una conciencia territorial. La misma conciencia territorial que quizá Enmanuel haya trasladado a las ciudades canadienses que lo han acogido y con las que se siente en deuda por no poder estrenar en ellas su película.
En Llamadas desde Moscú de Luis A. Yero —última víctima de la censura al ser eliminada de la programación del Nuevo Festival de Cine Latinoamericano—, asistimos a una zona de desarraigo que no ha llegado a la de Enmanuel Martín en Un homme sous son influence. La performance de soledad de Yero establece una Cuba que funciona en la memoria de sus personajes como un amor tóxico al que sabes que no puedes volver. El vínculo que queda se explica todo el tiempo a través del móvil, con llamadas, con mensajes, con Tik Tok. Siempre encerrados, sea en la habitación, en el ascensor o en el metro. Los planos rodados en exterior funcionan como cortinillas para ordenar las tramas que se cruzan sin llegar a tocarse. El filme está envuelto en un ambiente que mezcla un tono de decadencia queer con la ciudad de Moscú como telón de fondo de un exagerado escenario distópico, acentuado por la banda sonora y las preocupaciones estereotipadas de la guerra.
Cuando uno de los personajes está hablando ―aclaro que por teléfono― con una amiga y le asegura que su etapa de estudiante fue la mejor época de sus vidas. No estamos en presencia ni de un lugar común ni de una reflexión de inmadurez. Es simplemente la constatación de una generación castrada, sin presente ni futuro.
Como ocurre con los primerísimos primeros planos de Mafifa o con la áspera sobriedad del segundo acto de Taxibol, terminamos claudicando positivamente con el tono narrativo de los diálogos monologuizados de los personajes, quienes teléfono en mano transmiten una melancolía que sabemos que no nació en Rusia. Tristeza de inmigrante que mira las noticias de su país en Meta, vaya o no vaya a volver.
En Los puros, Carla Valdés hace un delicado y escueto documental sobre la amistad de una generación que vivió los primeros años de adoctrinamiento de la Revolución con lastimosa inocencia. Sus padres y sus amigos quedan en una casa en la playa para celebrar el reencuentro. Cargados de recuerdos y reflexiones sobre cómo afrontaron —lo que bien hace en llamar uno de los personajes— el futuro.
Visitar la URSS y observar cómo el sistema se va quebrando lentamente les genera una decepción devastadora. El modelo no funciona, no sirve de nada tener fe en que algo cambie y, lo peor, es el mismo modelo de Cuba —no sirve de nada tener fe en que algo cambie—.
En Taxibol, Tommaso Santambrogio contrapone dos planos narrativos tan sólidos como diferentes. En el primero, con marcado carácter documental, rueda la conversación entre el cineasta filipino Lav Díaz y el taxista Gustavo Fleita en el interior de su taxi mientras recorren las calles de San Antonio de los Baños. El diálogo en dos idiomas, así como cierta atmósfera de amistosa condescendencia, va creando un extrañamiento dentro de la secuencia que se completa con la confesión violenta de Lav respecto a Juan Mijares, militar responsable de varios crímenes durante la dictadura de Ferdinando Marcos en Filipinas.
El segundo plano narrativo es un ejercicio de sobriedad cinematográfica en el que el actor Mario Limonta se echa sobre los hombros el tono de lo que resta de película. La representación tambaleante pero imponente del viejo asesino radicado en Cuba pone en relieve la práctica no poco numerosa de exmilitares de dictaduras, terroristas, antiguos nazis y demás calaña histórica afincados en países del tercer mundo para escapar de la justicia.
El baile de símbolos por el que arrastra los pies Juan Mijares a veces puede parecer simple, sobre todo, el que tiene que ver con las pesadillas que lo asaltan noche tras noche por la culpa o el terror de que lo ajusticien. Más logrados son los momentos en los que, a pesar de su edad, funge de matarife para sacrificar un cerdo —acercándonos al militar sanguinario que disfruta con la muerte— o la escena en la que utiliza el telescopio para mantener vigilados a sus hombres como si fuera un capataz que ronda a sus esclavos o un latifundista que no les quita ojo a sus ciervos o un comandante en jefe que no deja vivir a su pueblo.
Con Taxibol, Santambrogio logra que las imágenes adquieran el peso suficiente para quedarse en la memoria. En una de sus diatribas dentro del taxi, Lav Díaz manda al carajo el cine que se hace bajo la etiqueta del arte por el arte, declaración de intenciones que podría ponerle los pelos de punta al espectador o lanzarlo de cabeza a las barricadas. Lo bueno y, sobre todo, lo gratificante es que después del speech el segundo plano narrativo no renuncia a lo cinematográfico y logra un poso de ecuanimidad que le viene muy bien al final de la película.
El cortometraje Agwe, dirigido por Samuel Suffren, es la abanderada de las obras que conforman la lista oficial de películas que no son cubanas y una de las gratas sorpresas del festival. El pulso del filme abandona todo tipo de intelectualización a la hora de afrontar la necesidad de sus personajes. Aquí no hay discursos de género, inclusión o racismo estructural. Aquí hay pobreza. Los personajes se mueven en un límite que define la existencia como una manera cruda de subsistencia. La aldea de pescadores en la que viven anclados los protagonistas reconfigura el significado del mar como algo que va más allá de la fuente que les provee de vida. El mar es un tesoro porque es el mejor amigo de las fronteras —como reza la voz que se escucha en la primera escena de la película—, sus olas llevan esperanza.
Samuel Suffren logra condensar el tempo de la narración para que los 17 minutos de metraje alcancen para unificar los tres actos, para que la película respire e incluso sea emocionante. La puesta en escena añade un controlado movimiento dentro del plano, poniendo en valor un tipo de dirección que no deberíamos echar tanto en falta. El rigor parece ortodoxo, pero es correctísimo y el espectador agradece la fluidez de la narración. Luego está el compendio que ofrece la belleza de un tipo de cultura específica dentro de un paraje conmovedor y una historia desgarradora.
En El rodeo, de Carlos Melián, por momentos la recreación de las atmósferas parece serlo todo. Al leer la sinopsis se piensa que se entiende un poco más, pero en realidad el espectador se queda con la sensación de que necesitaría la sinopsis de la sinopsis. Lo bueno es que las pequeñas unidades de significación, al igual que en Abisal, parecen estrofas. Buenas estrofas. Bien escritas. Los diálogos son lo suficientemente sorprendentes como para sostener las pequeñas unidades de significación.
Lo malo es que al unirlo todo regresamos a la ambigüedad. En su Pierre Menard, autor del Quijote, Borges decía que la ambigüedad siempre es una riqueza. Aquí puede que lo sea porque es una película que te va sorprendiendo con las ocurrencias del director. Como la conversación de un amigo muy inteligente que te divierte con sus digresiones. Incluso lo que para cualquiera podría ser un símbolo quizá para él no lo sea. Ni la isla ni las jaulas ni el pueblo inundado ni la muerte. Todo es exactamente lo que es porque su visión se enrola mejor en un discurso del divertimento. Por eso El rodeo a veces parece un ejercicio. Que alguien le produzca un largo a Carlos Melián para que saque afuera todo lo que tiene que decir.
Con Abisal, de Alejandro Alonso, se completan las películas en concurso que podríamos llamar de autor. Si bien es cierto que las secuencias parecen también estrofas —como en el caso de Melián—, el discurso de Alejandro es más descarnado, más directo, menos territorial. La dirección de las escenas y el trabajo con los actores transmite un estado de comodidad difícil de explicar. Igual sucede con la fotografía. Si tuvieras un hijo que fuera una lata de celuloide se la dejarías con total confianza a Alejandro porque la convertiría con toda seguridad en una película hermosa.
Abisal, junto a Mafifa y la recién censurada Llamadas desde Moscú, son tres de las películas que fueron o han sido programadas por el Icaic. Abisal, incluso, obtuvo el Coral a mejor corto documental en 2022 en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. El affaire con la oficialidad no terminó bien porque el mensaje que envió el director desde Madrid para ser difundido en la ceremonia de premiación fue censurado.
El tema de la censura, de leitmotiv a factor común de la historia amarga de la Revolución, catalizando obras que no tienen la más mínima oportunidad de distribuirse —como el periplo selvático de supervivencia de Marcel Beltrán, Veritas de Eliecer Jiménez o Mujeres que sueñan un país de Fernando Fraguela—. Lo anterior no quiere decir que el resto de las películas vayan a ser distribuidas por el Icaic. Aquí va censurado toʼ el mundo, Instar no es un Festival de películas censuradas, pero casi.
A Mujeres que sueñan un país le ocurre algo parecido a La opción cero respecto a la urgencia de la producción. Las salidas para documentar el encierro en la casa del artista Luis Manuel Otero Alcántara junto a otros miembros del Movimiento San Isidro (MSI) se limitan prácticamente a los archivos grabados por los teléfonos móviles de los acuartelados y las directas que fueron subiendo a las redes hasta viralizarse —como ocurrió después con el puño en alto del rapero Maykel Osorbo atado a una esposa policial—.
La batalla generada en los medios de comunicación oficiales cubanos versus la contundencia «contrahistórica» de lo que el mundo pudo observar en las redes fue determinante —en igual sentido, cómo olvidar el episodio de la versión ralentizada emitida por el Noticiero Nacional de Televisión sobre el golpe que lanzó Alpidio Alonso Grau, ministro de Cultura, para hacerle creer a la población que solamente intentaba estrechar la mano en señal de saludo—.
El uso de las redes antes y durante el acuartelamiento en San Isidro no solo fue decisivo como forma de extender la verdad, también funcionó como chispa para sacudir el posicionamiento de personas cuyas conciencias permanecían tan adoctrinadas que eran absolutamente apolíticas. Es el caso de Daniela Rojo, una de las voces que cohesionan el discurso de la película junto a Katherine Bisquet y a Anamely Ramos. En la película, Daniela admite despertar del letargo después de acceder a la información que se estaba vertiendo a raíz del Movimiento San Isidro, la consiguiente protesta ante el Mincult, la formación del grupo 27N, el estallido social del 11J y la marcha frustrada del 15N.
Mujeres que sueñan un país es un documental imprescindible sobre uno de los momentos más importantes de la historia reciente de Cuba. El núcleo de la película, sin embargo, transmite una autosuficiencia que no pareciera necesitar más punto de vista que el que define el acontecimiento histórico en sí. Sobre ese eje, pivota y se instala en la memoria sin la necesidad de un punto de vista que parece estar esperando una película que no es esta. Quizá el conflicto esté solo en el título. El enfoque del relato desde la óptica de Daniela, de Katherine y de Anamely por momentos se diluye ante la fortaleza social y audiovisual que arrojó el MSI, un fenómeno sin distinción de sexos, razas y credos que no se merece la excepcionalidad de ser soñado por ningún colectivo más allá del conjunto de todos los cubanos.
En Camino de lava, la directora Gretel Marín articula un discurso que no cesa. Es absolutamente respetable porque no solo reivindica, sino que desmiente falacias oficialistas como la ausencia de racismo en Cuba, así como las dificultades añadidas que sufren los colectivos racializados para abrirse paso en una sociedad que sigue sin sacudirse la lacra de los prejuicios. Asume también la representación de otro tipo de minorías como las personas homosexuales, ataca el patriarcado y defiende, quizá tangencialmente, el valor de protegerse ante la apropiación cultural. La cuestión es que el discurso sobrepasa los valores de la película por cuanto es película, porque depende más del valor del mensaje que está intentando transmitir que de otro tipo de sensibilidad.
En Mafifa, por otro lado, puede que se esté en presencia de una visión demasiado personal como para concebirla desde una dimensión sociológica. Sin embargo, la intención reivindicativa de Daniela Muñoz Barroso sobre la figura de Gladys termina tejiendo alrededor de la campanera una exaltación feminista, sin manejar otro discurso que la admiración sobre una mujer cuya memoria merece ser rescatada porque llegó a convertirse en leyenda dentro de los congueros de Santiago de Cuba, terreno de reconocido carácter patriarcal. El mensaje de esa reivindicación se transmite desde la autenticidad de las emociones que es capaz de transmitir el lenguaje del cine y no desde el efecto que pueda perpetrar la voz de un personaje que actúa como narrador de los problemas que le aquejan o pueden aquejarle como ocurre con los protagonistas de Camino de lava.
Lo inquietante y no menos curioso del proceso —que al final también podría entenderse como aculturación— es que el posicionamiento que se reconoce en Camino de lava es una herencia de las democracias occidentales, específicamente de las izquierdas progresistas en su búsqueda de un nuevo perfil de votante ante la crisis de la clase obrera como grupo social reconocible. En Cuba, al no haber una democracia y, por ende, una izquierda que necesite empoderarse, se termina sesgando aún más una sociedad que necesita estar unida sobre todas las cosas. Lo anterior sin contar que son prácticas de bandos políticos que por lo general ¡apoyan a la Revolución cubana! y que, por lo tanto, no reconocen la dictadura por ser una dictadura de izquierdas.
En el corto de animación Hojas de K, Gloria Carrión utiliza los dibujos personales de K para construir un retrato de la violencia de la dictadura en Nicaragua vista a través de la mirada de una adolescente. El abuso policial y el desparpajo de un Gobierno corrupto que ahonda en la herida de un país que se desangra va marcando el pulso de una historia que nos devuelve a una niña que no volverá a ser la misma después de la tortura y la cárcel.
Las otras dos películas extranjeras incluidas en la selección oficial del festival son And How Miserable is the Home of Evil del iraní Saleh Kashefi y Ventanas del venezolano Jhon Ciavaldini. El corto de Kashefi hace una arriesgada recreación de los últimos momentos de la caída del líder supremo Ali Khamenei, con una puesta en escena que recuerda más el espacio de un acto performativo que el de una película en sí.
Con Ventanas, Ciavaldini sumerge al espectador en un relato de desarraigo y violencia en la Venezuela de 2017, que es al mismo tiempo la Venezuela de Chávez y Maduro. Construido a partir de la comunicación con su madre desde el exilio en Buenos Aires y de videos tomados desde la distancia endeble de una ventana, el espectador asume la posición de un testigo que observa aterrado el horror de la represión bolivariana.
COMPOTAS PARA EL POSTRE
La inclusión del documental Veritas de Eliecer Jiménez en la selección oficial del festival ha acabado de agitar el avispero. La he dejado para el final porque de alguna forma simboliza el sentido más primario del Instituto de Artivismo «Hannah Arendt», el valor de sus miembros, sus colaboradores y fundadores.
Se trata de esas películas que te recuerdan la profundidad en la que una doctrina puede mantener enterrada tu mente. Mientras más profundo, más oscuro. Por eso muchas personas se sorprenden cuando descubren que en ese documental sobre Playa Girón el punto de vista es el de los cubanos de carne, hueso y alma que conocimos como «los mercenarios». Hombrecitos disfrazados de camuflaje. Torpes, cobardes y fáciles de apresar. Caminando en fila, cabizbajos como si hubieran nacido para la derrota.
Cuando Eliécer Jiménez concibió la película sabía que tocaba uno de los temas más delicados de la historia de la Revolución. También debió intuir que tenía entre manos un tema de gran interés. Más allá de la luz que se pueda arrojar a partir de los testimonios de los veteranos entrevistados, la película funciona incluso sin proyectarse. Fue lo que sucedió en las horas previas a la inauguración del IV Festival de Cine Instar, por el revuelo que está causando entre la cúpula del Estado cubano, como evidencian los respectivos tuits del ministro de Cultura Alpidio Alonso y de Abel Prieto.
«¿En nombre de qué libertad, a no ser la de destruir la Revolución, puede pedirse que nos entendamos con quienes hacen parte de esta nueva operación pagada por la CIA contra el proyecto colectivo del pueblo cubano? ¿Qué patriota podría llamar nuestro al cine contrarrevolucionario?», escribió Alonso Grau.
«Otra operación a gran escala vs. la cultura revolucionaria: el Festival de Cine Instar. Una vez más pretenden dinamitar la institucionalidad cultural con el empleo de “líderes” pagados por nuestros enemigos. Nos subestiman nuevamente», escribió Prieto.
Viendo las reacciones, la verdad es que no sé por qué el Gobierno no acaba de explotar el negocio de fiscalizar con algún impuesto la lista interminable de asalariados que tiene en nómina la CIA dentro y fuera del país.
Veritas, un reposado pero emocional relato de algunos de los miembros de la Brigada 2506, desgrana el proceso de la preparación, el entrenamiento y la llegada a las costas cubanas, así como la decisiva influencia de J. F. Kennedy en el fracaso de la operación.
El testimonio de los veteranos de Bahía de Cochinos se va reconstruyendo en el espectador con la amargura del que se siente traicionado. Una amargura que se acrecienta por la vulnerabilidad del que actúa por sentimientos que pueden confundirse con la inocencia. Por eso duele cuando esos hombres reconocen que han sido abandonados a su suerte. Saben que no van a ganar y se enfrentan a un destino totalmente incierto.
En aquel momento nos enseñaron que fueron cambiados por compotas.
Si nos atenemos a la historia, tanto para ellos como para nosotros, la elipsis no solo ha sido más cruel, también está siendo mucho más larga.
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Carla Valdés León: “Creo que todos los personajes y las historias tienen un trasfondo de tragedia”
Por MAYTÉ MADRUGA – 06 diciembre, 2023
RIALTA
Carla Valdés León compite en la cuarta edición del Festival de Cine INSTAR con su película Los puros (2021), disponible para el público cubano, desde este lunes 4 hasta el 10 de diciembre, a través de la plataforma online Festhome. También se podrá ver desde este martes hasta el jueves en el Laboratorio Arte Alameda, en la Ciudad de México; así como el propio jueves 7 en la Maison de l’Amérique Latine de París, y el próximo domingo 10 en el Centro Cultural General San Martín, en Buenos Aires.
Dichas presentaciones como parte de la cita fílmica impulsada por INSTAR son el motivo de esta entrevista. “Un podcast”, vía WhatsApp, tal como lo definiera la propia realizadora, que nos ha dado la oportunidad de hablar sobre sus padres, el archivo, el cine como arte colectivo, y siempre de Cuba y sus memorias.
El archivo familiar se ha convertido en una herramienta imprescindible para la cinematografía mundial. ¿Cuánto te aportó y/o te estorbó ese archivo en esta película?
Para hablarte del archivo lo voy a separar un poco. Hay algo que a mí me apasiona mucho del archivo familiar: es el registro de ti que no has hecho tú. O sea, estas primeras imágenes donde aparezco yo, donde aparecen mis padres, le da un poco de sentido a la película, porque de ahí es donde yo vengo, esa es mi historia familiar, y por supuesto esos son mis “puros”, mis padres. Y es una historia que no empezó con la película, sino que yo vengo escuchando las canciones, en las reuniones familiares, desde mi infancia. Soy capaz de saber qué fue la URSS como para saber que yo no nací ahí. Entonces eso es como un tesoro que uno encuentra, sobre todo cuando quieres empezar a contar tu historia. O sea, contar desde lo íntimo, desde lo familiar, desde lo personal.
El archivo es un tesoro que te encuentras, y si vas buscando –depende del momento y depende del producto en el que estés– vas a encontrar claves, mensajes encriptados ahí, que de pronto van a funcionar muy bien con lo que estás pensando, porque, por supuesto, eres la misma persona, el mismo río: de ahí vengo. Y me permite –imagino que a muchos cineastas también– mirar a ese registro no hecho por ellos o por ellas desde un lugar en que pueden entenderlo de manera diferente, y desde el que van a crear algo con eso.
Pero me gustaría aclarar que el archivo de la película vino mucho después. El proceso fue un poco diferente a otras cosas que yo he hecho. Días de diciembre y la película que terminé [hace poco], son películas que he pensado [previamente] –y hemos pensado, porque ya en la otra trabajé con Lisandra López Fabé y con el equipo mucho más desde la concepción misma. Siempre he tenido una idea de qué película voy a hacer, y luego la filmo, o la voy filmando, pero ya voy creando ideas [antes]. En este caso, Los puros es una cosa muy extraña, porque yo sabía que mis padres se iban a encontrar en esta casa con esos amigos, que venía de Alemania este amigo, Gilberto, a quien no veían hace treinta años, y yo dije: “Bueno, me llevo mi cámara, me llevo un trípode, me llevo todos los equipos que tengo y, de paso, me llevo las fotos de mis padres, y vamos a ver.
Quién sabe lo que salga”. Busqué un proyector de diapositivas. De hecho, fue un préstamo de una señora creo que de Azerbaiyán o algo así, quien había ido a vivir a Cuba cuando la Unión Soviética: se había casado con un cubano, y llevaba toda la vida trabajando y viviendo en Cuba; ella estaba vendiendo su proyector ruso de diapositivas y me lo prestó cuando le conté más o menos la historia: “Te lo presto”, me dijo, “y luego me lo traes”. Pero fue un poco así: o sea, cámara, foto, proyector; mis padres iban a estar ahí, yo iba a estar ahí… Y dije: “¿Por qué no?”.
Siempre había querido, todavía quiero, hacer la película de mis padres. Hacerla de esa historia que es como un cuento infantil, el cuento romántico de una película rusa, como una historia génesis. Para mí la película de mis padres es todo eso; es la historia de amor, sus amigos, la URSS, el ruso, las canciones, los libros: un lugar lejano, un lugar completamente imaginado. Creo que por esa intuición es que me llevo la cámara y filmo. Filmo todos esos días. Al principio fue probando: este plano me gusta porque la casa es bonita y vamos a filmar el mantel y vamos a filmarlos a ellos desayunando y el mar y todo eso. Lo que sucede es que empieza a ocurrir lo que pasa en la película: el reencuentro. Y yo voy sumando más y más, y me doy cuenta de que con lo que estoy filmando, evidentemente, puedo empezar a contar la historia de mis padres. La película de mis padres. Durante esa semana, que fue lo que duró el rodaje, me sentaba al final del día y anotaba lo que filmaba, lo que sentía que estaba pasando, o tal vez esto que pasó aquí, o me gustaría que mañana ellos hicieran esto… Y así se empezó a convertir de una cosa más intuitiva en un rodaje más de “Ok, aquí voy ahora a sentar a mis padres”. Y cuando llegó el tiempo de la diapositiva ya yo sabía que estaba filmando para algo.
Por eso también elegí el plan de la diapositiva, porque solo quería filmar las imágenes. No los iba a filmar a ellos hablando, ni riéndose, ni conversando, ni nada de eso; simplemente la imagen proyectada, y ponerlos delante en la imagen. Ya esas fueron elecciones posteriores. Entonces, por supuesto, la película es un registro mío de un momento muy atravesado por la emoción, por la intuición y por el deseo de contar esa historia, que luego en montaje se convierte en Los puros.
Fue un poco así; por eso te digo que el archivo vino después en el montaje. Empezamos a montar las imágenes que había filmado y, luego, mucho después, digitalizando estos VHS que mi abuela me había dejado, y con los que yo estaba en otro proceso con el archivo familiar, aparecen estas cosas y decimos: “Bueno, vamos a usarlo, porque esto me dice por qué estoy filmando a mis padres de esta manera, en este lugar”. Creo que también en esas primeras imágenes de archivo hay una mezcla –porque están las primeras imágenes de VHS, más de los noventa, que son las que filmaron mis tíos. Mis familiares, cuando venían de Estados Unidos, filmaban este tipo de cosas con una cámara que traían. Pero el viaje final, en el que estamos llegando a esa casa, ese viaje en archivo ya empieza a ser un registro que yo sí filmo, pero con mucho menos edad. Tenía quince años cuando tuve mi primera cámara de video. Entonces, la mezcla de todas esas imágenes es lo que me ha llevado a registrar estas otras imágenes ahora, y ese es el sentido de ese primer archivo.
En cuanto a las diapositivas, a mí siempre me han apasionado las fotos de mis padres, los jóvenes que están retratados en esas fotos; parecen de otro tiempo y de otro lugar, porque están en otro tiempo, en otro lugar, por supuesto, pero para mí hay una distancia entre esos jóvenes y mis padres. Y tiene que ver con esa historia de amor, con esa inocencia, con la esperanza de un futuro mejor, con la belleza. Desde niña yo veía las fotos todo el tiempo; mi papá las ponía en un proyector que había en la casa. Entonces yo las tenía muy presentes, y me parecía hermoso hacerlos verse treinta, cuarenta años después. Creo que esas imágenes tienen la capacidad de contar una historia por sí solas, y es un poco lo que intentamos hacer con el montaje de la diapositiva, que fueran como una pequeña historia de ellos dentro de esa otra historia que es el reencuentro.
Como cineasta te interesa mucho el trabajo con el archivo. Si le tuvieras que dar una justificación o una explicación a esto, ¿cuál sería?
Me apasiona el archivo; no sé: es un poder, una debilidad. He trabajado con archivo institucional, archivo ICAIC, archivo de la televisión cubana, archivos de hemeroteca, Biblioteca Nacional, en fin… Con el archivo tengo como un punto de delirio. Me gusta mucho el edificio y el espacio del archivo, la organización, las dinámicas de cuidado del archivo; me parece que es hermoso filmarlo, y también doloroso. El espacio del archivo tiene una atracción muy potente.
También el archivo familiar, por otro lado, a mí me llama mucho, por eso que te comentaba antes. Porque encuentras en él claves para entender por qué haces las películas que quieres hacer. A mí me funciona de esa manera, no sé. Ahora mismo estoy en el proceso de escritura del proyecto que estoy desarrollando, y, revisando un material de archivo familiar –que tampoco es que tenga mucho que ver con el proyecto–, hay como una escena pequeña donde yo estoy filmando a mis padres: de pronto, entiendo por qué lo hago. O sea, cómo en la completa inocencia e ingenuidad de los quince años, y con una cámara por primera vez en la mano, empiezas a filmar a tus padres y, cuando te ves ahora, que lo haces con más conciencia, entiendes por qué lo empezaste a hacer de cierta manera. Entiendes desde dónde los empezaste a mirar, y eso es súper importante. A veces en el archivo familiar yo encuentro esas respuestas. A mí me funciona mucho para trabajar, me funciona mucho para pensar las cosas, y creo que tiene que ver, en este caso también, la parte del archivo familiar, con el lugar, con la legitimidad desde la cual quiero hablar. Quiero hablar de ciertos temas un poco complejos –o que tú sientes que no pertenecen a tu generación, que no es tu historia, porque no lo viviste–, y a través del archivo, de la historia familiar, puedes entrar ahí, porque todos tenemos una historia personal, y partir de eso yo puedo entrar a hablar, por ejemplo, de la URSS.
A mí no solo me interesa contar la historia de mi familia, o de tres combatientes de Angola, o sobre mis abuelos; no es eso exactamente lo que me interesa. Me interesa cómo, a partir de esas emociones o historias familiares, yo puedo lograr entender por qué nos comportamos de la manera en que nos comportamos como cubanos o como familias cubanas ahora. Porque yo tengo tantas contradicciones a la hora de entender ciertas cosas, o no entenderlas, o al acercarme a ciertos temas… En general, tanto Días de diciembre como Los puros, como la película que estoy haciendo ahora, intentan hablar un poco de Cuba y ser parte de una búsqueda para entender quién puedo ser yo –y mi generación– dentro del mapa político y social de la Cuba que nos toca vivir y que nos tocará vivir, que está llena de territorios minados y de lugares a los que no sabemos cómo entrar. Eso me interesa mucho, y el archivo me permite hacerlo.
Tiene sus matices. A veces el archivo institucional tiene ya la imagen trabajada y editada, y una narrativa hecha, pero, si logras quitarte un poco ese caminito que te han construido, y empiezas a ver solamente las imágenes o escuchar solamente los audios, empiezas a encontrar otras claves. Y eso es para mí el archivo: es un lugar donde puedo encontrar claves para entender.
A mí me emocionan proyectos como el de Lxs archivistas salvajes. Por otra parte, me parece importante que el nuevo presidente del ICAIC, Alexis Triana, hable sobre la necesidad de rescatar el archivo; pero también me da temor el entusiasmo efervescente, pues toma mucho tiempo invertir y poner en orden el archivo. Y eso requiere también el respeto a las personas que trabajan ahí, que han trabajado con pocas o casi ninguna garantía laboral, ¿sabes?, de seguridad, y sin los insumos que hacen falta, o las tecnologías que hacen falta… Y a veces estas cosas tan de ahora para ahorita lo que hacen es violentar un poco esos procesos. Yo tengo mucho miedo con eso. Me eriza, porque ya bastante se ha perdido. Demasiado se ha perdido de los archivos físicos en Cuba, y realmente no quisiera que se perdiera más. Y a todo eso le sumo la preocupación, siempre, de la censura del archivo.
Porque uno habla de la censura a las películas ya terminadas, que se ponen o no se ponen en festivales…; pero con el archivo hay un proceso de censura que pasa por poner o no poner a disposición del público lo que quieren o lo que no quieren que se vea. Y también ocurre que lo que no [quieren que sea visto] suele echarse a perder, pudrirse en un archivo, y luego se bota. Y a veces la censura no es ni siquiera ideológica; puede ser: no nos interesa el descarte de esta película. Pero, bueno, en el descarte de esa película hay un registro, un momento o un proceso que es muy importante, que puede ser muy importante para el mapa fílmico del país. Para la historia del país.
¿La representación y/o recreación de la historia por tus mismos padres y su grupo de amigos fue algo que trabajaste con ellos en el proceso de preparación del filme o dejaste que saliera de forma “natural” en la grabación?
La representación de la historia de mis padres salió de manera bastante espontánea, natural y muy intuitiva, tanto por ellos como por mi parte. El equipo de rodaje de esta película éramos yo con una cámara y la persona que era mi pareja en ese momento, que hacía el sonido; o sea, un sonido y una cámara pobrísimos. Lo que mejor se filmó está ahí en el corto, y luego en la postproducción, sobre todo de sonido, Glenda [Martínez Cabrera], que fue la sonidista, hizo maravillas para que la película se escuchara de la mejor manera posible. Pero evidentemente fue un rodaje muy casero, muy homevideo, muy de la intuición del momento y muy del pacto con ellos.
Lo que a mí siempre me ha dejado feliz, tranquila y orgullosa del trabajo que hicimos todos en esa película, es que hubo un pacto tácito desde el inicio. De hecho, está la imagen al inicio de la película en que Gilberto se vira y me dice: “Pero si me están filmando…”; o sea, filmarlos nunca fue un problema. La cámara estaba ahí y ellos sabían que yo estaba filmando todo el tiempo, y no hubo miedo ninguno; al contrario, yo sentí que se daban a la imagen. Fílmame, registra este momento, que es importante para nosotros. Había una sensación de: “Esto es importante para nosotros y vale la pena dejar registro; vale la pena dejar nuestra historia para el futuro”. Y eso es hermoso. Ese pacto con mis padres y con los amigos de mis padres es hermoso. Incluso, después de terminada la película, la han visto algunos en el cine, otros en la casa, y a veces los comentarios eran: “No nos imaginábamos que fueras a hacer algo así”. Un poco siempre hay como ese me estoy mirando, pero a la vez es como: “Qué bueno que quedó hecho; qué bueno que quedó esta historia de nosotros”. Y eso me parece muy lindo. Estoy muy feliz con ese proceso.
Los puros es la primera vez que trabajas con una guionista para documental, Lisandra López Fabé. ¿Qué te llevó a tomar esta decisión? Además de la función obvia de un guionista, ¿qué aportó López Fabé a la película?
Yo empecé a trabajar con Lisandra [Liso] cuando estaba editando Los puros, pero en el proceso de La línea del ombligo, que ya está terminada. Había empezado a trabajar con Liso como guionista de La línea del ombligo, y le comenté de Los puros y se sumó a un proceso donde ya había un corte de montaje, estaba trabajando con Lilmara Cruz Pavón, a quien también incluyo en esta respuesta porque creo que es muy importante este trinomio –Lilmara, Lisandra y yo– en la edición final de Los puros.
Más que tener a la guionista, era tener a Lisandra como persona. Comencé a hablar con ella, comenzamos a compartir maneras de ver el cine, de ver las historias, de acercarnos a contarlas. Con Lisandra fue espectacular; no solo porque es increíblemente talentosa y porque sabe tejer una historia de inicio a fin, tiene oficio, sino además porque tiene una sensibilidad increíble. Y lo que para mí es más importante: juntas hemos creado una hermandad fuerte y nos vemos una en la otra. Ella sabe entender por qué yo lo hice de esta manera o no, qué me falló o no, y sabe cómo ayudarme a encontrar mejor la historia. En ese sentido, desde esa hermandad, fue que empezamos a terminar de editar.
Y, luego, Lilmara […]. Yo no tenía un guion para Los puros; yo lo filmé, como te conté, sin escritura previa. Empecé a trabajar con Lilmara –a quien también me une una hermandad y una amistad muy grande, y nos entendemos muy bien–; eran muchas escenas y yo le di el material, y le dije: “¿Dime qué tú encuentras aquí? ¿Qué ves en este momento?”. Lilmara también editó mucho sola, pues ella conoce el material y conoce a mis padres y entiende también perfectamente lo que está en el centro de mis motivaciones. De la misma manera que lo entendió luego Lisandra. Y, claro, cuando tú trabajas con esas dos personas –que son capaces de querer a tus padres de la misma manera, […] de quererlos, cuidarlos; [capaces] de encontrar la emoción de la película y de entenderme a mí: por qué yo estaba haciendo una película sobre mis padres en ese momento y [por qué] filmaba de esa manera– es ideal.
Esta película es de nosotras. Luego, Glenda, en postproducción de sonido, aporta mucho a lo narrativo. Yo tuve un equipo hermoso. También Claudia Ruiz, quien hizo la corrección de color, y hay una relación muy cercana con ella. Trabajar con un equipo con el que me sentía hermanada: eso es fundamental. No podría trabajar de otra manera; he intentado otras cosas y no han salido bien.
Creo que no hay un guionista para documental y un guionista para ficción. Sí, Lisandra ha hecho mucho guion de documental, pero también puede escribir un guion de ficción o un cuento o una novela. Ella lo que tiene, más que saber escribir para las películas, es que sabe entenderlas; […] cuando se involucra, lo hace de lleno, y te deja compartir con ella todo: lo que te preocupa, lo que te da miedo, lo que no te gustó, o sí te gustó, lo que te gusta y no sabes por qué te gusta… Se convierte en una amiga, en una hermana, en una compañera.
Liso nos ayudó también a encontrar la estructura final de esta película. Teníamos muchos momentos, en el corte anterior, que reubicamos de manera que la estructura de la película fuera más en dirección a esa emoción final de mi mamá cantando. Eso es un hallazgo que fue, en grandísima parte, gracias a Lisandra, porque ella sabe encontrar esa fibra de las películas.
¿Considerarías Los puros un aporte a la construcción colectiva de una memoria cubana? ¿Por qué?
No sé. Ojalá. Estaba viendo algunas cosas hace poco, pensando un poco en esto de la memoria fílmica cubana. Sobre todo, porque veo muy poco registro del presente. En otros momentos se filmaba “profesionalmente”, mucho, todo el tiempo, lo que ocurría; ahora se filma muy poco. Y eso me tenía pensando bastante.
Hace unos meses, Jose [José Luis Aparicio] y yo hicimos la curaduría de una muestra de películas cubanas recientes y no tan recientes en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, con filmes de Nicolás Guillén Landrián y de Sara Gómez. Y estaba pensando en ese cine más contemporáneo, más cercano a nosotros, y en cómo ahí está el registro emocional de una generación –porque no va a ser el registro documental de lo que sucede en la calle, y de lo que está pasando todos los días, como pudo haber sido el Noticiero ICAIC Latinoamericano, por ejemplo; pero es el registro emocional. Creo que tiene que ver un poco también con los géneros que están trabajándose en el cine: o sea, la ciencia ficción… bueno, el humor siempre… Estaba pensando mucho en eso: en el registro emocional de un tiempo y de una generación.
Creo que todos los personajes y las historias tienen un trasfondo de tragedia; son historias o personajes que han sido traicionados, burlados o [se han] desencantado de su historia, sin posibilidad de redención. Han quedado fuera […] de su historia e intentan siempre […] volver a montarse en ese tren; […] pero es imposible. Eso es una cosa de tragedia, pero eso está en la comedia, en la ciencia ficción, en el documental más clásico –como puede ser Los puros–, o en algo más experimental. Yo siento ese trasfondo en el cine cubano más reciente, y por eso te decía que esa memoria fílmica cubana es más emotiva que de registro documental in situ, directo, del momento, del día. Ojalá que una película como Los puros puedan ser parte de eso en un futuro, y que alguien pueda leerla de esa manera. No buscar en Los puros cómo era la generación de mis padres con cincuenta y tantos años, sino entender un poco sus miedos y su deber ser como generación a la cual se le prometió el mundo y más.
A mí a veces me da un poco de dolor decir eso sobre los padres, pero es cierto: esa generación, que estudió en la Unión Soviética, se formó en la esperanza de un proyecto colectivo que prometía mucho más de lo que cumplió. Cumplió cosas, pero no las cumplió todas, y sobre todo los dejó tirados en algún momento, sin explicaciones, cuando empezaban sus carreras, sus vidas, y tuvieron que recomponerse. Tuvieron que volver a armar[se en medio de] ese destrozo, ellos mismos, y solos, sin la compañía del gran Estado protector, sin la compañía del gran proyecto social. Al contrario, [lo hicieron] problematizando cada día, y ahora mucho más profundamente, ese proyecto social que ya no es lo que ellos desearon que fuera.
Pero yo no quiero verlos a ellos solo en esa tristeza. […] no es solo que hayan tenido que rearmarse solos, sino que lo hicieron de alguna manera. Y mi interrogante es cómo lo hicieron, para hacerlo yo, o para hacerlo de una manera diferente. Porque hay […] coraje también en la generación de nuestros padres. Tal vez, para muchos, no es el coraje que hubieran deseado, pero yo sí siento que han sido muy corajudos, han sido muy corajudas, y hay que aprender un poco de ellos también. Y entenderlos para juzgarlos mejor. Yo lo hago siempre desde el amor; no puedo hacerlo de otra manera.
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Carla Valdés León Nota Leer más »
Mujeres que sueñan un país
Por Mariana Martínez Bonilla – diciembre 07, 2023
LOS EXPERIMENTOS – BLOG DE CINE
El dramatismo de los sucesos no es descartado por Fraguela en Mujeres que sueñan un país. Al contrario, es desde la inconformidad y la rabia que su trabajo toma posición y ofrece una visión panorámica de la genealogía de los acontecimientos y de sus desencuentros con un régimen político que buscó aplastar con toda su maquinaria represiva cualquier intento de sublevación. Sin renunciar a las potencias expresivas del medio audiovisual, en favor de la narración, este documental potentemente ético y reflexivo, que se suma a una larga lista de obras reaccionarias que se enfrentan al totalitarismo en Cuba como las obras del propio Luis Manuel Otero Alcántara, los poemas de Bisquet y el arte político de Tania Bruguera, busca hacer inteligibles los acontecimientos que se han vivido en cuba en los últimos años, como parte de un contexto más amplio y profundo en el que las mujeres han tomado la palabra para abanderar la lucha por un estado democrático y libre.
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Veritas
Por Mariana Martínez Bonilla – diciembre 03, 2023
LOS EXPERIMENTOS – BLOG DE CINE
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Taxibol
Por Mariana Martínez Bonilla – diciembre 03, 2023
LOS EXPERIMENTOS – BLOG DE CINE
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¿Por quién dobla la campana de ‘Mafifa’?
Por ANTONIO ENRIQUE GONZÁLEZ ROJAS -20 noviembre, 2023
RIALTA
Según confiesa al inicio de su segundo largometraje, Mafifa (2021), Daniela Muñoz Barroso está aquejada de una “hipoacusia bilateral progresiva” que le impide percibir los tonos agudos del mundo, justo como los que emanan de las “campanas” en las congas tradicionales de la ciudad de Santiago de Cuba, cuyos fragores punzantes doman y encauzan las reatas de tambores, sus estampidas graves, hacia rumbos no precisados pero contantes. Pues en la conga solo importa el movimiento, el avance. Es un perpetuum mobile de sonido y furor que viaja hacia sí mismo en la más absoluta y urobórica autosuficiencia.
Gladys Esther Linares, más conocida como Mafifa, es considerada por los devotos de la conga santiaguera como la “campanera mayor”, objeto de culto, veneración y mito desde su repentina muerte en 1980, justo al borde de los carnavales de ese año, mucho antes que naciera la propia realizadora.
Pertenece a un tiempo antes del tiempo de Daniela. Es una presencia en fuga hacia el pasado que deja una estela aún perceptible, pero en ineluctable desmoronamiento; justo como las pocas fotos borrosas y quebradizas que algunos de los testimoniantes extraen de astrosos álbumes y precarios archivos personales. Las pupilas que la vieron viva están ajadas y empañadas. Los periódicos que refieren algo de su vida y de su muerte se quiebran al menor roce.
Lo material escora y se va a pique en las aguas del olvido. Los sonidos gestados por Mafifa en las congas nunca fueron grabados, y sus ecos van apagándose en las memorias de quienes los escucharon alguna vez. Quizá, más que el tintinear metálico, recuerdan la impresión que este les causó. El sonido convertido en sentimiento; una operación de pura alquimia emocional. Mafifa también es una sensación, un estado del ser que hace brillar los ojos de los entrevistados ante la cámara de Muñoz Barroso, y una fuerza que invocaba su discípulo más fiel cuando se sentía flaquear en medio de la conga. Es un grito poderoso y vigorizante. Una ausencia densa. Un elemento integrado al aire que respiran todos los que viven para y por la conga.
Mafifa se mantiene siempre a un campaneo agudo de distancia de Daniela, quien todo el tiempo se empeña en bordear esa frontera biológicamente infranqueable para descubrir y entender a la mujer de carne y hueso que reinó sobre un paraje casi exclusivo de los hombres. Una papisa irrepetible que dejó huellas dispersas, de aleatoria coherencia, en un mundo ya también incapaz de escucharla.
El retrato de la campanera que consigue la película es tan complejo como fragmentario, dislocado, trunco. Se mixtura y completa con el que, simultáneamente, la propia Daniela Muñoz Barroso va tejiendo de sí misma como sujeto también fragmentario, en pugna con las deficiencias perceptivas que condicionan su diálogo con el mundo y la desafían a reimaginar lo silenciado a través de una mirada confesional, que a su vez incita a una fotografía de primeros planos, planos detalle, encuadres angostos, fijeza inestable. La joven cineasta se aleja significativamente de su previo documental, ¿Qué remedio? La Parranda (2017), en el cual, para investigar sobre otra de las tradiciones festivas cubanas más arraigadas, las Parrandas de Remedios –en el centro del archipiélago–, optó por una fotografía mucho más funcional, expositiva, que velaba y protegía las vulnerabilidades íntimas que en Mafifa se convierten en esencia.
Como sospecha que la totalidad del mundo resulta para ella aún más inatrapable, Muñoz Barroso se aferra a los detalles, y los expande, los agiganta en cada fotograma, concentrándose en leerlos como posibles agüeros, símbolos que encierran verdades universales, mapas condensados del pasado y el futuro, canales expeditos para acceder al Universo. De lectora de labios –para adivinar las palabras que vadean su campo auditivo–, se vuelve descifradora de rostros, de caligrafías gestuales, de signos corporales. Su vista está entrenada en la decodificación de sutilezas.
Los rostros, los cuerpos y los espacios, captados siempre con encuadres muy cerrados, invitan a mirar como mira Daniela Muñoz Barroso, a entender su mirada, su idea del mundo; pero a la vez convidan a explorar las tramas más leves y secretas de la realidad, a entrenar la sensibilidad, a trascender superficies, a suprimir sentidos físicos para ceder paso a la percepción extrasensorial, al tercer ojo.
Cuando le presentan el primer retrato de la campanera legendaria, Muñoz Barroso echa el lente sobre la fotografía de difuso blanquinegro –probablemente una copia de una copia, o una ampliación de una copia de una foto pequeña–, quizá con el instintivo impulso de leer sus labios, para percibir el llamado silencioso que Mafifa parece a punto de hacerle desde el pasado. Asistimos entonces a un momento casi místico, donde se sublima todo el discurso de la película.
Mafifa es también uno de estos canales de naturaleza misteriosa e inaprensible riqueza simbólica a través de los que la película busca acceder a un tercer ámbito mucho más relacionado con ¿Qué remedio?…: la indagación antropológica sobre la conga santiaguera y sus estratos paroxísticos, catárticos, trágicos; sobre sus efectos en esos individuos que, según ciertas perspectivas costumbristas, ya complacientes, ya despreciativas, tienden a diluirse en una masa despersonalizada, en el jolgorio amorfo con actitud de colmena, en un sujeto colectivo y unívoco.
En su (saludablemente) empecinada brega contra los planos generales, que para ella terminan representando la incomunicación y la ininteligibilidad, Daniela Muñoz Barroso se dedica a desmenuzar una conga en rostros particulares, a mirar a los ojos, a leer los mapas faciales y revelar secretos posibles. Nicolás Guillén Landrián (En un barrio viejo de 1963; Los del baile de 1965), y sus reflexivas deconstrucciones/cartografías de los grupos cubanos más humildes, gravita sobre ella como otro espíritu tutelar, aparte de Mafifa. El rostro estridente de mujer en que se congela el plano del título de Memorias del subdesarrollo (Tomás Gutiérrez Alea, 1968) está por aparecer de un momento a otro. ¿Y dónde está Mafifa? ¿Dónde está Daniela?
Como parte de la programación del IV Festival de Cine INSTAR, Mafifa estará disponible para los públicos cubanos el martes 5 y el domingo 10 de diciembre, a las 7:00 p.m., en la plataforma online Festhome. Asimismo, la película se proyectará el viernes 8 de diciembre en la Zumzeig Cinecooperativa de Barcelona, España, mientras que el sábado 9 está programada su exhibición en el Centro Cultural General San Martín, en Buenos Aires, Argentina.
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Proyección especial de la película cubana ‘Corazón azul’ en París
Por Paulo A. Paranagua – 05 noviembre, 2023
RIALTA
Corazón azul (2021), producción independiente rodada en Cuba, es la película cubana más inventiva y original desde los grandes clásicos de los años sesenta.
El director Miguel Coyula, de 46 años, entabla un diálogo con Memorias del subdesarrollo (1968), de Tomás Gutiérrez Alea. Tiende un puente entre los intelectuales de la etapa romántica de la Revolución castrista y la joven generación de artistas contestatarios, quienes han adoptado como himno la canción “Patria y Vida”, retomada en las manifestaciones populares #11J. Destacados representantes de la generación intermedia, como el cineasta Fernando Pérez y, más adelante, los músicos de la banda punk/rock Porno para Ricardo también forman parte del elenco de Corazón azul.
Miguel Coyula es un magnífico creador de formas, que combina la experimentación vanguardista con el amor por los géneros populares. Corazón azul es en parte ciencia ficción, en parte thriller, y también toma prestado de la animación. Esta hibridez produce constantes sorpresas y nuevas sensaciones. El humor atempera la tragedia de unas situaciones donde la alucinación brota de lo cotidiano. La lógica del collage domina la inserción de extractos de telediarios o documentales.
Sin embargo, cada imagen se procesa y transforma en el ordenador, una herramienta tan valiosa como la cámara para el autor: cámara-pincel y pantalla-lienzo para un artista visual brillante. La invención de la puesta en escena y el deslumbrante trabajo sobre la imagen nos sumergen en una visión de La Habana fuera de lo común. Los protagonistas están poseídos, impulsados por fuerzas superiores.
El mensaje es decididamente moderno e iconoclasta, ya que Corazón azul ataca la mitología del “hombre nuevo” anunciada por la Revolución cubana. Coyula imagina al régimen recurriendo a la manipulación genética para lograr este objetivo, con resultados tan decepcionantes como los experimentos de Fidel Castro con vacas lecheras o con la agricultura. Sin embargo, el argumento de Coyula es universal: la ciencia promete ahora la felicidad de la humanidad y la salvación del planeta, aunque a veces implique tomar iniciativas intrusivas, tanto en los cuerpos como en las mentalidades.
En mi opinión, Corazón azul es una de las revelaciones más apasionantes del cine del siglo XXI.
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Entrevista a José Luis Aparicio, curador de la IV edición del Festival de cine INSTAR
Por David Obarrio – 5 diciembre, 2023
PERRO BLANCO
Del 5 al 10 de diciembre, con la coordinación del cineasta Ricardo Figueredo, CADAL (Centro para la Apertura y Desarrollo de América Latina) presenta en la sala Manuel Antín del Centro Cultural San Martín de la ciudad de Buenos Aires el IV ciclo de cine del Instituto Hannah Arendt que dirige la reconocida artista cubana Tania Bruguera. La entrada es gratuita y las vacantes están limitadas a la capacidad de la sala.
Aparicio tuvo dos películas extraordinarias en sendas ediciones del BAFICI: el largometraje Sueños al pairo (2021) y el mediometraje Tundra (2021), que funcionan como radiografías de un malestar particular extendido como un manto funesto sobre la isla de Cuba: el que afecta a las personas no sumisas a un régimen dictatorial cuando este ha adoptado una dinámica arbórea. Mil formas de control microscópico con las que el fascismo dirige, inspecciona, supervisa, habita las mentes de los que están bajo su gobierno. Una noticia más o menos alentadora es que las dictaduras también fallan. Bajo la sombra de esos resquicios se cuela un deseo eterno de autonomía. Las películas libres se hacen; el ingenio, el coraje, la esmerada impavidez de aquellos que se aventuran en campos minados sin pestañar pueden hacer la diferencia. Los directores emigrados o exilados como Aparicio obtienen la ventaja indecible de un ecosistema de libertad que, sin embargo, no garantiza todo. En la honestidad y la lucidez de cineastas como él reside la expectativa de un cine ajeno a complicidades camufladas o componendas; un cine capaz de sostenerle la mirada a los tiranos sin renunciar a la imaginación y a una independencia artística verdadera. El cine puede ser libre cuando su identidad no está regulada tampoco por la aquiescencia de un inventario retórico de carácter global. Mientras haya vida en las imágenes habrá esperanza.
Aparicio, que reside actualmente en España, explica pormenores de la curaduría a su cargo y ofrece detalles de la situación de un cine bajo el peso de amenazas y restricciones de todo tipo.
DO: ¿Cuál fue el criterio general que usaste para armar esta muestra?
JLA: Desde la primera edición del Festival de Cine INSTAR, el principal objetivo del evento ha sido la promoción y exhibición del cine independiente cubano, producido dentro o fuera de la isla. El summum fue la gran retrospectiva del año pasado en la Documenta Fifteen de Kassel, Alemania, donde se proyectaron más de 160 audiovisuales de las últimas siete décadas. Esta exhibición, “Tierra sin imágenes”, la consideramos nuestro tercer festival. La cuarta edición presenta por primera vez una sección competitiva, con quince filmes que aspiran al Premio Nicolás Guillén Landrián. De estas obras, once guardan alguna relación con Cuba, pero decidimos incluir también a cineastas procedentes de países cuyas circunstancias sociopolíticas y de producción artística son cercanas a las nuestras. Excelentes cortometrajes de Nicaragua, Venezuela, Haití e Irán integran nuestra selección, así como el mediometraje “Taxibol”, filmado en Cuba por el cineasta italiano Tommaso Santambrogio, con una narración que explora la historia dictatorial de Filipinas. También presentaremos algunas películas de cineastas cubanos que ruedan en la diáspora, en las cuales se aborda la crisis migratoria que hace años atraviesa la isla. El concepto que nos guía es el carácter transnacional del nuevo cine cubano y su diálogo, cada vez más estrecho, con varias cinematografías del sur global, sobre todo la de aquellos países donde imperan gobiernos autoritarios que imponen la censura, la represión y el exilio a sus artistas. Desde el punto de vista curatorial, nos concentramos en obras estrenadas desde el inicio de esta década que indagan en algunos de los conflictos más álgidos de sus realidades inmediatas, muchas de ellas con un gran recorrido en festivales internacionales. Buscamos autores comprometidos con su sociedad y con su tiempo, pero que estén igualmente interesados en explorar los límites del lenguaje cinematográfico. A partir de miradas muy heterogéneas, las películas en nuestra selección son arriesgados y potentes ejercicios cívicos y expresivos. El cine que privilegiamos es aquel que entiende su postura política como algo inseparable del trabajo con la forma. Por otro lado, si se puede hablar de un asunto recurrente en la programación de este año, ese sería la emigración. La gran mayoría de los cineastas seleccionados vive fuera de sus países; a muchos de ellos ni siquiera se les permite regresar.
DO: ¿El cine cubano se ha vuelto “transnacional” para poder existir? Eso pasa con buena parte del cine mundial, pero se me ocurre que el caso cubano tiene necesidades muy precisas para que así sea.
JLA: Para poder existir y, añadiría, ser más libre. Desde hace aproximadamente treinta años, el cine cubano se realiza gracias a las coproducciones, sobre todo con Europa, y aquí también me refiero al cine oficial, a buena parte de sus comedias y melodramas costumbristas. En el caso del cine independiente, la escasez de fondos que lo impulsan dentro de Cuba y la insuficiencia de los que existen para abarcar el grueso de su producción, nos condiciona a buscar apoyos internacionales. Por otra parte, si se quiere escapar al aparato represivo, el cine independiente de la isla no debería optar a fondos del gobierno. En los últimos dos años, varias películas apoyadas por el Fondo de Fomento, que lanzó el instituto oficial de cine (ICAIC) en 2020, han sido censuradas en el Festival de La Habana y otros espacios culturales. Incluso una de ellas, el documental “La Habana de Fito” (2023, dirección de Juan Pin Vilar), fue exhibida en televisión nacional sin el permiso de sus autores, violando sus derechos y difamando su trabajo. A este contexto se suma la emigración de una gran parte de la comunidad de cineastas cubanos, un fenómeno fractal de la grave crisis migratoria que atraviesa el país en su historia reciente. Estos creadores siguen produciendo sus películas en distintos puntos de la diáspora, obras que mantienen un vínculo con Cuba, complejizan su panorama cultural y lo enriquecen con disímiles visiones. Es inevitable que estos cineastas también empiecen a reflexionar sobre sus nuevas regiones de acogida, y desarrollen conexiones con otros creadores y cinematografías. Creo que lo que a simple vista pudiera parecer un conflicto o una limitante, la condición de emigrados o exiliados de una buena cantidad de cineastas cubanos en la actualidad, podría verse también como una posibilidad, un reto creativo y productivo que ayude a que el cine cubano se expanda en nuevas direcciones y adquiera un carácter más libre y universal. Lo transnacional podría ser la clave para una necesaria transformación. Ahí están películas como “A media voz” (2019, dirigida por Heidi Hassan & Patricia Pérez), “La opción cero” (2020, dirigida por Marcel Beltrán) o “Llamadas desde Moscú” (2023, dirigida por Luis Alejandro Yero) como ejemplos de estos nuevos derroteros y puntos de fuga. No puedo dejar de mencionar que el documental de Yero fue recientemente censurado por la dirigencia cultural de la isla. La política cultural tropieza una vez más, pero el cine cubano está quizás más vivo que nunca.
DO: Entiendo entonces que hay zonas intermedias. ¿Existe esa “zona” de sueños imposibles, de compromisos a medias, de lo oficial y lo no oficial?
JLA: Supongo que sí. El aparato censor es terco y “efectivo”, pero no da abasto para censurar a todo el cine independiente; se concentra sobre todo en aquellas películas cuya incomodidad es más notable. Varias obras apoyadas por ese fondo oficial, que por lo demás es bastante reciente y otorga montos que palidecen frente a la aguda inflación, se han exhibido en festivales oficiales. Pero cada vez resulta más estrecha la zona de tolerancia gubernamental ante los gestos artísticos que cuestionen su statu quo y los conflictos más álgidos de aquella sociedad. Si algo evidencian estos últimos años, en lo que se refiere a la cultura cubana, es la inmensa fractura que se ha producido entre los artistas e intelectuales y las instituciones del gobierno. Ahora mismo hay artistas presos por sus obras e ideas políticas. Ahora mismo hay artistas desterrados. Por mucho que se intente dar la impresión de que no pasa nada, es una falsa tranquilidad que está siendo muy difícil de vender. Creo que el estado actual de cosas habla de un diferendo irreconciliable. Por suerte los artistas, donde quiera que estén, cada vez encuentran más formas de producir y exhibir su trabajo, se deshacen de cualquier dependencia de las instituciones oficiales.
DO: ¿El cineasta disidente filma como vive? ¿A media luz, como una sombra, como un conspirador, con la disconformidad como lema?
JLA: Eso que describes podría aplicarse a la gran mayoría de los cineastas cubanos independientes, más allá de sus grados de disidencia. Recordemos que cualquier expresión alternativa en un contexto totalitario se transforma invariablemente en un gesto político. El movimiento de cine alternativo, que se ha forjado sobre todo en los últimos veinte años, ha resistido condiciones productivas muy precarias y ha sobrevivido a la censura, la difamación y el no reconocimiento del gobierno. Ahora sobrevive también al exilio o a la emigración, según el caso. En el contexto de la isla no se puede pensar la etiqueta de lo “indie” como una suerte de rebelión ante el mercado, porque no se trata de eso. Hablamos de un país con una industria fílmica inexistente y un instituto de cine anquilosado que prohíbe más de lo que produce. Un organismo que prefiere estrenar en los cines películas de Hollywood de piratas a las películas de los cineastas nacionales. ¿Cómo se entiende que esa misma entidad quiera hablarnos de descolonización? Nuestro cine, como todo el arte independiente en Cuba, técnicamente no debería existir, pues nada en su contexto lo propicia, exceptuando la crisis que vive el país en todos los sentidos y la necesidad de expresarla, reflejarla, analizarla. La inteligencia, la sensibilidad y la valentía de los cineastas ha dejado un corpus fílmico atendible, que no solo existe, sino que es potente, arriesgado, diverso, y dialoga cada vez mejor con lo que ocurre en el cine internacional. Luego vienen las etiquetas, muchas impuestas por los medios e instituciones oficiales para deslegitimar e, incluso, criminalizar la creación. De todas esas la que prefiero es precisamente la que usas: “disidente”. No debería ser delito pensar de otra manera, disentir y discutir los problemas de cualquier sociedad. Creo que el cine ha demostrado ser una herramienta poderosa para escudriñar lo real. Ahora, hay siempre en estos términos un afán de homogeneizarnos, y los cineastas cubanos no pensamos de la misma forma. A diferencia del discurso monolítico y la verticalidad política del régimen, el gremio de cineastas es plural y bastante democrático, no tiene pensamiento de colmena. Esto enriquece sus obras, tan distintas estéticamente pero tan ligadas a un espíritu común: el de cuestionar, releer, reconfigurar una idea de país a partir de imágenes y sonidos que se desmarcan de la tradición para expandirse en direcciones aún insospechadas. Creo que de esa multiplicidad en las miradas da fe la selección de películas cubanas en esta cuarta edición del Festival de Cine INSTAR.
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El cineasta cubano Marcel Beltrán habla sobre música cósmica, casas nocturnas y el cero al final del camino
Por ANTONIO ENRIQUE GONZÁLEZ ROJAS – 04 diciembre, 2023
RIALTA
El largometraje documental La opción cero (2020), de Marcel Beltrán, inaugurará el IV Festival de Cine INSTAR, con su proyección en el Centre de Cultura Contemporánia de Barcelona (CCCB) este lunes 4 de diciembre. El viaje del evento comienza con una película sobre travesías, trashumancias, éxodos y naufragios en tierra firme.
Esta obra en concurso se exhibirá el jueves 7 de diciembre en la Maison de l´Amerique, en París. El viernes 8, podrá apreciarse en la Cinemateca Brasileira, en São Paulo, y en la Florida International University (FIU), en Miami. Se proyectará tambiéne domingo 10 de diciembre, jornada final del evento trasnacional, en el Centro Cultural General San Martín, en Buenos Aires.
La opción cero compite por los premios del Festival, pero otras dos películas de Beltrán han sido incluidas en el programa de Presentaciones Especiales, que busca expandir las cartografías del audiovisual contemporáneo. Casa de la noche (2016) y La música de las esferas (2018) estarán disponibles para los públicos cubanos en la plataforma Festhome, desde el lunes 4 hasta el domingo 10 diciembre, entre 10:00 de la mañana y 12:00 de la noche, y se proyectarán, además, el sábado 9 de diciembre, en la Cinemateca Brasileira de São Paulo.
En estos tres títulos se bifurca la mirada del cineasta, a manera de sendero fractal y proteico. Sus exhibiciones en la cita fílmica de INSTAR resultan en una especie de breve pero cardinal antología personal, que pone de relieve uno de los corpus fílmicos más llamativos de los últimos años en Cuba. Con Beltrán converso sobre las motivaciones, procesos, claves y resonancias de sus películas.
Aunque La música de las esferas está protagonizada por tus padres, su historia y su amor, ¿pudiera también considerarse una suerte de “autorretrato” audiovisual indirecto?
Sí, efectivamente. La música de las esferas es un autorretrato. Está clarísimo. En el cine contemporáneo la autorreferencialidad ha ganado muchísimo espacio. Durante la pandemia todos pensábamos que de alguna manera el cine se iba a desplazar hacia el reflejo de todo aquello que estábamos viviendo, y no fue así. Hubo un auge de una especie de “tercera ola del cine autorreferencial”, que además estuvo muy apoyado, por supuesto, por el uso del archivo. Eso creo que sí era previsible.
La música de las esferas era un regalo que en cierto modo yo me hacía a través de mis padres, con mis padres, pero en el que yo y mi hermano, Darío Beltrán, no íbamos a aparecer directamente en pantalla, viviendo las peripecias y cuestiones que plantea la película. Esa nunca fue la idea, desde el inicio, desde el primer inicio.
Ese fue un proyecto que hubo que ir trabajando poco a poco, lentamente, sobre todo con mis padres. Recuerdo que la primera nota era algo así como emprender un viaje con mis padres por aquellos lugares que marcaron su relación de pareja y a los cuales no querían regresar, a los que no habían regresado en mucho tiempo o nunca más habían regresado.
Según confiesa al inicio de su segundo largometraje, Mafifa (2021), Daniela Muñoz Barroso está aquejada de una “hipoacusia bilateral progresiva” que le impide percibir los tonos agudos del mundo, justo como los que emanan de las “campanas” en las congas tradicionales de la ciudad de Santiago de Cuba, cuyos fragores punzantes doman y encauzan las reatas de tambores, sus estampidas graves, hacia rumbos no precisados pero contantes. Pues en la conga solo importa el movimiento, el avance. Es un perpetuum mobile de sonido y furor que viaja hacia sí mismo en la más absoluta y urobórica autosuficiencia.
Gladys Esther Linares, más conocida como Mafifa, es considerada por los devotos de la conga santiaguera como la “campanera mayor”, objeto de culto, veneración y mito desde su repentina muerte en 1980, justo al borde de los carnavales de ese año, mucho antes que naciera la propia realizadora.
Pertenece a un tiempo antes del tiempo de Daniela. Es una presencia en fuga hacia el pasado que deja una estela aún perceptible, pero en ineluctable desmoronamiento; justo como las pocas fotos borrosas y quebradizas que algunos de los testimoniantes extraen de astrosos álbumes y precarios archivos personales. Las pupilas que la vieron viva están ajadas y empañadas. Los periódicos que refieren algo de su vida y de su muerte se quiebran al menor roce.
Fui poco a poco trabajando con ellos. Me miraban con caras de “no le entendemos el sentido a esto”, pero compartía con ellos las buenas noticias en términos de financiación de la película, y se alegraban por mí. Al final, cuando gané el fondo de DOCTV y la película fue totalmente posible, dijeron: “Bueno, aprovechamos para ver a la familia, para revisitar estos lugares…”.
Hay una cuestión clave aquí: yo nací en Moa [provincia de Holguín; nororiente de Cuba], mi hermano nació en Moa, y nunca habíamos regresado allí. Imagínate este asunto de haber nacido en un lugar que está en tu propio país, pero del cual no tienes ninguna noticia, no conoces absolutamente nada. Esa era para mí una motivación muy fuerte: estar en ese espacio y recorrerlo con ellos, a través de ellos. Y así fue, afortunadamente.
Entonces la película fue recorriendo Moa; después, San Luis, la ciudad natal padre: después, La Habana, Santa Clara. Yo soy una especie de testigo de lo que está aconteciendo, que atraviesa el relato de ellos de una manera un tanto transversal. Porque, aunque la película propone cierta continuidad, no se trata de eso. Son varios tiempos a la vez. Puedes estar habitando un presente que en realidad es una especie de pasado y que ya no se refiere a ellos sino a mí. Nunca pienso en esquivar alguna cosa, te soy honesto, pero sí tenía claro que la película no podía tratarse de mí; no era mi visión de esto o aquello. Ahí surgieron las primeras vicisitudes.
Cuando llegó el momento del montaje apareció una cuestión no menor relacionada con el punto de vista de la película. Quién miraba, quién era testigo de todo eso, cómo se explica lo que pasó, quién asume, en cierto modo, la responsabilidad de contar esto. Por supuesto, era yo. De modo que ahí aparece la narración en off.
Era algo que francamente no había considerado en ningún momento; desde los primeros bocetos argumentales, nunca aparecía una voz que narra. Ahora, no es que la voz sea posterior, o una solución de montaje, no se trata de eso; no fue tan simple. Eliseo Altunaga estuvo acompañando todo el proceso, desde antes de rodar, y ya me había comentado que podía suceder. Porque todas las problemáticas por las que atraviesa la película: el racismo, la situación familiar muy difícil con mi abuelo, que nunca conoció a mi papá… Mi papá está ahí; ya mi abuelo no está. ¿Quién se hacía cargo de todo eso? Evidentemente yo, y eso hice.
En ningún de mis proyectos anteriores aparezco como narrador. No fue nunca una solución. Te repito: no estaba intentando evitar un modo que me parecía demasiado recurrente en el panorama contemporáneo, como es el cine autorreferencial, que cuenta con una voz que explica y conduce por el relato. Pero nos convencimos de que en este caso no había otra solución. Hay algo que cambió un poco el panorama de la película: la muerte de mi papá.
Nosotros terminamos de rodar sobre febrero, y ahí editamos, tuvimos un corte, y, claro, la película cae en otra estación cuando la enfermedad de mi padre empieza a agravarse. Entonces, imagínate, él hizo su transición, y ahí hubo un aprendizaje muy grande para mí en términos de la relación con la película. Porque las imágenes eran las mismas y a la vez eran diferentes. Había cambiado el modo en que yo interpelaba esas imágenes. De modo que la película volvió a montarse. Ahí me involucré como editor: empiezo a hacer una especie de luto. Ahí se confirmó la necesidad de la voz.
Quizás era la última marca que necesitaba la película como una especie de autorretrato desplazado: yo reflejado en el otro. Todos esos asuntos están muy sumergidos, son muy sutiles, porque son ellos los que aparecen en pantalla. Pero concuerdo contigo en que hasta cierto punto se trata de mí. Recuerdo que mi papá me hizo varios comentarios cuando vio un corte de la película. Las referencias que él tenía eran sobre todo con la manera en que estaba contando la historia. A él le parecía que no era importante incidir en temas que ya había superado de alguna forma, espiritualmente. Entonces hice lo posible por complacerlo. Me parecía importante, pero se trataba también de mi herida. Y la película era una especie de flecha clavada en la familia, que percibía mucho, y tenía que salir.
La dimensión íntima presente en La música de las esferas contrasta por momentos con infinitudes simbolizadas por el propio universo que tu padre escudriña. ¿Quisiste con la película establecer alguna relación entre la historia personal, los hechos “mínimos”, y los “grandes relatos” históricos?
Hay por supuesto varios niveles. Estamos en el marco de la vida íntima, de lo más simple. Este mundo pequeñito de la pareja es el más importante, porque al final es una historia de una pareja que supera una gran dificultad en términos familiares. Al final se trata de cerrar la puerta, y ahí estás a solas con tu pareja. Esa es la dimensión del tiempo que a mí me interesaba, como hijo que mira a sus padres y tiene una necesidad de registrarlos como una memoria. Estoy muy contento de haber filmado esta película por esa razón.
Trajo muchos dolores de cabeza, sobre todo familiares, como te puedes imaginar. Pero cada quien es dueño de su opinión y que cada uno piense lo que quiera y lo que pueda; pero no hice la película para atacar ni para defender. Fue simplemente una necesidad muy grande de tener este retrato de la historia de la relación de mis padres, que viví desde lo íntimo como hijo. Y esa es la perspectiva de la película: retratar no lo externo sino lo interno. Claro, lo interno es una consecuencia de todas estas cuestiones que siempre estuvieron totalmente silenciadas. Entonces estoy inmerso siempre en este juego de la relación entre ellos, lo micro con lo macro, que es lo familiar. Y por supuesto eso tiene implicaciones [relativas a] la conformación de nuestra identidad como cubanos, en las propias vicisitudes del país en torno a temas como el racismo y la estigmatización por tu condición racial o lo que sea.
Hay un juego ahí muy delicado, muy pequeñito. Soy consciente de que hay elementos que están cifrados, que son solo para mis padres; otros son para mí. Hay otro relato, digamos, con el que puede quedarse todo el mundo. Ha sucedido mucho que a la salida del cine alguien se acerca, me da la mano, y dice: “Tu mamá es muy valiente, tu papá es muy valiente. A mí me sucedió lo mismo”. Sabía que estaba tocando una fibra muy importante, y eso era, en definitiva, lo relevante al hacer una película que se quiere compartir con los demás. Pero sí hay cosas mínimas cifradas que se relacionan con ese mundo interior de mi papá, que en cierto modo es el contrapeso de una cosa tan (no sabría ni cómo llamarle)… de tan poco interés para nosotros, a nivel espiritual dentro de la familia, como el asunto que compromete en sí a la película.
No podía filmar una película que de alguna manera tocara ese punto neurálgico de la relación de ellos, convertirlo en el punto más importante del relato. De modo que me concentré también en dejar una huella del mundo esotérico que ellos comparten. Tampoco insistí demasiado; podía haber ido algo más lejos.
Casa de la noche está filmada en 16 mm y marca un territorio formal muy diferente al resto de tu filmografía. ¿Cuán decisivo fue el empleo de este formato para construir una poética visual como la de esa película?
Casa de la noche es una película que se hizo en procesos muy diferentes. No tiene la voluntad, la historia, el recorrido de las otras películas, que han sido más de tener una idea, escribirla, filmarla y después montarla. No. Casa… empezó por el final. Lo primero que hice fue el último plano, con la bandera cubana. Estaba en Canadá, en la residencia de cine experimental que organiza Phil Hoffman en su Film Farm en Mount Forest. Alrededor de la residencia solo hay campos, vacas y menonitas, y no sentía que fuera interesante para mí. Empecé a buscar alguna idea.
Siempre uno encuentra una bandera, algo cubano, cuando se viaja. Y me propuse hacer una superposición; o sea, filmar con un rollo, rebobinarlo, filmar de nuevo y empezar a sobreponer imágenes. Ese fue el punto de partida de la película. Filmé la bandera, después un perro, una cerca, después filmé un fuego, entinté la película, le apliqué un proceso que se llama tinting and toning, le apliqué bleach. Apliqué varias técnicas para jugar con lo que proponía el taller y salí con ese material que aún no era Casa de la noche, para nada.
Le cogí el gusto y fui acumulando material poco a poco; pude filmar con una Bolex; salí por la ciudad, filmé otro poco. Hoffmann está muy relacionado con esta película; no solamente por la Film Farm, sino porque, en 2010, fue mi profesor de cine experimental en la EICTV [Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba)], y después seguí asistiéndole en las ediciones posteriores de estos talleres en la Escuela, de modo que los hacíamos juntos.
Aprendí a revelar de manera artesanal, a hacer un montón de cosas que después me he dedicado también a enseñar, y vino la película como una acumulación de material. Casa de la noche es de 2016, exactamente el año en que estaba editando La música de las esferas. Son dos películas emparentadas por mi papá, por el proceso de su enfermedad. Tomé un poco de distancia de La música de las esferas, cuyo título inicial fue “Manos de padre”. Dejé ese material ahí por un tiempo, pero me quedaba la intención de hacer una película con mi padre, que siempre estaba lleno de ideas e inquietudes: se sentaba en la computadora y organizaba unas películas que quería filmar. Siempre fue muy inquieto. Él estudió pintura en el ISA [Instituto Superior de Arte de La Habana], pero se graduó con una obra performática que empleaba el sonido y otros elementos. De alguna manera el cine un tanto experimental, fantasioso, era algo que le interesaba mucho. Yo tenía todo ese material. Mi padre comenzó a perder la voz, y un día se levantó perfectamente bien y nos propusimos hacer algo. Se sentó en el sillón a mi lado, escribimos el texto, y él lo leyó. Grabamos y, a partir de ahí, empezamos a componer algo con estas imágenes. Me sentaba en la computadora, editaba… Y salió muy rápido porque todo el material ya estaba filmado. A partir de ahí llegamos a esa composición, un poco hablando de La Habana con esta suerte de personaje sutil que va atravesando con la voz estos muros.
Te adelanto que en este momento estoy más cerca de procesos más parecidos a Casa de la noche que a las otras películas, en cuanto a escritura, filmación y edición. Ahora mismo tengo muchos deseos de filmar, trabajar en películas, y de alguna manera me estoy organizando para que sea así. La opción cero tiene que ver con Casa en la noche no por el soporte, sino por el carácter de la película. Es probable que vengan más películas así pronto. Vamos a ver.
Creo que Casa de la noche sublima una voluntad cine-ensayística que se aprecia en buena parte de tu obra, incluso en ficciones como La nube. ¿Habrá otros proyectos que tributen a este modo audiovisual más arriesgado?
Te acabo de responder esa pregunta con la anterior. Efectivamente. Siempre está la dificultad de filmar. Hay una cuestión relacionada con lo digital –perdona que me ponga medio profesor–, pero, bueno, es la cosa del contexto. La era digital prometió que todo iba a ser más barato, y ya sabemos que no es así. Filmas en 8K, 16K, y es carísimo. No hay dónde conseguir película virgen para los talleres de Super 8. No hay en ningún lugar. Toda se ha vendido. Kodak va a sacar ahora al mercado su cámara de Super 8, que estuvo engavetada durante seis o siete años. Hay laboratorios alemanes fabricando película.
Todo ese mundo regresó; pero lo más importante no es precisamente lo que cuesta, sino la estructura mínima que hay que tener para conseguir película, los químicos… tener un lugar donde revelar todo. Después de la transición de mi papá, he estado tratando de filmar con película [celuloide]. Aunque tenía el freezer lleno de rollos, y tenía cámaras, no era pertinente, tenía que forzar demasiado mi realidad. Apenas tenía espacio para los libros y para mí mismo entre todos los libros; imagínate hacer ahí un laboratorio, filmar con película. Era muy complicado, muy complicado.
Entonces creo posible que en este momento pueda enfrentar proyectos de ese tipo. Siempre he intentado mirar hacia lo digital con una cierta perspectiva analógica, considerando la cámara digital como algo analógico, intentando tener un resultado que de alguna forma sea único, algo que nunca se repetirá, que tiene una marca, una mancha, una intención o forma de mirar, escudriñar, de intervenir, que provoque cierta identidad de la cual carecen las cámaras digitales contemporáneas.
Entonces, trabajar con película te regala esto. Siempre estás a merced del error, del fallo, de las marcas; incluso si revelas de manera artesanal quedan las huellas digitales grabadas en la propia película. Todo eso es un mundo que me interesa mucho y en el cual se trabaja prácticamente solo. Hay varios proyectos, varias ideas que he estado pensando en estos años, porque La opción cero es de 2020. No he estrenado ninguna otra película. Tiene que ver con el nacimiento de mi hijo Santiago, que ahora tiene dos años y un poco, con otras circunstancias: me han sucedido otras películas. Pero, en paralelo, he estado organizándome para poder activar otra vez ese mundo de trabajo con lo analógico, con el revelado artesanal, tanto en 16 mm como en Super 8, que a mí me interesa muchísimo.
La opción cero propone quizás el primer resumen o sistematización fílmica de los archivos generados por los miles cubanos que emigran ilegalmente a través de las rutas continentales americanas. ¿Qué procesos “curatoriales” emprendiste para construir esta película? ¿Y qué presupuestos éticos manejaste para estructurar una tesis personal, pero a la vez validar la multiplicidad de voces involucradas?
Esta es la pregunta de un crítico. No hubo proceso curatorial; no me manejé de esa manera. Pero te voy a contar cómo fue el proceso. Creo que te va a ser más más útil así, porque no lo he pensado en esos términos. Tendría que reflexionar al respecto, y no lo he hecho.
La opción cero es la película que te encuentras; no la que estás buscando. Son dos cosas diferentes. Estaba en el festival de cine de Panamá y, de pronto, una amiga me dice: “Ayer estuve hablando de ti porque cerca de mi casa hay un grupo de cubanos; no sé muy bien qué hacen, pero están en el patio de una iglesia”. Me llamó mucho la atención. Le pregunté si me podía llevar. “Sí, claro, es muy cerca”.
Fuimos y, cuando pasamos al patiecito de este sitio de Caritas, me encuentro con que había trescientas casas de campaña. Para mí fue totalmente alucinante. Me puse a conversar con ellos, a entender qué hacían ahí, pero en ningún momento se me había despertado el interés de hacer una película con eso. No es que llegué y dije: “Oh, aquí hay una película”; para nada. Estaba sobre todo conmovido conmigo mismo, porque no sabía nada de eso, absolutamente. Hoy es bastante claro; está en las redes sociales, en YouTube, en todas partes.
En ese momento no era algo obvio. Había escuchado que hubo una crisis en Costa Rica, pero no lo había visto. Tuve la oportunidad en ese momento, y mi primer impulso fue interesarme, entender. Había embarazadas, ancianos, un poco de todo. ¿Cuáles eran las circunstancias? El gobierno panameño había cerrado las fronteras solamente por los cubanos; se había creado una situación de hacinamiento muy fuerte, y esa gente estaba ahí en una especie de limbo, esperando.
Terminé con el festival y me fui a Cuba. Regreso y empiezo a estar en contacto con ellos. Ellos usan Facebook, una plataforma en la que no me muevo mucho, pero reabrí mi cuenta, y me empiezan a mandar audios. Ahí está el germen de la película, en los audios que me mandan. Audios, mensajes de texto, imágenes. “Mira, aquí estoy yo, por aquí subí, por aquí bajé”, describían.
Hay un momento en que me dicen: “Nos van a transportar de este campamento a otro”, y eso llevaba como siete días. Tenía que decidirme a regresar para filmar o simplemente lo dejaba pasar. Evidentemente, compré un ticket y regresé a Panamá. Me quedé en el campamento con ellos, como un migrante más, a vivir ahí, a pasar las horas.
Los dispositivos eran muy simples. Una cosa que comprendí muy rápido es que no era una película donde yo me veía rodando con un equipo de diez personas, una cámara muy grande y sonido. Era cuestión de ir con lo que tenía a mano. En ese momento era una cámara fotográfica de turistas, una Panasonic muy simple, pero que tenía un lindo sensor y una linda lente. Era de mi padre, por cierto. También tenía una grabadora zoommuy simple. Una sola batería, una sola tarjeta. La batería se descargaba en unos veinte minutos; tenía que cargarla, vivir un poco con ellos, después volver a filmar. Ellos me miraban como si yo fuese un migrante más. Apenas creían que estaba rodando una película. Incluso los policías me miraban y no hacían nada. Porque no tenía ningún aspecto de cineasta.
Entonces, conscientemente, intenté obtener la mayor cantidad posible de horas de registro de lo que implicó el viaje para ellos. Son imágenes extremadamente fragmentadas porque están atravesando una selva, y la batería no alcanza. Entonces filman diez segundos, después quince segundos, no mucho. Entonces, diez o quince segundos de cada uno, y de otros que me compartían [imágenes]. A veces no se sabía quién había grabado.
La propia distorsión de esos teléfonos –que en ningún caso eran iPhones u otros modelos de una gama alta–, la pixelación de las imágenes, me ayudaba a garantizar la privacidad de las personas, la cuestión de los rostros, de los permisos. Empecé a ver en esto un camino estético: jugar con esta pixelación, con esta degradación de la imagen, con esta porosidad, con la precariedad del propio recorrido.
Entre ese archivo, ese presente, y los audios, sentí que estaba la película. Son como varios niveles, igual que sucede en La música de las esferas. La película en realidad es estática; propone el acompañamiento de un no-tiempo, de un limbo en que ellos están esperando a ver qué sucede, hasta el último momento, en que los montan en un bus y se van. Yo me quedo; ellos se van.
Después la película se mueve y el viaje ocurre solamente a través del archivo. Es como un pasado, algo un poco ilusorio. Están viajando, pero nunca en el presente. Están viajando solo dentro de los teléfonos celulares. Está, por supuesto, la dimensión de Cuba, que era la otra cosa curiosa. Tú entrabas en ese lugar con las trescientas casas de campaña y escuchabas Radio Reloj; la gente jugando dominó, y todo el mundo hablando de “Cuba, Cuba, Cuba”. Era muy fuerte tener esa conciencia de salir de un país y, de alguna manera, sentir que sigue estando contigo. No te ha dejado atrás.
He pensado un poco en lo que escribió George Didi-Huberman sobre que el hombre se mueve por necesidad o por deseo, y cuando se mueve por necesidad su cabeza sigue estando en el pasado. Eso [explica] conceptualmente lo que era este efecto migratorio en la película.
Lo otro interesante tenía que ver con el propio registro, porque los migrantes siempre han intentado dejar una huella, raspar una pared y escribir sus nombres. Esto es así desde los marineros fenicios, me imagino. Hay registros así en Cuba; los propios piratas dejaban sus nombres en los muros. En este caso es lo mismo. Pero lo peculiar aquí, en comparación con otras películas sobre la migración árabe, africana, donde ya aparecía el dispositivo celular, son las transmisiones en vivo. Muchas veces no grababan para tener memorias, sino que empleaban el teléfono como un mecanismo de defensa, para decir: “estamos vivos”, “estamos aquí”, “estamos atravesando la selva en estos momentos”. Sentí a los que estaban del otro lado, siguiéndolos, protegiéndolos, dándoles ánimos.
Esto es muy, muy delicado, porque detrás del hashtag no hay nada. No estás viendo a migrantes. Se articulaba algo muy extraño, muy impersonal, con algo que era profundamente personal y, por supuesto, me tocaba… Después decidí que la película no debía concentrarse en nadie. No debía tener un protagonista claro, seguir a alguien durante ese viaje, sino algo un poco más difícil: que de alguna manera retratara una situación. Y estaba yo ahí con mi pequeña cámara siguiendo todo esto.
Otra vez aparece de alguna manera la voz. Ellos se refieren a mí en toda la película. ¿Quién filma esta película? ¿Quién está detrás de la cámara? ¿Por qué quien está detrás de la cámara va, viene, está…? De nuevo me tocó decidir si entro o salgo. ¿Me comprometo o no? Los audios son para mí, aparece mi nombre. Los mensajes de texto también. Ahí decidí que una vez más no iba a aparecer de pronto mi voz. No era posible en este caso, pero sí podía usar esta especie de narrador silente que se formula al estructurar los mensajes que me mandaban a mí.
Se producía como un efecto de kintsugi, del borde de oro que une todas las piezas del collage. Siempre hablamos de la película, en términos creativos, como algo roto. Yo decía: “Hay que hacer la película, terminarla; después romperla”. La película son esos fragmentos otra vez pegados.
He sido muy respetuoso, lo sigo siendo, sobre todo en cuanto a la distribución, porque todas esas vidas están ahí, y siguen envueltas en las vicisitudes que la película expone. He sido muy celoso con el recorrido de la película, porque sé que compromete vidas y destinos.
La opción cero, creo, también plantea y, de hecho, se erige sobre la dicotomía entre las maneras de concebir y construir el relato histórico cubano contemporáneo. ¿Pudiera hablarse de esto como una constante discursiva en tu filmografía más reciente?
Hay una consciencia del microrrelato, que de alguna forma se posiciona como lo relevante frente al macrorrelato, el discurso social, el oficial. Y esa parte me interesa como contexto, pero para terminar contando la historia pequeña, invisible, menos visitada, o simplemente la que no aporta a ese gran discurso de construcción social donde todo el mundo aporta. No. Se cierra la puerta; está la intimidad, y ahí sucede algo que para mí es casi siempre lo más importante.
Claro que contar eso ofrece una manera alternativa, un poco marginal, que funciona como mecanismo de evasión de ese gran discurso. El discurso oficial cubano es de los más fáciles de rebatir, porque es como una ficción otra, paralela. Pero, en el caso de otras ficciones, que también se convierten en discursos [oficiales], pues funciona igual.
Creo que, en la intimidad, cuando está el ser humano, con la puerta cerrada, pasan cosas… y esas me interesan mucho. Claro que, para hacerlo notar, probablemente, necesite siempre tener del otro lado esa gran épica despersonalizada, en la cual el individuo no es notado. La respuesta que te daría es un sí rotundo, en tanto tu pregunta es sobre todo una afirmación.
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‛Agwe’: la espera como destino
Por ÁNGEL PÉREZ – 04 diciembre, 2023
RIALTA
Agwe (Samuel Suffren, 2022) empieza y termina en el mar. Para sus protagonistas, el mar es salvación y condena. Agwe cuenta una historia de amor, el sacrificio de una pareja subyugada por hostiles circunstancias de vida. François y Mirlande cifran la suerte de su amor, y el futuro del hijo que ella lleva en su vientre, en la posibilidad de dejar el pueblo pesquero donde viven, en Haití, y llegar a Estados Unidos. Dice François a un amigo mientras pescan: “No sé cómo lo haré, pero tengo que irme. No puedo permanecer más aquí viendo cómo la situación empeora”. El mar es el único camino.
En el vodú haitiano, Agwe es patrón de los pescadores. Ese es el nombre que François escoge para su hijo cuando está a punto de partir hacia Estados Unidos en una embarcación bastante precaria y cargada de personas. Mirlande observa el bote alejarse con la esperanza de ver pronto a su compañero; con la ilusión de, en breve tiempo, poder reunirse los tres (ellos y su hijo), en mejores condiciones de vida.
Enfrentar los peligros de esa travesía marítima es una apuesta por el mañana, por la felicidad. En un inhóspito entorno rural subsiste esta pareja de amantes, golpeados por la pobreza, el hambre, la inseguridad sanitaria y la falta absoluta de oportunidades. La descripción del entorno –resuelta por Suffren con economía dramática– permite explicar las decisiones de los personajes; no hacen falta palabras. En cierta escena, Mirlande, embarazada, recoge con resignación su puesto de venta de pescados, con el rostro consternado y el cuerpo exhausto; en esa breve secuencia se advierte su desasosiego y se justifica el sueño americano de François.
Cuando François comenta a su mujer, durante la cena, en la penumbra de la pequeña casa donde viven, que saldrá pronto un bote hacia Estados Unidos, y que debe aprovechar la oportunidad, ella responde, de inmediato, con expresión de azoro: “¿Qué voy a hacer sola sin ti?”. Un instante después, ambos retozan, se abrazan, ríen a carcajadas en la cama, entusiasmados con la sola idea de una vida mejor. El peligro del viaje se desvanece por unos segundos.
Se teje esta historia bajo el propósito declarado de atender la tragedia migratoria en Haití. Pero el realizador no está interesado en las inhumanas dificultades de la travesía, en los accidentes del viaje; quizás el perfil más atendido por el cine. Suffren –que compite con este filme en el IV Festival de Cine INSTAR (del 4 al 10 de diciembre)– aparta el foco de la experiencia de quienes se van y lo coloca en quienes se quedan; examina el impacto de la emigración en aquellas personas que esperan, en silencio, como Mirlande, ahogada por la incertidumbre y la soledad.
Sin demasiados parlamentos ni acentos dramáticos, con un límpido manejo de las curvas emocionales de los personajes, Suffren describe el cisma interior de una mujer que, después de diez años, todavía guarda esperanzas de reencontrase con su marido. Sin noticias, con su hijo crecido, ella no sabe si François llegó a su destino o pereció en el intento. Sin embargo, nada hará que renuncie a ese hombre que alguna una vez juró amar sobre las aguas donde ahora evoca a Agwe.
Una de las virtudes de esta breve película es su inteligente articulación dramática. No se urde el relato como una sucesión de acciones, como una cadena de causas y efectos, según puede esperarse tras los primeros minutos. Presentados los personajes, descrito el ethos del pueblo, el director ensaya algunas sutiles curvas temporales, elipsis visuales y narrativas que, además de conferir síntesis al relato, favorecen su adentramiento en el cosmos afectivo y familiar de los personajes. Llama la atención el orgánico salto temporal que desplaza el argumento unos diez años; de este modo se subraya a nivel dramático, y se describe a nivel visual, el desgaste y, a la vez, la resistencia de la protagonista, ahora acompañada por el niño, ingenuo, quizá, ante el dolor de la madre. Una sucesión de planos contemplativos –de calidad documental e icónicamente elaborados– definen el abismo existencial de Mirlande.
Un momento resulta especialmente efectivo, y no solo en términos de construcción dramática, sino en términos de construcción del discurso: aquel en que se escenifica la boda de los protagonistas, sobre un bote en medio del mar. No se sabe con precisión si esas imágenes emanan de los recuerdos de Mirlande o son fruto de su imaginación. Un plano fugaz deja ver el rostro del hijo mientras los padres se confiesan su amor; ahí no sabemos ya si esas imágenes son un sueño de la protagonista, incitado por la pérdida, o un recuerdo contaminado por el dolor de una larga espera. En su poética presentación visual, esa secuencia alcanza a resumir la profunda tristeza de esta mujer, y explica la decisión de tomar, ella también, el camino del mar.
A nivel visual, el registro dominante resulta naturalista, marcado por el desaliño de una cámara en mano que acompaña los movimientos de los personajes. Mas ese desaliño es trocado en virtud, en estilo, siempre que describe con certeza el entorno, una geografía que rezuma la misma desesperanza que ha llevado a François a optar por la emigración. Abundan también primeros planos del rostro de los actores; sus expresivas interpretaciones condensan en cada mirada la suspensión que habitan los personajes.
Al principio y al final de Agwe se escucha a Mirlande invocar al loa vodú del océano: “El mejor amigo del cuerpo es el mar, sus olas traen esperanza, la esperanza de una mejor vida en otro lugar”. Esa esperanza es lo único que tienen estas personas. Con el mar a sus pies, la emigración es para muchísimos haitianos principio y fin de sus vidas.
Para Cuba, el Festival de Cine INSTAR exhibe este cortometraje de ficción del 4 al 10 de diciembre a través de la plataforma online Festhome. Llegará también este martes a Argentina, cuando se proyecte en el Centro Cultural General San Martín de Buenos Aires; los días 5, 6 y 7 se exhibirá en el Laboratorio Arte Alameda, en la Ciudad de México, y el propio jueves 7 será presentado en la Zumzeig Cinecooperativa de Barcelona, España.
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El IV Festival de Cine INSTAR como “espacio de resistencia audiovisual”. Una conversación con José Luis Aparicio
Por EDGAR ARIEL – 03 diciembre, 2023
RIALTA
Empecemos por el principio. Lo que se conoce hoy como Festival de Cine INSTAR, que llegará a su cuarta edición entre el 4 y el 10 de diciembre, tuvo su inicio, como verdad y como potencia, en una retrospectiva curada por el crítico cubano Dean Luis Reyes en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
La muestra, llamada Cuban Cinema under Censorship, sucedió entre el 9 y el 11 de marzo de 2018 a propósito de una exposición personal de Tania Bruguera. Luego, en 2019, con la organización y curaduría de la actriz y escritora Lynn Cruz, dio comienzo el Festival de Cine INSTAR. A partir de ese momento y hasta ahora ha sido una plataforma de presentación e intercambio de las películas cubanas (y no solo) que se han realizado en entornos coactivos y totalitarios. Entornos periféricos. Entornos disidentes.
Con la intención de conocer las novedades que trae la cuarta edición conversamos con el cineasta José Luis Aparicio, quien ha sido el director artístico del encuentro cinematográfico en las últimas tres ediciones. Queremos saber qué significa “romper el cristal en caso de emergencia”, tal como sugiere el eslogan del IV Festival de Cine INSTAR.
Aparicio, el Festival de Cine INSTAR se fundó en 2019. ¿Cuatro años después cuánto ha mutado?
Ha mutado muchísimo, tanto como han mutado nuestras vidas y obras durante ese periodo. Creo que si una característica ha distinguido el Festival es su capacidad para adaptarse, para reflejar y potenciar desde su estructura las cambiantes y difíciles circunstancias del cine cubano y sus artífices.
La primera edición, curada y organizada por Lynn Cruz en 2019, se pensó como un evento físico en la sede habanera de INSTAR. Fue una suerte de resumen de las muestras mensuales que en ese entonces acogía el Instituto, también programadas por Lynn, donde se hicieron importantes retrospectivas de las obras de Miguel Coyula, Fausto Canel, Jorge Molina o Eliecer Jiménez, por solo mencionar algunos nombres.
Ese primer festival presentó una muestra no competitiva, agrupada en secciones temáticas y focos en determinados realizadores. Aunque predominaban las producciones cubanas independientes, un rasgo que se conserva hasta el día de hoy, se exhibían también algunas obras de autores extranjeros, incluida una retrospectiva de la cineasta costarricense Ishtar Yasin. Debo mencionar, como el gran antecedente de estas primeras iniciativas, el ciclo Cuban Cinema under Censhorship que curó Dean Luis Reyes en el MoMA, vinculado a la exposición personal de Tania Bruguera en el museo.
Cuando comencé a curar el Festival, en la segunda edición de 2021, tenía la experiencia de Cine Cubano en Cuarentena, el proyecto que desarrollé junto a Katherine Bisquet con el apoyo de Rialta; una plataforma completamente online que funcionó desde el inicio de la pandemia. La situación del país y los artistas había cambiado drásticamente. Veníamos de la huelga de San Isidro, de las protestas del 27N y el 11J, de la brutal represión y los presos políticos. En lo que respecta al cine, había ocurrido la censura de Sueños al pairo y la cancelación de la Muestra Joven, el evento que mejor había atendido, durante casi veinte años, la producción audiovisual alternativa en el país.
Era más necesario que nunca agrupar, mostrar y discutir las películas que se habían realizado en esos últimos tiempos, oscuros y turbulentos, pero a la vez muy fértiles para nuestro cine, pues la mayoría de ellas no se había exhibido de manera adecuada. La imposibilidad de organizar un evento físico en La Habana, debido a la vigilancia y la represión de la Seguridad del Estado cubana, nos obligó a buscar alternativas virtuales. Decidimos preparar una edición en línea a través de la plataforma Festhome y las redes sociales de INSTAR, para la cual conté con el apoyo en la organización y programación de Sindy Rivery.
Esta segunda edición conservó el formato de muestra no competitiva. Las películas, en su gran mayoría cubanas –si bien contamos con un puñado de obras de Latinoamérica y el Caribe–, se agruparon nuevamente en secciones temáticas. Destacaron las presentaciones especiales de obras como A media voz (2019, dir. Heidi Hassan y Patricia Pérez), Quiero hacer una película (2020, dir. Yimit Ramírez) y Corazón azul (2021, dir. Miguel Coyula), filmes esenciales del cine cubano más reciente que apenas se habían visto en la isla. En las charlas y debates nos acompañaron importantes invitados foráneos como el suizo Milo Rau, el mexicano Alonso Ruizpalacios y el argentino Alejandro Fadel.
El año pasado nos fuimos hasta Kassel, Alemania, a presentar la exhibición Tierra sin imágenes (Land Without Images), la mayor retrospectiva de cine cubano alternativo realizada hasta la fecha, con más de 160 obras de las últimas siete décadas. Esta muestra fue una de las acciones de INSTAR en la documenta fifteen, y la consideramos nuestra tercera edición. Se concibió en el contexto de un éxodo masivo de miles de cubanos, entre ellos, una gran parte de la comunidad artística e intelectual de la isla. De un momento a otro, la mayoría de los cineastas que INSTAR había acompañado a través del Festival e iniciativas como el Fondo P.M., vivían y creaban en distintos puntos del exilio.
¿Dónde ubicar, entonces, la sede de un evento cuyo impulso fundamental ha sido la promoción y exhibición del cine independiente cubano, cuando la isla es una tierra inaccesible? ¿Cómo escoger un punto, fijar un eje, entre los múltiples parajes de una diáspora que se expande cada día? ¿No es acaso la nación una entidad más compleja que aquella que demarcan los límites geográficos, los extremos políticos?
Desde Kassel comenzamos a formular estas preguntas y a soñar con la idea que nos trae hasta esta cuarta edición: la posibilidad de reinventar el festival a imagen y semejanza de nuestro gremio, nuestra cultura, nuestro simulacro de país. Si el cine cubano es hoy una entidad transnacional, un fenómeno sin centro, una suerte de rizoma, entonces el Festival de Cine INSTAR debe ser un evento en correspondencia, uno que sepa aprehender las multiplicidades y potenciar esta ausencia de centro, de territorio. Un proyecto que se expanda en todas las direcciones y aproveche cuanto pueda ser fértil en estas nuevas circunstancias.
La cuarta edición del Festival de Cine INSTAR transcurrirá en la semana del 4 al 10 de diciembre de 2023, con proyecciones en Barcelona, Buenos Aires, Ciudad de México, París, Miami, Nueva York y São Paulo. Casi toda su programación estará disponible para Cuba a través de la plataforma virtual Festhome. Además, contaremos con charlas, debates y clases magistrales que serán transmitidas a través de las redes del Instituto. Esta estructura híbrida, múltiple y simultánea será el nuevo formato de nuestro Festival.
¿Qué características crees que diferencian a este festival de otros en el mundo?
No tengo idea de qué podría diferenciarnos de tantos otros festivales, teniendo en cuenta la gran variedad y el alto grado de especialización que estos eventos alcanzan hoy en día. Y, más que nada, su proliferación, que parte sobre todo de una necesidad. Aunque incluso los grandes festivales se enfrentan cada año a la interrogante de su pervivencia, esto no detiene el surgimiento de pequeñas iniciativas como la nuestra, cuya vocación es visibilizar obras más arriesgadas, personales y contrahegemónicas.
Sí, creo que puedo mencionarte algunos rasgos que nos identifican. Pienso que el concepto que nos guía es el carácter transnacional del nuevo cine cubano, se realice dentro o fuera de la isla, evidenciado no solo en sus modos de producción, sino también en las distintas geografías que ocupa, sus búsquedas estéticas y temáticas, así como los nuevos contextos de vida y creación de sus artistas. Uno de nuestros objetivos principales es presentar a audiencias cada vez más diversas algunas de las obras más relevantes del cine cubano contemporáneo.
Estos filmes estarán en diálogo, a partir de este año, con películas de cineastas cuyas circunstancias sociopolíticas y de producción artística son cercanas a las nuestras (por ejemplo, en esta edición, Nicaragua, Venezuela, Haití, Irán y Filipinas). Nos interesa generar espacios de intercambio y retroalimentación entre cinematografías que padecen la desidia, la censura y la persecución de gobiernos dictatoriales o autoritarios.
Una buena parte de los cineastas de estas regiones del sur global, donde las libertades de expresión y de creación se encuentran gravemente amenazadas, viven y trabajan también en el exilio. Muchos de ellos tampoco tienen permitido el regreso a sus países, como tantos artistas y ciudadanos cubanos. El conflicto humano y creativo que implica esta situación, así como las formas de atenderlo a partir del lenguaje cinematográfico, es un asunto que nos interesa como festival, no solo desde la curaduría, sino también como temática a abordar en nuestros espacios de pensamiento y reflexión.
Otro rasgo que nos caracteriza, acentuado a partir de esta edición, es la itinerancia del evento, su ambición de ubicuidad. Se trata de un experimento que esperamos que se consolide en el futuro. Nuestro festival aspira a ser un espacio de resistencia audiovisual. Una especie de hidra que, ante cada embestida totalitaria, hace brotar del tajo dos nuevas cabezas.
Aprovecho para agradecer a todas las instituciones, organizaciones, centros culturales, cines y museos que nos han acogido. Y también al equipo incansable de INSTAR, guiado por la pasión de Tania Bruguera y sostenido por la entrega de nuestra productora Leila Montero.
¿Qué novedades específicas nos trae esta edición del certamen?
Además del nuevo formato, itinerante, simultáneo y transnacional, esta cuarta edición presentará por primera vez una sección de películas en concurso. Quince títulos recientes, entre cortos, medios y largometrajes de diversos géneros, producidos entre 2020 y el año en curso, aspiran al Premio Nicolás Guillén Landrián, que será otorgado por un jurado internacional a la obra que mejor aborde, desde la creación audiovisual, una temática tabú de su sociedad correspondiente.
Tenemos la suerte de contar con un prestigioso jurado, que integran el crítico de cine e historiador brasileño Paulo Antonio Paranaguá, el guionista y productor de cine cubano Alejandro Hernández y la académica e investigadora bosnia Dunja Fehimović, a quienes agradecemos profundamente su tiempo y dedicación.
Están presentes en nuestra curaduría algunas de las películas cubanas más relevantes de los últimos tiempos: La opción cero (2020, dir. Marcel Beltrán), Mafifa (2021, dir. Daniela Muñoz), Abisal (2021, dir. Alejandro Alonso), Los puros (2021, dir. Carla Valdés), El rodeo (2021, dir. Carlos Melián), Veritas (2022, dir. Eliecer Jiménez), Camino de lava (2023, dir. Gretel Marín) y Llamadas desde Moscú (2023, dir. Luis Alejandro Yero). También propiciaremos los estrenos mundiales de Mujeres que sueñan un país (2023, dir. Fernando Fraguela) y Un homme sous son influence (2023, dir. Emmanuel Martín).
La selección internacional incluye filmes de una gran diversidad estética: Taxibol (2023), del realizador italiano Tommaso Santambrogio, mediometraje híbrido rodado en Cuba, con la presencia del gran cineasta filipino Lav Diaz; Hojas de K. (2022), cortometraje documental animado de la nicaragüense Gloria Carrión; Ventanas (2022), ensayo autorreferencial del venezolano Jhon Ciavaldini; Agwe (2022), corto de ficción del haitiano Samuel Suffren, y And How Miserable is the Home of Evil (2023), una pieza política inclasificable del iraní Saleh Kashefi. La gran mayoría de los filmes en la selección viene precedida por selecciones en algunos de los festivales más importantes del mundo: Berlín, Locarno, IDFA, Rotterdam, Oberhausen, Visions du Reel, por solo algunos.
Acompañando los títulos en competencia, exhibiremos otras trece películas en calidad de Presentaciones Especiales. Destaca en este apartado una retrospectiva de la obra cinematográfica de Fernando y Miñuca Villaverde, una pareja de cineastas cubanos que viven y trabajan en el exilio desde 1965. Esta muestra estará compuesta por cinco cortometrajes realizados en los Estados Unidos entre 1970 y 1980, estrechamente vinculados al movimiento de cine underground neoyorquino de la época.
Dos de estos filmes, Apollo, Man to the Moon (1970, dir. Fernando Villaverde) y To my Father (1973, dir. Miñuca Villaverde), podrán ser vistos en la tarde del 9 de diciembre en Nueva York, integrando un par de sesiones de cine cubano experimental que serán acogidas por el e-flux Screening Room. Esta selección específica se completa con dos cortometrajes de Alejandro Alonso, El hijo del sueño (2016) y Home (2019), y con el estreno norteamericano de Las campañas de invierno (2019), el primer largometraje de Rafael Ramírez.
Las presentaciones especiales también incluyen el estreno parisino de Corazón Azul (2021, dir. Miguel Coyula) en la Maison de l’Amérique Latine, en París, y focos en la obra de dos importantes cineastas cubanos en sus nuevas ciudades de residencia. Nos referimos a las exhibiciones de Casa de la noche (2016) y La música de las esferas (2018), de Marcel Beltrán, en la Cinemateca Brasileira de São Paulo, y de La teoría cubana de la sociedad perfecta (2019) y El encargado (2023), de Ricardo Figueredo, en el Centro Cultural General San Martín de Buenos Aires.
También me gustaría mencionar nuestra actividad inaugural, que tendrá lugar en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), el lunes 4 de diciembre a las 18:30 horas. El crítico de cine y periodista Dean Luis Reyes conducirá la charla “Las fotos del derrumbe: el cine cubano y la incertidumbre”, previa a la proyección de La opción cero, una película fundamental para entender la Cuba más reciente, sobre todo, la crisis migratoria que atraviesan sus ciudadanos.
Se ha dicho que el Festival privilegia “audiovisuales con arriesgadas propuestas estéticas y narrativas, así como piezas híbridas que exploran nuevos caminos de realización”, y que asimismo está abocado a una experiencia transgenérica.
El Festival se concibe como un espacio de resistencia cultural, situado en la intersección del cine, las artes visuales y el activismo. Nos interesan las visiones artísticas arriesgadas, no solo por sus lecturas contrahegemónicas de lo real, o por su enfrentamiento, más o menos directo, a aparatos represivos específicos, sino también por las búsquedas expresivas que desarrollan los autores.
Un discurso revolucionario, que difiera de las corrientes dominantes, necesita una estética de vanguardia, que ensanche los límites y las posibilidades del lenguaje audiovisual mientras cuestiona la sociedad que le rodea. Estas son las obras que deseamos visibilizar: películas incómodas que muchas veces encuentran dificultades para insertarse en un circuito de exhibición convencional.
Nuestro evento se debe a esos autores que no solo desafían el statu quo, arriesgando en no pocas ocasiones sus vidas y carreras, sino también las camisas de fuerza que imponen la industria, los grandes festivales y el propio canon cinematográfico. En ese sentido, apostamos por lo transgenérico, por aquellos artefactos de frontera que se mueven sin complejos entre distintos géneros y modos de representación.
Considero que las taxonomías son cada vez más insuficientes e innecesarias para abordar el potencial creativo del universo audiovisual contemporáneo. En nuestro evento no es importante separar o diferenciar el cine documental del cine de ficción, o el cortometraje del largometraje. Todo es creación audiovisual y merece el mismo grado de atención.
El premio tendrá un nombre, Nicolás Guillén Landrián. ¿Por qué es importante este homenaje?
Todo gesto que sirva de homenaje a Nicolás Guillén Landrián será siempre necesario y un tanto insuficiente, sobre todo si pensamos en la importancia de su cine y la poca atención que mereció durante varias décadas. Por suerte, en los últimos veinte años su obra ha sido gradualmente rescatada por críticos, académicos e investigadores del cine cubano y regional, en buena medida gracias a eventos como la extinta Muestra Joven. Y, aún más importante, sus películas han sido asimiladas por varias generaciones de cineastas en la isla, para quienes se ha convertido en una suerte de figura tutelar.
Este premio, que se otorgaba inicialmente a través del Fondo P.M. de INSTAR, ha sido relanzado este año dentro del festival. No se nos ocurre una mejor manera de reconocer a aquellos creadores incisivos que abordan las contradicciones y conflictos de sus contextos sociales inmediatos con absoluta libertad formal y profunda iconoclasia. Ahora que se restaura la obra superviviente de Nicolasito, y que su nombre se reconoce entre los clásicos en la Mostra de Venecia, es más necesario que nunca seguir recobrando aquellas películas sepultadas por la censura, la desidia y el olvido. El Festival de Cine INSTAR participa también de esa labor colectiva: reescribir la historia de nuestro cine, traer a primer plano sus imágenes alternativas.
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‘Llamadas desde Moscú’… a una línea desconectada en La Habana
Por MAYTÉ MADRUGA – 02 diciembre, 2023
RIALTA
Esta semana el cineasta Luis Alejandro Yero denunció en redes sociales la censura de su película Llamadas desde Moscú (2023) por parte de las autoridades culturales cubanas, que la excluyeron –tras haber sido admitida por el comité de selección, según conoció extraoficialmente al realizador– de la competencia del 44º Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. Recientemente, el gobierno de Vladimir Putin anunció que toda actividad pública del colectivo LGTBIQ+ quedaba prohibida en Rusia.
Llamadas desde Moscú aborda las circunstancias sociopolíticas actuales de Rusia y Cuba. Pero esas son interpretaciones exotéricas que conciernen al relato macrohistórico. En el nivel microhistórico, el largometraje indaga y revela cada diminuto espacio habitado por sus jóvenes personajes queer, exiliados en la capital rusa. Dariel Díaz, Daryl Acuña, Eldis Botta y Juan Carlos Calderón van de la sala al balcón, al baño, al elevador de un pequeño apartamento, y todos se reencuentran a través del teléfono móvil, en ese “minúsculo” ámbito donde transcurren buena parte de sus vidas, donde encuentran sus libertades. Estos jóvenes no son libres ni en La Habana ni en Moscú, sino en sus teléfonos. Su reciente libertad radica en mantener el contacto con sus familias; expresarse como influencers en Tik Tok, y ver las historias de “éxito” que a ellos les han sido negadas. Yero presenta el teléfono móvil como una herramienta real y simbólica, mediante la cual entrevemos la psicología de sus personajes, y enlaza esto con la importancia social que ha tenido en Cuba el uso de esta tecnología, y la conexión a Internet, en los últimos años.
Sobran las prestigiosas plazas donde ha sido exhibido el primer largometraje documental de este realizador. Aquellos ciudadanos del mundo que deseen visionarlo ahora podrán hacerlo gracias a la IV edición del Festival de Cine INSTAR: el 5 de diciembre, en la Zumzeig Cinecooperativa (Barcelona, España); el 8 y el 10 de diciembre, en el Laboratorio Arte Alameda (Ciudad de México); el 9 de diciembre, en el Centro Cultural General San Martín (Buenos Aires), y el día 10, en la Cinemateca Brasileira (São Pablo).
No cabe duda de que tales presentaciones en dicho evento trasnacional llevaron a su exclusión de las pantallas del Festival de Cine de La Habana, porque de ninguna manera puede aducirse problemas de calidad estética en el más reciente filme del joven cineasta cubano, quien ya ganó en 2018, con Los viejos heraldos, el Premio Coral en la categoría de Cortometraje documental. Y ni siquiera fue considerado para alguna de las muestras colaterales.
La censura cultural en Cuba ha tenido tantas motivaciones como personas en riesgo de perder sus privilegios institucionales existen en esos círculos. Es en última instancia un ejercicio de poder arbitrario que se sostiene en la ideología más banal, jamás en un criterio estético. Una banalidad que se transparenta, a escala discursiva, en un repetido manojo de lemas y consignas.
Los hechos y personajes representados en Llamadas desde Moscú no resultan ajenos a la “cobertura” de los medios estatales cubanos; solo que en esta película dichas instituciones no controlan la narrativa. En esta ocasión no pueden proyectar en las salas el fragmento donde se escucha y se ve al escritor y activista opositor Luis Dener arremetiendo contra el gobierno cubano, y “opinar” sobre él y deconstruir su discurso en pleno cine. Esto tampoco lo hace Yero pues, aunque eligiera en el proceso de montaje estas secuencias en particular, las mismas parten de una realidad diegética. Sus personajes consumen la información a través del móvil, que ya se ha legitimado, a sus ojos, como espacio de libertad.
Tan opresivas como se representan las estructuras arquitectónicas rusas en este largometraje documental, resultan las relaciones diplomáticas entre La Habana y Moscú. El gobierno ruso es uno de los principales aliados de las autoridades cubanas, y es tan intolerable dejar mal parado al poder isleño como al moscovita, especialmente en lugares tradicionalmente tan concurridos como los cines habaneros en diciembre.
En cuanto a narrativas ya tradicionales en la documentalística nacional, la emigración encuentra una poco común vertiente en Llamadas…: la posibilidad del retorno. El emigrado siempre ha sido visto como el otro que va y viene, pero regresar definitivamente nunca sería una opción. Sin embargo, en el recorrido de estos personajes, ese parece ser un final posible para algunos. Ello incluso pudiera considerarse un discurso “positivo” desde la perspectiva del poder cubano, si no fuera porque el país desde el cual se regresa es, justamente, un aliado político muy importante –y, por supuesto, estos chicos tampoco regresarían por convicción, sino por resignación.
En ese sentido, la película de Yero abriría la posibilidad de dialogar sobre el retorno de los emigrados, y sobre las condiciones que lo determinarían; pero tampoco parece haber sido una línea argumental que interesara al gobierno de La Habana en su reciente encuentro con una selección de la diáspora cubana.
Llamadas desde Moscú vuelve sobre la idea de que emigrar es la principal forma de protesta que han encontrado los cubanos. La emigración siempre ha sido un tema difícil de abordar para la cinematografía nacional, inmersa en una dialéctica igualmente ardua con el poder político, dueño de las salas de cine y del Instituto de Arte e Industria Cinematográfico (ICAIC). Hasta la fecha se ha tolerado un tono más conciliador, a menudo melodramático, o bien que el tema sea abordado desde la “permisiva” comedia. Pero la emigración cubana y sus problemáticas son cada vez más diversas y complejas; no solo en cuanto a identidades genéricas y sexuales, grupos etarios, procedencias sociales y credos políticos, sino también en cuanto a trayectorias y países de destino…
Por supuesto, tal como dice la voz popular: esa es una conversación para la cual no está, ni quiere estar listo el poder cubano.
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Comienza el Festival INSTAR, que explora el nuevo cine cubano independiente
Por NOELIA GÓMEZ – 30 noviembre, 2023
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La cuarta edición del encuentro se llevará a cabo del 5 al 10 de diciembre en el CC San Martín y está organizado por el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), dirigido por Tania Bruguera y coordinado por el cineasta Ricardo Figueredo
La cuarta edición del Festival de Cine INSTAR se llevará a cabo del 4 al 10 de diciembre de 2023 en sedes distribuidas en Barcelona, París, Nueva York, Miami, Ciudad de México, Buenos Aires y São Paulo. El festival se enfocará en el carácter transnacional del nuevo cine cubano, explorando su interacción con diversas cinematografías, especialmente aquellas provenientes de países gobernados por regímenes dictatoriales o autoritarios que imponen restricciones a los artistas. El evento busca destacar el diálogo en constante crecimiento entre estas cinematografías y promover la diversidad cultural en el cine.
La estructura del festival se despliega en una amalgama de sesiones cuidadosamente curadas, donde cada filme encuentra su espacio para resonar y dialogar con el público ávido de nuevas perspectivas. Desde cortometrajes con impacto inmediato hasta documentales profundos que exploran las complejidades de la sociedad contemporánea, el IV Festival de Cine INSTAR presenta un programa que desafía las expectativas y promete emociones intensas en cada proyección.
El primer día del festival, el martes 5 de diciembre, la jornada inaugural exhibirá obras como Agwe, de Samuel Suffren (Haití), El rodeo, de Carlos Melián (Cuba), y Abisal de Alejandro Alonso (Cuba-Francia). Las dos sesiones posteriores contarán con producciones que van desde And how miserable is the home of evil, de Saleh Kashefi (Suiza-Irán) hasta Mujeres que sueñan un país de Fernando Fraguela (Cuba), ofreciendo un abanico cinematográfico diverso y cautivador.
El miércoles 6 de diciembre, las pantallas se iluminarán con películas como Un homme sous son influence, de Emmanuel Martín (Canadá-Cuba), que se lleva a cabo en Montreal, donde Emmanuel, un emigrante cubano, anhela simplemente descansar tras largas jornadas laborales y La teoría cubana de la sociedad perfecta dirigida por el mismo Ricardo Figueredo, que relata la búsqueda y formación del “hombre nuevo” en Cuba, planteada hace 58 años. A través de entrevistas, se explora la idea de forjar un ciudadano libre de las influencias y limitaciones del sistema capitalista.
El jueves 7 de diciembre, se rendirá homenaje al pasado cinematográfico con proyecciones de films como Apollo, man to the moon, de Fernando Villaverde (Estados Unidos) y Las campañas de invierno, de Rafael Ramírez (Cuba-Venezuela-México). La primera muestra ciudad de Nueva York durante el histórico primer aterrizaje del hombre en la Luna, se captura la vida, los paisajes sonoros y la atmósfera de sus calles y habitantes; mientras que la segunda se sumerge en una casa que parece existir en un espacio sin definir, donde vive el jugador principal de un videojuego junto a su familia.
La intensidad del festival continúa el sábado 9 de diciembre con películas como Veritas de Eliecer Jiménez Almeida (Cuba-Estados Unidos). El documental revela la invasión a Bahía de Cochinos en Cuba en 1961, presentada sesenta años después a través de las voces de sus protagonistas. También se podrá ver Camino de lava de Gretel Marín (Cuba), que sigue la vida de Afibola, una poeta afrofeminista, activista y queer, junto a su hijo de ocho años, Olorun, en el centro de La Habana.
El domingo 10 de diciembre, el festival culmina con una selección de películas donde se destacan El encargado, de Ricardo Figueredo Oliva (Cuba), que se centra en La Habana, donde un hombre experimenta un contacto con un ser de otro planeta mientras discuten sobre la vida cotidiana y el consumo de sustancias ilícitas. También se podrá ver Ventanas, de Jhon Ciavaldini (Argentina-Venezuela),que muestra imágenes de protestas en Venezuela entre 2014 y 2017, observadas por ciudadanos desde sus casas.
Esta cuarta edición, que se desarrollará no solo en Buenos Aires sino en múltiples sedes alrededor del mundo, destaca la importancia de dar voz a aquellos cuyas narrativas pueden ser silenciadas. La conexión entre distintas cinematografías y la reflexión sobre temas tabú en sociedades diversas son los ejes que guían esta edición, cuyo objetivo es potenciar el diálogo entre cineastas del sur global y visibilizar el valioso trabajo del cine independiente cubano. Según las palabras de su director artístico, esta edición representa un hito al ser la primera concebida en el exilio, lo que plantea un desafío en cuanto a su ubicación sin un centro definido. ¿Cómo elegir sede para un evento que promueve el cine independiente cubano cuando el país es inaccesible? ¿Cómo establecer un punto focal en una diáspora en constante expansión? Se cuestiona la noción de nación más allá de límites geográficos y políticos. Se busca reestructurar el festival para reflejar y potenciar la circunstancia actual de la mayoría de los cineastas exiliados.
La propuesta curatorial reúne obras significativas del cine cubano de esta década, mostrando poéticas diversas que construyen la columna vertebral de un nuevo cine. Este movimiento artístico trasciende generaciones, con una creciente consciencia de su carácter híbrido y transnacional, buscando rupturas más que reverencias con el cine cubano clásico. Estas obras exploran múltiples facetas de Cuba: la crisis socioeconómica, el impacto del totalitarismo, el racismo, la homofobia, la educación, la decepción generacional, la relectura histórica, la represión política y la diáspora. Además, se invita a cineastas de otras regiones, como Haití, Venezuela, Nicaragua, Irán y Filipinas, cuyas realidades dialogan con las de Cuba, creando un diálogo entre sus historias a través del cine.
El festival también propone espacios de encuentro, como charlas y debates, para reflexionar sobre diversas prácticas artísticas. INSTAR busca diseminar, aprovechar la fertilidad y liberación cultural en un paisaje fragmentado, atendiendo al conflicto que enfrentan los millones de cubanos exiliados. El propósito es crear un corredor de imágenes entre los puntos dispersos de la diáspora, con la esperanza de conectar nuevamente con la isla y sus complejas versiones a través del cine.
El IV Festival de Cine INSTAR, además de su función como muestra cinematográfica, otorgará el prestigioso Premio Nicolás Guillén Landrián a la obra que mejor explore un tema tabú de su sociedad a través de la creación audiovisual. Este premio, acompañado de un fondo para apoyar la siguiente obra del artista premiado, rinde homenaje al legado del documentalista y pintor cubano Nicolás Guillén Landrián, cuya obra sigue resonando y desafiando los límites hasta el día de hoy.
El panel de jurados seleccionados para el Festival está compuesto por: Alejandro Hernández, guionista, novelista y productor de cine de La Habana, Cuba, es conocido por su premio Goya al Mejor Guión Adaptado por “Todas las mujeres” (2013) y nominaciones por obras como “Caníbal” (2013), “El autor” (2017), “Mientras dure la guerra” (2019) y “Adú” (2021). Dunja Fehimović, originaria de Sarajevo, Bosnia y Herzegovina, es Profesora Titular / Profesora Asociada de Estudios Hispánicos en la Universidad de Newcastle. Por último, Paulo Antonio Paranaguá, periodista, crítico de cine e historiador nacido en Río de Janeiro, Brasil, ha dejado una marca significativa en la exploración del cine latinoamericano y ha sido miembro del movimiento surrealista en São Paulo y París.
Con talleres, debates, clases magistrales y exposiciones, el IV Festival de Cine INSTAR promete una experiencia enriquecedora para los amantes del cine y para aquellos ávidos de perspectivas frescas y desafiantes. Es un evento que trasciende las fronteras geográficas y artísticas para celebrar la diversidad, la libertad creativa y la valentía de contar historias que merecen ser escuchadas en un mundo en constante transformación.
Por otra parte, el Ministerio de Cultura de Cuba lanzó una campaña en contra del Festival de Cine INSTAR. Ha sido objeto de críticas por incluir la película Veritas, del cubano Eliécer Jiménez Almeida, que aborda la experiencia de la Brigada de Asalto 2506, considerados mercenarios por la Historia oficial cubana. Las publicaciones oficiales han acusado al festival de glorificar el terrorismo contra Cuba al exhibir este largometraje. El ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau, y otros funcionarios, han cuestionado la legitimidad del festival y la libertad que defiende, acusándolo de ser financiado por la CIA y de atentar contra el proyecto colectivo del pueblo cubano. El cineasta Eliécer Jiménez Almeida, autor de Veritas, residente en Miami, ha respondido a las acusaciones afirmando que su película no es respaldada por la CIA ni por intereses imperialistas, y señala que busca mostrar una versión alternativa de la historia oficial sin imponer una ideología.
*Para conocer la programación completa en los distintos países y todos los detalles de esta edición se puede visitar la página web del festival.
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INSTAR convoca a su IV Festival de Cine en siete ciudades del mundo
Por CAMILA ACOSTA – 29 noviembre, 2023
CUBANET
“El concepto que guía esta edición es el carácter transnacional del nuevo cine cubano”, indicaron los organizadores del evento
LA HABANA, Cuba. – Entre el 4 y el 10 de diciembre próximos se desarrollará la cuarta edición del Festival de Cine INSTAR, un evento con sede en siete ciudades del mundo con amplia presencia de emigrados cubanos: Barcelona, París, Nueva York, Miami, Ciudad de México, Buenos Aires y São Paulo.
En el caso de Cuba, la selección de películas estará disponible de forma online a través de la plataforma Festhome.“El concepto que guía esta edición es el carácter transnacional del nuevo cine cubano, así como su diálogo creciente con diversas cinematografías, sobre todo las de aquellos países también regidos por gobiernos dictatoriales o autoritarios”, detalla la programación del evento.
El Festival es un evento anual organizado por el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), colectivo fundado y dirigido por la performer cubana Tania Bruguera, y que cuenta con la curaduría del realizador cubano José Luis Aparicio.
El primer festival de este tipo tuvo lugar en La Habana en diciembre de 2019 y fue dirigido por la actriz y escritora Lynn Cruz. El certamen se interrumpió durante dos años por la pandemia de COVID-19 y se reanudó a fines de 2021 pero solo de manera online.
La tercera edición se desarrolló en julio de 2022 en la Documenta Fifteen de Kassel, Alemania, y consistió en la exhibición de Tierra sin imágenes / Land without images, la mayor retrospectiva de cine cubano alternativo realizada hasta la fecha, según los organizadores del festival.
La actual edición contará con un jurado internacional integrado por Paulo Antonio Paranaguá, crítico e historiador brasileño y una de las autoridades sobre cine latinoamericano; Dunja Fehimović, académica especializada en cine del Caribe y profesora universitaria en Reino Unido; y el guionista cubano Alejandro Hernández, ganador del Premio Goya al Mejor Guion Adaptado en 2013 por Todas las mujeres, del realizador español Mariano Barroso.
Este jurado otorgará el Premio PM Nicolás Guillén Landrián a la película, cubana o no “que mejor refleje un tema tabú”.Además de las proyecciones, el festival organiza talleres, debates, clases magistrales y exposiciones de cine expandido. Entre los invitados de ediciones anteriores se hallan los cineastas Milo Rau, Ishtar Yasin, Alonso Ruizpalacios, Alejandro Fadel, Heidi Hassan, Alejandro Brugués y Miguel Coyula.
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Festival INSTAR celebra su cuarta edición en formato transnacional
Por Yelly Barrios. – 30 noviembre, 2023
LatAm cinema.com
Organizado por el Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), el festival transcurrirá del 4 al 10 de diciembre, por primera vez en múltiples sedes, presenciales y virtuales, en Latinoamérica, el Caribe, Estados Unidos y Europa. Según adelantó a LatAm cinema el director artístico del festival, José Luis Aparicio Ferrera, “el objetivo es crear un corredor de imágenes entre diversas geografías, una red que permita paliar la dispersión y el aislamiento (de la diáspora cubana) y reencontrarnos en el cine”.
El Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR) fue creado en 2015 como un espacio desde donde dar voz a las historias suprimidas, censuradas, prohibidas, y promover la alfabetización cívica y la justicia social en Cuba. Tres años más tarde, su fundadora, la artista cubana Tania Bruguera, inauguró una muestra personal en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York. En ese contexto, y como actividad colateral a la exposición, el MoMA organizó la muestra “Cine Cubano Censurado” de la que participaron cineastas y cinéfilos cubanos como Orlando Jiménez Leal, Miguel Coyula, Juan Carlos Cremata Malberti, Eliecer Jiménez Almeida, el crítico de cine Dean Luis Reyes, y la propia Bruguera. Fue allí, “en una conversación de sobremesa donde se habló de la producción de cine independiente en la isla”, recuerda Bruguera, donde nació el Festival de Cine de INSTAR, como una red de apoyo para los realizadores cubanos, y también el Premio PM, nombrado en homenaje al documental homónimo de 1961 dirigido por Orlando Jiménez Leal y Sabá Cabrera, considerado un paradigma de la censura institucional al cine cubano durante más de medio siglo.
En 2020, se celebró la primera edición del festival en La Habana. La segunda se realiza online por las restricciones de la pandemia, y la siguiente coincidió con la retrospectiva de cine cubano alternativo, “Tierra sin imágenes”, realizada en el marco de la decimoquinta Documenta de Kassel, en Alemania. Finalmente, en esta cuarta edición, el festival se vuelve transfronterizo como reflejo del “carácter transnacional del ‘nuevo cine cubano’”, en palabras de Aparicio Ferrera.
Por su parte, la directora del festival, Tania Bruguera le comenta a LatAm cinema: “Esta cuarta edición en una arena internacional tan variada contribuirá a que los cineastas, principalmente los cubanos, piensen y discutan los retos narrativos y estéticos que conlleva hacer cine en el exilio. Otro aspecto a considerar es la carencia de espacios para estas obras dentro de Cuba, sobre todo tras de la cancelación indefinida de la Muestra Joven, el festival que atendió esta producción de forma más consistente. La criminalización de los proyectos y espacios independientes en la isla dificulta el surgimiento de alternativas, pero, afortunadamente, varios proyectos como el nuestro, ubicados en distintos puntos de la diáspora, se las arreglan para exhibir películas cubanas y mantener vivo el debate sobre nuestro cine”, subrayó Bruguera.
El carácter transnacional de la cuarta edición del Festival de Cine INSTAR es una manera de estar presente en ciudades con gran número de exiliados cubanos y a la vez generar nuevos públicos y reflejar las distintas circunstancias por las que atraviesa la producción de cine cubano independiente.
Las sedes latinoamericanas de esta cuarta edición del festival serán el Museo Laboratorio Arte Alameda en Ciudad de México, el Centro Cultural San Martín en Buenos Aires, la Cinemateca de São Paulo, el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de São Paulo y la Plataforma FestHome, donde se exhibirá la programación online para Cuba. En Estados Unidos el festival transcurrirá entre E-Flux Screening Room en Nueva York y la Universidad Internacional de Florida, en Miami. En Europa, la programación se presentará en Barcelona, en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y Zumzeig Cine Cooperativa, y en París, en la Maison de l’Amérique latine. “Esta cuarta edición es la primera concebida en el exilio. Esto explica, quizás, su carencia de centro”, comentó a su tiempo el director artístico del festival, Luis Aparicio Ferrera en declaraciones a LatAm cinema.
A la novedad de las sedes múltiples, se suma este 2023 la sección de películas en concurso, de las cuales dos son estrenos mundiales: el documental “Mujeres que sueñan un país” de Fernando Fraguela Fosado (Cuba, España, México, Estados Unidos) y el largometraje “Un homme sous son influence” (Canadá, Cuba). Las restantes películas en competición de la región son: “Abisal”, documental de Alejandro Alonso (Cuba, Francia); “Camino de Lava”, documental dirigido de Gretel Marín Palacio (Cuba); “El rodeo” de Carlos Melián Moreno (Cuba); “La opción cero”, documental de Marcel Beltrán (Cuba, Brasil, Colombia); “Hojas de K.”, documental de animación de Gloria Carrión Fonseca (Nicaragua, Costa Rica); “Llamadas desde Moscú”, documental de Luis Alejandro Yero (Cuba, Alemania, Noruega); “Los puros”, documental de Carla Valdés León (Cuba); “Mafifa”, documental de Daniela Muñoz Barroso (Cuba); “Taxibol” (2023), realización de género híbrido dirigida por Tommaso Santambrogio (Cuba, Italia); “Veritas”, documental de Eliecer Jiménez Almeida (Cuba, Estados Unidos); y “Ventanas”, documental de Jhon Ciavaldini (Venezuela, Argentina).
De manera simultánea se organizó la exhibición de otras 13 películas en la sección Presentaciones Especiales en la que se incluye una retrospectiva de Fernando y Miñuca Villaverde, así como “Casa de la noche” y “La música de las esferas” de Marcel Beltrán (Cuba, Estados Unidos); “El hijo del sueño” y “Home” de Alejandro Alonso (Cuba); “La teoría cubana de la sociedad perfecta” (Cuba) y “El encargado” (Cuba, Venezuela, México) de Ricardo Figueredo; y “Las campañas de invierno” de Rafael Ramírez.
La programación se acompañará de charlas, debates y clases magistrales. Muchas de ellas podrán seguirse a través de las redes sociales del Festival.
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‘Hojas de K.’ o de la fragilidad inexpugnable
Por ANTONIO ENRIQUE GONZÁLEZ ROJAS – 28 noviembre, 2023
RIALTA
Cuando el ensayista argentino Luis Gusmán analiza en su libro Kafkas (Edhasa, 2014) el empleo de la inicial K que hace Franz Kafka en sus diarios y novelas, como signo de una identidad sitiada y obliterada por fuerzas sociopolíticas, se pregunta si “la abolición de la identidad del judío ¿es la prefiguración de la posterior eliminación del cuerpo del judío?”.
Refrenda así la perspectiva de la crítica francesa Marthe Robert cuando escribe en Kafka o la soledad (Fondo de Cultura Económica, 1982) que en El proceso y El castillo ocurre una anulación de la identidad: “finalmente solo deja subsistir al hombre reducido a una simple expresión, al hombre verdaderamente sin atributos en quien ya no sobrevive sino el último núcleo de lo humano”.
Las identidades y los cuerpos de las mujeres nicaragüenses que la realizadora Gloria Carrión Fonseca resume en la protagonista colectiva de su película Hojas de K. (2022) también han sido víctimas de feroces intentos de suprimirlas, diluirlas en el olvido, desterrarlas definitivamente de la condición humana, descomponer sus humanidades en fragmentos irreconocibles, sin dignidad ni voluntad.
Carrión Fonseca también parece revertir el nefasto sentido de la “K” kafkiana, y la convierte en impugnación simbólica de las pretensiones represivas del régimen de Daniel Ortega. Dota a las mujeres de una identidad colectiva cuyo alegato múltiple pueda conseguir resonancias rotundas en la realidad de su país y resquebraje la hegemonía de sus pretendidos rectores absolutos.
K. también es una identidad que protege, una cápsula fortificada, que no regala ingenuamente los nombres de las perseguidas políticas aún residentes en la nación centroamericana para que no sean nuevamente castigadas, ahora por ofrecer sus testimonios sobre el castigo. Resulta así una negación del silencio con que se ha pretendido borrar de la historia escrita por ellas durante las revueltas populares que estallaron en 2018 contra el régimen de Ortega.
Hojas de K. se inscribe en los predios del “documental animado”, y como parte de la selección oficial en concurso del IV Festival INSTAR estará disponible para los públicos cubanos en la plataforma Festhome desde el lunes 4 hasta el domingo 10 de diciembre, siempre de 10:00 de la mañana a 12:00 de la noche. El martes 5, y también el día 10 de ese mes, se exhibirá en la sede argentina del evento, el Centro Cultural General San Martín, en Buenos Aires, mientras que el miércoles 6 se proyectará en la Zumzeig Cinecooperativa de Barcelona, España. El Laboratorio Arte Alameda de Ciudad de México ha programado también su exhibición para el viernes 8 y el domingo 10 de diciembre.
La estética y modo fílmico del documental animado ha servido como dispositivo ideal para abordar los testimonios amenazados de las víctimas de los totalitarismos contemporáneos, cuyos protagonistas o bien no pueden revelarse para proteger a sus familias y a sí mismos, como sucede con el joven afgano refugiado que protagoniza Flee (Jonas Poher Rasmusen, 2021), o bien huyeron tan desnudos de cualquier tipo de documentación sobre su pasado que requieren una recreación casi total de sus vivencias: así ocurre, por ejemplo, con la artista visual iraní Marjane Satrapi, autora de la historieta Persépolis y codirectora (junto a Vincent Paronnaud) de su adaptación fílmica homónima (2007); con el norcoreano Shin Dong-huyk, sobreviviente de los campos de concentración de la dinastía Kim y protagonista de Campo 14 (Marc Wiese, 2012), o con el cineasta camboyano Rithy Pahn, quien en La imagen perdida (2013) recrea con dioramas su infancia durante la genocida revolución de los jemeres rojos de Pol Pot.
Carrión Fonseca dialoga más directamente con la pauta visual de Satrapi, y apuesta por una visualidad sencilla, casi de garrapato infantil, de aparente factura apresurada, que ayuda a subrayar la urgencia de su mensaje, la premura de sus denuncias. Los planos de Hojas de K. sugieren imágenes esbozadas en la oscuridad de una mazmorra, que serían contrabandeadas al día siguiente más allá de las rejas, hacia el mundo. Las palabras de la protagonista colectiva componen testimonios breves, precisos, en los que se concentra toda la fuerza de un postrer discurso, de una única oportunidad.
Cada palabra puede ser la última, cada revelación puede ser sellada por el final, así que tiene que valer universos. Cada oración debe ser una prueba contundente contra la represión y el abuso. El silencio absoluto acecha a las mujeres que hablan a través de K. Sus cuerpos e identidades se fusionan en una suerte de hidra. Las múltiples cabezas se resisten a ser cercenadas. En caso de que algún testimonio sea mutilado, de inmediato emergerán dos más, para que el clamor no cese.
K. es una multitud presente, atenta, resiliente. Es una letra en que se acomodan todas las frases del mundo, una letra que contiene el sonido de todas las letras, y que abarca todos los abecedarios. Es una espina sangrante que no cesa de molestar a su jardinero verdugo. No cesa de manifestar su existencia, su presencia. La punta no se vuelve roma; el tallo se endurece más y más cada vez.
La voz pura y libre, sin una garganta que pueda ser enmudecida, ni una cabeza que pueda ser cortada, ni cuerpo que golpear, ni localización precisa en el espacio, es quizá lo que más aterra a los poderes autoritarios. No les queda más que eliminar el aire para que el sonido no se propague y gane la ubicuidad, o borrar la memoria valiéndose de tecnologías inexistentes.
La omnipresencia invisible de los testimonios resumidos en K. —interpretada por alguien que se identifica con el pseudónimo Kochittacihuatl— y recreados por los ilustradores M455U, The Introvert Bee, los animadores Milo Otz, Lops Llorel y Capi Mart —otros tantos nombres ficticios que protegen vidas amenazadas o familias en peligro bajo las sombras de Ortega— esquiva los golpes, las violaciones y las intimidaciones que sufrieron estas mujeres apresadas durante las manifestaciones de 2018.
El aire y los símbolos no pueden aherrojarse. La fuerza de las tiranías es física, y lo incorpóreo lleva a miñones y esbirros hacia un callejón sin salida. La consabida “fuerza de las ideas” es una imagen muy cara a los aparatos propagandísticos de los sistemas políticos totalitarios; una que no tarda en regresar por sus propias cabezas como un boomerang justiciero. Mientras aumentan la fuerza y el horror represivos, las ideologías opresoras se secan… Sirven de abono a nuevos y opuestos idearios.
Mientras más castigados son los cuerpos de los disidentes, más rápido se convierten en territorios fértiles para la germinación del pensamiento emancipador. Su fragilidad es inexpugnable e imbatible, como la breve sílfide de La idea (Berthold Bartosch, 1932), otro clásico del cine y la animación fílmica cifrado en las esencias de legatarios contemporáneos como Hojas de K.
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Documentar lo femenino: mujeres directoras en el IV Festival de Cine INSTAR
Por MAYTÉ MADRUGA – 30 noviembre, 2023
RIALTA
El IV Festival de Cine INSTAR llega del 4 al 10 de diciembre con una curaduría cinematográfica en la que, si bien puede hablarse de temáticas y estéticas interconectadas en sentido general, es importante destacar el gran mosaico de personajes femeninos que crean y recrean las directoras invitadas a competir.
Las narrativas femeninas en el cine han sido acusadas de defender lo aparentemente íntimo, de hacer películas “de pocos personajes”, pero es justamente en esas búsquedas íntimas donde la política y la transformación del patriarcado ha hallado una crítica más feroz. Aunque seguimos hablando de la figura del directxr como eje principal dentro de la realización fílmica, con solo echar un vistazo a las fichas técnicas de las obras en competencia se encontrarán mujeres en profesiones que la teoría feminista cinematográfica hace mucho tiempo señaló como claves para una representación más equitativa del mundo a través del audiovisual.
Así, llegan a esta edición nombres como Daniela Muñoz Barroso, Carla Valdés León o la nicaragüense Gloria Carrión Fonseca, quienes se mueven dentro de la producción y la dirección, y Gretel Marín Palacio, quien ha transitado de la isla de edición a la dirección. Sus poéticas diversas y con diferentes niveles de lecturas indagan en personajes femeninos que sirven de faro para la construcción de la memoria, la nación, pues al final la patria siempre ha sido más matria de lo que el heteropatriarcado ha dejado ver.
Mafifa, la familia Valdés-León, K., y Afíbola Sífunola son fragmentos de esa matria, que construye desde el recuerdo y continúa en un presente desde el cual se anhela modificar el futuro. Así pueden ser apreciadas respectivamente Mafifa (2021), Los puros (2021), Hojas de K. (2022) y Camino de lava (2023). Cada directora ha construido una personal relación con los personajes de sus películas y, aunque para propósitos taxonómicos se hable de documental, cada una de las realizadoras ha diluido las fronteras de ese género cinematográfico, que, para suerte de espectadores libres y arriesgados, cada día se expande más gracias a muchas contaminaciones de lo así llamado ficción.
En estas cuatro películas la palabra construye la memoria. Daniela Muñoz Barroso, desde su sinceridad como mujer y realizadora, pasa al frente de la cámara como personaje para buscar la voz de Mafifa. Siempre se ha dicho que escuchar no es precisamente oír. El arte de la escucha requiere de concentración y capacidad para empatizar con el otro. Así, la realizadora va escuchando en cada momento de su largometraje documental, no solo lo que tienen que decir sus personajes, sino también las resonancias del vínculo que establece con ellos a través de tal escucha. La reconstrucción y la recreación se mezclan en Mafifa. La realizadora selecciona planos detalle, y mediante estos los espectadores se ven impelidos a erigir junto a ella sus propias versiones de una mujer, pero también de una ciudad, de un rito cultural, una historia.
A Muñoz Barroso se le ha negado el placer de conocer físicamente a su personaje femenino; a Marín Palacio, no, y consecuentemente Afíbola se vuelve parte del equipo creativo de Camino de lava. La representación de mujeres afrodescendientes en el cine cubano, mediante una mirada en que ellas se sientan cómodas y puedan expresarse, no siempre se ha logrado en la cinematografía insular. La cuestión de la representación versus la representatividad de los y las afrodescendientes cubanxs gravita sobre el panorama audiovisual de la isla.
La familia y las diferentes formas de construirla son también un tema en estos materiales. En ese sentido, el elemento “casa” –aunque no es nuevo en el cine para ilustrar o simbolizar la vida, la familia, el hogar– se presenta en Camino de lava como símbolo en paralelo con la relación que se construye entre madre e hijo, pero también con lo que se desea para que el hijo habite un país llamado Cuba.
El espacio físico íntimo que aporta una casa es también el contexto que reúne a los personajes de Los puros. Aunque pragmáticamente la familia ha sido construida de forma consanguínea, tanto Carla Valdés como Gretel Marín amplían esa estructura, pues es solo a través de su resignificación que se pueden reconstruir las memorias, entender los contextos.
El mundo material está lleno de privilegios, y la espiritualidad que emerja de esta casa vacía, por construir, por llenar de recuerdos, que habitarán Afíbola y su hijo Olorum, es una posibilidad a la que todas las personas deberían tener derecho, así como a poder expresarse a su ritmo, acorde a sus identidades no solo de género, sino también culturales, históricas.
Un grupo de jóvenes que se desprenden de sus padres y conviven continuamente en un país otro, en casas otras, configura su familiaridad, y a través de esta es posible desenredar las ideas analíticas y los sentimientos de un pasado que se siente doblemente pretérito, pues “los puros” que aparecen frente al lente de Valdés León no siempre logran explicar con palabras lo que vivieron. Y es a través del espacio en que se produce el reencuentro, y gracias a “compartir el pan”, que el grupo de filósofos logra aterrizar lo vivido y así construir una memoria colectiva.
“Los puros”, expresión coloquial del habla cubana empleada para referirse a los padres o, en un sentido más abierto, a personas que más o menos pasan los sesenta años, se convierte en una expresión polisémica en la película. Este grupo de personas está volviendo en sus recuerdos a una etapa “pura”, a una juventud esperanzada en sus proyectos personales, pero también en un proyecto mayor, colectivo, que incluso pretendió ir más allá del significado país.
Las historias que cuentan estas directoras mujeres vienen de las entrañas, y ello siempre se ha asociado a lo sentimental, o bien al parto, no solo como acto biologicista, sino como acto de crear o expulsar de sí. Hay historias que las y los protagonistas pueden contar mirando a cámara, y tienen así la posibilidad de purgarlas a través de su propia representación audiovisual; en otros casos las protagonistas ni siquiera pueden mostrarse, como en Hojas de K., de Gloria Carrión Fonseca.
La animación como lenguaje no solo es una decisión “estética” en esta película: sus protagonistas aún corren peligro de represalias por contar y denunciar lo vivido bajo el régimen nicaragüense liderado por Daniel Ortega. Asimismo, cuando hablamos de conflictos que implican violencia física y psicológica contra las mujeres y las niñas, aparece el riesgo de que la exposición audiovisual termine revictimizándolas. De ahí que la decisión de animar y/o darle vida a K. se convirtiera en la poesía necesaria para relatar –con el testimonio como materia prima– estos hechos duros y violentos que continúan impunes.
En el Festival de Cine INSTAR también se proyectan otras representaciones femeninas, como Mujeres que sueñan un país (2023), documental en concurso dirigido por el cubano Fernando Fraguela Fosado. Es una película que nace de la urgencia de denunciar la situación política en Cuba. También es imprescindible mencionar las presentaciones especiales de filmes de la cubana Miñuca Villaverde. Su obra, su manera de entender el cine, es ejemplo vivo de que las historias “intimistas” de mujeres –según la etiqueta que muchos han pregonado– no están reñidas con una búsqueda y ampliación del lenguaje cinematográfico.
Las conexiones establecidas por las películas de Carla Valdés León, Daniela Muñoz Barroso, Gretel Marín Palacio y Gloria Carrión Fonseca parten de las especificidades genéricas del documental y se extiende, hasta los márgenes del relato histórico, en busca de mujeres otras. Sus voces y sus memorias no solo son rescatadas en tanto protagonistas de estas representaciones audiovisuales, sino desde la relación sorora que idealmente imagina buena parte del movimiento feminista.
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#SOSVenezuela: a propósito de ‛Ventanas’, un documental de Jhon Ciavaldini
Por ÁNGEL PÉREZ – 29 noviembre, 2023
RIALTA
Ventanas (2023), el documental de Jhon Ciavaldini que compite en el IV Festival de Cine INSTAR, me recuerda el siguiente verso de Carlos Augusto Alfonso: “Veo mi guerra desde lejos en viaje teleférico sobre país neutral”. Al narrador/autor de Ventanas, vivir lejos de Venezuela no lo excluye de su Historia. Es 2017, Ciavaldini conversa por teléfono desde Buenos Aires con su madre sobre la crisis que atraviesa su país de origen, sobre la inconformidad de la gente con el gobierno. En las redes sociales contempla videos de las protestas ciudadanas de ese año, y también de 2014, grabados por los ciudadanos desde las ventanas de sus apartamentos y compartidos como testimonios del clima de terror en que viven, de la represión con que el cuerpo militar del Estado responde a las manifestaciones civiles.
Alejado de su madre, golpeado por esas imágenes que circulan en redes (las ventanas desde donde observar la trágica situación venezolana), el realizador articula el documental como una toma de conciencia de su lugar en esa realidad, como una vuelta sobre sí mismo y su condición de emigrante. Además de un alegato político sobre la degradación y la violación de los derechos humanos en Venezuela, el filme es expresión de una subjetividad extraviada entre las imágenes que atestiguan aquella realidad.
El narrador comenta: “Nunca me había pasado tener el cuerpo en un lugar y la cabeza a siete mil kilómetros de distancia. Solo el que emigró sabe lo que es esto. Me pregunto si estoy llevando una doble vida”. Más adelante subraya: “Yo solo sé que es imposible irse del todo”. Y se pregunta un poco más tarde: “¿Irme del país resolvió mis problemas o me generó otros que antes no tenía”. La película es un registro de su angustia como emigrante frente a la Historia reciente de su país, que transcurre a siete mil kilómetros de distancia y que, paradójicamente, ve pasar ante sus ojos. Y resulta también el modo en que Ciavaldini participa/actúa directamente, desde el exilio, en esa Historia.
Ventanas anuda una experiencia familiar al ámbito social, el pensamiento del autor a la memoria colectiva del país. Esa es una de sus virtudes. El paisaje discursivo pende de la voz del realizador, inmersa a su vez en esa Venezuela de revueltas cívicas y violencia policial, donde, por supuesto, emigrar constituye otro índice de la crisis. La decisión de erigir un relato en primera persona, desde la experiencia íntima, para abordar la cuestión venezolana, enriquece considerablemente el discurso cinematográfico. Evidentemente, la perspectiva de Ventanas –las resonancias subjetivas filtrando los hechos políticos y sociales– se distancia de cualquier narrativa hegemónica o propagandística.
Al menos en dos ocasiones aparece Nicolás Maduro en televisión. La verdad del narrador se opone a la verdad empuñada por el presidente, que se enfrenta a las cámaras con un niño en los brazos –más prefabricada no podía ser su imagen– mientras acusa a los manifestantes de mercenarios y fascistas. No hay en esas tomas televisivas traza alguna de la violencia que inunda las calles. No lo dice exactamente, pero el narrador sabe que el poder busca construir una cortina de humo. Cuando se contrastan las grabaciones compartidas en redes sociales con las intervenciones televisivas de Maduro, el documental desnuda con elocuencia la violencia objetiva: del despliegue militar en las calles y la precariedad de la vida social en el país sudamericano.
Esos videos –contenedores de una memoria social que escapa al control del poder y a sus intentos de traducir la realidad según sus intereses ideológicos– no son solo evidencia del cataclismo político, sino además la certificación de que la vida social en Venezuela se experimenta en gran medida como dolor, miedo y muerte. Yuxtapuestos a las angustias personales del director, esos archivos expresan una verdad humana que constituye el motivo fundamental de Ventanas.
El costo humano parece ser lo que más preocupa al autor, y luego, por supuesto, la libertad para disentir. De ahí la inserción al inicio del documental de un epígrafe que dice: “Matar a un hombre por defender una idea, no es defender una idea, es matar a un hombre” (Sebastián Castellion).
Entre muchos otros datos de relieve, al final del documental se lee que sobre Venezuela: “la situación continúa, y cada vez salen a la luz más casos de violaciones de Derechos Humanos que incluyen detenciones arbitrarias, tortura, abuso sexual, persecución política, desaparición forzada y ejecuciones extrajudiciales”.
Asomarse a esa realidad –con el filme de Ciavaldini– es una invitación a la toma de conciencia política. A través de las ventanas de su apartamento en Buenos Aires, el cineasta no consigue ver más que el plano frío de un paisaje arquitectónico: los edificios se levantan, uno al lado del otro, indiferentes. En Venezuela, se cuela por las ventanas el sonido de los disparos y los gritos de personas anónimas decididas a enfrentar al poder.
Durante el IV Festival de Cine INSTAR, que tendrá lugar entre el 4 y el 10 de diciembre, Ventanas podrá verse en el Laboratorio Arte Alameda de Ciudad de México (los días 5, 6 y 7), en el Centro Cultural General San Martín de Buenos Aires (los días 5 y 10), en la Zumzeig Cinecooperativa de Barcelona, España (el día 6), y en Cuba a través de la plataforma online Festhome (el día 4).
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IV Festival de Cine INSTAR: Tres miradas a la crisis migratoria cubana
Por ÁNGEL PÉREZ – 28 noviembre, 2023
RIALTA
A las puertas del IV Festival de Cine INSTAR, quisiera llamar la atención sobre algunas de las miradas que su programa tiende sobre la emigración. Ya por desencuentros con el poder político, ya por razones económicas, Cuba ha experimentado, desde 1959 hasta hoy, sucesivas oleadas migratorias. Dado el volumen de personas que salió en cada momento, y su impacto inmediato en el país, tres accidentes migratorios resultan especialmente atendidos por quienes piensan (investigadores, artistas, políticos…) el devenir de la Revolución: el llamado “exilio histórico”, entre 1959 y los primeros años de la década del sesenta; el éxodo del Mariel, en 1980, y la crisis de los balseros entre 1994 y 1995. A esa cronología podemos sumar ahora la crisis migratoria desatada alrededor de 2015, que con diversos picos se extiende hasta el presente, condicionada tanto por el agravamiento de la ya precaria vida cotidiana como por el despertar de una conciencia –y una sociedad– civil que, cada vez más, disiente del gobierno. Hacia este último capítulo miran tres de los filmes en competencia en el inminente festival de INSTAR: los documentales La opción cero (Marcel Beltrán, 2020) y Llamadas desde Moscú (Luis Alejandro Yero, 2023), y la ficción Un homme sous son influence (Emmanuel Martín, 2023).
De todos esos acontecimientos se ha ocupado el cine cubano, de una u otra manera, en su sistemática vocación de hacer balance de la impronta de la Revolución en la vida insular. Han mostrado sus perspectivas tanto producciones del ICAIC como desde la diáspora. Por supuesto, las indagaciones fílmicas en torno a la problemática migratoria se han enriquecido considerablemente en los últimos años; gracias, por ejemplo, a la emergencia del cine independiente y el desarrollo de su condición transnacional, a la descentralización del ICAIC, así como al activo diálogo entre las creaciones consumada dentro y fuera de la isla. Esto último se ha visto favorecido, entre otros motivos, por el tráfico de contenidos a través de Internet y, más específicamente, por la emergencia de eventos como el propio Festival de Cine INSTAR.
La opción cero, Llamadas desde Moscú y Un homme sous son influence se ocupan, desde la especificidad de sus tramas, de la emigración como índice del estado de suspensión en que hoy vive el cubano en la isla, como testimonio del fracaso del proyecto de sociedad prometido por el discurso revolucionario, y –en última instancia– como evidencia de una crisis humanitaria. Y consiguen todo eso sin que sus autores renuncien al propósito de consumar auténticas obras cinematográficas; cada una de las visiones de la realidad o las reflexiones contenidas en estas películas resultan de las elecciones estéticas de Beltrán, Martín y Yero.
La opción cero se adentra en un campamento de refugiados cubanos en Ciudad de Panamá que, después de atravesar la selva del Darién, se encuentran en un limbo migratorio, ilusionados con llegar a Estados Unidos en algún momento. Llamadas desde Moscú explora la experiencia de un grupo de jóvenes varados en la invernal capital rusa, justo en el periodo en que está por estallar la guerra con Ucrania. Un homme sous son influence mira hacia la cotidianidad de un cubano asentado en Canadá, que se desplaza de un sitio a otro, entre disímiles faenas laborales, en diálogo con otros emigrantes, imposibilitado de consumar una aventura amorosa.
Los tres filmes tienen la mayor virtud en concebir sus tramas como inmersiones en el universo emocional y racional de los individuos migrantes. Antes de fugarse al tiempo de la Historia –aspecto que preocupa especialmente a los realizadores, inscritos ellos mismos en sus narraciones–, estas películas se ocupan de las experiencias singulares de sus personajes. La crisis de la nación se experimenta desde el cuerpo individual (la idea misma de nación es puesta interrogada/reformulada por estas obras). Por eso Beltrán deja que los videos tomados por las personas con sus celulares durante la travesía exhiban el dolor y la violencia de esas horas: sus imperfecciones, su escasa calidad visual, resultan el testimonio estético de violentas desventuras. Las erráticas, díscolas palabras del protagonista de Un homme sous son influence, quien intenta expresar ideas en muy precarios inglés y francés, resultan una metáfora de la imposibilidad de encontrar una versión completa de sí mismo en plena fractura cultural. El poético criterio de puesta en escena al que recurre Yero es el modo idóneo de aprehender, a través del registro de los sucesivos estados del cuerpo, las vibraciones sensibles de sus personajes.
Yero alquiló un apartamento en Moscú para auscultar las estremecidas subjetividades de Dariel Díaz, Daryl Acuña, Eldis Botta, Juan Carlos Calderón; ahí escenificó sus rutinas cotidianas. En el documental cada personaje parece habitar solo el lugar, y los vemos unas veces tirados en algún sillón, otras en la cocina hablando por teléfono, o acostados en la cama, alguna vez trabajando en línea, y otra grabando reels para Instagram en el baño… Ese principio de realización ase de alguna manera el estado de suspensión en que se encuentran los personajes y favorece que sus identidades cuir contaminen la forma. El planificado diseño visual, el estatismo de la imagen, su pronunciada plasticidad, refuerzan la sensación de fracaso, cerco, soledad e incertidumbre respecto al futuro. La compleja mirada de Llamadas desde Moscú trasparenta en la subjetividad de sus personajes la salida de Cuba como éxito y la experiencia de la inmigración como fracaso; tal como sucede también en Un homme sous son influence.
Para los jóvenes de Llamadas desde Moscú, el clima, la diferencia lingüística, las leyes homófobas rusas y el estatus de ilegalidad hacen compleja la integración a la nueva realidad, sin contar la situación sanitaria desatada por el coronavirus y la gravitación simbólica de la guerra. Para el protagonista homónimo del filme de Emmanuel Martín –interpretado por él mismo–, la fuga constante de una posible pareja, interpretada en cada intervención por una actriz diferente, es un espejo de sus dificultades para consolidar vínculos con el país de destino; rodeado siempre de otros emigrantes, siempre desplazándose en los márgenes, experimenta una tensión entre el lugar de origen y el nuevo contexto que lo somete a una viciosa huida de sí.
Así como Martín asume su protagonista, en un guiño autoficcional, Beltrán y Yero entran a escena en sus documentales, dejan escuchar sus voces cuando hacen entrevistas. Esa necesidad de transparentar la instancia que recorta la realidad deja claro que estos filmes –sobre todo en los documentales, aquejados genéricamente de una obstinada demanda de objetividad– vehiculan específicamente las perspectivas del fenómeno que interesan a sus autores.
Desde ese subrayado del yo realizador, La opción cero y Llamadas desde Moscú se preguntan por qué alguien elige emigrar y permanecer fuera de Cuba bajo tales condiciones. Un homme sous son influence también ofrece una respuesta a dicha interrogante; se muestra al personaje principal entre las fauces del trabajo y el poder capitalista, sin embargo, retornar su país no es una opción para él. En algún momento, dice a unos colegas que valoran si visitar la isla en sus vacaciones: “Cuba is really fucked up right now”. Cuando uno de los muchachos informa a Yero que labora en la construcción, este último comenta: “Trabajar en la construcción es un trabajo bastante fuerte, ¿no?”, y el otro responde de inmediato: “Sí, obvio, normalmente; pero era más fuerte vivir en Cuba, desgraciadamente. No soy feliz. Pero, para vivir en Cuba y vivir las necesidades que se están viendo en el país, prefiero estar aquí”. La misma idea se revela en uno de los refugiados de La opción cero cuando dice a cámara: “Aunque tenga que meterme ahí en ese lugar, en el monte ese, un año, el tiempo que sea… Pero pa´llá yo no voy ni loco. Olvídate de´so. ¿Tá loco? He pasado mucho trabajo yo en Cuba”.
Tal es la deriva existencial del cubano que muestran estas tres películas. Salir del país es para cada una de estas personas el único modo de tomar las riendas de su destino. Todos parecen convencidos –por muy aciaga que resulte la travesía para dejar atrás Cuba, o las circunstancias en el país de acogida– de “seguir adelante”, de “esperar”, como dicen en Llamadas desde Moscú.
Beltrán, Yero y Martín tejen elocuentes testimonios de la violencia inherente a la experiencia migratoria, así como de la conmoción radical que sobre la sensibilidad individual dejan el régimen cubano y la aspereza de la vida en la isla. En La opción cero hay –creo– un momento capaz de condensar la visión política compartida por los tres filmes, las miradas de sus directores sobre las experiencias singulares de sus respectivos personajes. Es la secuencia en que se alternan grabaciones de una celebración del día de las Fuerzas Armadas con los videos de redes sociales sobre la travesía por el Darién. Además de marcar el falso triunfalismo del discurso político cubano, se apunta a la responsabilidad histórica de esa deriva ideológica sobre el destino de los emigrantes. En sus exploraciones/testimonios sobre la emigración cubana hoy, La opción cero, Llamadas desde Moscú y Un homme sous son influence desnudan el despotismo del gobierno cubano, en tanto cuerpo institucional en que ha derivado la Revolución de 1959.
Entre las dificultades que implica salir de país y hacer vida en otro, y la sensación de triunfo (quizás temporal) experimentado tras la salida, Cuba se expresa en estos filmes como trauma, condena, fatalidad histórica… La isla expulsa al cubano, tanto como se resiste a acogerlo el lugar de destino.
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Inauguración de la cuarta edición Festival de cine INSTAR
27 noviembre, 2023
e-flux








Inauguración de la cuarta edición
Festival de cine INSTAR
Del 4 al 10 de diciembre de 2023
El Festival de Cine INSTAR es un evento anual organizado por el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), un colectivo fundado por la artista Tania Bruguera en 2015. El festival apoya la producción de cine independiente a escala internacional, centrándose en países donde el arte y la libertad de expresión están amenazados. Favorece obras que abordan temas difíciles con una estética atrevida, así como piezas híbridas que exploran nuevos caminos en la realización cinematográfica.
La cuarta edición del Festival de Cine INSTAR se celebrará del 4 al 10 de diciembre de 2023. Con sedes simultáneas en Barcelona, Buenos Aires, Ciudad de México, Miami, Nueva York, París, São Paulo y vía Festhome en Cuba, el concepto que guía esta edición es el carácter transnacional del Nuevo Cine Cubano. Queremos potenciar el diálogo permanente que estas películas mantienen con otras cinematografías, especialmente las de países también regidos por gobiernos autoritarios, y fomentar espacios de intercambio entre cineastas cubanos y sus homólogos del Sur Global.
En competición, quince películas recientes de artistas de Cuba, Nicaragua, Venezuela, Haití, Irán e Italia. Un jurado internacional otorgará el Premio Nicolás Guillén Landrián a la película que mejor refleje y explore, a través del lenguaje cinematográfico, un tema tabú en su sociedad. Con esta iniciativa, INSTAR rinde homenaje a la relevante obra de Guillén Landrián, documentalista y pintor cubano (Cuba, 1938-Estados Unidos, 2003).
El festival también proyectará otras trece películas como Presentaciones Especiales. Esta sección incluye una retrospectiva de Fernando y Miñuca Villaverde, pareja de cineastas cubanos exiliados desde 1965. Presentaremos cinco de sus películas producidas en Estados Unidos en las décadas de 1970 y 1980, varias de ellas relacionadas con la escena experimental y underground del cine neoyorquino de la época. Nuestro programa complementario incluye clases magistrales, talleres y debates públicos.
El Festival de Cine INSTAR tiene como objetivo promover y dar visibilidad al Cine Independiente Cubano, un movimiento creado bajo un clima de represión, censura y precarias condiciones de producción. En las últimas décadas, el reconocimiento internacional de este movimiento ha crecido, con premios y selecciones en los principales festivales de cine.
La primera edición del festival tuvo lugar en La Habana en diciembre de 2019 y fue dirigida por la actriz y escritora Lynn Cruz. Tras el parón provocado por la pandemia, el evento se reanudó en 2021 como festival online a través de la plataforma Festhome. Desde entonces el cineasta José Luis Aparicio ha estado al frente del proyecto como comisario y director artístico. La tercera edición, celebrada en julio de 2022 en la documenta quince de Kassel, Alemania, contó con la exposición Tierra sin imágenes, que se convertiría en la mayor retrospectiva del cine alternativo cubano hasta la fecha, proyectando más de 160 obras audiovisuales.
Sedes
-Barcelona, España: Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) / Zumzeig Cinecooperativa
-Buenos Aires, Argentina: Centro Cultural General San Martín
-Ciudad de México, México: Laboratorio Arte Alameda
-Miami, EE.UU: Universidad Internacional de Florida (FIU)
-Nueva York (EE.UU.): e-flux Screening Room
-París, Francia: Maison de l’Amérique Latine
-São Paulo, Brasil: Cinemateca Brasileira / Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de São Paulo (MAC USP)
-Cuba: Plataforma Festhome (programación en línea)
Para más información sobre las proyecciones y actividades, visite nuestra página web.
Para más información sobre INSTAR, visite instar.org.
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El Festival de Cine INSTAR llevará el audiovisual cubano independiente a ocho países
DDC Madrid
DDC
La cuarta edición del Festival de Cine INSTAR anunció un ambicioso programa que llevará más de una docena de títulos del audiovisual cubano independiente a ocho importantes ciudades del mundo, y que en esta ocasión tendrá como eje la obra de artistas exiliados.
El festival, que entre el 4 y el 10 de diciembre tendrá por sede cines y centros culturales de Barcelona, París, Miami, Nueva York, Ciudad de México, Buenos Aires y São Paulo, podrá ser visto desde Cuba de forma online a través de la plataforma Festhome.
Esta edición del evento será inaugurada el 4 de diciembre en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), con una conferencia del crítico y periodista cubano Dean Luis Reyes, y la exhibición del largometraje documental La opción cero, de Marcel Beltrán, seleccionado en varios festivales internacionales, y que da voz a los cubanos que han emigrado a través de la peligrosa ruta del Tapón del Darién, entre Colombia y Panamá.
Asimismo, el programa incluye los largos Llamadas desde Moscú (Luis Alejandro Yero, 2023); Un homme sous son influence (Emmanuel Martín, 2023), Mafifa (Daniela Muñoz Barroso, 2021) y Veritas (Eliecer Jiménez Almeida, 2022).
Se suman a ellos Abisal (Alejandro Alonso, 2021), Camino de lava (Gretel Marín Palacio, 2023), El rodeo (Carlos Melián Moreno, 2021), Los puros (Carla Valdés León, 2021), Mujeres que sueñan un país (Fernando Fraguela Fosado, 2023) y Taxibol (Tommaso Santambrogio, 2023).
Junto a esta selección de obras de realizadores cubanos o realizadas en Cuba por cineastas extranjeros, participan piezas de un puñado de artistas no cubanos exiliados: Agwe (Samuel Suffren, Haití), And How Miserable is the Home of Evil (Saleh Kashefi, Irán), Hojas de K. (Gloria Carrión Fonseca, Nicaragua) y Ventanas (Jhon Ciavaldini, Venezuela).
El Festival de Cine INSTAR es un evento anual organizado por el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), colectivo fundado y dirigido por la artista cubana Tania Bruguera, y cuenta con la curaduría del realizador José Luis Aparicio.
De acuerdo con sus bases, “la muestra privilegia audiovisuales con arriesgadas propuestas estéticas y temáticas, así como piezas híbridas que exploran nuevos caminos en la realización”.
El concepto que guía la actual edición es el carácter transnacional del nuevo cine cubano, así como su diálogo creciente con diversas cinematografías, sobre todo las de aquellos países también regidos por gobiernos dictatoriales o autoritarios.
Las sedes de las exhibiciones incluyen, además del CCCB en Barcelona, la sala Zumzeig Cinecooperativa, de esa ciudad española. Se suman el Centro Cultural General San Martín, de Buenos Aires; el Laboratorio Arte Alameda, en Ciudad de México; Florida International University (FIU), en Miami; e-flux Screening Room, en Nueva York; la Maison de l’Amérique Latine, en París, y la Cinemateca Brasileira y Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Sao Paulo (MAC USP), de esa ciudad brasileña.
El festival contará con un jurado internacional que otorgará el Premio PM Nicolás Guillén Landrián a la película, cubana o no, que mejor refleje un tema tabú. Sus integrantes son Paulo Antonio Paranaguá, crítico e historiador brasileño y una de las autoridades sobre cine latinoamericano; Dunja Fehimović, académica especializada en cine del Caribe y profesora universitaria en Reino Unido, y el guionista cubano Alejandro Hernández, ganador del Premio Goya en 2013 por Todas las mujeres, del realizador español Mariano Barroso.
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IV Festival de Cine INSTAR: inventiva estética y crítica política en la pantalla trasnacional
Por ÁNGEL PÉREZ – 15 noviembre, 2023
RIALTA
Taxibol (2023), del realizador italiano Tommaso Santambrogio, es uno de títulos que integra la competencia del IV Festival de Cine INSTAR, cuya programación estuvo a cargo del director cubano José Luis Aparicio. En cierto instante de ese excelente mediometraje, durante sus primeros minutos, el cineasta filipino Lav Díaz, quien se interpreta a sí mismo, comenta a Gustavo Fleitas, el chofer del almendrón en que recorre las calles del municipio cubano de San Antonio de los Baños: “Tenemos que empujar las cosas para logar el perfeccionamiento de la humanidad […] La humanidad está ahora en un abismo de males y turbulencias. Hay focos de tensión en todas partes, guerra, terrorismo, muchas disputas y dictadores, y líderes populistas […] La gente debe hacer cosas a su manera para luchar contra estos males”. E inmediatamente después afirma: “Y el cine es parte de eso, de ese movimiento cultural que lucha contra los problemas del mundo en estos momentos. Más bien, el cine es la vanguardia de estos movimientos culturales. No es el arte por el arte. ¡Al carajo el arte por el arte!”.
Ese comentario, tan lapidario como elocuente, parece constatarse en el programa competitivo de INSTAR. Las quince obras audiovisuales que concursan este año, en un catálogo que descree de géneros, metrajes y nacionalidades, evidencian que la inventiva estética puede estar estrechamente anudada con una firme voluntad política; una postura interesada en leer, cuestionar e intervenir el paisaje discursivo del poder, sus estrategias de control y sus narrativas. Estas películas, además de interesantes ejercicios fílmicos, son expresión de luchas de intereses, del deseo de visibilizar, en medio de conflictos de subjetivación y dominación, la suerte del individuo sitiado por la Historia.
Debe advertirse que casi todos los realizadores incluidos atraviesan, de un modo u otro, la experiencia del exilio, y, en consecuencia, las reacciones políticas y la descolocación afectiva que esa condición puede desencadenar se transparentan como sujetos discursivos. Con muchos de estos cineastas sucede, de algún modo, algo semejante a eso que se escucha decir al narrador del documental Ventanas: “Nunca me había pasado tener el cuerpo en un lugar, y la cabeza a siete mil kilómetros de distancia”. No solo el grueso de autores cubanos del programa vive fuera de su país, también el iraní Saleh Kashefi, director del breve pero contundente ensayo fílmico And How Miserable is the Home of Evil (2023); el venezolano Jhon Ciavaldini, creador de Ventanas (2022), y la costarricense Gloria Carrión, artífice del conmovedor ejercicio Hojas de K.(2022).
En particular, la conjunción de trabajos de realizadores cubanos da cuenta de una comunidad creativa en la diáspora que se ha ensanchado en tiempo y espacio; cuyas obras, además de arrojar algunas de las exploraciones estilísticas y temáticas más sugestivas del momento, prestigian hoy el cine de nuestro país en los eventos más distinguidos del mundo. El Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos es un institución petrificada; no pauta ya el semblante del campo audiovisual cubano. Decididos a continuar diseccionando el país y sus repeticiones más allá de la isla, tanto como a sí mismos en tanto sujetos territorializados, los realizadores cubanos trabajan desde muy diversas geografías: Emmanuel Martín desde Canadá; Daniela Muñoz y Carlos Melián desde España; Eliecer Jiménez Almeida desde Estados Unidos; Marcel Beltrán desde Brasil…
Pero no solo la emigración o el exilio –experimentados por los realizadores o tematizados en los filmes– constituyen los factores de articulación del conjunto de obras en competencia. Esos resultan quizás los más evidentes. El enfrentamiento a poderes dictatoriales o totalitarios, así como la discusión de los perfiles menos felices de sus respectivos países, marcados por la precariedad, la violencia y el dolor, caracterizan los intereses discursivos de estos realizadores.
Por ejemplo, Mujeres que sueñan un país (Fernando Fraguela, 2023), Ventanas y Hojas de K presentan, a través de exactos manejos del archivo y el testimonio, la emergencias de nuevos sujetos políticos, una ciudadanía capaz de hacer frente a la represión gubernamental; Veritas (Eliecer Jiménez Almeida, 2022) y Los puros (Carla Valdés León, 2021) se adentran en capítulos esenciales de la memoria de la Revolución, en un franco desmontaje del control de las narrativas históricas; Abisal (Alejandro Alonso, 2021) y El rodeo (Carlos Melián, 2022) exponen unos sujetos anulados por el discurso de la Historia; Un homme sous son influence (Emmanuel Martín, 2023), La opción cero (Marcel Beltrán, 2020) y Llamadas desde Moscú (Luis Alejandro Yero, 2023) se internan en el trauma de esa emigración suscitada, a un mismo tiempo, por la disidencia ideológica, la precariedad financiera y la imposibilidad de futuro.
También a nivel estrictamente expresivo estas obras tienen puntos de contacto significativos. El trabajo con el archivo como depósito de la memoria, desde el cual desactivar las narrativas maestras del poder, emparenta los filmes Mujeres que sueñan un país, And How Miserable Is the Home of Evil, Ventanas y La opción cero. El testimonio, en tanto instancia capaz de develar la sujeción del individuo a un corpus simbólico (de afectos, de clase, de género), sirve igualmente para desestabilizar los discursos oficiales en obras como Los puros, Hojas de K., Llamadas desde Moscú, Veritas, Camino de lava, Mujeres que sueñan un país… La acentuación del Yo del realizador, como filtro de las realidades documentadas, vincula películas como Mafifa, Los puros, Llamadas desde Moscú, Abisal o Ventanas.
¿Qué entrega exactamente Taxibol? En blanco y negro, la cinta presenta dos relatos autónomos, entrelazados en el plano discursivo, en los cuales el registro ficcional convoca el cruce entre el sujeto y la Historia. Taxibol reflexiona acerca de la supervivencia de los poderes dictatoriales/coloniales como un cáncer que corroe el imaginario de un país. En el segmento inicial, después de que Lav Díaz y el chofer se reconocen en una locuaz conversación (que fluye sin importar sus diferencias lingüísticas, pues hay lazos esencialmente humanos que los acercan), el primero confiesa que vino a Cuba en busca de Juan Mijares Cruz, otrora general del dictador filipino Ferdinando Marcos. Dice Díaz al cubano que, además de volarle la cabeza, pretende hacer un documental sobre el general para exponerlo: es lo que sucede en la segunda parte. Y es justo eso mismo lo que hace el resto de los realizadores incluidos en el programa a través de sus películas. En su mayoría, estas obras son guillotinas para cortarle la cabeza al rey.
Resulta evidente, por ejemplo, en And How Miserable is the Home of Evil. Su director, Saleh Kashefi, se apropió de grabaciones de discursos de Ali Khamenei, líder supremo de Irán, archivadas en un sitio web oficial, y las intervino con registros sonoros de protestas y manifestaciones públicas. El resultado es un documental futurista que, en los códigos estéticos legados por Peter Watkins, proyecta el inminente derrumbe del Ayatollah bajo la embestida popular. Quizás el giro más trasgresor, en términos de representación, resida en la intervención/resignificación de la imagen que de sí mismo ha dibujado el poder.
Y es evidente también en Hojas de K., donde Carrión convierte los testimonios de diez mujeres anónimas, que en 2018 participaron en los levantamientos cívicos contra el gobierno de Daniel Ortega, en un relato animado que muestra las violaciones de derechos humanos y la irracionalidad represiva del régimen. La directora convierte la animación en el mecanismo idóneo para dar consistencia a una experiencia (carcelaria incluso) de la que no existen registros.
En el segundo segmento de Taxibol, Santambrogio escenifica la cotidianidad del general en una finca/mansión cubana. Allí sobrevive el secuaz de Marcos, resguardado por un gobierno que le permite llevar a escena la economía de control perdida. A diferencia del primer segmento, donde los personajes empatizaban, se comunicaban, acá todo es silencio, distancia, subordinación. El general camina por su casa como un cadáver cuya solo presencia fantasmal sugiere control. En su finca se reproducen todas las maniobras del totalitarismo: Mijares vigila a través de un telescopio la rutina de sus trabajadores; las condiciones de vida del jefe son acentuadamente humillantemente desiguales a las de los subordinados, quienes apenas pueden caminar en su habitación…
Hacia el final de Taxibol, el director italiano interrumpe la diégesis con imágenes de archivo, en colores, de las protestas civiles y la represión en Filipinas durante el mandato de Ferdinando Marcos. Esas grabaciones devienen una suerte de materialización de las pesadillas que asaltan cada noche al general. Mas no deben ser leídas como expresión de una culpa, sino como manifestación de su miedo a la venganza histórica.
Y venganza histórica hay, por ejemplo, en el documental Veritas, que vuelve sobre un evento cardinal del devenir de la Revolución cubana: “la invasión de Bahía de Cochinos”. Eliecer Jiménez Almeida explora la perspectiva de los sucesos obliterada por la oficialidad insular en su búsqueda de legitimidad simbólica. Toman la palabra en Veritas miembros de la Brigada 2506 para testimoniar, desde sus recuerdos y por sobre la madeja política que involucró a los gobiernos de Cuba, la Unión Soviética y Estados Unidos, la naturaleza de los acontecimientos. Contra la racionalidad del poder oficial, sus alegatos desmontan el calificativo de “mercenario” con que se simplificó sus subjetividades; de alguna manera, se inserta de la voz del exilio en la Historia cubana posterior a 1959, redireccionando y complejizando su narración.
La obsesión por reescribir la memoria revolucionaria desde las voces de una amplia diversidad de sujetos (ideológicos, de género, políticos, sexuales…) ocupa buena parte de los filmes en concurso. Esa es una tendencia que rebasa la geografía latinoamericana, y llega a ser especialmente importante en aquellos países con gobiernos totalitarios, enfrascados en controlar la memoria colectiva y las identidades políticas de los individuos. Los puros, por ejemplo, revisa el peso en el presente de los años de sovietización en Cuba (décadas del setenta y ochenta) a partir del cosmos emocional de un grupo de amigos formados entonces en universidades de la URSS. Ese tiempo de formación impactó sus sensibilidades y fraguó sus sueños de futuro; sin embargo, el redireccionamiento de la isla tras el derrumbe del socialismo real supuso la anulación, en buena medida, de los espacios de reconocimiento para sus identidades.
Sobre la memoria discursa Mujeres que sueñan un país. Ahora, este documental resulta tan significativo dentro del conjunto porque demuestra la imposibilidad actual del poder político para controlar la memoria colectiva del país. Apenas se conoce en Cuba sobre eventos como las UMAP o el “Maleconazo”, apenas existen archivos de los mismos. Empero, de la huelga del Movimiento San Isidro, las protestas cívicas frente al Ministerio de Cultura o el estallido social del 11J quedan múltiples registros que los propios ciudadanos subieron a las redes sociales en el instante en que participaban de la Historia. A través del tejido de esos registros y las confesiones de Daniela Rojo, Katherine Bisquet y Anamely Ramos –conectadas subjetivamente por su vínculo ético e ideológico a la huelga de San Isidro–, Mujeres que sueñan un país llega a decir que se cuece en Cuba un nuevo sujeto político, otra ciudadanía. Fraguela consigue inscribir los sucesos de San Isidro como un punto determinante en la configuración de una verdad opuesta al poder, mientras expone la naturaleza represiva de este.
Grabaciones digitales, dejadas por las personas en sus redes sociales, integran elocuentes ejercicios de compilación en los documentales Ventanas y La opción cero. En Ventanas, como en Mujeres que sueñan un país, el realizador se apropia de videos correspondientes a protestas ciudadanas ocurridas en Venezuela durante 2017. Ciavaldini erige el relato en forma de un diálogo con su madre (él vive en Argentina, ella en Venezuela). El joven se siente impotente al no poder acompañar a esta mujer que no teme, más bien necesita, salir a las calles para mostrar su disenso. A la vez, las conversaciones resultan un alegato sobre la represión, el descontento popular con la gestión del gobierno y la resistencia de los ciudadanos a la violencia policial. La opción cero utiliza también esos materiales de redes sociales para articular una reflexión alrededor de la peligrosa travesía a que se aventuraron, y todavía se aventuran, miles de cubanos a través de la selva del Darién (Centroamérica) en pos de una mejor vida en Estados Unidos. Casi al inicio del filme, se escucha decir a una persona en uno de esos videos: “Aunque tenga que meterme ahí en ese lugar, en el monte ese, un año, el tiempo que sea, pero pa´llá yo no voy ni loco. Olvídate de´so, ta loco. He pasado mucho trabajo yo en Cuba”. Pero quizá donde mejor se aprecie el gesto del realizador es en el fragmento en que se contrastan grabaciones de una celebración del día de las Fuerzas Armadas en la Plaza de la Revolución con las de esos cubanos que han aceptado la muerte como destino probable antes que permanecer en la isla. Ese teatro político es muy semejante al develado en Ventanas cuando se insertan imágenes de Nicolás Maduro en la televisión nacional.
Entre la afirmación que arroja esa persona en La opción cero y la pregunta que se hace a sí mismo el realizador de Ventanas (“¿Irme del país resolvió mis problemas o generó otros problemas que antes no tenía?”), pueden ubicarse los discursos respectivos del documental Llamadas desde Moscú y el largometraje de ficción Un homme sous son influence.
Llamadas desde Moscú se adentra en la experiencia de la emigración. Yero convierte un apartamento en metáfora del encierro emocional y físico de un grupo de jóvenes en un Moscú expectante frente a una guerra de efectos insospechables. El realizador conversa con sus personajes hasta constatar que la ilusión del exilio –propia del imaginario cubano de la emigración– es muchas veces una falacia. Emigrar promete siempre un destino incierto. Sus cuerpos cuir son el único hogar que habitan en libertad estos muchachos, cuyas subjetividades en crisis enfrentan un incierto futuro. Un homme sous son influence presenta igualmente una subjetividad en crisis, una conciencia atormentada por la incertidumbre. El propio Emmanuel Martín asume la representación de sí como emigrado mediante un tejido de escenas matizadas por el absurdo, en las cuales convergen emigrados rumanos, mexicanos, indios y cubanos. Unidos por la descolocación existencial, en una sociedad que los expulsa hacia los márgenes, estos personajes viven la emigración como sobrevida, como dilatación de un sueño que parece no realizarse nunca. El relato articulado por Martín es tan esquizoide como las voces de sus protagonistas, que parecen salidos de una producción indie estadounidense de los setenta; pero ahí encuentra el potencial para ilustrar las ilusiones de unos seres hostigados por la rutina y la explotación laboral. Tanto en Llamadas desde Moscú como en Un homme sous son influence no existe la libertad tan anhelada por el sujeto exiliado; al contrario, el exilio es restricción, opresión, muerte en vida…
Una perspectiva similar de la inmigración, pero desde el punto de vista de los que se quedan, propone el cortometraje haitiano Agwe, del realizador Samuel Suffren. Se cuenta la experiencia de una familia fracturada por el imperativo de salir del país en busca de una mejor vida, sin importar el precio. Agwe se nombra una deidad del mar en el vodú haitiano; a ella la protagonista hace una ofrenda tras esperar diez años a su marido, que salió en un velero rumbo a Estados Unidos. La espera, la soledad y la incertidumbre constituyen el núcleo expresivo de una obra donde la imagen basta para cifrar el quiebre histórico de una cultura, a causa quizás de imperativos equivalentes a los que empujan a los cubanos presentados en La opción cero a arriesgar sus vidas en la selva del Darién. De cualquier manera, los individuos presentes en ambos filmes, como en Los puros, Camino de lava, Abisal, Hojas de K., El rodeo… resultan ahora, de un modo u otro, sujetos en fuga, seres enfrascados en construir sus historias.
Las religiones populares y el color de la piel como fuentes de identidad, índices del devenir histórico del sujeto, tienen un lugar importante en el documental Camino de lava. Así como es imposible comprender Agwe sin volver la mirada hacia la historia de Haití y la suerte actual de su sociedad, no se puede vislumbrar el alcance discursivo del filme de Grethel Marín sin una idea mínima del lugar del sujeto afrodescendiente en la vida cubana. Camino de lava se adentra en la relación de una mujer negra y lesbiana, Afibola, y su pequeño hijo, Olurum. Los testimonios de esta mujer –poeta afro y activista cuir que participó en la construcción del guion– presentan sus preocupaciones respecto al lugar social de su hijo y su futuro. Sus palabras dibujan un modelo de familia capaz de desafiar el conservadurismo machista, el racismo y la violencia de género que plagan “el afuera” de Centro Habana y el país todo. Calles e instituciones son enclaves de segregación y violencia; el hogar es un espacio de resistencia dador de identidad.
Mafifa explora un hábitat social donde la violencia (simbólica), que condiciona las relaciones de género, condenó casi al olvido a Gladys Esther Linares, la única mujer que ha integrado la mítica Conga de Los Hoyos de Santiago de Cuba. Daniela emprende una road movie documental para rescatar la memoria de Mafifa, mientras ausculta la singularidad de un entorno humano y social: personajes, casas, barrios y otros espacios de la ciudad, así como celebraciones, fiestas y, en general, aquellas prácticas culturales que definen y explican una manera de existir. Al investigar el universo de valores alrededor de la campanera, al escrutar sus huellas en el recuerdo de quienes la conocieron, Muñoz Barroso intenta también conocerse un poco más a sí misma, y esa premisa orquesta la original experiencia autoetnográfica desplegada en el filme, similar en ciertos aspectos a la mostrada en Ventanas.
Las dos películas que completan el programa competitivo de esta IV edición del Festival de Cine INSTAR son el cortometraje de ficción El rodeo y el ensayo documental Abisal. En sus respectivos estilos, los realizadores evocan un sujeto desencajado de la Historia, suspendido en el tiempo, residuo de un tiempo que se fuga aceleradamente. Aunque uno y otro filme optan por instalar sus relatos por encima de las determinaciones contextuales, es inevitable encontrar semejanzas con la intemperie en que devino el proyecto revolucionario cubano. Es el grado de estilización lo que potencia el alcance alegórico en cada uno de estos ejercicios cinematográficos.
El rodeo emplaza su narración en un islote donde se celebra una despedida que tiene todos los visos de un ritual religioso, llevado a escena en la forma de una fiesta cubana. Se trata de una fuga definitiva de la realidad. Melián no parece celebrar la muerte como triunfo sobre una realidad aciaga o como pasaje a la felicidad, sino como liberación de un sujeto desvinculado de su tiempo, a quien la Historia no ofrece asideros de reconocimiento. Sus sueños, expectativas, su idea de la realización personal, han sido arrasados por el tiempo, tal como la represa artificial que rodea el islote cubrió “el parquecito donde se conocieron” los personajes que ahora se despiden. En la atmósfera extrañada de El rodeo, la muerte es metáfora de la suspensión histórica de una generación de cubanos; tal como la experimentan los personajes registrados por Alonso en Abisal. Pero la de estos personajes no es una muerte histórica, sino existencial; las suyas son vidas residuales. Alonso sumerge al espectador en un desguazadero de barcos. Mediante una fotografía esmeradamente compuesta, de una plasticidad expresionista, trasfigura el desguazadero en una imagen del presente cubano.
Los organizadores del certamen han afirmado que “el concepto que guía esta edición es el carácter transnacional del nuevo cine cubano, así como su diálogo creciente con diversas cinematografías, sobre todo las de aquellos países también regidos por gobiernos dictatoriales o autoritarios”. No podía ser más elocuente al respecto la selección en concurso.
Con sedes en Barcelona, París, Nueva York, Miami, Ciudad de México, Buenos Aires o São Paulo, y con transmisiones en línea para Cuba, el Festival INSTAR será una cita imperdible del 4 al 10 de diciembre de 2023.
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Ya viene el IV Festival de Cine INSTAR, el gran nodo trasnacional del séptimo arte cubano independiente
Por RIALTA STAFF – 10 noviembre, 2023
RIALTA
El IV Festival de Cine INSTAR, auspiciado por el Instituto de Artivismo Hannah Arendt, se desarrollará entre el 4 y el 10 de diciembre, según anunciaron este viernes los organizadores. “En caso de emergencia, rompe el cristal”, advierte el slogan del evento en esta ocasión.
Con sede transnacional, repartida por varias ciudades del mundo (Barcelona, París, Nueva York, Miami, Ciudad de México, Buenos Aires y São Paulo), la cita cinematográfica se distingue ya como un nodo fundamental en el ámbito del cine cubano independiente. Al mismo tiempo, como en ediciones anteriores, su programa se expande hacia otras geografías creativas.
Identificamos como inicio de este camino la iniciativa Cine Cubano Censurado, curada en 2018 por el crítico Dean Luis Reyes en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, a propósito de una exposición personal de la artivista cubana Tania Bruguera en esa institución. Alrededor de esa muestra, se produjo una conversación entre varios cineastas y cinéfilos cubanos: Orlando Jiménez Leal, Miguel Coyula, Juan Carlos Cremata Malberti, Eliecer Jiménez Almeida, así como Reyes y Bruguera. En ese diálogo sobrevoló una necesidad: la creación de una red de apoyo desde INSTAR.
Tal como recuerda Bruguera, fundadora y directora del Instituto, en la presentación de este IV Festival de Cine INSTAR, surgieron luego los Premios PM, un fondo de ayuda para la creación de cortos, la posproducción de largometrajes y la distribución de obras terminadas, con énfasis en aquellas piezas híbridas que desterritorializan la noción de cine y exploran nuevos caminos en su realización.
Posteriormente, entre 2019 y 2020, se organizó la Muestra Cine Independiente-Pendiente, un programa mensual curado por la actriz y escritora Lynn Cruz. A partir de esa experiencia, se formalizó a finales de 2020 la primera edición del Festival de Cine INSTAR.
En tanto curadora de aquella primera edición, Cruz dijo en aquel momento a Rialta Noticias: “Puesto que Tania me insistía en que podíamos hacer algo distinto, le propuse: ¿Por qué no hacemos algo más arriesgado? ¿Por qué no hacer un festival de cine alternativo, especialmente ahora que el Decreto Ley 373, al menos en apariencia, denota la voluntad por parte del Gobierno, de legalizar el cine independiente? Con esto también se infiere el que surjan espacios autónomos para el cine, como es el caso de un festival. Lo cual debería acabar con los conflictos, pues lo que los eventos oficiales rechazan finalmente encontraría su sitio. Lo underground tiene derecho a existir. Las grandes instituciones de cine funcionan como corporaciones. En el caso de Cuba, se sabe, al igual que en China, la censura se extiende más allá de las fronteras territoriales. Lo que no provenga con el visto bueno del ICAIC, en el caso de los cineastas del patio, es recibido con sospecha. La censura evidente genera simpatía, pero hay una que opera de manera silenciosa, que ocurre en los buffets, o por medio de llamadas telefónicas. Es la que imposibilita la denuncia, pero queda en el plano de la subjetividad”.
Seguiría en diciembre 2021 una edición virtual debido a la COVID-19, y para el verano de 2022 se incluyó el festival dentro de las actividades de INSTAR en la doumenta 15, en Kassel, Alemania. “Tierra sin imágenes”, como se tituló esa última edición, constituyó –dada la exhibición de 160 películas– la mayor retrospectiva de cine cubano alternativo hasta la fecha.
Este año, el IV Festival de Cine INSTAR se ha venido organizando de forma híbrida y telemática. Esto ocurre, según la propia Bruguera, como respuesta al “exilio masivo de los artistas e intelectuales cubanos, entre ellos la gran mayoría de los cineastas jóvenes en activo, con quienes habíamos trabajado hasta el momento”.
Las proyecciones se podrán ver desde Cuba en línea a través de la plataforma Festhome. “El concepto que nos guía”, explica la performer, “es el carácter transnacional del nuevo cine cubano, así como su diálogo creciente con diversas cinematografías, sobre todo las de aquellos países también regidos por gobiernos dictatoriales o autoritarios, que imponen fuertes censuras sobre los artistas”.
Un jurado, compuesto por Alejandro Hernández (Cuba), Dunja Fehimović (Bosnia y Herzegovina) y Paulo Antonio Paranaguá (Brasil), concederá el Premio Nicolás Guillén Landrián “a la obra en concurso que mejor refleje y explore, desde la creación audiovisual, algún tema tabú de su sociedad correspondiente”. De acuerdo con la presentación del festival, “con esta iniciativa, INSTAR pretende homenajear la relevante obra cinematográfica del documentalista y pintor cubano Nicolás Guillén Landrián (Camagüey, Cuba, 1938 – Florida, Estados Unidos, 2003)”.
José Luis Aparicio, director artístico de las últimas ediciones, subraya que esta “es la primera concebida en el exilio”; ello explicaría “su carencia de centro”.
“¿Dónde ubicar la sede de un evento cuyo impulso fundamental ha sido la promoción y exhibición del cine independiente cubano, cuando el país natal es una tierra inaccesible? ¿Cómo escoger un punto, fijar un eje, entre los múltiples parajes de una diáspora que se expande cada día? ¿No es acaso la nación una entidad más compleja que aquella que demarcan los límites geográficos, los extremos políticos? ¿De qué manera repensar la estructura del festival para que refleje, e incluso potencie, la actual circunstancia de la gran mayoría de los cineastas que acompaña?”, se pregunta el joven realizador cubano, afincado en España, como muchos de sus colegas y compañeros de generación.
Quizá algunas de estas interrogantes se responderán a través de la proyección de las 15 películas en concurso y de otras 13 presentaciones especiales. “Desde INSTAR”, comenta Aparicio, “quisimos apostar por la diseminación, por aprovechar cuanto pueda ser fértil y liberador en un paisaje cultural sumamente fragmentado. La condición de cineastas, artistas, ciudadanos exiliados que hoy asumen millones de cubanos presenta un conflicto que debe ser atendido desde la persistencia y la imaginación. Nuestro propósito es crear un corredor de imágenes entre varios de los puntos aislados de nuestra dispersión nacional. Quizás a partir de esta red imaginaria se pueda conectar nuevamente con la isla, con las diversas y complejas versiones de país que encontramos en su cine”.
INSTAR –y su festival de cine– aspira a ser, zanja Bruguera, “donde las ideas se convierten en acciones cívicas”.
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Seis proyectos del cine cubano independiente reciben los Premios PM 2023 del Instituto Internacional de Artivismo “Hannah Arendt”
Por RIALTA STAFF – 27 octubre, 2023
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Los Premios PM 2023, que entrega el Instituto Internacional de Artivismo “Hannah Arendt” (INSTAR), distinguieron seis proyectos audiovisuales cubanos en tres categorías –postproducción de cortos y largometrajes, y distribución– entre un total de 34 propuestas.
Así lo hizo saber a través de redes sociales la artista cubana Tania Bruguera, cabeza visible de INSTAR, quien señaló que la participación en esta edición más que duplicó las de años anteriores.
Por unanimidad, el jurado –compuesto por el artista visual y activista venezolano Javier Téllez, el realizador cubano Rafael Ramírez y su colega nicaragüense Gloria Carrión–decidió premiar en el apartado de producción de cortometrajes (20 inscriptos), con una dotación de cinco mil dólares para cada uno, los siguientes proyectos: “La historia se escribe de noche”, de Alejandro Alonso, y “La presa”, de Manuel Ojeda.
En la categoría de postproducción de largometraje, que aporta siete mil dólares en cada caso, fueron seleccionados “Familia en movimiento”, de Aminta de Cárdenas y Helman Avelle, así como “Cuba y la noche”, de Sergio Fernández Borrás.
El fondo para distribución (mil 500 dólares) beneficiará a “La culpa fue de la salamandra”, de Yary Guirado, y “Souvenir”, de Heidi Hassan.
Más allá del reconocimiento de los cineastas cubanos al fondo aportado por INSTAR, dijo Bruguera, la creciente participación en esta convocatoria de los Premios PM “subraya la importancia de expandir [el] apoyo a su trabajo, en muchas ocasiones realizado en condiciones de extrema precariedad y sin apoyo institucional de su país de origen”.
“Además demuestra la perseverancia de estos artistas, en medio de las dificultades, para seguir creando, ya sea dentro de Cuba o en cualquier rincón del exilio”, agregó la reconocida performer cubana. “Nos comprometemos a crear nuevas oportunidades y espacios para los cineastas cubanos y sus películas”.
Por su parte, los miembros del jurado definieron estos galardones como “una herramienta fundamental para la creación de un cine cubano plural y capaz de dialogar con otras manifestaciones cinematográficas a nivel global”.
En opinión de los evaluadores, la mayoría de propuestas concursantes “destacan por su diversidad, calidad artística y cinematográfica, así como por la complejidad de sus reflexiones sobre el contexto político y social”. Asimismo, sostuvieron, estas “demuestran la resiliencia, la creatividad y el dinamismo de los cineastas cubanos”.
“La relevancia de sus mensajes y la originalidad de sus enfoques cinematográficos reflejan una comunidad de artistas profundamente comprometida en narrar sus historias a pesar de los desafíos que algunos de ellos enfrentan, como el exilio, la persecución política y la represión estatal”, reza finalmente el acta del jurado.
Adicionalmente, Rafael Ramírez se comprometió a asesorar el proyecto “Los filósofos”, de Dayán Noa, mientras que Gloria Carrión hará lo mismo con tres futuras películas: “Familia, isla”, de Abraham Jiménez y Claudia Calviño; “Rancor”, de Carlos Alejandro Halley, y “Antropoceno”, de Marcos A. Iglesias Ravelo.
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Instituto de Artivismo “Hannah Arendt” invita a su IV Festival de Cine: una apuesta independiente por el riesgo estético y la hibridez genérica
Por RIALTA STAFF – 20 noviembre, 2023
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El cine independiente, y especialmente el cubano, volverá a tener un espacio múltiple, vanguardista entre el 4 y el 10 de diciembre de este año, cuando se celebre el IV Festival de Cine INSTAR, auspiciado anualmente por el Instituto de Artivismo “Hannah Arendt”. Este 26 de junio, esa organización de la sociedad civil cubana liberó una convocatoria en que privilegia “audiovisuales con arriesgadas propuestas estéticas y narrativas, así como piezas híbridas que exploran nuevos caminos en la realización”.
La muestra fílmica –que, de acuerdo con los organizadores, “tendrá lugar simultáneamente en varias sedes alrededor del mundo”– está abierta a obras finalizadas entre 2021 y 2023; asimismo, se advierte que podrán inscribirse películas “de cualquier nacionalidad, extensión, género y formato”.
“Cada autor podrá presentar cuantas obras estime pertinentes”, especifica también INSTAR. “Se establecerá una sección competitiva única, donde coexistirán largos, medios y cortometrajes, sin restricción de género. También se incluirán obras de cine expandido, cine experimental y del campo de las artes visuales”.
La admisión tiene como deadline el 5 de septiembre próximo; en tanto, la selección oficial y las nóminas correspondientes a muestras colaterales se darán a conocer el 30 de octubre a través de la web y las redes sociales de INSTAR.
“El hecho de que exista el oasis de INSTAR, no solo respecto al cine, sino en relación con toda la cultura cubana alternativa, es una suerte y dice mucho del trabajo incansable que hacen [la fundadora y directora] Tania Bruguera y su equipo”, comentaban hace ya un par de años a Rialta Noticias los curadores de esta muestra. “El Festival de Cine INSTAR brinda un espacio al cine cubano; un cine que ha quedado un poco huérfano en los últimos años, que ha sido bastante maltratado por las instituciones oficiales, con importantes sucesos de censura y marginación. En tanto cineastas no nos sentimos protegidos ni respaldados por los funcionarios culturales de las instituciones que deberían responder a nuestras inquietudes.
La convocatoria del IV Festival de Cine INSTAR llega algunas semanas después del cierre de las inscripciones para los Premios PM, que se conocerán en octubre venidero y que también son presentado por INSTAR, con periodicidad anual, como “un impulso a la producción audiovisual independiente tanto en la isla como en su diáspora”.
En el caso de esta última, se trata de una oportunidad para “directores y productores cubanos” en busca de apoyo a la producción de cortos, la post-producción de largometrajes o la distribución de una obra terminada, en especial aquellas consideradas “piezas híbridas o de frontera que exploren nuevos caminos en la realización”.
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Las próvidas rebeliones de Miñuca & Fernando Villaverde
Por ÁNGEL PÉREZ – 20 noviembre, 2023
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1.
Gracias a la gestión de Néstor Díaz de Villegas, se conocen hoy, tras varias décadas condenadas en el olvido, dos películas de Fernando Villaverde realizadas en Cuba durante sus días en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). Las obras son el documental El parque (1963) y el cortometraje de ficción Elena (1965). Este último fue originalmente concebido para componer el frustrado largometraje Un poco más de azul, que completarían otros dos cuentos: El encuentro, dirigido por Manuel Octavio Gómez, y El final, a cargo de Fausto Canel. Solo El encuentro llegó a las salas de cine. Ni Elena ni El final salieron ilesas de las estrictas vigilancias ética y política del poder revolucionario sobre la producción artística. Elena no convenció a las autoridades, en tanto no pactaba con las demandas de la narrativa histórica que demandaba la Revolución. Los desencuentros ideológicos entre Villaverde y el poder comenzaron antes, con El parque, acusado de albergar una atmósfera de pesimismo divergente con el ánimo triunfalista que regía el momento y continuaría después.
Realizado en 1963, en pleno apogeo de la epopeya revolucionaria, El parque se muestra ciertamente alejado de ese ánimo exultante que debía permear el arte de la época. Su composición evidencia características propias del clima de experimentación de aquellos días, mas no disimula su mirada hacia una zona a ratos melancólica de la experiencia social. Mientras las calles se preferían pletóricas a la manera de Asamblea General (Tomás Gutiérrez Alea, 1961), Fernando Villaverde decidió registrar un perfil social donde el fulgor cede a la pesadumbre. Esa tensión entre registrar el Parque Central de La Habana, un accidente social que se espera efusivo, y la atmósfera de tristeza que atraviesa casi la totalidad del registro, volvió incómoda la película para algunas mentes adocenadas.
Las lecturas más recientes de las obras de directores como Sara Gómez y Nicolás Guillén Landrián, advierten una vocación crítica del proyecto Revolución, de la supuesta efectividad de sus mecanismos de modernización y de la creación del “hombre nuevo”. A diferencia de estos directores, que inscriben en sus obras el proceso revolucionario, El parque ni siquiera lo incluye temáticamente. Si bien no hay una crítica o cuestionamiento evidente en la superficie de sus imágenes, su registro parece desentenderse de esa confianza en la transformación del mundo prometida por la Revolución. Aun si tenemos en cuenta las propias declaraciones de Fernando Villaverde sobre sus resquemores, ya en ese momento, por el curso político del país, no deja de llamar la atención que el filme ignore el tiempo de la Revolución y mire nomás el tiempo de la vejez, el tiempo de unos seres que ven próxima la muerte.
Si bien el documental consiste en explorar un día en el Parque Central de La Habana, su discurso trasciende esa motivación inmediata. El parque arranca con la frase: “Nunca viviré la edad del hombre; de niño me convertiré en anciano”; la cual atraviesa el habitus registrado, y explica las dinámicas y rutinas aprehendidas por la película: el clima/el ritmo que emana tal vez de los ancianos, jubilados, viejos callejeros que ven pasar allí sus horas. Las imágenes escogidas para dibujar el parque, en contraste con las palabras de la voz que narra, articulan un alegato sobre la irreversibilidad del tiempo, la nostalgia y la añoranza de días pasados. Esos ancianos que concurren al parque quizá viven sin la demasiada exaltación de esos días, indiferentes a la eufórica marcialidad de un grupo de pioneros que irrumpe en algún momento.
Pero es especialmente inquietante este documental cuando interviene la voz narradora y se escuchan sus evocaciones nostálgicas sin relación aparente con el entorno registrado; cuando cesa la música pesarosa para dejar entrar una desquiciada voz a la que, mientras la cámara contempla la copa de los árboles, se le escucha decir entrecortadamente: “Yo hablo de Dios”, o: “la fiebre acabará con nosotros”. Y, sobre todo, cuando se advierte la ignorancia absoluta de la estatua del apóstol instalada en el lugar. Definitivamente, no es el tiempo de la Historia el que importa, sino “el tiempo humano”: el tiempo de esos ancianos que hacen del Parque Central su mundo.
Elena también resultó incómoda porque nació de ese impulso que prefería contemplar la realidad desde una perspectiva lateral, diferente a la privilegiada por el poder. En un hermoso ejercicio fotográfico y de montaje que suscribe elocuentemente los códigos de la nouvelle vague –una temprana demostración de la falsa regencia del neorrealismo italiano–, Elena narra los desplazamientos de la joven homónima por La Habana de 1957, enfrascada en despedirse de su pareja, un combatiente de la clandestinidad asilado en la embajada de Venezuela, quien debe abandonar el país. Contrario a lo que podría esperarse, no hay en esta película (ni en el relato, ni el diseño de los personajes, ni en la atmósfera de la narración) mirada heroica alguna. La Habana prerrevolucionaria de Elena es muy diferente a La Habana clandestina de El herido, primer cuento de Historias de la Revolución (Tomás Gutiérrez Alea, 1959). Acá no se respira el clima de la lucha intestina que se libraba entonces; nos adentramos en una ciudad a la medida de Elena. No es la subjetividad del revolucionario la que filtra la narración, sino la de su novia, una chica bastante indiferente a esa lucha. Hay una escena en que Elena pregunta a una muchacha, en las afueras de la embajada venezolana: “¿Tú eres revolucionaria?”, y escucha como respuesta: “Un poco, ¿y tú?”. Elena se arregla el pañuelo en su cabeza, mira hacia otra parte, y jamás contesta. Esa misma pregunta va a repetirla, dirigida a Sergio, la Elena de Memorias del subdesarrollo (Tomás Gutiérrez Alea, 1968), y bien visto: la Elena de Villaverde es un poco la Elena que seduce al protagonista de Titón.
Dos momentos son especialmente reveladores en este cortometraje. Aquel donde el plano se abre hasta mostrar el set de filmación, en un giro de distanciamiento brechtiano que permite a la protagonista contar al espectador cómo transcurrirán sus días por venir y el reencuentro con Octavio. Y la secuencia final donde la joven se encuentra con el amigo de Octavio, a quien debía dar un recado; se le ve coqueta y sonriente en su automóvil hasta el cierre del filme, en un ambiguo y sugerente plano donde ella sale del cuadro en dirección a él para prender un cigarrillo. Si el primero evidencia la absoluta contemporaneidad de la sensibilidad creativa de Villaverde, el segundo confirma su interés en esas subjetividades externas al acontecimiento revolucionario: en este caso, una joven deseosa de ver por última vez a su novio, resuelta en su sensualidad y desenfado.
Todavía, y a pesar de esos desencuentros políticos, Fernando Villaverde dirigiría en Cuba otra película maldita: El mar, su debut en el largometraje de ficción. Un filme del que, desafortunadamente, no se conserva ninguna copia, y que quizá esté entre los tantos rollos que parecen condenados a desaparecer en el archivo del ICAIC –y con ellos una zona invaluable del patrimonio estético y la memoria nacionales. ¡El mar corrió peor suerte que Elena! Y esa fue la confirmación definitiva para Fernando y Miñuca Villaverde: no había comunión posible entre sus pensamientos y la ideología que regía la creación en la isla. Frente a semejante realidad, como hicieron entonces tantos artistas, y por motivos semejantes, partieron al exilio.
Hasta hoy de El mar solo conocemos su argumento, escrito entre el propio realizador y Miñuca Naredo, su compañera y colaboradora, directora también, quien en aquel momento todavía firmaba con su apellido de soltera. Miñuca había trabajado antes con Fernando en el texto y la narración de El parque, así como en el guion de Elena, donde también encarnó el papel principal.
Pero la productividad cinematográfica de Fernando y Miñuca Villaverde no cesaría con su salida del país; en lo adelante consolidarían un equipo creativo cuyas obras esperan aún ser rigurosamente atendidas.
2.
Una vez fuera de Cuba, para ambos comenzó un periodo creativo en medio de novedosas circunstancias de producción, con diferentes soportes de trabajo, incitados por otras realidades, y también motivados por otras corrientes estilísticas. Entre 1970 –año en que aparece fechado ese ejercicio de experimentación documental titulado Apollo: Man to The Moon— y 1980 –fecha en que Miñuca realiza Tent City, archivo ineludible acerca del acontecimiento migratorio del Mariel, película con que ponen punto final a su labor cinematográfica–-,aparecen un conjunto de obras singulares, piezas experimentales emprendidos por dos mentes trasgresoras y vanguardistas cuya vitalidad alcanza nuestro presente.
Los trabajos en el exilio de Fernando y Miñuca Villaverde constituyen significativos accidentes del cine cubano de la diáspora, del cine legado por ese primer éxodo de realizadores que rompieron con el régimen ya en las primeras décadas de la Revolución. Las películas producidas por estos autores confrontaron el relato histórico oficial y visibilizaron las problemáticas y la subjetividad del cubano residente fuera de la isla. Pero incluso dentro de ese paisaje puntual, el cine de Miñuca y Fernando Villaverde resulta, sin ninguna duda, una excepción, más que nada por su experimentación con la forma cinematográfica.
Las películas exiliadas que acometieron a lo largo de la década de los setenta se presentan impregnadas del espíritu de rebeldía estética del New American Cinema que tanto defendió/promocionó Jonas Mekas, de todo el universo artístico enarbolado por el movimiento underground neoyorquino. Son audiovisuales de una vocación experimental que los aproxima seductoramente a los terrenos del videoarte y el cine performático; obras poseedoras de una política de representación del cuerpo y la intimidad que, intrínseca al quehacer de los creadores de aquella movida, influenciaría considerablemente el cine contemporáneo.
Asentados en Nueva York, en contacto con la escena independiente de la ciudad, Miñuca y Fernando Villaverde comienzan a registrar con una cámara Bolex de 16mm la cotidianidad de la gran urbe, y sus días en ella. Emprenden esos registros, como deja ver Apollo: Man to the Moon, con aquel desdén por “la perfección de la industria” promulgado por Mekas. Apollo…, suerte de diario neoyorquino, utiliza las noticias radiales generadas en torno al primer viaje del hombre a la luna, a mediados de 1969, para vertebrar una amplia diversidad de imágenes que reflejan las dinámicas y el clima citadinos de esos días. La voice over anuda una serie de estampas urbanas y las dota de una atmósfera a ratos futurista. Diversos estratos de la urbe –su perfil arquitectónico, su estatura tecnológica, sus multiculturales flujos humanos…– son compilados con una absoluta libertad formal. Ahí se trasparenta ya esa noción del registro de la vida cotidiana como estrategia de humanización de la experiencia del hombre frente a la prefabricación propia de Hollywood.
Los inicios de la movida neoyorquina se dejan sentir en toda su radicalidad en ese excelente ejercicio de ficción titulado A Lady´s Home Journal. Nos adentramos en un clima onírico, de estirpe surrealista al estilo de Un perro andaluz, que teje las rutinas de una mujer en su hogar y sus sueños de evasión de esa realidad. A Lady´s Home Journal es un trabajo de puesta en escena y de montaje tan sensual, erótico e inquietante como el personaje asumido en él por Miñuca. Este filme exhibe en su plenitud el tipo de escritura performática defendida por los independientes, destinada a ensayar otros modos de dialogar con la realidad y los sujetos que no tuviese que pactar con los moldes narrativos normados. La densidad de lecturas sobre el cuerpo femenino y la identidad culturalmente construida de la mujer –apuntalada en una imagen tan hermosa como alucinada– garantizan la actualidad de las postulaciones estéticas de la pieza.
Como directora, Miñuca Villaverde entrega una película tan sugerente para el cine cubano como To My Father, suerte de videocarta que rinde homenaje a la memoria de su padre, fallecido en Texas en 1972. El filme es un retrato sensible de la familia como patria. Los planos de los niños jugando en el patio, de las habitaciones vacías donde se percibe la huella humana, de las personas emprendiendo cualquier rutina doméstica, pero sobre todo del cuerpo ya convaleciente del padre, grafican una comunión sentimental, un retrato hogareño donde el dolor de la pérdida se trenza con la alegría del recuerdo. La experiencia humana misma que se aprehende en la intimidad de la casa, matizada por el bolero “Veinte años”, remite irremediablemente a la experiencia del exilio. No por gusto Miñuca inicia la película con una foto de ella y su papá en La Habana de 1954. Memoria y familia se juntan para desnudar un rincón muy personal del yo de la realización –un yo un tanto errante, acaso, que todavía viaja hacia no se sabe dónde, a través de esa interminable carretera que no parece acabar en el plano final de filme–, y se juntan también porque en ese rincón de la memoria hay espacio para la felicidad.
Si en una película Miñuca Villaverde desplegó su vocación experimental fue Poor Cinderella, Still Ironing Her Husband Shirt; un febril ejercicio visual y de representación sobre la mujer y el cuerpo femenino a escasos segundos del videoarte. Una serie de imágenes en negativo, recortes de otra de sus películas —Blanca Putica, a Girl in Love (1973), no presente en la muestra organizada por INSTAR, como tampoco Love Will Never Come (1977)–, y celuloides rayados, sirven a la cineasta para artesanalmente urdir una reflexión sobre la cosificación de la mujer por la mirada machista y su relegación sexual por el aprendizaje cultural.
Quizá ella no trabajó con semejante propósito, y quiso entregar nomás el excelente ejercicio plástico que también es la película; en su trabajo con las luces, la textura, el color, el ritmo cambiante del montaje, se cuece una experiencia estética seductora. Pero ya desde el propio título se acentúan los sentidos desprendidos de las imágenes en loop: un cuerpo femenino desnudo siendo llevado una y otra vez a la cama para ser poseído por un cuerpo masculino. Esas imágenes, en contraste con el rostro de una mujer (representada por la propia Miñuca), invitan a pensar el vaciamiento subjetivo del placer erótico de la mujer. En Poor Cinderella…, la escritura cinematográfica es el cuerpo, y el cuerpo es maldición, placer, gozo y conquista.
Después de salir de Nueva York, e instalados en Miami, ella dirige Tent City; según Carlos A. Aguilera, “lo mejor que se ha hecho sobre el trauma o fractura que se llamó Mariel”. El documental es un testimonio de la artista donde importan tanto sus palabras como el registro del campamento de refugiados del Mariel instalado “debajo de la carretera I 95 que corre de norte a sur de Estados Unidos, justo donde termina La Pequeña Habana”, confesó la realizadora en entrevista con Aguilera. Emprendido con la misma libertad explayada en sus filmes neoyorquinos, Tent City es un valioso documento histórico sobre el éxodo, sobre la descolocación y la incertidumbre de futuro experimentada por aquellas personas, y por supuesto sobre el temprano fracaso del discurso desarrollista de la Revolución.
A modo de reportaje, a ratos de película casera, este documental fija para la posteridad la mirada de unos rostros acusados por la Historia. La sensación de libertad que experimentan estos sujetos desborda la precariedad de sus condiciones de vida en el lugar. La propia Miñuca Villaverde subraya en su narración: “Aunque las carpas están rodeadas por una cerca metálica, se sienten libres por primera vez en muchos años”. Los cuerpos cuir, que continuamente se adueñan de la cámara –sin esconder sus identidades, más bien al contrario–, son el mejor ejemplo de cómo esas personas de Tent City, recién llegadas a una geografía y una cultura diferentes a las suyas, parecen ahora decididas a expresar sin restricciones, finalmente, sus individualidades.
3.
En honor a Miñuca y Fernando Villaverde, el Festival de Cine INSTAR presentará durante su cuarta edición una selección de sus obras. El programa de Presentaciones Especiales del evento llevará a sus diversas sedes los filmes To My Father (1973),
Poor Cinderella, Still Ironing Her Husband Shirt (1978) y Tent City, de Miñuca, y Apollo: Man to The Moon y A Lady´s Home Journal (1972), de Fernando. Además de un merecido acto de homenaje, la exhibición de estos materiales responde una de las preguntas que, según José Luis Aparicio, programador del evento, motivó la curaduría: “¿No es acaso la nación una entidad más compleja que aquella que demarcan los límites geográficos y los extremos políticos?”. La invitación a disfrutar y pensar el quehacer audiovisual de estos artistas se encuentra en perfecta sintonía con ese propósito del Festival de “crear un corredor de imágenes entre varios de los puntos aislados de nuestra dispersión nacional”, puesto que, ha apuntado el joven cineasta cubano, “quizás a partir de esta red imaginaria se pueda conectar nuevamente con la isla, con las diversas y complejas versiones de país que encontramos en su cine”.
Con Tent City, decía al principio, Fernando y Miñuca Villaverde cierran su carrera cinematográfica. Ella misma confiesa: “Me retiro de eso agotada de no contar con medios ni con ambiente alguno en Miami para seguir haciendo cine”. Reincorporadas al bregar del cine cubano por la atención que se les viene prestando en los últimos años, y aunque todavía tímidamente difundidas en las pantallas insulares, estas películas comienzan a suscitar novedosas y sustanciales lecturas. Una cosa sí resulta evidente: la obra de este matrimonio creativo nos sigue pareciendo tan vanguardista como en el momento en que se filmó.
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Emmanuel Martín, cineasta cubano: “‘Un hombre bajo su influencia’ me salvó la vida”
Por ANTONIO ENRIQUE GONZÁLEZ ROJAS -26 noviembre, 2023
RIALTA
Por segunda vez entrevisto a Emmanuel Martín. La primera entrevista quizás ni sucedió. Estábamos, frente a frente, en la sede de una Muestra Joven que ya no existe, para una publicación extinta, en una Cuba pre-COVID, pre-Ordenamiento y pre-Inflación menos tupida que tampoco existe ya. El cineasta ya no está en Cuba; emigró a Canadá.
En esta ocasión comunicamos vía WhatsApp, con el pretexto de su segundo largometraje, Un homme sous son influence (2023; Un hombre bajo su influencia), que tendrá su estreno mundial en el IV Festival INSTAR, un evento también diaspórico, que viene de todas partes y a todas partes va, y ayuda a que Cuba se expanda más allá de fronteras físicas insoportables o imposibles para muchos.
Un hombre… estará disponible para los públicos cubanos en la plataforma Festhome, del 4 al 10 de diciembre, siempre de 10:00 de la mañana a 12:00 de la noche. La sede mexicana del Festival INSTAR, el capitalino Laboratorio Arte Alameda, exhibirá el filme los días 5, 6 y 7 de diciembre, mientras que el Centro Cultural General San Martín, en Buenos Aires, ha programado su exhibición el día 6.
Pude ver la película gracias a un enlace privado de Vimeo que el realizador me envió. Las fronteras son cada vez más ilusorias, y el cine cubano es cada vez más uno solo, aunque se filme en el Polo Norte. Aunque fuerzas reaccionarias persistan en segregar del cuerpo audiovisual de la nación su porción contemporánea más importante. Emmanuel Martín responde el cuestionario con audios que graba durante un viaje en metro por las oquedades de Montreal. Busca nuevo alquiler. Yo busco mantenerme cuerdo gracias a las locuras que puedo hablar con él para Rialta Noticias.
Un hombre bajo su influencia es tu primera película filmada fuera de Cuba. ¿Terapia, catarsis, crónica de un emigrante?
Hace poco, en una entrevista con José Luis Aparicio, le dije que esta es mi película favorita. Los directores siempre caen en ese cliché. Por ejemplo, leí en una entrevista de Scorsese que Silencio era su mejor película, y Tarantino en las últimas entrevistas ha dicho que Érase una vez en Hollywood es su mejor película. A lo mejor es campaña publicitaria, pero en mi caso no, porque sé que mi película no se va a vender.
Esta película me salvó la vida, literalmente. Llevaba dos años y medio, más o menos, viviendo, trabajando, regresando a casa, trabajando, regresando a casa, esperando por los papeles, por mi audiencia de refugiado político, extrañando a mi hijo, y era un proceso psicológico no muy bueno. No me sentía bien.
Entonces decidí que no podía seguir así. Que iba a caer en la locura. A pesar de que estaba viviendo bien, porque en Montreal se vive bien. Amo esta ciudad. A pesar de que a veces tengo muchos “bajones” y a veces me vuelvo iracundo, amo mucho esta ciudad. La elegí para vivir. Antes viví en Toronto, y me fui porque no me gustaba. Viví en Vancouver Island; era una zona natural muy bella. Y llegué a Montreal, y realmente la amo. El ser humano no está a salvo en ningún lugar, pero amo esta ciudad.
Aun así, no me sentía bien. En mi condición de inmigrante sin papeles no podía aplicar a ningún fondo; aun cuando en Canadá hay muchas maneras de conseguir financiamiento para el cine. Entonces decidí que quería filmar ya la película. Compré el equipamiento técnico: cámaras, luces, sonido, y empecé a contactar personas.
¡Por supuesto que la película es la crónica de un inmigrante! No solamente de uno, sino de todos los inmigrantes que trabajan en la película. Mira, si hubo muchas actrices que quisieron trabajar gratis, fue porque, independientemente del talento que tengan, ser actor dentro de la industria es muy, muy difícil, porque la industria es cruel, exige cierto acento, cierto somatotipo de color y raza.
La industria es muy cruel con los acentos, y entonces muchas de estas actrices que trabajaron conmigo, aunque sean muy buenas, no encuentran espacio dentro de la industria. No pueden colarse en la industria canadiense, ya sean quebequenses o anglófonas. Aunque “machaquen” el inglés o el francés, no hablan con el acento que requiere la industria de la televisión o el cine. El cine es una cosa de “toma y daca”. Un actor recibe, pero está dando algo de vuelta.
Por eso, Tony, independientemente de todas las críticas que tú quieras escribir, o que escriba un amigo, o de que quieran exhibirla en INSTAR, mi sueño es exhibirla aquí en Montreal. Le debo eso a mis actrices y actores. Los actores necesitan verse en una pantalla de cine. La noche del estreno es muy importante. No quieren ver la película en YouTube y pasarle un link a nadie. Los actores quieren ver su película en el cine en la noche de gala. Todo actor y todo músico quieren hacer eso: exhibir su obra ante el público; no exhibirla escondido. Esto es un arte escénico. Audiovisual, pero también escénico. Les debo eso a mis actores.
Muchas veces siento ira, porque no he podido exhibirla en Montreal, en los grandes festivales que se celebran aquí. Y en eso estoy batallando. Si se exhibe en México, bien; si se exhibe en Argentina, ok; si se exhibe en Cuba, también; pero donde realmente quiero proyectarla es aquí, en su casa matriz.
¿Cómo fueron procesos tan definitorios para una película como la preproducción y el casting?
Me hice una cuenta nueva de Facebook, porque la anterior me la piratearon, y comencé a buscar por los grupos Montreal Realizadores, Montreal Artista, Montreal Underground… todos esos. Y encontré a Mike Som. Siempre he dicho que es el alma de esta película. Una bella persona. Es camboyano-congolés. Le expliqué mi situación. Le dije: “Compadre no me siento bien; necesito hacer esta película para sentirme mejor, bla, bla, bla. Yo vengo de Cuba; yo soy realizador”, y me dijo: “No te preocupes. Voy a tu casa, llevo unas cervezas después del trabajo, y vamos a conversar”. Entonces trajo a un videógrafo, y me dijo: “Te voy a ayudar”. Y ya.
Cuadramos el primer llamado. Para que veas: fue la escena con los indios tamiles, del sur de la India, que es de donde viene Sadguruh, y también Visvanātaṉ Āṉant, el excampeón mundial de ajedrez. Ensayé mucho con ellos. Uno es mi roommate, Bharath; los otros eran sus amigos. Todos son informáticos.
Ensayamos alrededor de una semana para poder hacer la escena. Ellos nunca habían hecho nada para cine. Vino Mike Som, vino el fotógrafo, trajo a otros amigos. Mike hizo el sonido. Paula, una cubana que estudia cine –hija de Otto y Tamara, dos santiagueros que había conocido hacía unos meses–, vino e hizo la asistencia de dirección. Y finalizamos el llamado.
Luego empecé a postear en las redes que habíamos comenzado a rodar. Aunque no tenía aún la protagonista. Empecé a contactar a varias actrices por las redes sociales. Muchas me dijeron que no; hasta que una aceptó y nos reunimos. Entonces hice el llamado con la primera “Nicole”.
Yo había trabajado en un videoclip como actor un año antes. Ahí conocí a varias actrices, como la mexicana Myriam López, una bella persona también, que interpreta el personaje de Alexandra. La contacté y me ayudó. Myriam me recomendó a la chilena Camilla Purdy, que interpreta a la “Nicole” de las escenas del puente y el café. Eran compañeras de trabajo. Camilla me recomendó a Umar Chaudhry, de quien me he hecho muy amigo. Su papá es de Pakistán y su mamá es de Jamaica. Me ayudó mucho. En la casa de sus padres filmamos las escenas del gimnasio y de cuando salimos del restaurante donde trabajan tres de los personajes, y tenemos una conversación.
Se sumó gente muy hermosa a la película. Todos estuvieron dispuestos a trabajar gratis. Ya había hecho eso en Santiago de Cuba. Había convencido a muchos para trabajar gratis. Tal vez pueda sonarte egocéntrico, pero, como provengo de una familia negra y una blanca, viví en un suburbio y también fui deportista, tengo esa capacidad para lidiar con el ser humano, con sus diferencias, sus locuras, con los delincuentes, con los inteligentes, con los negros, con los blancos. Creo que es el mayor talento que tengo como realizador: que puedo lidiar con los seres humanos, mirarlos claro a los ojos y decirles lo que necesito. Perciben mi sinceridad y quizás se compadecen de mí; no sé.
Eso es realmente Un hombre bajo su influencia: una película que me salvó la vida. Más que por ego artístico, tenía necesidad de hacerla. Ya me siento mucho mejor. Por supuesto, me ha dejado con una deuda. Tenía siete mil dólares en la cuenta bancaria y todo se fue en la película. He tenido que pagar los ingresos a los festivales. Sigo trabajando, poco a poco me estoy recuperando económicamente; pero es dinero de mi familia, para mi mujer y mi hijo. Di un salto al vacío y aún no me he recuperado del todo.
¿Cuán bajo tierra y cuán independiente es Un hombre bajo su influencia?
Por ahí te venía hablando de lo que sufre un inmigrante, no solamente de la clase trabajadora, sino un artista. A un inmigrante actor le cuesta integrarse. Hoy en día tengo la impresión de que esto es mucho más severo que antes. En esas películas de los sesenta, setenta y principios de los ochenta que se filmaban en Europa, en esas coproducciones que se hacían entre Italia, Francia, Inglaterra –a veces Alemania entraba–, tú veías actores de diferentes nacionalidades. Por ejemplo, Por un puñado de dólares más, la tercera película de Leone, tienes a Kinski que es alemán, a Volonté que es italiano, y tienes a Clint Eastwood que es estadounidense. Y eran actores que hablaban con acentos diferentes. Era algo permitido. Eran cosas súper locas. Esa fue una de las épocas más hermosas y tolerantes de la historia del cine en cuanto a diversidad y creatividad.
En una reciente conversación me dijiste que Un hombre bajo su influencia “no es cubana”. ¿Consideras que es canadiense, global o extraterrestre?
Soy cubano, y Lester Harbert Noguel, uno de los actores de la película, es cubano e interpreta a un cubano. Hay una fuerte tendencia cubana en la obra; claro que sí. Hay conversaciones sobre Cuba, y el tema de los migrados cubanos. Pero cuando yo la filmé quería que fuera parte de Montreal, parte de su historia, parte de su cine independiente. Quiero que se exhiba como un filme montrealés, quebequense, pero los dos festivales más grandes de Quebec la han rechazado.
Se lo decía a Aparicio: que el director de cine tiene que tener orgullo. No es un problema de arrogancia, sino de orgullo, porque es muy fácil tirar la toalla, siempre tienes esa opción. Todo en la vida te lleva a dejar de hacer cine; entonces, cuando la ciudad en que filmaste la película te rechaza, tienes que decirle: “Fuck you, sabes qué: si no me quieres, pues tampoco te voy a querer”. Y tener la autoestima alta, que no es lo mismo que ser arrogante. Es importante estar seguro de lo que estás haciendo y, si la película no encaja en Montreal, tienes que buscarle otro puerto. He visto mucha gente talentosa en este mundo que tira la toalla, pero no lo voy a hacer nunca.
Creo que te dije en una entrevista que, si me iba del país, quería hacer cine, que no me veía haciendo otra cosa. Estaba pensando que la vida es superior a los deseos de cada cual. La vida siempre me da lecciones de humildad. Hablemos de humildad ahora.
La vida te depara cosas que no esperas. He tenido que involucrarme en muchos trabajos, de los más feos que ha habido. He estado en fábricas y he visto cuán despiadadas son. Una vez trabajé en una, fuera de Montreal. Me gustó mucho porque en cuanto llegamos allí los mismos quebequenses nos dijeron: “Bienvenidos, los necesitamos”. Eran blancos, de allí mismo, de Quebec. Es una empacadora de carnes; trabajé bajo frío. Respetaban los tiempos de descanso y de almuerzo. Por ley, en Canadá, cuando tienes una jornada de ocho horas, la empresa debe concederte dos pausas de quince minutos, una por la mañana y otra por la tarde, pagadas. Te dan una pausa de media hora para almorzar, pero no es pagada.
He estado en otras fábricas que solamente dan la pausa del almuerzo, y no la pagan. Es una violación terrible de los derechos de los trabajadores. Lo he vivido. Estuve trabajando ahí. Hay abuso laboral. Se benefician del inmigrante que llega pobre, sin dinero. Hay algunas que son bien decentes y respetan eso, y no te empujan, no te agitan. Le decía a Aparicio que si mi película luchaba por algo era por la working class inmigrante, porque no es lo mismo ser un obrero nacido aquí que uno inmigrante.
Siempre he considerado que en Cuba eras un outsider, que no es más que una especie de insiliado. ¿Cómo te consideras en Canadá?
Nunca me sentí un outsider en Cuba. Aparicio me preguntaba por qué nos quedábamos en Santiago, Carlitos [Melián], José Armando [Estrada], yo. No era por un problema de rebeldía: es que Santiago es una gran ciudad. Cuba es un país empobrecido totalmente ahora, pero Santiago lo tiene todo como ciudad. Tiene playas, es multicultural, tiene una buena bohemia, tiene cafés. Nosotros realmente nos sentíamos bien en Santiago, nos sentíamos cómodos. No nos quedamos por rebeldía.
En Santiago de Cuba teníamos nuestros amigos, nuestras casas; controlábamos las locaciones, podíamos filmar donde nos diera la gana: en una iglesia, un banco, una estación de trenes. Éramos conocidos allá. No creo que haya sido rebeldía; no me he considero un rebelde dentro del audiovisual cubano, para nada. Claro que me hubiera gustado que mi película anterior, Historias de ajedrez, hubiera tenido mejor camino. Todo el mundo quiere exhibir su obra; no es un problema de arrogancia, avaricia o ambición. Es lo que lleva.
Scorsese se la ha pasado haciendo campaña por su última película, The Killers of the Flower Moon, para que la gente regrese al cine. Y es verdad. La vi en el cine. Es la única de sus películas que he visto en cine. Y es una maravilla, brother. El sonido como está construido, las imágenes, el tiempo. La película es larguísima, pero no la ves pasar. Si hubiera estado en la casa quizás me hubiera aburrido, pero en el cine lo disfrutas. Me acordé de cuando veía películas en los festivales de cine de La Habana; me acordé de cuando vi Inland Empire, que también es una película de tres horas. Fue en una tanda de las diez de la mañana, en el cine Riviera, con la que era mi novia. Fue una delicia. El cine se ve en el cine; es lo es lo que debe ser. Es lo que quería que hubiese pasado Historias de ajedrez.
Que alguna institución la hubiese movido mejor; por ejemplo, el ICAIC [Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos], que es lo que le toca. A veces, cuando los realizadores nos quejamos del ICAIC, no es porque queramos algo de este, sino que es la única institución que hay, y debe hacer su trabajo. Pero en Cuba los funcionarios y las instituciones se comportan como si nosotros les pidiéramos limosna. Y no es así. Ellos tienen que hacer su trabajo.
Aquí, en la democracia, a los políticos se les exige. Los periodistas cuestionan todo el tiempo lo que dicen los políticos. La oposición también. Porque, aunque es verdad que solo existen dos partidos, y que casi siempre los mismos políticos están en el mismo circuito durante años –uno se va de la Presidencia, pero se queda en un puesto ministerial importante–, a pesar de eso, saben que son vigilados todo el tiempo. Tienen que responder a los ciudadanos porque de ahí salen sus salarios.
Pero en Cuba no. Las instituciones y los funcionarios actúan como si nosotros les debiéramos algo, cuando realmente lo poco que pueda tener el ICAIC o el Ministerio de Cultura, es gracias a nosotros, los cubanos. Ya sea por el dinero que entra de las remesas, por el turismo… pero ¿quiénes son la mano de obra del turismo?: los cubanos. Al final no es el pueblo el que debe a los políticos, sino que son los políticos quienes le deben al pueblo.
Pero en Cuba nos tienen amenazados todo el tiempo. La función del ICAIC debería ser, al menos, la distribución de las películas cubanas. Si no tienen dinero, que es la misma “muela” que siempre escuchamos, al menos deberían esforzarse para distribuir los dos o tres largometrajes cubanos que se filman al año.
¿Cuántos largos de ficción se hicieron el mismo año que Historias de ajedrez? Como cuatro. Agosto de Armando Capó, Las campañas de invierno de Rafael Ramírez, y la mía… Y el ICAIC no se encarga de eso, brother. No se encarga de enviar sus películas a los diferentes festivales del mundo; ni siquiera eso que cuesta escribir un correo. En Cuba hay mucho trapo sucio que lavar todavía. Por eso mis expectativas están con Montreal y Canadá. Es algo que yo puedo y siento que puedo arreglar y mejorar. En Cuba sentía que estaba navegando contra nada, brother, y no era culpa de ningún artista, de ningún colega, ni nada… Es difícil navegar a contracorriente en Cuba, muy difícil. Pasan los años y uno se desangra haciendo un trabajo y no ve resultados económicos.
Igual que la serie española Raquel busca su sitio: soy un ser humano más que trato de encontrar mi sitio, mi nicho, encontrar comodidad para mí y mi familia. Es lo único que deseo. Y muchas gracias por la entrevista, brother. Un abrazo.
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Tommaso Santambrogio: “Relacionarse con la historia, la justicia y la memoria es algo fundamental para el cine”
Por ANTONIO ENRIQUE GONZÁLEZ ROJAS -25 noviembre, 2023
RIALTA
Taxibol (2023) es un concierto tropical de silencio y furia que concilia maneras casi antagónicas de construir películas. Su historia hace colisionar épocas, y diluye barreras temporales en el crisol fílmico de la memoria, la venganza e, incluso, el terror psicológico.
Filmada en Cuba por el cineasta italiano Tommaso Santambrogio, con la participación del director filipino Lav Díaz, esta película se exhibe, como parte de la selección oficial del IV Festival INSTAR, el viernes 8 de diciembre en la Maison de lʹAmerique Latine, en París, y el propio día 8 y el domingo 10 de diciembre en el Laboratorio Arte Alameda, en Ciudad de México.
Santambrogio se acerca con Taxibol a los abismos íntimos del mal, al daño infinito de los totalitarismos, que carcome vidas y naciones. Se asomó lo suficiente para, sin que el abismo lo mire a él, conseguir una instantánea trascendente que sirva de referencia para el minucioso paisaje cinematográfico que ha compuesto con sombras, gritos, susurros y, sobre todo, silencio. En Rialta Noticias, conversamos acerca de sus motivos y motivaciones, procesos, dilemas, obstrucciones y tinieblas.
Taxibol pone a dialogar de manera orgánica dos formas cinematográficas muy diferentes. ¿Por qué estructurar la narrativa y la puesta en escena desde un contraste tan provocador y arriesgado?
Fue una decisión muy consciente. Me interesaba crear un díptico que de alguna forma me daba la posibilidad de hacer una reflexión sobre el lenguaje cinematográfico y al mismo tiempo crear una narrativa original. En la primera parte aparece un diálogo documental entre Lav Díaz y Gustavo Fleita. Yo conocí a los dos personajes y me interesaron sus universos, sus mundos, sus sensibilidades, sus identidades. Y, a través de la conciencia de lo que era cada uno de ellos, encontré una suerte de canovaccio,[1] que después les propuse. A través de eso se estructuró un diálogo completamente improvisado.
La interpretación que hizo Lav Díaz de él mismo se debió mucho a su propia capacidad de moverse entre el documental y la ficción, siendo él mismo pero al mismo tiempo inventándose. Así que trabajó mucho con el lenguaje del cine a la hora de concebir sus palabras y argumentos, introduciendo la motivación de la presencia de su personaje en Cuba: la búsqueda de ese exgeneral de la dictadura de Ferdinando Marcos en Filipinas, que era al mismo tiempo la manera de concebir un documental abierto.
Esta motivación me dio la oportunidad de rodar una segunda parte de Taxibol, y al mismo tiempo trabajar con elementos del cine de género, pues el personaje de Lav Díaz quiere encontrar al exgeneral para matarlo y comerse su cerebro. Eso me gustó mucho porque es una reflexión sobre el lenguaje del cine, y cambia a través del diálogo, de la confrontación. Esta primera “documental” fue filmada con el estilo clásico del diálogo del cine ficción, o sea, con plano y contraplano, y con un montaje clásico y rápido, muy al estilo del cine de ficción convencional.
Una vez que estructuré la primera parte de la película, pensé proponer la segunda parte como cine documental de observación, aunque realmente era un guion y una estructura completamente de ficción. Así que hay una reflexión sobre el lenguaje cinematográfico. Mucha gente me comentó que no se precisaba en esta segunda parte si Lav encontraba verdaderamente al general, si el personaje de Mario Limonta era verdaderamente el general. Otras personas me comentaron que la primera parte parecía muy bien escrita, y lograba al mismo tiempo proponerle al público un debate sobre qué es el lenguaje cinematográfico, qué es la realidad, qué es la ficción. Eso me interesaba mucho. Me arriesgué con esa estructura, con esa forma, porque también quería crear un díptico entre Cuba y Filipinas, entre el bien y el mal, y expresarlo a escala cinematográfica.
¿Además de actuar, el cineasta filipino Lav Díaz tuvo otro rol en el desarrollo, rodaje y posproducción de Taxibol?
Lav no se involucró en el rodaje y la posproducción de Taxibol, ni en el desarrollo de la segunda parte, porque su postura es que cada uno tiene que ser libre y exprimirse a sí mismo: lograrlo todo desde su estilo y su capacidad. Sí vio la película una vez que estuvo terminada; pero antes de finalizar la posproducción de audio y la corrección de color.
Compartimos algunas ideas, posiciones, y fue muy interesante. Pero lo que agradezco muchísimo a Lav es que me haya donado su presencia, su esencia como director y como ser humano, con sinceridad, transparencia y confianza en la primera parte; ofreciéndome así la posibilidad de pensar y estructurar una segunda parte, la cual, siempre desde el respeto a su postura, es diferente por completo de lo que es generalmente su propio cine, su identidad fílmica.
En la obra participan actores profesionales y no profesionales, cubanos y extranjeros, y de varias generaciones. ¿Cómo lidiaste con las singularidades de cada uno, para amalgamarlos en el todo fílmico que es Taxibol?
La participación de los actores fue muy interesante como proceso. En la primera parte, porque la traté como si fuera una película autónoma. Cuando la filmé nunca pensé en una segunda parte. Me interesó mucho esa conexión que se crea entre los personajes. Pasé mucho tiempo hablando con Lav, con Gustavo. Fue muy interesante ver la posibilidad de esa conexión, porque eran dos universos muy singulares, con posiciones y sensibilidades muy específicas, y era interesante establecer relaciones del cine clásico al estilo de Casablanca, como si los personajes fueran países.
Gustavo, es un personaje cubano, pero también es Cuba, y Lav es un poco como Filipinas. Ese otro diálogo me interesó, y la segunda parte es como una concesión. En esta lo que me interesaba era encontrar actores que trabajaban mucho con su voz, que eran muy reconocidos por su voz, como Mario Limonta, como Armando Pérez o como Mayra Mazorra. Mayra es también de televisión y cine, pero trabaja desde su formación en teatro. Emplea su voz más que su cuerpo. Armando es cantante de la Ópera de la Calle. Y Limonta es reconocido también por su trabajo en la radio, como una de las principales voces de Cuba. Eso me ayudó a la hora de tomar la decisión de trabajar con este elenco, porque era como trabajar nuevamente de manera documental; o sea, que al inducirlos a enfrentar la actuación de una manera muy diferente de la que estaban acostumbrados, poniéndolos en una posición incómoda dentro de la película, se generaba una espontaneidad muy interesante. Pienso que fue una decisión muy importante, y fue muy interesante lo que logramos trabajando a partir del movimiento de los cuerpos, del silencio, del espacio y de sus diálogos con este espacio.
¿Qué valor expresivo, qué connotación dramática y filosófica concedes al silencio en Taxibol y, en general, en el audiovisual?
Pienso que el silencio es ruido. Es un sonido en el cine y siempre tiene un valor, en su quietud, en su tranquilidad. Y fue muy importante en la segunda parte de Taxibol. En la primera parte hay depositado un gran valor en la palabra, en el diálogo, en la lengua. En la segunda parte el valor está en la repetición. Una referencia fue la música de William Basinski, sobre todo su serie de discos The Desintegration Loops. Es una música que se va desintegrando, los sonidos se van desintegrando poco a poco y se crea esa percepción, esa sensación a través de la repetición.
Me gustaba la idea de trabajar con los sonidos como si fuera algo repetitivo, en loop, y al mismo tiempo algo que da una sensación de claustrofobia dentro de un espacio tan amplio; además de que utilicé movimientos de cámara que permiten seguir a los personajes por todo el espacio. Me gustó crear esa dinámica. Pienso que el sonido es el 50 por ciento del lenguaje del cine. Y es muy importante pensarlo, relacionarse con el silencio, y trabajar con sus posibilidades.
¿Retos culturales, antropológicos y materiales a la hora de filmar en Cuba?
Hubo muchos retos, muchas complicaciones a muchos niveles, para filmar en Cuba; sobre todo cuando rodamos Taxibol durante la pandemia. Fue un momento muy complicado, como en muchos otros países. En Cuba también se había desatado la inflación, había muchos apagones, además del toque de queda.
A nivel antropológico y cultural todo es muy complicado también, si se quiere hacer un trabajo bueno, que implica relacionarse con la historia, la gente, relacionarse con la cultura, y ser cuidadoso, y cuidarse. Hay que escuchar al otro, y no ponerse en una posición autoritaria, como si supiera todo… y soy la Divinidad. Es más como dialogar y convertirse en algo como un megáfono que amplifique y expanda lo que ya está. Traté de ser sensible, justo y lo más honesto y transparente posible.
¿Taxibol puede considerarse un retrato fílmico de la impunidad de los dictadores?
Es más bien un retrato fílmico de la impunidad del mal. Es un retrato que reflexiona sobre cómo en los países, y sobre todo en los del sur del mundo, el mal goza de una gran impunidad. La justicia no se cumple, y en muchos casos hay hechos violentos que son olvidados por completo, que no son juzgados ni castigados. Basta pensar en lo mucho que ha sucedido, no solamente en Cuba y Filipinas, también en Italia y otras tantas naciones.
A mí me interesaba realmente tratar al mal de manera íntima, personal, a través de una figura como la de Juan Mijares Cruz (Limonta). Y pienso que relacionarse con la historia, la justicia y la memoria es algo es fundamental para el cine.
[1] Canovaccio (italiano): Listas de acciones y escenas sobre los cuales los actores de la commedia dell´arte italiana improvisaban. Juego para crear historias.
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‛And How Miserable Is the Home of Evil’: crónica fictiva del derribo de un tirano
Por ÁNGEL PÉREZ -24 noviembre, 2023
RIALTA
En los planos finales de And How Miserable is the Home of Evil (Saleh Kashefi, 2023), se ve al líder supremo de Irán, Ali Jamenei, recogido en su asiento, una mano contra el rostro, abatido, en espera de su inminente derrota. Mientras la cámara cierra y abre el cuadro para mostrar diversos ángulos del cuerpo aquejado del ayatolá, se escuchan al fondo, como ecos que retumban en su conciencia, los sonidos de la protesta, las exclamaciones de un pueblo que viene indetenible a cortar la cabeza del opresor. El ruido de las manifestaciones colma gradualmente la escena en una suerte de progresiva materialización de las fuerzas que, ahora, amenazan el orden tiránico. Una voz anuncia: “There he is!”, y justo en ese instante acaba la película.
And How Miserable… se presenta como un reportaje documental que informa in situ la caída (futura) del dictatorial régimen. El artista iraní Saleh Kashefi –actualmente exiliado en Suiza– consigue subvertir en este contundente ensayo fílmico la representación que el poder clerical islámico consuma de sí mismo.
Para ejecutar el filme, el realizador se apropió de algunos videos del sitio web oficial de Ali Jamenei, donde se archivan registros de sus discursos e intervenciones públicas; se trata de propaganda política cuyo propósito a priori, evidentemente, es intensificar la legitimidad simbólica del régimen. El realizador somete a un contundente proceso de resignificación esos videos. Una vez trabajadas en And How Miserable…, estas grabaciones favorecen el desmontaje del velo ideológico iraní.
Pero Kashefi no solo emprende un ejercicio de (re)montaje de archivos. Su táctica es contaminar esas imágenes con grabaciones de las protestas ciudadanas acaecidas en su país en años recientes. Entre otros, son utilizados registros sonoros de las manifestaciones desatadas tras la muerte de la joven Mahsa Amini a manos de la policía religiosa islámica. Videos de algunos de esos hechos pueden encontrarse en el perfil de Instagram @1500tasvir. Mas es utilizado sound footage procedente de otros sitios o canales virtuales, como @blackfishvoice, cuya descripción reza: “No somos neutrales, estamos del lado del oprimido”. Tales espacios virtuales sirven de soporte para acciones civiles, y el contenido que recogen es testimonio de esa realidad que la narrativa del poder pretende suprimir. En And How Miserable…, los archivos sonoros emanados de allí constituyen un virus que destruye la fantasía política que anima los videos en el sitio web de Ali Jamenei.
A la manera de Peter Watkins en The War Game, el artista iraní esculpe una ficción documental/una crónica del futuro con la que participa –sin dudas– del enfrentamiento cívico al régimen islámico; enfrentamiento contra la represión y la vigilancia moral, contra el abuso de poder y la intensificación de la pobreza.
Digo al modo de Watkins, no solo porque Kashefi trasmute estos archivos en el reportaje de unos periodistas que informan allí sobre el curso de los acontecimientos –tal como notifica el lente del director inglés en The War Game la catástrofe ocasionada, en el instante de la filmación, por un ataque nuclear en Kent, Reino Unido. Si en algún punto And How Miserable… continúa el legado de Peter Watkins, es al subrayar –en su prospección del futuro, que manipula el archivo mediante el estilo directo y expositivo del reportaje– cómo las imágenes no son en ningún caso inocentes, puesto que, sacándolas de sus prefijados marcos de sentido, se puede extirpar la hegemonía de su (aparente) verdad.
El director Sergei Loznitsa, ese excepcional maestro del trabajo con archivos y del documental de compilación, comentó en alguna entrevista que solo la ética diferencia el documental de la ficción. Esta ficción documental diseñada por Kashefi no deposita su verdad en un género, tampoco en los sucesos que cuenta, sino en la significación (social, política, histórica) de su discurso.
La violencia del sonido que irrumpe en la mezquita donde se encuentra arrinconado el líder supremo, en esas últimas tomas del filme, es la violencia perturbadora de la justicia histórica. En apenas siete minutos, el realizador resuelve una intervención en esas estampas del poder islámico iraní que –cual una pintura paranoica de Salvador Dalí– invierten su carga simbólica.
En competencia en el IV Festival de Cine INSTAR, And How Miserable… estará disponible para el público cubano del 4 al 10 de diciembre en la plataforma online Festhome. Y podrá ser visto también, en salas oscuras, por los públicos argentino (en el Centro Cultural General San Martín de Buenos Aires, el martes 5 y el domingo 10), mexicano (en el Laboratorio Arte Alameda de Ciudad de México, el viernes 8 y el domingo 10), y catalán (en la Zumzeig Cinecooperativa de Barcelona, el miércoles 6).
Después de participar en prestigiosos festivales como Visions du Réel e IDFA, este filme arriba al Festival de INSTAR como un contundente ejemplo de exitosa comunión entre estética y política. Kashefi transgrede la fantasía de poder de Ali Jamenei, mientras sublima el imaginario de una comunidad deseosa de escapar de la opresión.
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‘Abisal’ o la fuga de lo concreto
Por ANTONIO ENRIQUE GONZÁLEZ ROJAS -22 noviembre, 2023
RIALTA
Abisal (Alejandro Alonso, 2021) es una crónica sobre el fin eterno, sobre la melancólica belleza de la descomposición y la impresionante precipitación de unos leviatanes heridos a la boca del Infierno, pedazo a pedazo.
Tal como sucede en la previa Terranova (2020) –codirigida junto al español Alejandro Pérez– con la ciudad en plena transmutación espectral, Alonso cartografía aquí la erosión, el desmoronamiento, la fuga de lo concreto, la disolución de lo sólido. Abisal –que como parte del IV Festival de Cine INSTAR estará disponible para los públicos cubanos en la plataforma online Festhome del 4 al 10 de diciembre, siempre entre 10:00 de la mañana y 12:00 de la noche– capta un universo en transición hacia misteriosos estados de la existencia, incomprensibles para el raciocinio humano.
En efecto, la película puede ser, como su título sugiere, un oteo de los estratos más profundos de la vida, a donde apenas alcanzan las raíces del Árbol del Mundo. Y los espectadores de Buenos Aires están invitados a asomarse ahí –también gracias a la iniciativa trasnacional de INSTAR– el martes 5 de diciembre, en el Centro Cultural General San Martín, así como otros tantos cinéfilos el jueves 7 en la Zumzeig Cinecooperativa de Barcelona; el viernes 8 en La Maison de l’Amérique Latine, en París, y el domingo 10 en el Laboratorio Arte Alameda de la Ciudad México.
El laureado filme de Alonso es un gran epitafio para estos grandes tanqueros, de orgullo oxidado y silencioso, que sobresalen en la superficie de un cementerio de barcos como lápidas de sí mismos. Sus cascos resultan masivas alegorías de lo inútil y, sobre todo, de la futilidad del entusiasmo maquinista que, por ejemplo, llevó a autores modernos como Dziga Vertov a componer los impresionantes ballets cinéticos que aparecen en el clásico El hombre de la cámara (1929): toda una apología del bello y sincrónico poder de la industria como eje del progreso de la Humanidad.
En Abisal, las máquinas de Vertov callan, pierden sentido en su inmovilidad definitiva. Los pistones ya no galopan con ritmo indetenible hacia el futuro. Los engranajes ya no cantan su himno triunfal, ya no giran como planetas frenéticos. El óxido los amortaja, los acolcha, apacigua un poco el frío que trae la noche, a la vez que los engulle y deforma sus ángulos. Derruye sus individualidades, funde sus formas brillantes y agudas en una homogeneidad marrón, indefinida, polvorienta. Poco a poco, los barcos se transforman en dunas. Polvo al polvo. Agua al agua.
Este último puerto, como quizás pareciera, no cuenta con el solemne sosiego que pudiera hallarse en un cementerio de elefantes, donde los monstruos reposan en una paz de titánicos huesos y marfiles. El último sueño de los colosos marinos soporta una tortura final; este es un círculo del Infierno donde están condenados el desmembramiento perenne, a causa de pecados desconocidos. Las moles varadas aceptan impotentes tal suplicio de mutilación y desfiguración, quizás rogando para sus adentros que las dejen ahogarse en paz, entregadas a la modorra corrosiva y al bienhechor olvido de sí mismas.
Sufren también la intrusión de los hombres, que hormiguean entre ellas, encargados de quebrar sus costillas y espinazos, despedazando la obra gloriosa de otros hombres: estos viejos monumentos al triunfo de la voluntad sobre la Naturaleza y sobre Dios mismo. Con mecanicidad aturdida de perpetuum mobile, cumplen una tarea descivilizatoria, antimaquinista, como termitas que anclan su existencia y subsistencia en el descoyuntamiento concienzudo de las más fuertes armazones pensadas por los ingenieros.
Las figuras antropomorfas terminan fundiéndose, indiferenciándose en los paisajes ruinosos donde desempeñan sus tareas de aniquilación. De agresivos y ajenos entes van a convertirse en complementos, en residentes simbióticos de estos pecios soñolientos que asoman sobre las aguas del último día.
Estos hombres de Abisal, atrapados en el cementerio junto a las interminables osamentas que deben dislocar, sufren la suerte tautológica de Sísifo. Los ejecutores de la condena son a la vez condenados, e ignorantes de ello. En varios de los mejores planos de Abisal, Alonso –siempre a cargo de la fotografía en sus películas– funde sus siluetas laboriosas con las moles en descomposición, atándolas a la misma suerte. Son visiones crepusculares donde el contraluz imperioso anula toda percepción de individualidad; son espacios invadidos por efluvios densos que devoran las formas; las vacían de volumen y difuminan cualquier identidad.
El personaje protagónico (Raudel González Cordero) parece por momentos adquirir una leve consciencia de habitar un lugar sin tiempo, ajeno, marginado del fluir dialéctico de la existencia. Una pulsión constante lo lleva a husmear en las laberínticas entrañas de los buques muertos, a hurgar en sus secretos, los restos de vida que puedan permanecer en los rincones y que se revelan de sopetón, generando caos en el silencio. Busca razones para sus faenas redundantes: la destrucción de lo inmóvil, lo inútil, lo muerto.
Se ve atraído por los relatos de lo sobrenatural, asediado por la sensación de que hay algo allende la normalidad preestablecida y los juicios terminantes sobre el bien y el mal, sobre lo que “es” y “no es” sin matices. Posiblemente percibe el más allá porque ya lo habita, porque es un fantasma todavía inconsciente de su nuevo estado. O porque quizás siempre fue un fantasma. La duda y la desazón no lo abandonan y lo hacen disonante entre sus compañeros, que se hallan más a gusto con el entorno.
Abisal propone la inmersión en una esfera de extrañamiento y atrofia habitada por monstruosidades y espectros, iluminada por un sol del fin del mundo, cuya luna es sustituida por la ciclópea órbita de un faro: suerte de cerbero infernal que parece mantener una celosa vigilancia panóptica sobre todo el paraje. Alejandro Alonso despliega un relato difuso y abisalmente bello sobre los últimos restos de la vida, en espera del apocalipsis definitivo que sumirá todo en la nada, donde se podrá, al fin, soñar.
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Con amplia programación el INBAL se suma al Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
Boletín No. 1655 – 24 de noviembre de 2023
INBAL
- Se realizan en el marco de la campaña 16 días de activismo contra la violencia hacia las mujeres y las niñas
- Las actividades se desarrollarán en diversos espacios museísticos y salas de conciertos del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Subdirección General de Bellas Artes, ha organizado actividades en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y la campaña 16 días de activismo contra la violencia hacia las mujeres y las niñas, las cuales se desarrollarán en diversos espacios museísticos y salas de conciertos, del 25 de noviembre al 10 de diciembre.
La programación contempla eventos multidisciplinarios que reúnen danza, artes plásticas, música, teatro, literatura, conferencias y talleres, dentro de espacios y puntos de encuentro que propiciarán la reflexión sobre la violencia de género, en una jornada que busca sanar, a través del arte, los sentires ante la injustica y la desigualdad que existe hacia las mujeres.
Previo a los 16 días de activismo contra la violencia de género, el Museo Nacional de San Carlos llevó a cabo el miércoles 22 y jueves 23 de noviembre, diversos recorridos guiados para visibilizar el trabajo de las pintoras; mientras que el Museo Nacional de la Estampa realizó el jueves 23, la 4° jornada Noviembre con N de Naranja, que reunió trabajos de diversas áreas artísticas.
Asimismo, la Coordinación Nacional de Teatro, a partir de este viernes y hasta el domingo 17 de diciembre (viernes a las 20:00 horas, presentará la obra Una buena madre, bajo la dirección de Guadalupe Damián y Juan Carlos Vives; Extensión Cultural ofrecerá, a partir de este día a las 11:00 horas, el programa ¡Leo…luego existo!, con una lectura en voz alta a cargo del actor Arturo Rosales; y el Museo Nacional de la Estampa llevará a cabo el programa Acuerpar narrativas, resignificar espacios, con talleres y charlas sobre la violencia ejercida hacia la mujer.
El Museo Nacional de la Estampa (Munae) y el Museo Franz Mayer llevarán a cabo la Jornada de actividades contra la violencia de género Acuerpar narrativas, resignificar espacios.
A través de la colaboración entre las mujeres que laboran en estos museos vecinos se desarrollará la jornada los días 24, 25 y 26 de noviembre, la cual consistirá en una serie de talleres y conversaciones enfocadas en identificar, enunciar y reflexionar en torno a situaciones de violencia contra las mujeres, a través de la gráfica y el bordado.
La primer actividad se realizó este 24 de noviembre con la charla-taller Violencia de género: ¿La conozco?, ¿La vivo?, ¿La ejerzo?, con la ponente Mónica S. Amilpas García, y posteriormente se realizó la charla-taller Primeros auxilios psicológicos frente a la violencia de género, en la biblioteca del Museo Franz Mayer.
El sábado 25 de noviembre, de 11:30 a 12:45 horas, se llevará a cabo el conversatorio Musas o creadoras. Mujeres en la gráfica y el bordado, un espacio dedicado a entretejer narrativas sobre el papel de las mujeres en el arte y su campo de acción en la gráfica y el bordado a través del tiempo. Participan Mayela Flores, docente e investigadora de la Universidad Iberoamericana, y la artista visual y expositora en el Munae, Patricia Soriano; en la biblioteca del Museo Franz Mayer.
Asimismo, se realizarán actividades simultáneas como Estampa tu voz. Gráfica para llevar; se podrá llevar ropa, pañuelos, bolsas o cualquier artículo de tela para estampar con un diseño propio o del evento; también Micrófono abierto. Lectura de poesía de mujeres, en el que las mujeres podrán leer poemas de su autoría o de otras poetas; Sellos corporales, una invitación al stand de tatuajes temporales con temática antiviolencia de género; y Fotobordado y bordado en estampa.
A partir del sábado 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y fecha en la que inician los 16 días de activismo contra la violencia hacia las mujeres y las niñas, el Museo Nacional de San Carlos presentará 16 cápsulas, una por día, sobre pintoras de la exposición Pintar en femenino. Mujeres en el sistema artístico mexicano 1846-1940. Homenaje a Leonor Cortina. A las 14:00 horas abrirá con la cápsula La mujer pintora en el siglo XIX.
Ese mismo día, Extensión Cultural, en el Museo N. Lira de Tlaxcala, a las 14:00 horas, presentará el programa ¡Leo…luego existo! 20 años, con la lectura en voz alta de La voz de las mujeres, con textos de Adela Fernández, Josefina Vicens y María Luisa Puga, a cargo de la actriz Ángeles Marín; la Galería José María Velasco, a las 14:00 horas, realizará el conversatorio Las diversas formas de la violencia y liderazgos en la Morelos; y del 25 noviembre al 10 de diciembre, a las 14:00 horas, el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo presentará Mujeres en la arquitectura, serie de videos sobre la trayectoria de mujeres arquitectas.
El domingo 26 de noviembre a las 11:30 horas, en el Salón de Recepciones del Museo Nacional de Arte, la Coordinación Nacional de Música y Ópera realizará el programa Música Inbal en el Munal con el concierto De lunas, romances y primaveras, mientras que en la Sala Manuel M. Ponce, a las 18:00 horas, ofrecerá Música Inbal en la Ponce con la participación del Colectivo Mujeres en la Música, AC, y realizará la presentación del libro Graciela Agudelo, una compositora del siglo XXI, de Leticia Armijo.
Asimismo, el miércoles 29 de noviembre a las 19:00 horas, el Museo Nacional de San Carlos, dentro del programa Noche de Museos, realizará una charla sobre el papel histórico y estético de las artistas mexicanas del siglo XIX y primera mitad del siglo XX; el Laboratorio Arte Alameda, a las 19:00 horas, organizará la visita guiada Entre líneas: desplazamiento, juego y ficción; y el Museo de Arte Carrillo Gil, a las 19:00, llevará a cabo el conversatorio Feminismos, gestión y producción.
La programación continuará el viernes 1 de diciembre a las 19:00 horas, en el Museo de Arte Moderno, con la exposición Poéticas feministas. Ana Victoria Jiménez/Alicia d’Amico, en la que se presenta el trabajo documental y artístico de estas dos destacadas fotógrafas; mientras que la Orquesta Sinfónica Nacional realizará los días 1 y 3 de diciembre —el viernes a las 20:00 horas y el domingo a las 12:15 horas—, en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, su segunda temporada 2023, bajo la dirección artística de Ludwig Carrasco, con el concierto Encarnadas y la participación de la pianista española Rosa Torres-Pardo.
Finalmente, los días 5, 6, 7, 8 y 10 de diciembre, de martes a domingo de 9:00 a 17:00 horas, el Laboratorio Arte Alameda llevará a cabo el IV Festival de Cine INSTAR (Instituto de Artivismo Hannah Arendt), en el marco de la exposición Pedro Lasch: Entre líneas/Between the lines; y, en colaboración con la Coordinación Nacional de Música y Ópera, el sábado 9 de diciembre, de 11:00 a 21:00 horas, presentará el Tercer Maratón Ónix de Música Contemporánea, bajo la coordinación general y curaduría de Alejandro Escuer.
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¿Por quién dobla la campana de ‘Mafifa’?
Por ANTONIO ENRIQUE GONZÁLEZ ROJAS -20 noviembre, 2023
RIALTA
Según confiesa al inicio de su segundo largometraje, Mafifa (2021), Daniela Muñoz Barroso está aquejada de una “hipoacusia bilateral progresiva” que le impide percibir los tonos agudos del mundo, justo como los que emanan de las “campanas” en las congas tradicionales de la ciudad de Santiago de Cuba, cuyos fragores punzantes doman y encauzan las reatas de tambores, sus estampidas graves, hacia rumbos no precisados pero contantes. Pues en la conga solo importa el movimiento, el avance. Es un perpetuum mobile de sonido y furor que viaja hacia sí mismo en la más absoluta y urobórica autosuficiencia.
Gladys Esther Linares, más conocida como Mafifa, es considerada por los devotos de la conga santiaguera como la “campanera mayor”, objeto de culto, veneración y mito desde su repentina muerte en 1980, justo al borde de los carnavales de ese año, mucho antes que naciera la propia realizadora.
Pertenece a un tiempo antes del tiempo de Daniela. Es una presencia en fuga hacia el pasado que deja una estela aún perceptible, pero en ineluctable desmoronamiento; justo como las pocas fotos borrosas y quebradizas que algunos de los testimoniantes extraen de astrosos álbumes y precarios archivos personales. Las pupilas que la vieron viva están ajadas y empañadas. Los periódicos que refieren algo de su vida y de su muerte se quiebran al menor roce.
Lo material escora y se va a pique en las aguas del olvido. Los sonidos gestados por Mafifa en las congas nunca fueron grabados, y sus ecos van apagándose en las memorias de quienes los escucharon alguna vez. Quizá, más que el tintinear metálico, recuerdan la impresión que este les causó. El sonido convertido en sentimiento; una operación de pura alquimia emocional. Mafifa también es una sensación, un estado del ser que hace brillar los ojos de los entrevistados ante la cámara de Muñoz Barroso, y una fuerza que invocaba su discípulo más fiel cuando se sentía flaquear en medio de la conga. Es un grito poderoso y vigorizante. Una ausencia densa. Un elemento integrado al aire que respiran todos los que viven para y por la conga.
Mafifa se mantiene siempre a un campaneo agudo de distancia de Daniela, quien todo el tiempo se empeña en bordear esa frontera biológicamente infranqueable para descubrir y entender a la mujer de carne y hueso que reinó sobre un paraje casi exclusivo de los hombres. Una papisa irrepetible que dejó huellas dispersas, de aleatoria coherencia, en un mundo ya también incapaz de escucharla.
El retrato de la campanera que consigue la película es tan complejo como fragmentario, dislocado, trunco. Se mixtura y completa con el que, simultáneamente, la propia Daniela Muñoz Barroso va tejiendo de sí misma como sujeto también fragmentario, en pugna con las deficiencias perceptivas que condicionan su diálogo con el mundo y la desafían a reimaginar lo silenciado a través de una mirada confesional, que a su vez incita a una fotografía de primeros planos, planos detalle, encuadres angostos, fijeza inestable. La joven cineasta se aleja significativamente de su previo documental, ¿Qué remedio? La Parranda (2017), en el cual, para investigar sobre otra de las tradiciones festivas cubanas más arraigadas, las Parrandas de Remedios –en el centro del archipiélago–, optó por una fotografía mucho más funcional, expositiva, que velaba y protegía las vulnerabilidades íntimas que en Mafifa se convierten en esencia.
Como sospecha que la totalidad del mundo resulta para ella aún más inatrapable, Muñoz Barroso se aferra a los detalles, y los expande, los agiganta en cada fotograma, concentrándose en leerlos como posibles agüeros, símbolos que encierran verdades universales, mapas condensados del pasado y el futuro, canales expeditos para acceder al Universo. De lectora de labios –para adivinar las palabras que vadean su campo auditivo–, se vuelve descifradora de rostros, de caligrafías gestuales, de signos corporales. Su vista está entrenada en la decodificación de sutilezas.
Los rostros, los cuerpos y los espacios, captados siempre con encuadres muy cerrados, invitan a mirar como mira Daniela Muñoz Barroso, a entender su mirada, su idea del mundo; pero a la vez convidan a explorar las tramas más leves y secretas de la realidad, a entrenar la sensibilidad, a trascender superficies, a suprimir sentidos físicos para ceder paso a la percepción extrasensorial, al tercer ojo.
Cuando le presentan el primer retrato de la campanera legendaria, Muñoz Barroso echa el lente sobre la fotografía de difuso blanquinegro –probablemente una copia de una copia, o una ampliación de una copia de una foto pequeña–, quizá con el instintivo impulso de leer sus labios, para percibir el llamado silencioso que Mafifa parece a punto de hacerle desde el pasado. Asistimos entonces a un momento casi místico, donde se sublima todo el discurso de la película.
Mafifa es también uno de estos canales de naturaleza misteriosa e inaprensible riqueza simbólica a través de los que la película busca acceder a un tercer ámbito mucho más relacionado con ¿Qué remedio?…: la indagación antropológica sobre la conga santiaguera y sus estratos paroxísticos, catárticos, trágicos; sobre sus efectos en esos individuos que, según ciertas perspectivas costumbristas, ya complacientes, ya despreciativas, tienden a diluirse en una masa despersonalizada, en el jolgorio amorfo con actitud de colmena, en un sujeto colectivo y unívoco.
En su (saludablemente) empecinada brega contra los planos generales, que para ella terminan representando la incomunicación y la ininteligibilidad, Daniela Muñoz Barroso se dedica a desmenuzar una conga en rostros particulares, a mirar a los ojos, a leer los mapas faciales y revelar secretos posibles. Nicolás Guillén Landrián (En un barrio viejo de 1963; Los del baile de 1965), y sus reflexivas deconstrucciones/cartografías de los grupos cubanos más humildes, gravita sobre ella como otro espíritu tutelar, aparte de Mafifa. El rostro estridente de mujer en que se congela el plano del título de Memorias del subdesarrollo (Tomás Gutiérrez Alea, 1968) está por aparecer de un momento a otro. ¿Y dónde está Mafifa? ¿Dónde está Daniela?
Como parte de la programación del IV Festival de Cine INSTAR, Mafifa estará disponible para los públicos cubanos el martes 5 y el domingo 10 de diciembre, a las 7:00 p.m., en la plataforma online Festhome. Asimismo, la película se proyectará el viernes 8 de diciembre en la Zumzeig Cinecooperativa de Barcelona, España, mientras que el sábado 9 está programada su exhibición en el Centro Cultural General San Martín, en Buenos Aires, Argentina.
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Presentaciones Especiales
To my father
Miñuca Villaverde
Título:
To my father
Sinopsis:
La cineasta visita por última vez a su padre moribundo. Una fantasmagórica película casera sobre la tristeza de morir lejos de casa.
Directora: Miñuca Villaverde
Año de producción: 1973
País: Estados Unidos
Duración: 22’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Jueves 7 de Diciembre
19:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Sábado 9 de Diciembre
15:30h (GTM-4h)
e-flux Screening Room
172 Classon Avenue, Brooklyn, NY 11205, Estados Unidos
Producción: Miñuca Villaverde
Género: Documental
Idioma: Inglés
Fotografía: Miñuca Villaverde
Guión: Miñuca Villaverde
Edición: Miñuca Villaverde
Diseño de Banda Sonora: Miñuca Villaverde
Recorrido: documenta fifteen, Ms. en Scene – Women’s Interart Center of New York.
Biofilmografía del director:
Miñuca Villaverde, cineasta y escritora cubana. Trabajó como actriz y guionista en varias producciones del Instituto Cubano de Cine (ICAIC), entre las cuales destacan “El parque” (1963, documental) y “Elena” (1964, ficción). Después de exiliarse en 1965, dirigió cortometrajes como “Blanca Puntica, a girl in love” (1973, Individual Independent Fellowship Award del Creative Artists’ Program Service, CAPS), “To my father” (1974) y “Poor Cinderella, still ironing her husband shirt” (1978), vinculados a la escena del cine experimental neoyorquino. Su documental “Tent City” (1980), sobre un campamento de refugiados durante el éxodo del Mariel, es una de las obras más reconocidas del audiovisual cubano realizado en la diáspora. Ha publicado los libros “Fue una gran fiesta” (2009, junto a Fernando Villaverde) y “Los días de la coleccionista” (2010).
A Lady’s Home Journal
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Presentaciones Especiales
Tent City
Miñuca Villaverde
Título:
Tent City
Sinopsis:
La historia de algunos cubanos que llegaron a Miami durante el Éxodo del Mariel y fueron alojados en campamentos improvisados en el corazón de la ciudad. Todos vivían juntos: hombres y mujeres, homosexuales y heterosexuales, separados únicamente por cortinas de tela que colgaban de cuerdas suspendidas entre las camas, como paredes flotantes.
Directora: Miñuca Villaverde
Año de producción: 1980
País: Estados Unidos
Duración: 30’
Programación
Martes 5 de Diciembre
19:00h (GMT+1)
Zumzeig Cinecooperativa
C/ de Béjar, 53, 08014 Barcelona, España
Sábado 9 de Diciembre
17:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Producción: Miñuca Villaverde, Fernando Villaverde
Género: Documental
Idiomas: Español, Inglés
Fotografía: Miñuca Villaverde
Guión: Miñuca Villaverde, Fernando Villaverde
Edición: Miñuca Villaverde
Diseño de Banda Sonora: Fernando Villaverde
Recorrido: Individual Artist Fellowship – Division of Cultural Affairs of the Florida Department of State and the Fine Arts Council of Florida, documenta fifteen, Ciclo “Paisajes para después de la utopía: Herencias en el cine cubano” – Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Biofilmografía del director:
Miñuca Villaverde, cineasta y escritora cubana. Trabajó como actriz y guionista en varias producciones del Instituto Cubano de Cine (ICAIC), entre las cuales destacan “El parque” (1963, documental) y “Elena” (1964, ficción). Después de exiliarse en 1965, dirigió cortometrajes como “Blanca Puntica, a girl in love” (1973, Individual Independent Fellowship Award del Creative Artists’ Program Service, CAPS), “To my father” (1974) y “Poor Cinderella, still ironing her husband shirt” (1978), vinculados a la escena del cine experimental neoyorquino. Su documental “Tent City” (1980), sobre un campamento de refugiados durante el éxodo del Mariel, es una de las obras más reconocidas del audiovisual cubano realizado en la diáspora. Ha publicado los libros “Fue una gran fiesta” (2009, junto a Fernando Villaverde) y “Los días de la coleccionista” (2010).
To my father
Presentaciones Especiales
Poor Cinderella, still ironing her husband shirt
Miñuca Villaverde
Título:
Poor Cinderella, still ironing her husband shirt
Sinopsis:
Un experimento con imágenes en celuloide, a partir de descartes del corto Blanca Putica: A Girl in Love.
Directora: Miñuca Villaverde
Año de producción: 1978
País: Estados Unidos
Duración: 7’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Jueves 7 de Diciembre
19:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Viernes 8 de Diciembre
19:00h (GMT+1)
Zumzeig Cinecooperativa
C/ de Béjar, 53, 08014 Barcelona, España
Producción: Miñuca Villaverde
Género: Experimental
Idioma: Inglés
Fotografía: Miñuca Villaverde
Guión: Miñuca Villaverde
Edición: Miñuca Villaverde
Intérprete: Miñuca Villaverde
Recorrido: documenta fifteen, Florida Independent Filmmakers Festival (Premio).
Biofilmografía del director:
Miñuca Villaverde, cineasta y escritora cubana. Trabajó como actriz y guionista en varias producciones del Instituto Cubano de Cine (ICAIC), entre las cuales destacan “El parque” (1963, documental) y “Elena” (1964, ficción). Después de exiliarse en 1965, dirigió cortometrajes como “Blanca Puntica, a girl in love” (1973, Individual Independent Fellowship Award del Creative Artists’ Program Service, CAPS), “To my father” (1974) y “Poor Cinderella, still ironing her husband shirt” (1978), vinculados a la escena del cine experimental neoyorquino. Su documental “Tent City” (1980), sobre un campamento de refugiados durante el éxodo del Mariel, es una de las obras más reconocidas del audiovisual cubano realizado en la diáspora. Ha publicado los libros “Fue una gran fiesta” (2009, junto a Fernando Villaverde) y “Los días de la coleccionista” (2010).
Tent City
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Presentaciones Especiales
Las campañas de invierno
Rafael Ramírez
Título:
Las campañas de invierno
Sinopsis:
En una casa, en tierra de nadie, habita con su familia el jugador de un videojuego. Por este imperio concéntrico transitan otros personajes movidos por una fuerza omnipotente. El jugador se cuestiona su rol en lo que entiende como una guerra entre la realidad y el lenguaje. El Gran Adversario elabora su estrategia desde un mundo brumoso, un lugar poblado con un sistema de esferas, mapas, embriones, donde controla la marcha de sus ejércitos.
Director: Rafael Ramírez
Año de producción: 2019
Países: Cuba, Venezuela, México
Duración: 70’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Jueves 7 de Diciembre
21:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Sábado 9 de Diciembre
17:00h (GTM-4h)
e-flux Screening Room
172 Classon Avenue, Brooklyn, NY 11205, Estados Unidos
Producción: Carolina Graterol, Rafael Ramírez, Víctor Santillán
Géneros: Ficción, Experimental
Idioma: Español
Compañías productoras: Maraca Cine, WunderKabinett Films
Fotografía: Laura Sanz
Guión: Rafael Ramírez, Jimmy Nieves
Edición: Alejo Alas
Diseño de Banda Sonora: Jesús Bermúdez
Música: Rafael Ramírez, Jesús Bermúdez, Rafael R. Betancourt
Intérpretes: Jimmy Nieves, Ramón Legón, José Luis Rodríguez Mustelier, José Luis Carralero
Recorrido: Curaçao International Film Festival Rotterdam, Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, documenta fifteen, Irida Visions, Horizontes do Filme Ensaio – Porto Alegre.
Biofilmografía del director:
Rafael Ramírez (Cuba, 1983). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de las Artes de La Habana, Cuba. Graduado en la especialidad de Documental por la EICTV de San Antonio de los Baños, Cuba. Su trabajo ha formado parte de eventos internacionales en Francia, España, Suiza, Reino Unido, Colombia, Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, Estados Unidos, Grecia y Japón. Sus cortometrajes y proyectos han sido estrenados o seleccionados en relevantes festivales de cine como Locarno, Mar del Plata, DocumentaMadrid, Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, Frames of Representation, Neighboring Scenes, FICValdivia, FestCurtas, MAFIZ, Frontera Sur, DocLisboa, CortosCali, entre otros. En la 32ª edición de Mar del Plata se presentó una retrospectiva de sus trabajos en la Sección Estados Alterados. Su primer largometraje, “Las campañas de invierno”, fue estrenado en el Curaçao International Film Festival Rotterdam, 2019. En 2021, DOCMA, la Asociación de cine documental en España, organizó una retrospectiva de su obra.
Poor Cinderella…
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Presentaciones Especiales
La teoría cubana de la sociedad perfecta
Ricardo Figueredo Oliva
Título:
La teoría cubana de la sociedad perfecta
Sinopsis:
Esta es la historia de la creación del “hombre nuevo” en Cuba, a 58 años de haberse propuesto esa meta. Los entrevistados teorizan sobre la idea de crear un ciudadano despojado de los vicios y lastres del sistema capitalista. La película intenta descifrar la manera en la que se vive desde la marginalidad y su relación con las prohibiciones.
Director: Ricardo Figueredo Oliva
Año de producción: 2019
País: Cuba
Duración: 60’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Miércoles 6 de Diciembre
19:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Domingo 10 de Diciembre
17:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Producción: Ricardo Figueredo Oliva, Diana Reyes Barrena
Género: Documental
Idioma: Español
Compañía productora: Cooperativa Producciones
Fotografía: Raúl Prado
Guión: Ricardo Figueredo Oliva
Edición: Andy Ruiz Muñoz
Diseño de Banda Sonora: Alejandro Lugo
Música: Giordano D. Serrano
Recorrido: Festival Interuniversitario de Cine por la Democracia – Colombia, World Cinema Amsterdam, Películas que importan – Venezuela.
Biofilmografía del director:
Ricardo Figueredo (Cuba, 1972), cineasta y productor. Graduado en Producción por la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, Cuba. Ha producido múltiples cortometrajes y largometrajes, entre los que destaca la saga de Nicanor O’Donell dirigida por Eduardo del Llano. Desde 2006 ha escrito y dirigido documentales independientes como “Sexo, historias y cintas de video”, “Operación Alfa o lo que le pasó a Benito Manso”, “La singular historia de Juan sin nada”, “La teoría cubana de la sociedad perfecta” y “Rojo, Amarillo, Verde”. Es fundador de Cooperativa Producciones, colectivo de desarrollo y coproducción cinematográfica, bajo el cual películas como “Casting”, de Eduardo del Llano, y “Alberto”, de Raúl Prado, han sido premiadas en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.
Las campañas de invierno
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Presentaciones Especiales
La música de las esferas
Marcel Beltrán
Título:
La música de las esferas
Sinopsis:
El largo viaje de Regina y Mauricio se remonta a cuándo y cómo se conocieron y enamoraron, en la Cuba utópica de los años ochenta. Durante el viaje de la pareja, se alude a la oposición del padre de Regina, quien decidió renegar de la unión con un mulato de familia pobre. A pesar de los muchos prejuicios y obstáculos, Regina y Mauricio se mantuvieron unidos durante más de 35 años.
Director: Marcel Beltrán
Año de producción: 2018
Países: Cuba, Estados Unidos
Duración: 82’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Sábado 9 de Diciembre
14:00h (GMT-3)
Cinemateca Brasileira
Largo Senador Raul Cardoso, 207 – Vila Clementino, São Paulo – SP, 04021-070, Brasil
Producción: María Carla del Río
Género: Documental
Idioma: Español
Compañía productora: Marinca Filmes
Fotografía: Javier Pérez Ávila
Guión: Marcel Beltrán
Edición: Emmanuel Peña, Marcel Beltrán
Diseño de Banda Sonora: Angie Hernández
Música: José Manuel Ordás
Recorrido: Miami Film Festival, SANFIC, Festival de Málaga, Festival de Biarritz Amérique Latine, Festival de Cinema Latino-Americano de São Paulo, New York Latino Film Festival, World Cinema Amsterdam, MiradasDoc, Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, Rencontres de Cinemas Martinique (Mejor Documental), Muestra Joven (Mejor Documental / Mejor Producción).
Biofilmografía del director:
Marcel Beltrán es un cineasta cubano que actualmente vive y trabaja en São Paulo, Brasil. Con estudios de cine en la EICTV (Cuba) y la Universidad de Concordia (Canadá), sus películas se han proyectado internacionalmente en festivales como IDFA, Hot Docs, MoMA Doc Fortnight, DOC NYC, RIDM, FICG, Busan, DOK Leipzig, Málaga, entre otros. Fundador de Mediocielo Films, profesor de la EICTV y de Chavón | La Escuela de Diseño, consultor de proyectos en desarrollo a nivel internacional y facilitador de la sostenibilidad en las artes.
La teoría cubana de la sociedad perfecta
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Presentaciones Especiales
Home
Alejandro Alonso
Título:
Home
Sinopsis:
La nación nace y muere en un ciclo infinito. Cada ensayo, cada destrucción, cada espacio rediseñado la desplazan al recuerdo más íntimo, al primer hogar.
Director: Alejandro Alonso
Año de producción: 2019
País: Cuba
Duración: 12’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Sábado 9 de Diciembre
15:30h (GTM-4h)
e-flux Screening Room
172 Classon Avenue, Brooklyn, NY 11205, Estados Unidos
Producción: Yenisel Osuna, Alejandro Alonso
Géneros: Documental, Experimental
Idiomas: Español, Inglés
Compañía productora: La Concretera Producciones
Fotografía: Alejandro Alonso
Guión: Alejandro Alonso, Lisandra López Fabé
Edición: Alejandro Alonso
Diseño de Banda Sonora: Glenda Martínez Cabrera
Recorrido: Ji.hlava International Documentary Film Festival, Lima Alterna (Mejor Cortometraje), Neighboring Scenes – Film at Lincoln Center, Kurzfilm Festival Hamburg, São Paulo International Short Film Festival, Bogoshorts, Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, Muestra Joven (Premio Especial del Jurado, Mejor Edición).
Biofilmografía del director:
Alejandro Alonso (Cuba, 1987). Graduado en Dirección de Documentales por la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, Cuba. Sus documentales han sido premiados en numerosos festivales internacionales. “La despedida” (2014) tuvo su estreno mundial en el IDFA. Su primer largometraje documental, “El proyecto” (2017), se estrenó en Visions du Réel y recibió el Premio FIPRESCI en DOK Leipzig. “Terranova” (2021) tuvo su estreno mundial en Rotterdam y ganó el Ammodo Tiger Short Award. Entre 2017 y 2019, Alonso Estrella coordinó el programa de máster de Cine Alternativo en la EICTV.
La música de las esferas
Presentaciones Especiales
El hijo del sueño
Alejandro Alonso
Título:
El hijo del sueño
Sinopsis:
Mi tío Julio César se marchó a los Estados Unidos en el éxodo del Mariel de 1980. Durante los 15 años siguientes intentó sin éxito reunirse con mi familia, hasta que contrajo el VIH y desapareció sin dejar rastro. Las cartas y postales que sirvieron de puente entre ambos son hoy mi brújula para encontrarlo.
Director: Alejandro Alonso
Año de producción: 2016
País: Cuba
Duración: 9’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Sábado 9 de Diciembre
15:30h (GTM-4h)
e-flux Screening Room
172 Classon Avenue, Brooklyn, NY 11205, Estados Unidos
Producción: Yenisel Osuna, Alejandro Alonso
Géneros: Documental, Experimental
Idioma: Español
Compañía productora: La Concretera Producciones
Fotografía: Alejandro Alonso
Guión: Alejandro Alonso
Edición: Alejandro Alonso
Diseño de Banda Sonora: José Homer Mora
Recorrido: Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, New Latin Wave – Museo del Barrio de New York, Muestra Joven (Premio de la Fundación Ludwig), documenta fifteen.
Biofilmografía del director:
Alejandro Alonso (Cuba, 1987). Graduado en Dirección de Documentales por la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, Cuba. Sus documentales han sido premiados en numerosos festivales internacionales. “La despedida” (2014) tuvo su estreno mundial en el IDFA. Su primer largometraje documental, “El proyecto” (2017), se estrenó en Visions du Réel y recibió el Premio FIPRESCI en DOK Leipzig. “Terranova” (2021) tuvo su estreno mundial en Rotterdam y ganó el Ammodo Tiger Short Award. Entre 2017 y 2019, Alonso Estrella coordinó el programa de máster de Cine Alternativo en la EICTV.
Home
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Presentaciones Especiales
El encargado
Ricardo Figueredo Oliva
Título:
El encargado
Sinopsis:
En La Habana, un hombre duerme plácidamente durante una madrugada cualquiera, cuando de repente siente el acercamiento de un fenómeno extraño. Un ser de otro planeta hace contacto con él de manera tranquila y amigable. Conversan sobre la vida cotidiana de los cubanos y el consumo de sustancias ilícitas.
Director: Ricardo Figueredo Oliva
Año de producción: 2023
País: Cuba
Duración: 22’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Miércoles 6 de Diciembre
19:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Domingo 10 de Diciembre
17:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Producción: Ricardo Figueredo Oliva, Diana Reyes Barrena
Género: Ficción
Idioma: Español
Compañía productora: Cooperativa Producciones
Fotografía: Raúl Prado
Guión: Ricardo Figueredo Oliva
Edición: Marcos Louit
Diseño de Banda Sonora: Emilio Polo
Intérpretes: Carlos Gonzalvo, Mario Guerra, Grisell Monzón
Recorrido: Estreno en festivales
Biofilmografía del director:
Ricardo Figueredo (Cuba, 1972), cineasta y productor. Graduado en Producción por la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, Cuba. Ha producido múltiples cortometrajes y largometrajes, entre los que destaca la saga de Nicanor O’Donell dirigida por Eduardo del Llano. Desde 2006 ha escrito y dirigido documentales independientes como “Sexo, historias y cintas de video”, “Operación Alfa o lo que le pasó a Benito Manso”, “La singular historia de Juan sin nada”, “La teoría cubana de la sociedad perfecta” y “Rojo, Amarillo, Verde”. Es fundador de Cooperativa Producciones, colectivo de desarrollo y coproducción cinematográfica, bajo el cual películas como “Casting”, de Eduardo del Llano, y “Alberto”, de Raúl Prado, han sido premiadas en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.
El hijo del sueño
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Presentaciones Especiales
Corazón Azul
Miguel Coyula
Título:
Corazón Azul
Sinopsis:
En una realidad alternativa, Fidel Castro utiliza la ingeniería genética para construir al hombre nuevo y así salvar la utopía. El experimento fracasa, porque estos seres son muy inteligentes, pero también crueles e incontrolables. Rechazados por sus propios creadores, un grupo organiza una serie de acciones terroristas y el caos reina en la isla. Elena, uno de sus miembros, rastrea el origen de sus genes e inicia un viaje para intentar descubrir su humanidad.
Director: Miguel Coyula
Año de producción: 2021
País: Cuba
Duración: 104’
Programación
Viernes 8 de Diciembre
19:30h (GMT+1)
Maison de l’Amérique Latine
217 Bd Saint-Germain, 75007 París, Francia
Producción: Miguel Coyula, Lynn Cruz
Género: Ficción
Idiomas: Español, Inglés
Compañía productora: Producciones Pirámide
Fotografía: Miguel Coyula
Guión: Miguel Coyula
Edición: Miguel Coyula
Diseño de Banda Sonora: Miguel Coyula
Música: Dika Chartoff, Porno Para Ricardo, Iván Lejardi, Sinfonity
Intérpretes: Lynn Cruz, Carlos Gronlier, Héctor Noas, Mariana Alom, Fernando Pérez, Aramís Delgado, Eric Morales, Gabriela Ramos, Jeff Pucillo & Félix Beatón
Recorrido: Moscow International Film Festival, Festival Internacional de Cine de Guadalajara (Premio Jorge Cámara de la Hollywood Foreign Press Association), Minsk International Film Festival – LISTAPAD (Diploma for the Audacity of the Idea), Les Reflets du Cinéma Ibérique et Latino-américain, Cinélatino – Rencontres de Toulouse, BAFICI, Fantaspoa – Festival Internacional de Cinema Fantástico de Porto Alegre, Chicago Latino Film Festival, International Film Festival Innsbruck, CineBH International Film Festival, Festival de Cine de Todos Santos, Latino and Iberian Film Festival at Yale (Jury’s Special Mention), CineHorizontes – Festival de Cinéma Espagnol de Marseille, Buenos Aires Rojo Sangre, Vancouver Latino Film Festival.
Biofilmografía del director:
Miguel Coyula (Cuba, 1977), cineasta independiente. Estudió la especialidad de Dirección en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, Cuba, donde filmó cortometrajes de vanguardia como “Bailar sobre agujas” (1999), “Buena onda” (1999) y “Clase Z Tropical” (2000), entre otros. En 2001 fue becado por el Lee Strasberg Theater & Film Institute de Nueva York, ciudad donde Coyula realizó su primer largometraje, “Cucarachas rojas” (2003), con menos de 2.000 dólares de presupuesto a lo largo de dos años. Este filme ganó 20 premios en festivales internacionales y fue aclamado por Variety como “un triunfo de la tecnología en manos de un visionario con conocimientos”. Su segundo largometraje es “Memorias del desarrollo” (2010), continuación del clásico cubano “Memorias del subdesarrollo” (1968). La película se estrenó en Sundance y reunió una veintena de premios nacionales e internacionales. Fue elegida como la mejor película cubana del año por la Guía Internacional de Cine. En 2009, Coyula recibió la beca John Simon Guggenheim. Regresó a La Habana en 2010 y, desde entonces, ha realizado su primer documental “Nadie” (2017), así como su tercer largo de ficción, “Corazón Azul” (2021).
El encargado
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Presentaciones Especiales
Casa de la noche
Marcel Beltrán
Título:
Casa de la noche
Sinopsis:
La Habana, ciudad maravilla, tiene su raíces en el espíritu de quienes la habitan. La patria que se absorbe desde su seno y se nos revela. Una visión utópica inspirada en La Habana y sus símbolos desde el tratamiento y degradación del celuloide.
Director: Marcel Beltrán
Año de producción: 2016
País: Cuba
Duración: 13’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Sábado 9 de Diciembre
14:00h (GMT-3)
Cinemateca Brasileira
Largo Senador Raul Cardoso, 207 – Vila Clementino, São Paulo – SP, 04021-070, Brasil
Producción: Marcel Beltrán, Ivonne Cotorruelo
Géneros: Documental, Experimental
Idioma: Español
Compañía productora: Mediocielo Films
Fotografía: Marcel Beltrán
Guión: Marcel Beltrán, Mauricio Beltrán
Edición: Marcel Beltrán
Diseño de Banda Sonora: Marcel Beltrán
Intérprete: Mauricio Beltrán
Recorrido: Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, Muestra Joven (Premio del Jurado), Cine joven cubano en el Sur, Frontera Sur, Festival Insularia, Cuban Lens: Contemporary Cinema and Emerging Filmakers – New York, Festival Internacional de Curtas de Verín, documenta fifteen.
Biofilmografía del director:
Marcel Beltrán es un cineasta cubano que actualmente vive y trabaja en São Paulo, Brasil. Con estudios de cine en la EICTV (Cuba) y la Universidad de Concordia (Canadá), sus películas se han proyectado internacionalmente en festivales como IDFA, Hot Docs, MoMA Doc Fortnight, DOC NYC, RIDM, FICG, Busan, DOK Leipzig, Málaga, entre otros. Fundador de Mediocielo Films, profesor de la EICTV y de Chavón | La Escuela de Diseño, consultor de proyectos en desarrollo a nivel internacional y facilitador de la sostenibilidad en las artes.
Corazón Azul
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Presentaciones Especiales
Apollo, man to the moon
Fernando Villaverde
Título:
Apollo, man to the moon
Sinopsis:
La vida en la ciudad de Nueva York, las vistas y los sonidos de sus calles y su gente, en la época del primer aterrizaje del hombre en la Luna.
Director: Fernando Villaverde
Año de producción: 1970
País: Estados Unidos
Duración: 27’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Jueves 7 de Diciembre
19:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Sábado 9 de Diciembre
15:30h (GTM-4h)
e-flux Screening Room
172 Classon Avenue, Brooklyn, NY 11205, Estados Unidos
Producción: Fernando Villaverde, Miñuca Villaverde
Géneros: Documental, Experimental
Idioma: Inglés
Fotografía: Fernando Villaverde
Guión: Fernando Villaverde
Edición: Fernando Villaverde
Diseño de Banda Sonora: Fernando Villaverde
Recorrido: documenta fifteen
Biofilmografía del director:
Fernando Villaverde (La Habana, 1938) fue realizador del Instituto Cubano de Cine (ICAIC) antes de marcharse al exilio en 1965. En Cuba dirigió los cortos “El parque” (1963, documental) y “Elena” (1964, ficción), así como el largometraje de ficción “El mar”, cuya producción fue interrumpida por la censura. En Nueva York se vinculó a la escena de cine experimental y realizó cortometrajes como “Apollo, man to the moon” (1970) y “A Lady’s Home Journal” (1972). Entre sus libros destacan “Los labios pintados de Diderot” (Premio Letras de Oro, 1992) y “La irresistible caída del muro de Berlín” (2016).
Casa de la noche
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Presentaciones Especiales
A Lady’s Home Journal
Fernando Villaverde
Título:
A Lady’s Home Journal
Sinopsis:
La vida real y/o imaginaria de una mujer. Todo sucede dentro de un universo único: su hogar.
Director: Fernando Villaverde
Año de producción: 1972
País: Estados Unidos
Duración: 19’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Jueves 7 de Diciembre
19:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Jueves 7 de Diciembre
17:00 (GMT+1)
Zumzeig Cinecooperativa
C/ de Béjar, 53, 08014 Barcelona, España
Producción: Fernando Villaverde, Miñuca Villaverde
Género: Ficción
Idioma: Inglés
Fotografía: Fernando Villaverde
Guión: Fernando Villaverde
Edición: Fernando Villaverde
Diseño de Banda Sonora: Fernando Villaverde
Intérprete: Miñuca Villaverde
Recorrido: documenta fifteen
Biofilmografía del director:
Fernando Villaverde (La Habana, 1938) fue realizador del Instituto Cubano de Cine (ICAIC) antes de marcharse al exilio en 1965. En Cuba dirigió los cortos “El parque” (1963, documental) y “Elena” (1964, ficción), así como el largometraje de ficción “El mar”, cuya producción fue interrumpida por la censura. En Nueva York se vinculó a la escena de cine experimental y realizó cortometrajes como “Apollo, man to the moon” (1970) y “A Lady’s Home Journal” (1972). Entre sus libros destacan “Los labios pintados de Diderot” (Premio Letras de Oro, 1992) y “La irresistible caída del muro de Berlín” (2016).
Apollo, man to the moon
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En Concurso
Abisal
Alejandro Alonso
Título:
Abisal
Sinopsis:
Raudel trabaja en un desguazadero de barcos en el occidente de Cuba. Junto a sus compañeros, vive dentro del metal cortado y el humo que desprende el petróleo cuando se quema. Habla de espíritus, de historias que lo esperan en algún lugar. En sus ojos la esperanza se opone a este espacio, donde la línea que separa a los vivos de los muertos es casi invisible.
Director: Alejandro Alonso
Año de producción: 2023
Países: Cuba, Francia
Duración: 30’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Martes 5 de Diciembre
19:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Jueves 7 de Diciembre
17:00 (GMT+1)
Zumzeig Cinecooperativa
C/ de Béjar, 53, 08014 Barcelona, España
Viernes 8 de Diciembre
17:00 (GMT+1)
Maison de l’Amérique Latine
217 Bd Saint-Germain, 75007 París, Francia
Viernes 8 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Domingo 10 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Producción: Boris Prieto, Alejandro Alonso, Oderay Ponce de León
Género: Documental
Idioma: Español
Compañías productoras: Vega Alta Films, La Concretera Producciones
Fotografía: Alejandro Alonso
Guión: Alejandro Alonso, Lisandra López Fabé
Edición: Emmanuel Peña
Diseño de Banda Sonora: Glenda Martínez Cabrera, Velia Díaz de Villalvilla
Música: Pepe Gavilondo
Intérpretes: Raudel González Cordero, Oscar González, Ernesto Rodríguez Lorenzo, Roberto Vigoa Núñez, Lázaro Torres Castañeda
Recorrido: Visions du Réel, Documenta Madrid (Premio del Público en la Competencia Internacional), États généraux du film documentaire, FIC Valdivia, DOK Leipzig (Golden Dove al Mejor Cortometraje), Raindance Film Festival, Curta Cinema, RIDM – Montreal International Documentary Festival, Kassel Dokfest, Clermont-Ferrand Short Film Festival, True/False Film Fest, Full Frame Documentary Film Festival (John Hope Franklin Humanities Institute Award).
Biofilmografía del director:
Alejandro Alonso (Cuba, 1987). Graduado en Dirección de Documentales por la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, Cuba. Sus documentales han sido premiados en numerosos festivales internacionales. “La despedida” (2014) tuvo su estreno mundial en el IDFA. Su primer largometraje documental, “El proyecto” (2017), se estrenó en Visions du Réel y recibió el Premio FIPRESCI en DOK Leipzig. “Terranova” (2021) tuvo su estreno mundial en Rotterdam y ganó el Ammodo Tiger Short Award. Entre 2017 y 2019, Alonso Estrella coordinó el programa de máster de Cine Alternativo en la EICTV.
Agwe
En Concurso
Agwe
Samuel Suffren
Título:
Agwe
Sinopsis:
François parte de Haití en velero hacia Estados Unidos, dejando atrás a su mujer, Mirlande, embarazada de seis meses. Ella tiene que esperar diez días para tener noticias de su marido. Y ahora, diez años después, aún sin noticias, la mujer que todavía espera ofrece un sacrificio a Agwe, la divinidad de los océanos.
Director: Samuel Suffren
Año de producción: 2022
País: Haití
Duración: 18’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Martes 5 de Diciembre
19:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Martes 5 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Miércoles 6 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Jueves 7 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Jueves 7 de Diciembre
17:00 (GMT+1)
Zumzeig Cinecooperativa
C/ de Béjar, 53, 08014 Barcelona, España
Producción: Samuel Suffren
Género: Ficción
Idioma: Creole haitiano
Compañía productora: KITFILMS
Fotografía: Phalonne Pierre Louis
Guión: Samuel Suffren
Edición: Samuel Suffren
Diseño de Banda Sonora: Roodie Rigaud Marcelin
Música: Erol Josué, Kaloune
Intérpretes: Fabiola Remy, Mackenson Bijou, Jean Ophelson Milhomme, Etienne Saint-Fleur
Recorrido: Locarno Film Festival – Open Doors, FESPACO (Paul Robeson Prize), Toronto International Black Film Festival, Third Horizon Film Festival, Cinélatino – Rencontres de Toulouse, FILMAR en América Latina.
Biofilmografía del director:
Samuel Suffren es un director y productor haitiano. Ha dirigido varios cortometrajes seleccionados y premiados en múltiples festivales internacionales. Su cortometraje más reciente, “Agwe”, participó en la selección oficial del 75º Festival de Locarno y en el mercado cinematográfico de Clermont Ferrand. También ganó el Paul Robeson Prize en el prestigioso festival FESPACO. Samuel se encuentra preparando el largometraje documental “Lòtbò”, sobre la emigración de haitianos a Estados Unidos en 1980 y la fantasía del sueño americano. “My name is Nina-Shakira” es su nuevo proyecto de largometraje, una adaptación de la novela “Les Immortelles” de Mackenzy Orcel. Samuel es presidente de la asociación KIT, un colectivo de fotógrafos y cineastas haitianos con sede en Puerto Príncipe.
And How Miserable is the Home of Evil
En Concurso
And How Miserable is the Home of Evil
Saleh Kashefi
Título:
And How Miserable is the Home of Evil
Sinopsis:
El sitio web de Ali Khamenei, líder supremo de Irán, está repleto de sermones y discursos filmados. Apropiándose de estos archivos oficiales, Saleh Kashefi, cineasta iraní exiliado en Suiza, ha creado una ficción política tan contundente como ambigua. Somos testigos directos de los últimos momentos del dictador antes de su caída, mientras los murmullos del pueblo llenan las calles.
Director: Saleh Kashefi
Año de producción: 2023
Países: Irán, Suiza
Duración: 7’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Martes 5 de Diciembre
21:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Miércoles 6 de Diciembre
17:00 (GMT+1)
Zumzeig Cinecooperativa
C/ de Béjar, 53, 08014 Barcelona, España
Viernes 8 de Diciembre
10:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Domingo 10 de Diciembre
10:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Domingo 10 de Diciembre
19:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Producción: Saleh Kashefi
Género: Documental
Idioma: Persa
Compañía productora: Jeunes sauvages, the world is ending and I’m making my films
Guión: Saleh Kashefi
Edición: Saleh Kashefi
Diseño de Banda Sonora: Yatoni Roy Cantu
Recorrido: Visions du Réel, IDFA – Paradocs, São Paulo Short Film Festival, Kassel Dokfest 2023, Silhouette Film Festival (Best Hybrid Film), Syncro Film Festival (Best Film).
Biofilmografía del director:
Saleh Kashefi es un artista audiovisual iraní que actualmente vive en Ginebra, Suiza. Comenzó como actor infantil a los 9 años y a los 12 ya rodaba sus propias películas. Ha realizado 13 cortometrajes que se han proyectado en más de 100 festivales de cine de todo el mundo y han ganado 27 premios. Ha participado en eventos como Cannes, Berlinale, Biennale, Locarno, Visions du Réel y FID Marsella. Sus películas se realizan sin presupuesto y presentan una mezcla entre ficción y documental. Kashefi cuenta historias que hasta ahora no se habían contado en el cine iraní.
Camino de Lava
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En Concurso
Camino de lava
Gretel Marín Palacio
Título:
Camino de lava
Sinopsis:
Afibola y Olorun viven en una casa en el centro de La Habana. Ella es una poeta afrofeminista, activista y queer; él, su hijo de ocho años. Afibola nota que la seguridad de su hijo disminuye con los comentarios recibidos en el exterior del hogar. Le preocupa que sea algo que él siempre va a arrastrar consigo. En la intimidad de los espacios en que conviven, reflexionan sobre la dificultad de educar a unx niñx negrx en una sociedad racista y discriminatoria como la cubana.
Directora: Gretel Marín Palacio
Año de producción: 2023
País: Cuba
Duración: 27’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Jueves 7 de Diciembre
17:00h (GMT+1)
Maison de l’Amérique Latine
217 Bd Saint-Germain, 75007 París, Francia
Viernes 8 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Sábado 9 de Diciembre
21:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Domingo 10 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Domingo 10 de Diciembre
14:00h (GMT-3)
Cinemateca Brasileira
Largo Senador Raul Cardoso, 207 – Vila Clementino, São Paulo – SP, 04021-070, Brasil
Producción: Gretel Marín Palacio, Carla Valdés León
Género: Documental
Idioma: Español
Compañía productora: Micromundo
Fotografía: Claudia Remedios Suárez
Guión: Gretel Marín Palacio
Edición: Gretel Marín Palacio, Adelaida Sancristóbal
Diseño de Banda Sonora: Martha Suzana
Música: Nulyra
Intérpretes: Afibola Sifunola, Olorun Sile
Recorrido: Oberhausen International Short Film Festival (Principal Prize of the International Jury), IndieLisboa, Festival de Málaga, MiradasDoc (Mejor Cortometraje), Cinélatino – Rencontres de Toulouse.
Biofilmografía del director:
Gretel Marín Palacio, cineasta cubana. Máster en Cine Documental por la Universidad de París Diderot y Licenciada en Dirección de Cine por la Universidad de las Artes de Cuba. Sus cortos documentales han sido seleccionados por varios festivales internacionales. “El último país” (2018), su primer largometraje documental, tuvo su premiere mundial en el Festival de Málaga y fue seleccionado en competencia por el Festival Internacional de Cine de Río de Janeiro. Entre 2014 y 2018 colaboró como editora y directora con la productora de audiovisuales Geração 80 en Luanda, Angola. También ha realizado materiales audiovisuales para Mosaiko, organización civil por los derechos humanos en Angola.
El rodeo
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En Concurso
El rodeo
Carlos Melián Moreno
Título:
El rodeo
Sinopsis:
En el centro de una represa hay un pequeño islote. La única familia que lo habita celebra de noche un changüí donde nadie ríe. La niebla matutina trae a una extraña visitante: una mujer portadora de una jaula en la que esconde un animal mágico, liberador.
Director: Carlos Melián Moreno
Año de producción: 2021
País: Cuba
Duración: 30’
Programación
5 de Diciembre
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
Festhome
Online para Cuba
5 de Diciembre
19:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
5 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
6 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
7 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
7 de Diciembre
17:00 (GMT+1)
Zumzeig Cinecooperativa
C/ de Béjar, 53, 08014 Barcelona, España
Producción: Daniela Muñoz Barroso
Género: Ficción
Idioma: Español
Compañías productoras: Estudio ST, La Cronocasa
Fotografía: Lena Hernández
Guión: Juan Carlos Sáenz de Calahorra, Carlos Melián Moreno
Edición: Joanna Montero
Diseño de Banda Sonora: Glenda Martínez Cabrera
Música: Carlos Melián Moreno
Intérpretes: Mayelín Fernández, Lisandra Hechavarría, Doralys Medina, Yunier Frómeta Taylor, Leodenis Arencibia, Celedonio Rúas, Amanda Liranza
Recorrido: International Film Festival Rotterdam (IFFR), New Orleans Film Festival, Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, Diversions International Short Film Festival (Mención honorífica), Documenta Fifteen.
Biofilmografía del director:
Carlos Melián Moreno (Santiago de Cuba, 1979). Cineasta y periodista independiente. En 2010 ganó el Fondo CINERGIA para la producción de su primer cortometraje “Pizza de Jamón” (2011). Participó con su proyecto de largometraje “Regreso a Casa” en el Sundance Director’s Lab, 2018. Su más reciente corto de ficción, “El Rodeo”, tuvo su estreno mundial en el International Film Festival Rotterdam de 2021. Ha trabajado como guionista en el corto de ficción “Tundra” (2021), dirigido por José Luis Aparicio, seleccionado en Sundance y Locarno, y en el largometraje documental “Mafifa” (2021), dirigido por Daniela Muñoz, que tuvo su premiere en la sección Luminous de IDFA.
Hojas de K.
En Concurso
Hojas de K.
Gloria Carrión Fonseca
Título:
Hojas de K.
Sinopsis:
A través de sus dibujos personales, oníricos e impresionistas, K., una joven de 17 años, comparte sus recuerdos de la violencia impuesta sobre ella, su familia y Nicaragua por parte del gobierno de Daniel Ortega, exlíder de la Revolución Sandinista (1979-1989), que pasó de ser un rebelde que luchaba contra un gobierno corrupto y represivo a un dictador despiadado cuyo puño de hierro hace que K. arriesgue su vida para protestar contra la injusticia.
Directora: Gloria Carrión Fonseca
Año de producción: 2022
Países: Nicaragua, Costa Rica
Duración: 18’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Martes 5 de Diciembre
21:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Miércoles 6 de Diciembre
17:00 (GMT+1)
Zumzeig Cinecooperativa
C/ de Béjar, 53, 08014 Barcelona, España
Viernes 8 de Diciembre
10:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Domingo 10 de Diciembre
10:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Domingo 10 de Diciembre
19:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Producción: Lianet Rodríguez
Géneros: Documental, Animación
Idioma: Español
Compañías productoras: Caja de Luz, Productora Anónima, Dos Sentidos S.A.
Guión: Gloria Carrión Fonseca
Recorrido: Sheffield DocFest, Locarno Film Festival – Open Doors, É Tudo Verdade, FILMAR en América Latina, Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos de Buenos Aires, Censurados Film Festival.
Biofilmografía del director:
Gloria Carrión es una directora, guionista e investigadora social nicaragüense. En 2017 estrenó mundialmente su primer largometraje documental, “Heredera del viento”, en IDFA. Desde entonces, el documental se ha presentado en más de 80 festivales de cine a nivel internacional, ganando varios premios y menciones. En 2019 estrenó “Días de Luz” en el AFI Latin American Film Festival de Washington, D.C. Esta es su primera película de ficción y fue co-dirigida con otros cinco directores centroamericanos. En 2020 fue elegida entre las 95 películas preseleccionadas en la categoría de Mejor Película Extranjera para los Premios Oscar. Gloria tiene una maestría en Cine Documental en la Universidad del Cine de Buenos Aires y una maestría en Desarrollo de la London School of Economics. Es fundadora de la productora Caja de Luz.
La opción cero
En Concurso
La opción cero
Marcel Beltrán
Título:
La opción cero
Sinopsis:
Armados únicamente con teléfonos móviles para dar fe de su viaje, cientos de cubanos documentaron su travesía de Colombia a Panamá con la esperanza de entrar en Estados Unidos. La mayoría vendió todas sus posesiones para costearse el viaje y cruzó la traicionera selva del Tapón del Darién, soportando duras condiciones y eludiendo a traficantes de personas y de drogas, solo para aterrizar en un nuevo tipo de pesadilla. El director cubano Marcel Beltrán ha reunido con maestría más de cien horas de grabaciones de teléfonos móviles para mostrar su peligroso viaje y sus testimonios de primera mano.
Director: Marcel Beltrán
Año de producción: 2020
Países: Cuba, Brasil y Colombia
Duración: 80’
Programación
Lunes 4 de Diciembre
18:30 (GMT+1)
Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB)
C/ de Montalegre, 5, 08001 Barcelona, España
Jueves 7 de Diciembre
19:30h (GMT+1)
Maison de l’Amérique Latine
217 Bd Saint-Germain, 75007 París, Francia
Viernes 8 de Diciembre
17:00h (GMT-3)
Cinemateca Brasileira
Largo Senador Raul Cardoso, 207 – Vila Clementino, São Paulo – SP, 04021-070, Brasil
Viernes 8 de Diciembre
19:00h (GMT-4)
Florida International University (FIU)
Graham Center, Room 150, FIU Modesto A. Maidique Campus
Domingo 10 de Diciembre
21:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Producción: Marcel Beltrán, Paula Gastaud
Género: Documental
Idioma: Español
Compañías productoras: Mediocielo Films, Marinca Filmes, Inercia Películas
Fotografía: Marcel Beltrán
Guión: Marcel Beltrán
Edición: Marcel Beltrán
Diseño de Banda Sonora: Homer Mora
Recorrido: IDFA – Luminous, Locarno – Open Doors, Hot Docs, Trinidad + Tobago Film Festival (Best Documentary Feature), Cinémartinique (Best Documentary Feature), FIDBA – Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires (Best Film in Ibero-American Competition), MiradasDoc (Best Documentary Feature), Miami Film Festival, Festival Internacional de Cine de Guadalajara, AFI Latin American Film Festival.
Biofilmografía del director:
Marcel Beltrán es un cineasta cubano que actualmente vive y trabaja en São Paulo, Brasil. Con estudios de cine en la EICTV (Cuba) y la Universidad de Concordia (Canadá), sus películas se han proyectado internacionalmente en festivales como IDFA, Hot Docs, MoMA Doc Fortnight, DOC NYC, RIDM, FICG, Busan, DOK Leipzig, Málaga, entre otros. Fundador de Mediocielo Films, profesor de la EICTV y de Chavón | La Escuela de Diseño, consultor de proyectos en desarrollo a nivel internacional y facilitador de la sostenibilidad en las artes.
Llamadas desde Moscú
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En Concurso
Llamadas desde Moscú
Luis Alejandro Yero
Título:
Llamadas desde Moscú
Sinopsis:
Días antes de iniciarse la invasión a Ucrania, cuatro jóvenes cubanos visitan un apartamento en Moscú para habitarlo a lo largo de un día. En sus llamadas telefónicas conviven presente y futuro: sus resistencias como inmigrantes queer e irregulares, y los intercambios con el director de la película tras el estallido de la guerra.
Director: Luis Alejandro Yero
Año de producción: 2023
Países: Cuba, Alemania, Noruega
Duración: 65’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Martes 5 de Diciembre
19:00h (GMT+1)
Zumzeig Cinecooperativa
C/ de Béjar, 53, 08014 Barcelona, España
Viernes 8 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Sábado 9 de Diciembre
21:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Domingo 10 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Domingo 10 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Cinemateca Brasileira
Largo Senador Raul Cardoso, 207 – Vila Clementino, São Paulo – SP, 04021-070, Brasil
Producción: Daniel Sánchez López, Luis Alejandro Yero, Elisa Pirir
Género: Documental
Idiomas: Español, Inglés, Ruso
Compañías productoras: Cosmic Productions, Cuarto Oscuro Cine, Stær
Fotografía: María Grazia Goya
Edición: Luis Alejandro Yero
Diseño de Banda Sonora: Saulo Adrián, Pablo Cervera, Luis Alejandro Yero
Intérpretes: Dariel Diaz, Daryl Acuña, Eldis Botta, Juan Carlos Calderón, Luis Alejandro Yero
Recorrido: Berlinale Forum (Nominado al Teddy Award); Doc Fortnight: MoMA’s International Festival of Nonfiction Film and Media; Hot Docs; Festival Internacional de Cine de Guadalajara; Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires (FIDBA); Festival Internacional de Cine de Gijón; Festival dei Popoli; FILMAR en América Latina.
Biofilmografía del director:
Luis Alejandro Yero, cineasta cubano graduado en Dirección Documental por la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de Cuba. Sus cortometrajes han sido premiados en Mar del Plata, FICUNAM y La Habana, entre otros, además de proyectarse en más de cien festivales como IDFA, Sheffield, Jihlava, Jeonju, Thessaloniki, Busan, Málaga, Olhar de Cinema, y en centros culturales como el Lincoln Center de Nueva York y el Instituto Cervantes de varias ciudades alrededor del mundo. Desde el 2020 coordina la Cátedra Documental de la EICTV. Su primer largometraje, “Llamadas desde Moscú”, tuvo su estreno mundial en la sección Forum de la Berlinale, 2023.
Los Puros
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En Concurso
Los puros
Carla Valdés León
Título:
Los puros
Sinopsis:
Ellos son los amigos de mis padres. La última despedida fue en Minsk, año 1984. Regresaban a Cuba después de terminar los cinco años de la carrera de Filosofía Marxista Leninista. Venían con las dudas de la Perestroika, con los cuentos rusos y el té. Preveían un futuro que no fue. El tiempo los puso en lugares diferentes del mapa. Ahora que pueden volver a encontrarse, se preguntan: ¿cuál es el hilo que aún los hermana?.
Director: Carla Valdés León
Año de producción: 2021
País: Cuba
Duración: 18’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00h – 11:44h (GMT-6)
Festhome
Online para Cuba
Martes 5 de Diciembre
10:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Miércoles 6 de Diciembre
10:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Jueves 7 de Diciembre
10:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Jueves 7 de Diciembre
17:00h (GMT+1)
Maison de l’Amérique Latine
217 Bd Saint-Germain, 75007 París, Francia
Domingo 10 de Diciembre
21:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Producción: Carla Valdés León
Género: Documental
Idiomas: Español y Ruso
Compañía productora: Micromundo
Fotografía: Carla Valdés León
Edición: Lilmara Cruz Pavón
Guión: Lisandra López Fabé
Diseño de Banda Sonora: Glenda Martínez Cabrera
Música: Alfred Artigas, Yaíma Orozco
Intérpretes: Félix Valdés García, Yohanka León del Río, Ibis Menéndez, Gilberto Pérez Villacampa, José A. Matos, Odalys Canales, José Álvarez, Iliana Garcés
Recorrido: World Cinema Amsterdam, Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano (Premio Coral de Cortometraje Documental), Ibero-American Film Festival Miami (IAFFM), Documenta Fifteen, SHORTS MEXICO, Seattle Latino Film Festival, Festival de Cine Latinoamericano de La Plata (FESAALP).
Biofilmografía del director:
Carla Valdés, documentalista cubana. Graduada en Dirección de Cine por la Universidad de las Artes de Cuba. Fue miembro del Jurado Mezcal en el 30 Festival Internacional de Cine en Guadalajara. Formó parte de la Junta Directiva del Festival Muestra Joven de Cuba entre 2018-2020. Partició en Talents Guadalajara – Directing Studio en 2022. Ha dirigido los cortometrajes documentales: “Los Puros” (2021), “Días de Diciembre” (2016) e “Instantáneas” (2015, codirección). Sus trabajos se han presentado en festivales en Holanda, Reino Unido, Alemania, Argentina, México y Estados Unidos. Su proyecto de largometraje documental “Ante el camino” fue seleccionado para las Residencias Academia de Cine de España, 2022-2023.
Mafifa
En Concurso
Mafifa
Daniela Muñoz Barroso
Título:
Mafifa
Sinopsis:
La cineasta Daniela Muñoz Barroso emprende un viaje al oriente de Cuba tras la pista de Mafifa, una mujer enigmática que tocaba un instrumento de percusión propio de hombres, cuyo sonido Daniela —que padece de hipoacusia— no puede escuchar. El periplo la hará cuestionar sus convicciones y enfrentar sus temores más profundos.
Directora: Daniela Muñoz Barroso
Año de producción: 2021
País: Cuba
Duración: 77’
Programación
Martes 5 de Diciembre
19:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Viernes 8 de Diciembre
19:00h (GMT+1)
Zumzeig Cinecooperativa
C/ de Béjar, 53, 08014 Barcelona, España
Sábado 9 de Diciembre
19:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Domingo 10 de Diciembre
19:00 (GMT-5)
Festhome
Online
Producción: Daniela Muñoz Barroso
Género: Documental
Idioma: Español
Compañía productora: Estudio ST
Fotografía: Daniela Muñoz Barroso
Guión: Daniela Muñoz Barroso, Carlos Melián Moreno, Joanna Montero
Edición: Joanna Montero
Diseño de Banda Sonora: Glenda Martínez Cabrera
Música: Sarah Gutiérrez, Pepe Gavilondo
Recorrido: IDFA – Luminous, Göteborg Film Festival, True/False Film Fest, Festival de Biarritz Amérique Latine, É Tudo Verdade, Festival del Cinema Ibero-Latino Americano di Trieste, IDA Docs Spring, Cinelatino Tübingen (Premio del Público), CinéMartinique (Premio a Mejor Largometraje Documental), Flying Broom International Women’s Film Festival (Premio FIPRESCI), Trinidad + Tobago International Film Festival (Mención Documental).
Biofilmografía del director:
Daniela Muñoz Barroso (Cuba, 1994). Documentalista, productora y fotógrafa. Graduada en Dirección de Fotografía por la Universidad de las Artes de Cuba. Cofundadora de la productora independiente cubana Estudio ST, con la que ha producido los cortometrajes “Tundra”, “El Rodeo”, “El niño de goma” y, recientemente, “La Historia se escribe de noche” y “Blue”, filmes seleccionados en festivales como Sundance, Rotterdam, Locarno, Ji.hlava, Bogoshorts, BAFICI, Miami, entre otros. Su largometraje documental “Mafifa” (77′, 2021), estrenado en la sección Luminous de IDFA y seleccionado en más de veinte festivales. Además, ha dirigido los cortometrajes documentales “Umbra” (10′, 2021), estrenado en FICViña, Chile, con el que participó en el programa Open Doors Immersion del Festival de Locarno, 2022, y “4 Hoyos”, con estreno mundial en IDFA, 2023.
Mujeres que sueñan un país
En Concurso
Mujeres que sueñan un país
Fernando Fraguela Fosado
Título:
Mujeres que sueñan un país
Sinopsis:
Tres activistas cubanas, en el centro de las protestas cívicas de los últimos años, cuentan sus historias de chantaje, exilio forzado y represión. Mujeres, madres, artistas, nos describen la Cuba de hoy desde el acuartelamiento de San Isidro hasta las protestas masivas del 11 de julio de 2021.
Director: Fernando Fraguela Fosado
Año de producción: 2023
País: Cuba
Duración: 50’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Martes 5 de Diciembre
21:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Miércoles 6 de Diciembre
17:00 (GMT+1)
Zumzeig Cinecooperativa
C/ de Béjar, 53, 08014 Barcelona
Jueves 7 de Diciembre
17:00 (GMT+1)
Maison de l’Amérique Latine
217 Bd Saint-Germain, 75007 París, Francia
Viernes 8 de Diciembre
10:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Domingo 10 de Diciembre
10:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Domingo 10 de Diciembre
19:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Producción: Fernando Fraguela Fosado
Género: Documental
Idioma: Español
Compañías productoras: Rialta, PalenqueFilms
Fotografía: Javier Labrador, Fernando Fraguela Fosado
Guión: Fernando Fraguela Fosado
Edición: Fernando Fraguela Fosado
Diseño de Banda Sonora: Francelli Cabrera
Música: Carlo Fidel Taboada
Intérpretes: Anamely Ramos, Daniela Rojo, Katherine Bisquet
Recorrido: Estreno en festivales
Biofilmografía del director:
Fernando Fraguela (Cuba, 1991). Graduado en Dirección de Cine por la Universidad de las Artes de Cuba en 2018 y de Producción de Video Documental por la NYU Tisch School of the Arts en 2019. Dirigió y escribió los documentales “El matadero”, premiado como mejor documental en el Festival de Málaga y el Sacramento Underground Film & Arts Festival; “Sueños al pairo” (2021), estrenado en BAFICI y ganador del premio a Mejor Representación Cultural en el Festival Internacional de Cine Austral; y “Las desdichas de un hombre” (2019), mejor documental en el Festival Imago. Dirigió y escribió los cortometrajes de ficción “Ladridos” (2016), selección oficial del Festival Internacional de Cine de Gibara, y “Un hombre” (2015), mejor cortometraje en la Muestra Audiovisual Almacén de la Imagen. Sus obras han sido exhibidas en Estados Unidos, Europa, América Latina y Asia como parte de diversos festivales y eventos de cine.
Taxibol
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En Concurso
Taxibol
Tommaso Santambrogio
Título:
Taxibol
Sinopsis:
Recorriendo las calles de La Habana, Lav Diaz, el famoso cineasta filipino, y Gustavo Fleita, un locuaz taxista cubano, discuten sobre política, emigración, condiciones sociales y amor, tocando experiencias personales y creando un retrato de sus propios países.
Director: Tommaso Santambrogio
Año de producción: 2023
Países: Cuba, Italia
Duración: 50’
Programación
Viernes 8 de Diciembre
17:00h (GMT+1)
Maison de l’Amérique Latine
217 Bd Saint-Germain, 75007 París, Francia
Viernes 8 de Diciembre
10:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
10 de Diciembre
10:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Producción: Ivan Casagrande Conti, Marco Malfi Chindemi, Tommaso Santambrogio
Género: Híbrido
Idiomas: Español, Inglés
Compañías productoras: Rosso Film, Chiotto Film
Fotografía: Lorenzo Casadio Vannucci, Tommaso Santambrogio
Guión: Tommaso Santambrogio
Edición: Matteo Faccenda
Diseño de Banda Sonora: Tommaso Barbaro
Intérpretes: Lav Díaz, Gustavo Fleita, Mario Limonta, Mayra Mazorra, Armando Omar Pérez Pedroso
Recorrido: Visions du Réel, Filmadrid (Special Mention of the Young Jury), MDOC – Melgaço International Documentary Film Festival (Jean-Loup Passek Award for Best International Short or Medium Length Film), Telluride Film Festival, Mediterranean Film Festival, Ji.hlava International Documentary Film Festival.
Biofilmografía del director:
Tommaso Santambrogio (Italia, 1992) es un director y guionista de cine de Milán. Vivió y estudió en Milán, París, Roma y La Habana, donde asistió a la EICTV. También estudió en el Centro Sperimentale di Cinematografia y en la Civica Scuola di Cinema Luchino Visconti. Trabajó con varios artistas de renombre internacional, como Werner Herzog y Lav Diaz, con quienes dirigió en el Amazonas, Cuba, y Filipinas, respectivamente. Sus últimos cortometrajes, “Escena Final” y “Los Océanos Son Los Verdaderos Continentes”, se presentaron en numerosos festivales internacionales y ganaron varios premios (La Habana, Palm Springs, Toronto, Sidney, Cork, Barcelona, Split, etc.). Ambos cortos fueron presentados como estrenos mundiales en el Festival Internacional de Cine de Venecia de 2019. Su primer largometraje, también titulado “Los Océanos Son Los Verdaderos Continentes”, fue estrenado como filme de apertura en la Giornate degli Autori de Venecia en 2023.
Un homme sous son influence
En Concurso
Un homme sous son influence
Emmanuel Martín
Título:
Un homme sous son influence
Sinopsis:
Montreal. Emmanuel es un emigrante cubano que solo desea descansar después de sus intensas jornadas de trabajo. Un día conoce a Nicole, una bella anarquista y luchadora social, quien le lleva por un camino inesperado.
Director: Emmanuel Martín
Año de producción: 2023
Países: Canadá, Cuba
Duración: 77’
Programación
Lunes 4 a Domingo 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Martes 5 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Miércoles 6 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Miércoles 6 de Diciembre
21:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Jueves 7 de Diciembre
14:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Producción: Emmanuel Martín, Mike Som, César Solís, Lester Harbert Noguel
Género: Ficción
Idiomas: Español, Inglés, Francés
Compañía productora: Independientes Bajo Tierra
Fotografía: Jonathan Melo, Francois Dufort, Noé Palard
Guión: Emmanuel Martín
Edición: Emmanuel Martín
Diseño de Banda Sonora: Arango R. Dahl
Música: Jefferson Pérez, Rubén Lester
Intérpretes: Emmanuel Martín, Mahélie Lortie, Camilla Purdy, Iulia Nastase, Cassille Franche-Karsenti, Lester Harbert Noguel, Myriam Lopez, Umar Chaudhry, Danay Campos
Recorrido: Estreno en festivales
Biofilmografía del director:
Emmanuel Martín Hernández (Cuba, 1983). Cineasta, actor, periodista y profesor de ajedrez. Con excepción de “Un homme sous son influence”, filmada en Montreal, todas sus películas han sido realizadas en su ciudad natal, Santiago de Cuba. Entre ellas destacan los cortos “En el iglú” (2008) y “Buen viaje, Stalkers” (2011), así como el largometraje “Historias de ajedrez” (2019).
Ventanas
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En Concurso
Ventanas
Jhon Ciavaldini
Título:
Ventanas
Sinopsis:
Los venezolanos observan desde sus ventanas las protestas ocurridas en el país entre 2014 y 2017. Se nos muestra un archivo de la violencia, imágenes de una memoria colectiva compartidas en las redes sociales.
Director: Jhon Ciavaldini
Año de producción: 2022
Países: Venezuela, Argentina
Duración: 18’
Programación
4 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Festhome
Online para Cuba
Martes 5 de Diciembre
21:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Martes 5 de Diciembre
10:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Miércoles 6 de Diciembre
17:00 (GMT+1)
Zumzeig Cinecooperativa
C/ de Béjar, 53, 08014 Barcelona, España
Miércoles 6 de Diciembre
10:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Jueves 7 de Diciembre
10:00h (GMT-6)
Laboratorio Arte Alameda
Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
Domingo 10 de Diciembre
19:00h (GMT-3)
Centro Cultural General San Martín
Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
Producción: Jhon Ciavaldini
Género: Documental
Idioma: Español
Compañías productoras: La Cordillera Films, Universidad del Cine
Fotografía: Jhon Ciavaldini
Guión: Jhon Ciavaldini, Valentina Cayetano Kelly
Edición: Germán Basso
Diseño de Banda Sonora: Juan Cruz Rospide
Música: PD Zapata
Recorrido: BAFICI, Leiden Shorts, Festival de Cine Venezolano de Mérida, Caminhos do Cinema Português (Mejor Ensayo Internacional), Buffalo International Film Festival, Festival de Cine de Cine de Barquisimeto, Student Impact Film Festival (Honorable Mention), Encuentro Internacional de Experimentación Audiovisual Neosfest
Biofilmografía del director:
Jhon Ciavaldini (Venezuela, 1986). Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Central de Venezuela. Ganador de la Beca Ibermedia para participar en el Diplomado en Documental de Creación (UNIVALLE) con la escuela francesa Atelier Varan en Cali, Colombia. Estudió la Maestría en Cine Documental de la Universidad del Cine, Argentina. En 2017, junto a otros estudiantes de la Universidad del Cine, creó La Cordillera Films. Desarrolla su primer largometraje “Diáspora”, proyecto ganador del Mejor Pitch en el 8vo Acampadoc de Panamá. Ha realizado los cortometrajes “Bitácora” (2022), “Ventanas” (2021, Premiere Mundial en BAFICI), “Reminiscencia” (2019), entre otros.
Veritas
Calendario
10 de diciembre
Sede: Festhome
Dirección: Online para Cuba
19:00 (GMT-5)
Mafifa (2021, dir. Daniela Muñoz, Cuba, 77’ min)
São Paulo
Cinemateca Brasileira
Sede: Cinemateca Brasileira
Dirección: Largo Senador Raul Cardoso, 207 – Vila Clementino, São Paulo – SP, 04021-070, Brasil
14:00h (GMT-3)
Camino de lava (2023, dir. Gretel Marín, Cuba, 27′ min)
Llamadas desde Moscú (2023, dir. Luis A. Yero, Cuba-Alemania-Noruega, 65’ min)
Ciudad de México
Laboratorio Arte Alameda
Sede: Laboratorio Arte Alameda
Dirección: Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
10:00h (GMT-6)
Hojas de K. (2022, dir. Gloria Carrión, Nicaragua-Costa Rica, 18’ min)
Mujeres que sueñan un país (2023, dir. Fernando Fraguela, Cuba, 50’ min)
And How Miserable is the Home of Evil (2023, dir. Saleh Kashefi, Suiza-Irán, 7’ min)
Taxibol (2023, dir. Tommaso Santambrogio, Italia-Cuba, 50’ min)”
Sede: Laboratorio Arte Alameda
Dirección: Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
14:00h (GMT-6)
Abisal (2021, dir. Alejandro Alonso, Cuba-Francia, 30’ min)
Camino de lava (2023, dir. Gretel Marín, Cuba, 27′ min)
Llamadas desde Moscú (2023, dir. Luis A. Yero, Cuba-Alemania-Noruega, 65’ min)
Buenos Aires
Centro Cultural General San Martín
Sede: Centro Cultural General San Martín
Dirección: Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
17:00h (GMT-3)
El encargado (2023, dir. Ricardo Figueredo, Cuba, 22’ min)
La teoría cubana de la sociedad perfecta (2019, dir. Ricardo Figueredo, Cuba, 60’ min)
Q&A con Ricardo Figueredo
Sede: Centro Cultural General San Martín
Dirección: Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
19:00h (GMT-3)
And How Miserable is the Home of Evil (2023, dir. Saleh Kashefi, Suiza-Irán, 7’ min)
Ventanas (2022, dir. Jhon Ciavaldini, Argentina-Venezuela, 18’ min)
Hojas de K. (2022, dir. Gloria Carrión, Nicaragua-Costa Rica, 18’ min)
Mujeres que sueñan un país (2023, dir. Fernando Fraguela, Cuba, 50’ min)
Sede: Centro Cultural General San Martín
Dirección: Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
21:00h (GMT-3)
Los puros (2021, dir. Carla Valdés, Cuba, 18’ min)
La opción cero (2020, dir. Marcel Beltrán, Cuba-Brasil-Colombia, 80’ min)
Calendario
09 de diciembre
São Paulo
Cinemateca Brasileira
Sede: Cinemateca Brasileira
Dirección: Largo Senador Raul Cardoso, 207 – Vila Clementino, São Paulo – SP, 04021-070, Brasil
14:00h (GMT-3)
Casa de la noche ( 2016, dir. Marcel Beltrán, Cuba, 13’ min)
La música de las esferas (2018, dir. Marcel Beltrán, Cuba-United States, 82’ min)
Nueva York
e-flux Screening Room
Sede: e-flux Screening Room
Dirección: 172 Classon Avenue, Brooklyn, NY 11205, Estados Unidos
15:30h (GTM-5)
To my father (1973, dir. Miñuca Villaverde, Estados Unidos, 22’ min)
El hijo del sueño ( 2016, dir. Alejandro Alonso, Cuba, 9’ min)
Apollo, man to the moon (1970, dir. Fernando Villaverde, Estados Unidos, 27’ min).
Home (2019, dir. Alejandro Alonso, Cuba, 12’ min)
Sede: e-flux Screening Room
Dirección: 172 Classon Avenue, Brooklyn, NY 11205, Estados Unidos
17:00h (GTM-5)
Las campañas de invierno ( 2019, dir. Rafael Ramírez, Cuba-Venezuela-México, 70’ min)
Q & A virtual con Rafael Ramírez
Buenos Aires
Centro Cultural General San Martín
Sede: Centro Cultural General San Martín
Dirección: Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
17:00h (GMT-3)
Tent City (1980, dir. Miñuca Villaverde, Estados Unidos, 30’ min)
Veritas (2022, dir. Eliecer Jiménez Almeida, Cuba-Estados Unidos, 67’ min)
Sede: Centro Cultural General San Martín
Dirección: Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
19:00h (GMT-3)
Mafifa (2021, dir. Daniela Muñoz, Cuba, 77’ min)
Sede: Centro Cultural General San Martín
Dirección: Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
21:00h (GMT-3)
Camino de lava (2023, dir. Gretel Marín, Cuba, 27′ min)
Llamadas desde Moscú (2023, dir. Luis A. Yero, Cuba-Alemania-Noruega, 65’ min)
10 de diciembre
Calendario
08 de diciembre
Ciudad de México
Laboratorio Arte Alameda
Sede: Laboratorio Arte Alameda
Dirección: Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
10:00h (GMT-6)
Hojas de K. (2022, dir. Gloria Carrión, Nicaragua-Costa Rica, 18’ min)
Mujeres que sueñan un país (2023, dir. Fernando Fraguela, Cuba, 50’ min)
And How Miserable is the Home of Evil (2023, dir. Saleh Kashefi, Suiza-Irán, 7’ min)
Taxibol (2023, dir. Tommaso Santambrogio, Italia-Cuba, 50’ min)
Sede: Laboratorio Arte Alameda
Dirección: Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
14:00h (GMT-6)
Abisal (2021, dir. Alejandro Alonso, Cuba-Francia, 30’ min)
Camino de lava (2023, dir. Gretel Marín, Cuba, 28′ min)
Llamadas desde Moscú (2023, dir. Luis A. Yero, Cuba-Alemania-Noruega, 65’ min)
São Paulo
Cinemateca Brasileira
Sede: Cinemateca Brasileira
Dirección: Largo Senador Raul Cardoso, 207 – Vila Clementino, São Paulo – SP, 04021-070, Brasil
17:00h (GMT-3)
La opción cero (2020, dir. Marcel Beltrán, Cuba-Brasil-Colombia, 80’ min)
Miami
Florida International University (FIU)
Sede: Florida International University (FIU)
Dirección: Graham Center, Room 150, FIU Modesto A. Maidique Campus
19:00h (GMT-5))
La opción cero (2020, dir. Marcel Beltrán, Cuba-Brasil-Colombia, 80’ min)
Barcelona
Zumzeig Cinecooperativa
Sede: Zumzeig Cinecooperativa
Dirección: C/ de Béjar, 53, 08014 Barcelona, España
19:00h (GMT+1)
Poor Cinderella, still ironing her husband shirt (1978, dir. Miñuca Villaverde, Estados Unidos, 7’ min)
Mafifa (2021, dir. Daniela Muñoz, Cuba, 77’ min)
Q&A con Miñuca Villaverde y Daniela Muñoz.
París
Maison de l’Amérique Latine
Sede: Maison de l’Amérique Latine
Dirección: Maison de l’Amérique latine, 217 Bd Saint-Germain, 75007 París, Francia
17:00h (GMT+1)
Abisal (2021, dir. Alejandro Alonso, Cuba-Francia, 30’ min)
Taxibol (2023, dir. Tommaso Santambrogio, Italia-Cuba, 50’ min)
Sede: Maison de l’Amérique Latine
Dirección: Maison de l’Amérique latine, 217 Bd Saint-Germain, 75007 París, Francia
19:30h (GMT+1)
Corazón Azul (2021, dir. Miguel Coyula, Cuba, 104′ min)
9 de diciembre
Calendario
07 de diciembre
Ciudad de México
Laboratorio Arte Alameda
Sede: Laboratorio Arte Alameda
Dirección: Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
10:00h (GMT-6)
Los puros (2021, dir. Carla Valdés, Cuba, 18’ min)
Ventanas (2022, dir. Jhon Ciavaldini, Argentina-Venezuela, 17’ min)
Veritas (2022, dir. Eliecer Jiménez Almeida, Cuba-Estados Unidos, 67’ min)
Sede: Laboratorio Arte Alameda
Dirección: Calle Dr Mora 7, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX, México
14:00h (GMT-6)
El rodeo (2021, dir. Carlos Melián, Cuba, 30’ min)
Agwe (2022, dir. Samuel Suffren, Haití, 18’ min)
Un homme sous son influence (2023, dir. Emmanuel Martin, Canadá-Cuba, 77’ min)
Barcelona
Zumzeig Cinecooperativa
Sede: Zumzeig Cinecooperativa
Dirección: C/ de Béjar, 53, 08014 Barcelona, España
17:00 (GMT+1)
A Lady’s Home Journal (1972, dir. Fernando Villaverde, Estados Unidos, 19’ min)
El rodeo (2021, dir. Carlos Melián, Cuba, 30’ min).
Agwe (2022, dir. Samuel Suffren, Haití, 18’ min)
Abisal (2021, dir. Alejandro Alonso, Cuba-Francia, 30’ min)
Q&A con Fernando Villaverde, Alejandro Alonso y Carlos Melián.
París
Maison de l’Amérique Latine
Sede: Maison de l’Amérique Latine
Dirección: Maison de l’Amérique latine, 217 Bd Saint-Germain, 75007 París, Francia
17:00h (GMT+1)
Los puros (2021, dir. Carla Valdés, Cuba, 18’ min)
Camino de lava (2023, dir. Gretel Marín, Cuba, 27′ min)
Mujeres que sueñan un país (2023, dir. Fernando Fraguela, Cuba, 50’ min)
Sede: Maison de l’Amérique Latine
Dirección: Maison de l’Amérique latine, 217 Bd Saint-Germain, 75007 París, Francia
19:30h (GMT+1)
La opción cero (2020, dir. Marcel Beltrán, Cuba-Brasil-Colombia, 80’ min)
Buenos Aires
Centro Cultural General San Martín
Sede: Centro Cultural General San Martín
Dirección: Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
19:00h (GMT-3)
Apollo, man to the moon (1970, dir. Fernando Villaverde, Estados Unidos, 27’ min)
To my father (1973, dir. Miñuca Villaverde, Estados Unidos, 22’ min)
Poor Cinderella, still ironing her husband shirt (1978, dir. Miñuca Villaverde, Estados Unidos, 7’ min)
A Lady’s Home Journal (1972, dir. Fernando Villaverde, 19’ min)
Sede: Centro Cultural General San Martín
Dirección: Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551, C1042 ABC, Buenos Aires, Argentina
21:00h (GMT-3)
Las campañas de invierno (2019, dir. Rafael Ramírez, Cuba-Venezuela-México, 70’ min)
8 de diciembre
Calendario
Cuba
Festhome
4 al 10 de Diciembre
10:00 – 24:00 (GMT-5)
Abisal (2021, dir. Alejandro Alonso, Cuba-Francia, 30’ min)
Hojas de K. (2022, dir. Gloria Carrión, Nicaragua-Costa Rica, 18’ min)
Mujeres que sueñan un país (2023, dir. Fernando Fraguela, Cuba, 50’ min)
El rodeo (2022, dir. Carlos Melián, Cuba, 30’ min)
Ventanas (2022, dir. Jhon Ciavaldini, Argentina-Venezuela, 17’ min)
Agwe (2022, dir. Samuel Suffren, Haití, 18’ min)
Un homme sous son influence (2023, dir. Emmanuel Martin, Canadá-Cuba, 77’ min)
Veritas (2022, dir. Eliecer Jiménez Almeida, Cuba-Estados Unidos, 67’ min)
Los puros (2021, dir. Carla Valdés, Cuba, 18’ min)
And How Miserable is the Home of Evil (2023, dir. Saleh Kashefi, Suiza-Irán, 7’ min)
El encargado (2023, dir. Ricardo Figueredo, Cuba, 22’ min)
La teoría cubana de la sociedad perfecta (2019, dir. Ricardo Figueredo, Cuba, 60’ min)
A Lady’s Home Journal (1972, dir. Fernando Villaverde, Estados Unidos, 19’ min)
Apollo, man to the moon (1970, dir. Fernando Villaverde, Estados Unidos, 27’ min)
To my father (1973, dir. Miñuca Villaverde, Estados Unidos, 22’ min)
Poor Cinderella, still ironing her husband shirt (1978, dir. Miñuca Villaverde, Estados Unidos, 7’ min)
Las campañas de invierno (2019, dir. Rafael Ramírez, Cuba-Venezuela-México, 70’ min)
Casa de la noche (2016, dir. Marcel Beltrán, Cuba, 13’ min)
La música de las esferas (2018, dir. Marcel Beltrán, Cuba-Estados Unidos, 82’ min)
El hijo del sueño (2016, dir. Alejandro Alonso, Cuba, 9’ min)
Camino de lava (2023, dir. Gretel Marín, Cuba, 28′ min)
Home (2019, dir. Alejandro Alonso, Cuba, 12’ min)
Llamadas desde Moscú (2023, dir. Luis A. Yero, Cuba-Alemania-Noruega, 65’ min)
5 de Diciembre
19:00 (GMT-5)
Mafifa (2021, dir. Daniela Muñoz, Cuba, 77’ min)
10 de Diciembre
19:00 (GMT-5)
Mafifa (2021, dir. Daniela Muñoz, Cuba, 77’ min)
Buenos Aires